Con Iraq y Palestina
Paremos la guerra con nuestras
voces
20 de marzo de 2003. Nota informativa CSCAweb
(www.nodo50.org/csca)
Aznar, además de
contribuir con su apoyo al bombardeo de los iraquíes,
ofende a su inteligencia y a la de la opinión pública
del Estado español cuando persiste en presentar lo impresentable:
que la operación militar, política, económica
y mediática más ambiciosa y mejor planificada de
las tres últimas Administraciones de EEUU, el asedio final
contra Iraq, tiene algo que ver con la nobleza de los principios
de la soberanía, la independencia, la democracia o el
desarrollo iraquí.
Aznar nos miente como miente Bush
En un discurso calcado del que ha pronunciado el presidente
Bush en la madrugada de hoy, día 20 de marzo, Aznar ha
vuelto a mentir pretendiendo sin conseguirlo ocultar la realidad
de lo que ya es la invasión militar de Iraq. Frente a
la oposición mayoritaria de los pueblos del Estado español
y frente al mundo, el gobierno de Aznar, como lo hace el régimen
de Bush, se parapeta en la mentira y en la tergiversación
malintencionada del lenguaje cuando insiste en su falaz defensa
de la ya desprestigiada "legalidad internacional",
que él ha contribuido activamente a quebrar al apoyar
esta guerra ilegal que será definitiva para la quiebra
de los principios internacionales que deberían garantizar
la independencia y la soberanía de los Estados.
Teñido de falsa moral, el gobierno de Aznar, se propaga
en la mentira cuando define lo que es una guerra de agresión
ilegal contra el Estado y el pueblo de Iraq como una "operación
para el desarme de Sadam Husein" que, afirma "tratará
de minimizar la pérdida de vidas humanas de la población
civil" cuando ya Bush ha avanzado su intoxicación
informativa al indicar que las víctimas de civiles iraquíes
que producirán las bombas estadounidenses serán
responsabilidad del gobierno de Iraq por situar al ejército
entre la población.
Aznar miente a los iraquíes
como les miente Bush
En un ejercicio de manipulación de los análisis
y de la información, y sin mencionar en ningún
momento de su intervención la palabra "guerra",
Aznar ha repetido, cual papagayo de Bush, que esta operación
constituye "un compromiso por la paz y la seguridad mundial
que adquiere su expresión más grave en la defensa
del pueblo de Iraq" y que el cambio de régimen en
Iraq "significa el comienzo de las oportunidades para que
el pueblo iraquí se reintegre a la Comunidad Internacional,
para mantener su integridad territorial y su unidad y para que
acceda al producto de sus recursos, al objeto de impulsar su
propio desarrollo".
Aznar, además de contribuir con su apoyo al bombardeo
de los iraquíes, ofende a su inteligencia y a la de la
opinión pública del Estado español cuando
persiste en presentar lo impresentable: que la operación
militar, política, económica y mediática
más ambiciosa y mejor planificada de las tres últimas
Administraciones de EEUU, el asedio final contra Iraq, tiene
algo que ver con la nobleza de los principios de la soberanía,
la independencia, la democracia o el desarrollo iraquí.
Esta es una guerra por el control de los recursos energéticos
de Iraq y de su espacio geográfico, humano y político;
una guerra de devastación neocolonial para quebrar el
proceso histórico de construcción de un Estado
árabe rico, moderno y, hasta 1991, singularizado por su
desarrollo socioeconómico y la estructuración de
su tejido social.
Igualmente, esta guerra está dirigida a aleccionar
a los pueblos árabes vecinos ante lo que se abrirá
probablemente tras la ocupación militar de Iraq en todo
el espacio árabe: el intento de transformación
de sus estructuras políticas, económicas y socioculturales
en un nuevo ordenamiento en el que lo árabe deje de ser
símbolo y referencia identitaria y quede subyugado a la
cultura importada y expuesta por la fuerza en nombre de la "democracia"y
el falso desarrollo al dominio global del imperio estadounidense,
a la globalización del capitalismo neoliberal y a la hegemonía
regional, militar y económica de Israel.
Aznar miente a los palestinos como
les miente Bush
Por ello, resulta inadmisible que en su papel de "interlocutor
privilegiado del Imperio", el gobierno de Aznar mancille
el nombre de Palestina haciendo eco de Bush y repitiendo igualmente
que esta guerra inmoral contribuirá a la causa palestina.
Obviamente será así como ya viene siéndolo
incluso antes de que comenzara la invasión contra Iraq.
A la sombra de esta guerra contra Iraq Bush, Aznar y Blair y
la comunidad internacional oficial han silenciado durante todos
estos años la actuación ilegal de Israel contra
el pueblo palestino, su ocupación militar, su asedio impenitente,
sus asesinatos cotidianos y su determinación de provocar
la devastación humana y la debacle política en
los Territorios Ocupados (TTOO). Si, esta guerra pretende abrir
un nuevo futuro para el pueblo palestino también, pero
nadie duda ya de que será un futuro de éxodo o
rendición, de sometimiento o muerte el que aguarda para
Palestina. El futuro que pretende Israel y EEUU y que Aznar avala
sin vergüenza, es un proyecto antiguo que dura ya más
de un siglo, y, como esta nueva guerra contra Iraq, está
fundado en los principios del dominio colonial y la usurpación
de los derechos de los pueblos que el sionismo sintetiza en Palestina
y contra Palestina hasta el paradigma insufrible.
El 'humanitarismo' de Aznar
Se suma a la inmoralidad y a las mentiras de Aznar la afirmación
de que la participación "de carácter humanitario"
de las tropas españolas en la guerra contra Iraq es "una
misión honrosa e importante". Cuando dice que "España
puede y debe asumir una responsabilidad significativa en la recuperación
de la vida civil y en la estabilización de Iraq"
Aznar utiliza el peor eufemismo que este gobierno antidemocrático
ha podido encontrar para referirse a la recompensa que Bush podrá
donar a Aznar por su respaldo incondicional a su guerra. Pero
es que ¿se puede hallar acaso algún privilegio
en reconstruir lo que uno ha contribuido a destruir previamente
cuando los restos son materia humana inerte, una sociedad resquebrajada
y un país devastado? Destruir primero para reconstruir
después en nombre de un falso humanitarismo con el telón
de fondo de un negocio redondo que las grandes corporaciones
multinacionales del petróleo y sus mentores del régimen
de Bush han planificado desde hace años para controlar
el territorio, la población y los recursos de Iraq. De
ese negocio el gobierno Aznar espera recibir una mínima
gratificación como trofeo; trofeo indeseado y rechazado
por los pueblos del Estado español, pues es producto de
la usurpación y del hurto a otro pueblo mediante la fuerza.
Entre tantas mentiras, lo peor está todavía
por venir: la planificación de la guerra tiene también,
como lo demostró ya la Guerra contra Iraq en 1991, la
parcela destinada a fabricar hechos para su mejor venta mediática,
para edulcorar la brutalidad de la tragedia como intervenciones
"quirúrgicas" y "asépticas"
en las que las víctimas con nombres y apellidos sean simplemente
un reducido número de bajas. Habrá que esperar,
además, la fabricación de nuevos "hallazgos"
en el campo de batalla, muy posiblemente "nuevas pruebas"
que les permitan volver a decir, falsos, que esta guerra era
legal.
Al lado de Iraq y Palestina, el Movimiento Internacional contra
la Guerra ha de luchar por ganar esta batalla porque en Iraq
y en Palestina se cifran hoy la suerte y el destino de todos
los pueblos frente a la ilegalidad, la inmoralidad y la injusticia.
Con Iraq y Palestina, paremos esta guerra.
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