Iraq: una guerra patriótica
Brigada internacionalista en Iraq contra la Guerra 'Mohamed
Belaidi'
2 de abril de 2003. CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"No nos volvamos a
equivocar con este pueblo negándole una vez más
su identidad como tal: la población está resistiendo
y cada día está más dispuesta a seguir resistiendo,
así de sencillo; no solo el régimen, esencialmente
la gente. Su discurso aquí en Bagdad es único,
cada día más diáfano para el que quiera
oírlo, en las salas de los hospitales -heridos y familiares-,
al pie de las viviendas destruidas: vamos a combatir hasta el
final".
En un ejercicio de autoafirmación, la Administración
Bush procuró durante los meses previos al inicio de la
guerra creerse y hacer creer al resto de la comunidad internacional
las evaluaciones interesadas que la oposición iraquí
mercenaria de Washington le presentaba: el régimen iraquí
se colapsaría de manera inmediata al iniciarse la intervención
y la población, agotada por doce años de sanciones
internacionales y ante la previsión de verse libre de
una dictadura sanguinaria, recibiría con los brazos abiertos
a los ejércitos libertadores. Esta consideración
parecía especialmente válida para el sur del país,
de mayoría shi'í, comunidad que se consideraba
especialmente desafecta al régimen de Bagdad. Al cabo
de trece días de intervención la evidencia es bien
otra: los ejércitos británicos y estadounidenses,
eufemísticamente denominados por los medios de comunicación
los aliados, no han podido ocupar una sola ciudad del
sur, tan solo el pequeño puerto de Um Qasar que de hecho
no es más que un estrecho muelle, y ello tras una semana
de intensos combates. El fracaso militar de EEUU y Gran Bretaña
en esta primera fase de la guerra es más que evidente:
la resistencia iraquí es incuestionable, y ello pese a
la superioridad militar inconmensurable de los invasores. La
crisis entre el estamento militar y el Departamento de Estado
así lo demuestran.
Ante ello, el Pentágono está reelaborando a
toda prisa su discurso: es el régimen, el Partido o las
unidades de élite del ejército iraquí quienes
resisten, parapetados tras una población aterrorizada
y pasiva, utilizada como "escudos humanos". Sin embargo,
una supuesta sublevación en Basora ha tenido que ser desmentida
por el propio Pentágono, tras el testimonio de medios
de comunicación árabes presentes en la ciudad.
Es más, todo parece indicar que la resistencia en Basora,
Naseriyya, Nayaf, Mosul, etc, al menos en los primeros días
de combate, ha sido sostenida esencialmente por milicianos, ni
tan siquiera por el ejército regular iraquí y mucho
menos por sus unidades de élite.
El grupo de brigadistas estamos en Bagdad, pero cuando visitamos
Basora hace tres semanas, la situación era entonces allí,
como aquí, sorprendentemente tranquila, sin un despliegue
militar ni preparativos defensivos mayores que los que se apreciaban
en la capital, es decir, muy limitados, pese a la previsión
de que esa zona sería el primer frente de invasión.
Tan solo apenas 48 a 24 horas antes de los primeros bombardeos,
Bagdad se pobló de civiles armados al tiempo que se incrementaban
las defensas en las calles y plazas de la ciudad, en cada edificio
público o empresa, actividad que prosigue hasta hoy: trincheras,
algunas ya cubiertas, y parapetos, además de las zanjas
de petróleo incendiado que cubren Bagdad como defensa
antiaérea de una densa capa de humo negro. Ahora hay miles
de civiles armados en todos los barrios de Bagdad, con trajes
o chaquetas verdes o vestidos de paisano, con la presencia del
ejército convencional limitada a la periferia de la ciudad
o en puntos muy concretos de su interior. Tampoco hay armamento
pesado en el interior de la ciudad.
Como la propia guerra, en un milagro admirable que se repite
cada mañana, esta presencia armada, descentralizada, organizada
por barrios y centros productivos, civiles o administrativos,
pese a lo numerosa que es, no ha malogrado en absoluto el carácter
acogedor y amigable de esta ciudad. No es nunca intimidatoria,
ni hacia nuestro grupo, al fin y al cabo extranjeros, ni hacia
la población. Estos grupos de dos, cuatro ó cinco
hombres, de rango y edad muy amplio, desde adolescentes a ancianos,
jamás hacen ostentación de sus armas que portan
discretamente o dejan apoyadas contra la pared o el parapeto,
mientras comen pipas, sorben té, hacen la compra o juegan
con los hijos propios o con los de sus vecinos. Cuando pasamos
nos saludan sonrientes, siempre contenidamente, pero con la mirada
directa y franca como es norma aquí, levantando la mano
abierta o haciendo el signo de la victoria, con un welcome
o con las expresiones propias en árabe.
Jamás hemos visto tampoco un gesto de hostilidad o
prepotencia de los milicianos hacia sus vecinos, ni tan siquiera
en los momentos de tensión, durante un bombardeo o tras
el impacto de un misil, o en los cortejos fúnebres de
las victimas de los ataques, como en el que participamos en la
calle principal de Addamiyya al día siguiente de que un
grupo de casas quedaran volatilizadas por el impacto de un misil
en ese barrio al este de la ciudad [1] . Todo lo contrario:
unos y otros conviven en los mercados, en los hospitales, en
las calles, entre una chiquillería que, cerrados los colegios
desde el día previo al inicio de los bombardeos, corretea
y juega en las calles pese al azaroso riesgo mortal de los bombardeos
que desde hace una semana también son diurnos, apenas
reprendidos paternalmente cuando se empeñan en apretujarse
en torno a nuestro pintoresco grupo o en trepar por las montañas
de escombros de las casas destruidas, o seguir correteando entre
coches calcinados y cráteres de proyectiles.
No nos cabe duda de que EEUU y Gran Bretaña están
desarrollando desde la última semana una estrategia de
terror contra la población por medio de ataques continuos
e indiscriminados contra áreas residenciales. Nuestra
impresión es que, pese a ello, pese a las terribles matanzas
de Saab y Shu'ala o a la última de Dailiyya de ayer mismo
[2], producidas todas ellas a plena luz del día,
o a los impactos continuos en todos los barrios de Bagdad de
misiles y bombas, como testimonian las decenas de heridos que
a diario vemos ingresados en los hospitales, cada día
hay más gente en las calles de esta ciudad, más
tiendas que abren sus puertas, sobre todo en los barrios más
populares, más clara es la voluntad de vivir. De nuevo
hay atascos de tráfico y el transporte público
no se ha visto interrumpido, con los típicos autobuses
rojos de dos pisos, de fabricación china, que siguen circulando
regularmente llenos de pasajeros.
No nos volvamos a equivocar con este pueblo negándole
una vez más su identidad como tal: la población
está resistiendo y cada día está más
dispuesta a seguir resistiendo, así de sencillo; no solo
el régimen, esencialmente la gente. Su discurso aquí
en Bagdad es único, cada día más diáfano
para el que quiera oírlo, en las salas de los hospitales
-heridos y familiares-, al pie de las viviendas destruidas:
vamos a combatir hasta el final.
Las matanzas en los barrios populares, los bombardeos continuos
de noche y de día, ese levantarse cada mañana para
ver como se ha volatilizado la manzana de casas de los vecinos
de al lado o como ha reventado la central de teléfonos
del barrio, para enterrar a los propios muertos o a los de los
de los amigos, son, como diría Santiago Alba, "verdades
como puños"[3] que Sadam Husein no necesita
inventarse, a diferencia de las mentiras que Bush, Blair y Aznar
se ven obligados a encadenar una y otra vez [4].
¿Por qué nos negamos a aceptar algo tan sencillo
de entender como es que esta gente comprende perfectamente que
están siendo invadido, ocupados y masacrados por la potencia
colonial contra la que hace un siglo también lucharon,
Gran Bretaña, y contra EEUU, al que aborrecen todos y
cada uno de los habitantes de esta región? No añadamos
una ignominia más sobre este pueblo: aquí, en Iraq,
no hay ningún pueblo rehén de su régimen.
Esta es una guerra patriótica en el sentido que cualquier
persona sensata debería entender: defensa de la propia
tierra ante un invasor, y así la están viviendo
y afrontando los iraquíes, creemos que en su inmensa mayoría,
como haría cualquier otro pueblo. ¿Es tan difícil
de entender esto? Solo ello permite explicar lo que está
pasando en el sur del país, esa inesperada resistencia
iraquí que parece sorprender a todos de igual manera que
ello permite vaticinar que la batalla por Bagdad habrá
de ser terrible, una auténtica carnicería si no
la evitamos.
Resistir es vencer.
Bagdad, 1 de abril de 2003
Brigada
internacionalista en Iraq contra la Guerra 'Mohamed Belaidi'
Notas:
1.- Crónica
de los brigadistas: 6º día de ataques sobre Bagdad
2.- Véase en CSCAweb: Crónicas de los brigadistas:
7º, 8º y 9º día de ataques sobre Bagdad
3.- Véase en CSCAweb: Santiago Alba Rico: Iraq:
prohibido sangrar
4.- Véase en CSCAweb: Las mentiras de la guerra contra Iraq
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