Paremos la guerra contra Iraq


*Jaume Botey, profesor de Ciencias de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de la Plataforma per l'Aixicament de las Sancions a l'Iraq (PASI), participó en la primera Brigada Catalana contra la Guerra entre el 16 y el 22 de febrero de 2003.

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Bagdad, ciudad pacífica y mártir

Jaume Botey*

5 de marzo de 2003. (www.nodo50.org/csca)

"El resultado más tangible del viaje ha sido poder preparar sobre el terreno el modelo de actuación para los que, a partir de ahora, movidos por el deseo de paz y por la generosidad se decidan a ir a Iraq. Porque los que vayan deben procurar, sobre todo, que su buena voluntad no cree más problemas de los que ya tienen. Les hará falta mucha prudencia y medir bien sus acciones puesto que no les corresponde a ellos definir el modelo de defensa. Deberán saber que su acción es, sobretodo, testimonial y que EEUU no tendrá en cuenta en sus ataques si hay o no gente de otras nacionalidades, que posiblemente sea al revés, se conviertan en blancos preferidos para poder acusar de criminal al gobierno de Iraq ante los respectivos gobiernos por haber puesto en peligro la vida de los suyos (...). Deben saber que cuando comience el ataque van a quedar aislados (...) y que si no tienen conexión con la población y sobre todo si no tienen una eficaz conexión con el gobierno no sólo correrán peligro real sino que crearan innecesarios problemas políticos y logísticos. Deben saber que ante una situación tan compleja no basta con el deseo de ser héroes".

Acabo de llegar de Bagdad con una extraña y difícil de explicar sensación de ciudad de paz. Están en el ojo de mira del mundo entero, lo saben y lo comentan. Saben que mañana pueden empezar a caer los mil misiles que el Imperio tiene ya preparados y que desde Turquía, Jordania y Kuwait apuntan a Bagdad. Pero ni un antiaéreo ni ametralladoras ni patrullas militares en las calles. La ciudad mas pacífica y la menos vigilada, contrastando con las tanquetas en Heatrow o la venta de máscaras en Kuwait o Israel, histerismo fabricado por los que necesitan justificar el ataque. Aquí el bullicio propio de toda ciudad musulmana continúa como si nada. En la calle Rashid, centro comercial y del mercado, continúa como antes el ruido, los colores y olores de las mil y una paradas de fruta y de los carretones ofreciendo te y yogurt, el desorden aparente, el embotellamiento de coches y el impertinente ruido de los claxons, los grios de la vida que, por la frontera del idioma sólo entiendes por los gestos de ojos y manos, los altavoces de los minaretes de los centenares de mezquitas llamando a la oración tres veces al día. Saben que dentro de cuatro días pude no quedar piedra sobre piedra y sin embargo hay una extraña fiebre por construir y reconstruir. El nuevo Napoleón y su corte de "think tanks" o comités de expertos que el Imperio tiene al servicio del Pentágono, las bolsas de intelectuales que pueden decidir sobre la vida y la muerte de los demás decidieron hace tiempo la aniquilación de este pueblo porque saben que su vida, su energía y ganas de vivir son un peligro para la humanidad. Su sola existencia desarmada y pacífica es la más eficaz arma de destrucción masiva que puede amenazar un día la consumista sociedad occidental.

Una sociedad organizada

Visitamos la central térmica que suministra electricidad a una cuarta parte de la extensa Bagdad de cinco millones y medio de habitantes. En el 91 fue destruida por los misiles durante las primeras veinticuatro horas del ataque, es decir el 17 de enero por la mañana. A lo largo de estos 12 años, salvando las barreras del bloqueo, aprovechando piezas de otras centrales destruidas y haciendo otras nuevas han podido poner en marcha de nuevo los cuatro bloques de la central, pero "volverá a ser destruida de nuevo", nos dice el director. Visitamos la planta depuradora de agua junto al Tigris, también destruida en el 91 durante las primeras 24 horas. Se reconstruyó pero saben que volverá a ser destruida. Así nos lo dice la subdirectora, una muchacha ingeniera que nos da la explicación con una hija de meses en brazos. Iraq es el único país de Oriente Medio que tenia el 100 % de agua potable para toda la población. Los Comités de Expertos que el Pentágono tiene al servicio de la muerte decidieron que el hecho de que los hospitales de Bagdad tuvieran electricidad y la población agua potable era un peligro para la humanidad. Por eso las destruyeron. Visitamos la Universidad y tuvimos una larga entrevista con el Rector, Yehya T. Al Rawi, hombre venerable de unos sesenta años elegido democráticamente por el claustro y al que tuve el gusto de explicarle la carta de nuestros Rectores a favor de la paz. Allí tuvimos el famoso partido de fútbol Barça-Iraq con la selección deportiva de los estudiantes. El encuentro terminó en paz, 5 a 5. El Rector explica la estructura y financiamiento del sistema educativo y especialmente del sistema universitario, las restricciones por el bloqueo, el control de los inspectores de la UNMOVIC a cada uno de los profesores y laboratorios. "Hemos reconstruido lo que hemos podido y hemos ampliado docencia y alumnos tanto como nos ha sido posible. Ahora somos 30.000. Pero lo volverán a destruir. Para nosotros y para el pueblo de Iraq la cultura es un tema prioritario. Somos un país rico y culto y estamos orgullosos de ello. Aquí se inventó la escritura, el Derecho con Hammurabi y aquí se descubrió el monoteísmo con Abraham. No necesitamos ningún cow-boy que venga a decirnos lo que debemos hacer. Estamos desarmados y dispuestos a morir si así lo han previsto".

Visitamos al Patriarca católico-caldeo de Iraq, equivalente a cardenal "nuestra función es poner de manifiesto que la fe en Dios, convertido ahora en pretexto de muerte, debería ser lugar de encuentro y de paz. Aquí hemos tenido libertad religiosa y de culto porque somos un país laico que respeta todas las tradiciones y no tenemos ningún problema con las otras confesiones. Este próximo martes hacemos una plegaria por la paz, conjunta entre judíos, musulmanes y cristianos".

Visitamos el Hospital Infantil con un largo encuentro con el director, profesionalmente convertido ahora por causa del bloqueo en simple testigo de la muerte. El hospital es grande y espacioso como cualquiera de los nuestros y da fe de lo que había sido la estructura sanitaria antes del 90. Ahora estropeado, sin medicamentos ni oxígeno. "En Iraq toda la estructura sanitaria es pública pero el gobierno no llega a todo, nos ayuda para intentar sortear las dificultades del bloqueo pero no llegamos ni de lejos a cubrir las mínimas necesidades. Las medicinas son consideradas productos de doble uso. Habíamos sido uno de los mejores hospitales de Oriente Medio". Del 16 al 26 de febrero del 91 los misiles lanzados por EEUU estaban cubiertos de uranio empobrecido y el resultado de aquello es este infierno de cánceres infantiles nunca vistos, leucemias y deformaciones congénitas. Este hospital es la más elocuente exposición de hasta donde es capaz de llegar la barbarie y crueldad humanas. Según informes de la ONU, desde 1991 han muerto por estas causas un millón cuatrocientos mil niños y niñas menores de 5 años. Un estudio de la OMS calcula que dentro quince años casi el 50 % de la población de Iraq estará afectada de cáncer. Es el genocidio mayor que nunca se ha dado a lo largo de la historia, la voluntad de aniquilar un pueblo desde sus mismas raíces. "Esto no es un arma de destrucción masiva", dice el comité de expertos del Pentágono al servicio de la muerte de los demás. Es un éxito del progreso. Cuando en 1996 en la CBS el locutor le preguntó a Madeleine Albright sobre estas muertes respondió sin inmutarse que "el progreso exige sacrificios". U ahora se volverá a lanzar uranio porque "es necesario evitar que Saddam Hussein utilice armas de destrucción masiva".

Visitamos a Tarek Aziz, viceprimer ministro, la cara amable del régimen, que acababa de llegar de visita a Roma y al Papa. Nos sorprendió en primer lugar la desprotección. A pesar de la imponente solemnidad del palacio presidencial, que reproduce la antigua arquitectura babilónica, ni controles ni carnés, ni registros ni guardias de seguridad. El conserje nos lleva a una sala y al cabo de un minuto aparece uno de los hombres más buscados y amenazados del mundo y estamos con él casi un par de horas. Hay quien ha considerado que esta visita teñía nuestro viaje de soporte al régimen. Lamento una vez más que alguien piense así. Sabemos perfectamente quién es el régimen, lo que ha hecho y quién es quién dentro del régimen. Pero Occidente ha fabricado dos cortinas de humo ­la defensa de la democratización interna y la existencia de armas de destrucción masiva- para vender de cara a la opinión pública mundial una invasión el objetivo de la cual es puramente económico y geoestratégico. Y es obvio que nuestra misión en un país amenazado por una invasión inminente tiene un componente político. Y siempre hemos entendido que el diálogo con todos los actores posibles es la elemental norma en el trabajo por la paz. Tarek Aziz estaba perfectamente al caso de las manifestaciones y en especial de la de Barcelona, agradecía el trabajo por la paz nacido desde el pueblo pero transmitía una visión pesimista no sólo del conflicto sino del estado de sumisión y división en que quedará Europa. Aprovechó para desmentir unas declaraciones que Aznar le atribuía, probablemente debido a una defectuosa traducción del intérprete.

A todos ellos, y al taxista, y al que te para en la calle preguntando de dónde eres y te da las gracias por haber venido, y a los trabajadores de la central térmica y a los del hotel y a los del bar en el que hemos tomado el te, les transmitíamos las espléndidas imágenes, vivas todavía, de la imponente manifestación del día 15 en Barcelona. Nos sentíamos portadores de la solidaridad de los millones que clamaron por la paz. Y asumíamos la responsabilidad de transmitir a la sociedad catalana su agradecimiento, sus palabras y actitudes pacíficas.

La labor de los 'escudos humanos' en Iraq

Probablemente el resultado más tangible del viaje ha sido poder preparar sobre el terreno el modelo de actuación para los que, a partir de ahora, movidos por el deseo de paz y por la generosidad se decidan a ir a Iraq. Porque los que vayan deben procurar, sobre todo, que su buena voluntad no cree más problemas de los que ya tienen. Les hará falta mucha prudencia y medir bien sus acciones puesto que no les corresponde a ellos definir el modelo de defensa. Deberán saber que su acción es, sobretodo, testimonial y que EEUU no tendrá en cuenta en sus ataques si hay o no gente de otras nacionalidades, que posiblemente sea al revés, se conviertan en blancos preferidos para poder acusar de criminal al gobierno de Iraq ante los respectivos gobiernos por haber puesto en peligro la vida de los suyos: EEUU ya ha advertido que lo haría. Deben saber que cuando comience el ataque van a quedar aislados, a oscuras, sin agua ni alimentos, sin coches, sin teléfonos, sin ninguna conexión posible con el exterior, sin poder salir y que si no tienen conexión con la población y sobre todo si no tienen una eficaz conexión con el gobierno no sólo correrán peligro real sino que crearan innecesarios problemas políticos y logísticos. Deben saber que ante una situación tan compleja no basta con el deseo de ser héroes.

Y ahora la pregunta de siempre: ¿podremos evitar la guerra? A todos los que buscan la guerra les recomendaría viajar a Bagdad. A Bush, a Cheney, a Rumsfeld, a Aznar. Porque cuando se lee o se interpreta la guerra desde un ordenador, desde una sala oval, desde una sala de botones como si fuera la guerra de las galaxias o desde los despachos de la presidencia del gobierno o de un ministerio o desde una facultad es posible olvidar que una guerra es, sobretodo, la muerte y el sufrimiento de inocentes y que desde la II Guerra Mundial la muerte y el sufrimiento de la población civil inocente ha sido el objetivo deliberado de las acciones militares y lo será en las futuras guerras del siglo XXI. La guerra, en cambio, se convierte en imposible si hemos mirado los ojos de un niño de aquel hospital infantil, si hemos cogido la mano de su madre y hemos entendido lo que nos dice con las señas siempre iguales de todas las madres de todas las culturas y lenguas del mundo, si hemos tomado el café en el bar con los abuelos de cualquier país. Sus caras, ojos y manos invocan la paz y su sufrimiento es sin lugar a dudas el mejor instrumento para discernir los mecanismos de la paz.



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