Jornada europea e internacional de movilizaciones
contra la guerra en Iraq
Paremos la guerra
contra Iraq
Manifiesto unitario
de la manifestación en Madrid
Tras
la aceptación por Iraq de la resolución 1441, desde
hace semanas los inspectores de desarme de Naciones Unidas (NNUU)
llevan desarrollando su tarea de evaluación de un posible
rearme de este país. Las acusaciones lanzadas por EEUU
y el Reino Unido sobre la reanudación de los programas
de armas de destrucción masiva por parte de Iraq han resultado
ser falsas, meras excusas para justificar una nueva guerra en
Oriente Medio.
Pese a ello, la Administración Bush prosigue con sus
preparativos para atacar este país, habiendo además
intensificando en las últimas semanas sus presiones para
obtener el apoyo internacional a sus planes bélicos, particularmente
de los gobiernos de los países miembros de la OTAN y los
vecinos de Iraq. El peligro de guerra es inminente: todo parece
indicar que EEUU iniciará en las próximas semanas
su asalto final contra Iraq, instaurando en Bagdad, tras la invasión
y ocupación del país, primero una administración
militar estadounidense y después un régimen sumiso
a sus intereses estratégicos.
La amenaza de esta nueva guerra y la desinformación
ocultan que Iraq es hoy un país hundido en la miseria
pese a su riqueza y la capacitación de su población,
devastado por más de una década de sanciones económicas
y agresiones militares continuadas: según datos de NNUU,
en estos 12 años más de un millón de personas
-de ellas, 800.000 menores de 5 años- han muerto a causa
del embargo. También según las propias NNUU, además
de las víctimas directas del conflicto, una nueva guerra
contra Iraq supondrá una catástrofe humanitaria,
con millones de personas afectadas por hambrunas y epidemias,
y más de dos millones de refugiados.
Tras esta guerra no hay imperativo moral alguno: será
una guerra desencadenada por meros intereses políticos
y económicos, una nueva guerra por el petróleo.
Los planes estadounidenses para el futuro de la región
tras la intervención contra Iraq, recientemente hechos
públicos por el secretario de Estado Colin Powell, no
dejan lugar a dudas: controlar el suministro petrolífero
del mundo industrializado e imponer la inserción económica
de Israel en Oriente Medio y, con ésta, la del conjunto
de la región -de sus poblaciones y recursos- en una economía
mundializada.
Si el objetivo declarado de esta nueva guerra contra Iraq
es proceder al cambio de su régimen político, la
guerra dará paso a una más ambiciosa remodelación
geopolítica del conjunto de Oriente Medio, incluyendo
probablemente el definitivo asalto israelí contra Gaza
y Cisjordania y el aplastamiento militar de la Intifada, el desmantelamiento
de las instituciones de la Autoridad Palestina y quizás
un nuevo éxodo de su población.
La intervención contra Iraq impondrá además
a la comunidad internacional el hecho consumado de un nuevo ordenamiento
mundial en el que las normas jurídicas vigentes hasta
ahora habrán quedado anuladas por la nueva doctrina estadounidense
de "Guerra preventiva", anticipada en la "Guerra
global contra el terrorismo". Suplantando el derecho de
autodeterminación de los pueblos, la "Guerra Preventiva"
de la Administración Bush no es más que la más
reciente formulación de la voluntad hegemónica
de EEUU, que pretende por medio del recrudecimiento del intervencionismo
militar directo imponer a escala planetaria su dominación
política, económica y cultural, imponiendo por
la fuerza, si ello es necesario, cambios de gobierno y de sistemas
políticos y económicos. Así, los escenarios
de las guerras abiertas contra los pueblos se multiplican, muy
particularmente en el continente americano y, en concreto y en
estos mismos momentos, contra la experiencia democrática
venezolana y otros países.
Esta es una guerra inmoral e ilegítima que ninguna
resolución de Naciones Unidas podrá legitimar:
desde hace tiempo, EEUU impone con amenazas o promesas el voto
de los miembros del Consejo de Seguridad, incluido el de aquellos
países con derecho de veto. La oposición internacional
a la guerra es cada vez mayor dentro y fuera de EEUU: si lo ve
necesario para acallar a la opinión pública mundial,
la Administración Bush puede pretender en las próximas
semanas imponer la aprobación por el Consejo de Seguridad
de una nueva resolución que autorice la intervención
contra Iraq.
La guerra contra Iraq se puede parar. Los pasados días
18 y 19 de enero, medio millón de estadounidenses y cientos
de miles de personas más en todo el mundo salimos a las
calles para decir "no" a esta nueva guerra, en un éxito
sin precedentes de la movilización contra los planes de
la Administración Bush de atacar Iraq. Tras el éxito
de estas movilizaciones -incluida la Marcha a Torrejón-,
respaldando la propuesta lanzada desde el Foro Social Europeo
reunido Florencia, el pasado mes noviembre, de convocar una jornada
europea de movilizaciones contra la guerra en Iraq el próximo
día 15 de febrero, a la que se ha sumado la coalición
contra la guerra de EEUU ANSWER y el Foro de Porto Alegre, hacemos
un llamamiento a la ciudadanía para que se manifieste
masivamente en esa fecha en Madrid, expresando nuevamente en
la calle su oposición a la guerra contra Iraq y en solidaridad
con el pueblo iraquí.
Hacemos asimismo un llamamiento a la movilización contra
la participación del Estado español en esta guerra
que es rechazada abrumadoramente por la mayoría de nuestra
ciudadanía, como así lo demuestran las encuestas
de opinión, con porcentajes que superan el 75%, incluso
aunque la guerra lleve finalmente la sanción de Naciones
Unidas. Pese a ello, el gobierno Aznar ha comprometido ya el
apoyo del Estado español a la agresión contra Iraq
al ceder sin restricción alguna el uso de las bases conjuntas
hispano-estadounidenses, esencialmente la de Rota, violando con
ello la legalidad institucional y la Constitución. Al
tiempo, tras la exigencia de la Administración Bush para
que los países miembros de la OTAN se involucren en la
guerra, la implicación del Estado español sería
doble, violando en este caso las condiciones del referéndum
de entrada en la OTAN.
Así, al tiempo que podemos nos convertirnos en agresores
directos del pueblo iraquí en una nueva guerra de devastación
contra su país, nos enfrentamos al peligro de quiebra
democrática interna y a un grave proceso de regresión
en derechos civiles y libertades en el nuestro propio.
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