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Tras el anuncio de Iraq de permitir el regreso incondicional de las inspecciones de desarme, EEUU confirma que el objetivo de la guerra es acabar con el régimen iraquí

Nota Informativa CSCAweb, 18 de septiembre de 2002
CSCAweb (www.nodo50.org.csca)

Frente al juego diplomático ante el CSNNUU y la comunidad internacional, la Administración Bush pone en marcha las primeras operaciones militares contra territorio iraquí. A la espera de la decisión del CSNNUU, Arabia Saudí modifica su posición anunciando que permitirá a EEUU utilizar su territorio si media el mandato de NNUU.

La Administración Bush ha reaccionado como cabía esperar ante la respuesta del gobierno iraquí de acceder al retorno de los inspectores de desarme de NNUU: lejos de rebajar la presión sobre la intervención militar y sobre la comunidad internacional para que apoye la guerra contra Iraq, EEUU ha vuelto a conectar abiertamente y sin pudor, desarme y derrocamiento del gobierno de Bagdad.

La decisión de la guerra contra Iraq está bien determinada en la Administración estadounidense. Así, si por un lado opera la estrategia del juego diplomático para que la guerra contra Iraq reciba el aval del organismo internacional -a través de la presión a la comunidad internacional y particularmente a los miembros del CSNNUU, incluidas promesas de reparto de los contratos petroleros que genere el asalto final contra Iraq- los medios militares estadounidenses tienen desde hace semanas directrices bien definidas para actuar ya sobre Iraq, como así lo vienen haciendo en los últimos días. Tal y como ha declarado el Secretario de Defensa Ronald Rumself, los pilotos militares estadounidenses han comenzado a atacar instalaciones e infraestructura de telecomunicaciones en Iraq con el fin de preparar el terreno para una más segura intervención aérea y ante la previsión de que la guerra pueda adelantarse. Rumself viene pronunciándose desde hace varias semanas por un cambio de táctica por parte de EEUU que, excluyendo el respaldo de la comunidad internacional, conduzca al adelanto de la intervención militar estadounidense.

Reacciones europeas

No obstante, mientras se intensifican paulatinamente los ataques aéreos británicos y estadounidenses sobre Iraq -traspasando la denominada zona de exclusión aérea en el sur del país- la Administración estadounidense mantiene abierto el frente diplomático. Si el discurso del presidente Bush en NNUU el pasado día 12 pudo operar a favor de la revisión de las posiciones de algunos de los miembros del CS y de los países árabes moderados, el anuncio del gobierno de Iraq a NNUU sobre el visto bueno de Bagdad para recibir a los inspectores, vuelve a situar a la comunidad internacional y muy particularmente a la UE y a los miembros permanentes del CS ante la precaución de apoyar la petición norteamericana de que se apruebe una nueva resolución autorizando al uso de la fuerza contra Iraq. Javier Solana, máximo representante de la política exterior de la UE ha declarado que no es lo mismo recabar el apoyo de NNUU para inspeccionar a Iraq en su capacidad de poseer o fabricar armamento de destrucción masiva que pretender que dicho apoyo sirva al derrocamiento del gobierno de Bagdad. En Alemania, el candidato Sroëder ha respaldado la decisión de enviar a los inspectores de NNUU a Iraq pero ha indicado que solicitará que observadores y expertos alemanes intervengan en dicha comisión de inspección. Por su parte, el gobierno francés ha apoyado el envío inmediato de los inspectores y se ha remitido a la próxima reunión del CSNNUU para la evaluación de la nueva situación creada por el anuncio de Iraq. Mientras, el gobierno de Gran Bretaña, fiel a la determinación de respaldar a EEUU, ha hecho pública si posición a través de su ministro de Exteriores, Jack Straw, indicando que "la comunidad internacional debe tomar la aparente oferta iraquí cautela y escepticismo". Rusia y China, ambos miembros permanentes del CSNNU, han dado la bienvenida a la decisión iraquí y han apoyado el envío inmediato de los inspectores a Iraq.

La quiebra que abre la decisión iraquí a la determinación beligerante y belicista de Bush ha supuesto que de inmediato su secretario de Estado, Colin Powell, haya solicitado la emisión de una nueva resolución del CSNNUU sobre Iraq que determine el uso de la fuerza contra este país si el resultado de las inspecciones en Iraq no resultan satisfactorias. Las presiones diplomáticas han comenzado nuevamente a activarse en todos los frentes, incluidos los países de la región de Oriente Medio. Como consecuencia, Arabia Saudí ha declarado a través de su ministro de Asuntos Exteriores, el príncipe Saud al Faisal, tras reunirse con Powell, que su país garantizará finalmente el uso de sus bases militares si se produce el respaldo de NNUU a la guerra.

Por el contrario, Turquía ha reiterado su escepticismo ante una invasión de EEUU contra Iraq. Su ministro de Asuntos Exteriores, Sukru Sina Gurel ha expresado tras mantener una reunión con Powell el lunes, 16 de septiembre, que Turquía teme que un ataque militar de EEUU contra Iraq "pueda irse de las manos; hay que maniobrar para prevenir la guerra". Igualmente el ministro turco ha puesto en evidencia las repercusiones que tuvo la Guerra del Golfo de 1991 al "quebrar el comercio nacional con Iraq, ocasionando la llegada de más de 500.000 refugiados al país y convirtiendo al norte de Iraq, en la frontera con Turquía, en 'tierra de nadie' donde las facciones kurdo-iraquíes consolidaron su control". Pese a sus declaraciones y debido a la importancia que reviste para EEUU el apoyo de Turquía a la guerra de EEUU contra Iraq, la Administración Bush ya he previsto intensificar la presión sobre Turquía durante esta semana en el transcurso de la visita del ministro Sukru Sina Gurel a EEUU: se han previsto encuentros con el Vicepresidente Dick Cheney, la consejera de seguridad nacional Condoleezza Rice, y el secretario de Defensa Rumsfeld.



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