Iraq
Paremos la guerra contra Iraq


* Nasser Aruri es profesor emérito de la Universidad de Massachusetts Dartmouth y coautor de Iraq bajo el bloqueo, South End Press, 2000, y autor del libro Dishonest broker:US role in Israel and Palestine, que será publicado el próximo enero, 2003 por la editorial South End Press. Este artículo ha sido publicado en el editorial electrónico de la web del Jerusalem Media & Communication Centre (www.jmcc.org)

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Paremos la guerra contra Iraq


Redibujando Oriente Medio

¿De quién es la guerra esta vez?

Nasser Aruri*

7 de noviembre de 2002. Jerusalem Media & Communication Centre
Traducción: Loles Oliván, CSCAweb (www.nodo50.org/csca)

"Bajo supuestas condiciones de paz, las tierras árabes han sido conquistadas militarmente y por medios diplomáticos. Las campañas militares han sido disfrazadas de misiones humanitarias planificadas para llevar la democracia y los derechos humanos a sociedades supuestamente ignorantes y retrasadas. De hecho, durante los últimos dos siglos, los imperios occidentales han trazado y re-trazado el mapa de Oriente Medio repetidamente. Ellos nombraron, promovieron, degradaron y destronaron a dirigentes locales para acomodar sus intereses estratégicos. Una cosa permaneció inmutable y fue omnipresente en sus sucesivos intentos de redibujar las fronteras y consolidar sus hegemonías: el recurso a los "demonios locales" para justificar los frecuentes reajustes y retrazados del mapa".

Mientras la Administración Bush toca trompetas de guerra contra Iraq, una clara similitud puede apreciarse entre el Oriente Medio actual y el de hace 80 años. La cuestión fundamental es si EEUU va a tener mejores resultados al rehacer el escenario estratégico en esta turbulenta región del que tuvieron los británicos. Existe un legado de dominación imperial, fraudes, promesas incumplidas y dobles discursos que se han combinado para socavar la noción de que cualquier progreso o transformación saludable pueda emanar alguna vez del trato con Occidente, sea en el nivel militar, diplomático o económico.

Bajo supuestas condiciones de paz, las tierras árabes han sido conquistadas militarmente y por medios diplomáticos. Las campañas militares han sido disfrazadas de misiones humanitarias planificadas para llevar la democracia y los derechos humanos a sociedades supuestamente ignorantes y retrasadas. De hecho, durante los últimos dos siglos, los imperios occidentales han trazado y re-trazado el mapa de Oriente Medio repetidamente. Ellos nombraron, promovieron, degradaron y destronaron a dirigentes locales para acomodar sus intereses estratégicos. Una cosa permaneció inmutable y fue omnipresente en sus sucesivos intentos de reajustar las fronteras y consolidar sus hegemonías: el recurso a los "demonios locales" para justificar los frecuentes reajustes y re-trazados del mapa.

Hace 170 años, Mohamed Ali de Egipto [1] fue declarado una amenaza para el libre comercio y fue derrocado a favor de sucesores más débiles. Cuatro décadas más tarde, Ahmad Urabi [2] fue depuesto y Egipto se convirtió en un país ocupado (1882). Una larga línea de sucesores que siguieron un criterio de independencia, dio al imperio el pretexto necesario para intervenir. Todo el periodo que va desde Sa'ad Zaghlul [3] durante la Primera Guerra Mundial a Sadam Husein, pasando por Rashid Ali Kilani [4], Naser, Ben Bella, y Gadafi, un sentimiento de amenaza mantuvo a Occidente ocupado en ajustar el imperio para asegurar la perpetua dependencia de los autóctonos. Sin consideración por su nivel de racionalidad, se declaró que los "demonios árabes" eran una amenaza para sus propios pueblos, para sus vecinos o para la región; para la estabilidad del nivel de vida de EEUU o incluso para la seguridad nacional de EEUU y hasta para el corazón de las ciudades estadounidenses. Naser fue declarado "hombre loco empeñado en lanzar a los judíos al mar". Reagan describió a Gadafi como "perro loco", "terrorista" y "sonado". George W. Bush ha descrito a Sadam Husein como "guerrero santo nuclear".

La propaganda actual contra Iraq se entiende en el contexto del historial de este legado imperial. Ha llegado el momento de volver a trazar el imperio, de reubicar el poder incluyendo "acabar con estados" ­en palabras de Paul Wolfowitz- y no solo provocar un "cambio de régimen". Si los pueblos del mundo árabe son incapaces de lograr que sus elites circulen, nosotros lo haremos por ellos. Qué importan los tiranos que creamos, patrocinamos o mantuvimos en el poder para cuidar los intereses occidentales ­desde Nuri al Said en el Iraq monárquico a la dinastía Saud [en Arabia Saudí], los Hachemies [en Jordania], el Sha de Irán, Sadat y Mubarak [en Egipto]. Los tratamos tal y como tratamos a Marcos, Mobutu, Suharto, Pinochet y a los generales del Vietnam. Y estamos listos para deponerlos igual que depusimos a Noriega, Diem y amenazamos ahora con deponer a Sadam.

Podría haber llegado el momento de provocar un cambio de régimen en nuestros países predilectos como Arabia Saudí y puede que en Egipto, pues sus dirigentes ya no nos resultan ventajosos y se han convertido en un lastre. Probablemente estos dos países van a ser desestabilizados en el caso de una guerra contra Iraq.

Ocho décadas de reajuste del Imperio

Lanzar una guerra contra Iraq no tiene nada que ver con armas de destrucción masiva sino con re-dibujar mapas y reubicar recursos. Ello no es atípico en los reajustes del Imperio que han tenido lugar durante las ocho últimas décadas. Revisemos someramente ocho episodios principales en esos años:

1. Tras la Primera Guerra Mundial, los antiguos imperios de Gran Bretaña y Francia se repartieron la región en esferas de influencia contradiciendo descaradamente las solemnes promesas de otorgar a los autóctonos la independencia. En lugar de [devolverles] soberanía, el pueblo árabe fue sometido a un estatuto de protectorado o de mandatos de la Liga de las Naciones. Más aún, el trazado del mapa de posguerra concedió legitimidad a un movimiento colonial privando a los autóctonos palestinos del derecho a su tierra y a su hogar ancestral.

2. Los acuerdos de la Segunda Guerra Mundial trajeron más sufrimiento a la región por cuanto el destino de sus pueblos quedó ligado a la competición entre las dos nuevas superpotencias. Mientras tanto, el nuevo mapa vio desaparecer a Palestina creándose Israel en su lugar, con la inmediata bendición de las superpotencias.

3. Menos de una década después, los antiguos imperios retaron la nueva realidad geo-política e intentaron reactivar sus hegemonías. Gran Bretaña y Francia, junto a Israel, invadieron Egipto en 1956 tratando de derrotar al naserismo que prometía la unidad e independencia burlada a los árabes tras la Primera Guerra Mundial. La nueva superpotencia les ordenó salir de Egipto no por amor al naserismo o por respecto a las aspiraciones árabes de independencia, sino como demostración del papel imperial de EEUU.

4. Lo que Israel -con la confabulación de Gran Bretaña y Francia- fracasó en hacer en 1956, lo conseguiría once años después, cuando cambió los mapas de Egipto, Siria, Jordania y Palestina en solo seis días. Lo que había quedado de Palestina fuera del control de Israel en 1948 fue conquistado en 1967 haciendo de la zona que va del Río Jordán al Mediterráneo un Estado colonial exclusivamente judío. Entre tanto, los viejos logros de quince años de naserismo fueron anulados de acuerdo con los deseos de EEUU. Los tres componentes que incluían unidad árabe, socialismo y no alineamiento, vistos como una amenaza por Washington, fueron ampliamente suprimidos de la agenda por la guerra "por poderes" de Israel que anticipó la doctrina Nixon: "nosotros (EEUU) suministramos mangueras y agua, ellos -nuestros apoderados vietnamitas, iraníes e israelíes- ponen los bomberos".

El problema de esta estrategia fue la incapacidad del apoderado iraní de ejecutar sus obligaciones, ni siquiera de sobrevivir. Con el fallecimiento del Sha, EEUU concluyó que la construcción de su imperio en Oriente Medio requiere intervención directa para aumentar el rol del apoderado.

5. La invasión israelí de Líbano en 1982 fue una típica acción del apoderado coordinada con EEUU, como Carter ha revelado. Los objetivos conjuntos eran: a) re-dibujar el mapa político de Líbano; b) prevenir la creación de un Estado palestino en formación; c) reducir a Siria a proporciones manejables. Dos de esos objetivos se frustraron por la determinación de la resistencia libanesa, en tanto que el tercero, relacionado con los palestinos, resultó en el traslado de su centro de gravedad al interior [de los TTOO] con la Intifada de 1987.

Mientras tanto, Sadam Husein aspiraba a convertirse en un sustituto de EEUU cuando invadió el justo castigo de EEUU ­Irán- y fue reconoció con un generoso crédito agrícola y una entrega de material biológico por no otro que Rumsfeld. Irónicamente, hemos tenido que contar con nuevos amigos como Robert Novak y el senador Byrd para tener esta privilegiada información.
Para su sorpresa, el crédulo tirano iraquí no respondió a las exigencias estadounidenses para actuar como su representante. Su malogrado ataque sobre Kuwait produjo un doloroso recordatorio: que de ningún modo puede la única superpotencia puede aceptar que un ambicioso dirigente del tercer mundo marque el paso en la estratégica región del Golfo

6. De ahí la estrategia de EEUU para dar tal golpe demoledor a Iraq y a su potencial sin consideración a su liderazgo con el fin no solo de reafirmar su papel imperial en la región en relación con los árabes y musulmanes, sino de transmitir a Israel que la seria cuestión de la seguridad colectiva en la región pertenece a la superpotencia. Las conversaciones políticas y el futuro re-trazado del mapa solo podían tener lugar en una conferencia internacional donde incluso Israel tendría que someterse a los términos de la ocupación de 1967 y a pesar de su alianza estratégica [con EEUU].

7. La estrategia de Bush I se descartó cuando su sucesor Clinton adoptó la doble política de perseguir la comedia de Oslo en Palestina y de la contención en Iraq que, conjuntamente, se convirtió en nada más que un interludio a la espera del segundo Bush.

8. Con Bush II en el poder, se abandonó la estrategia de su padre para Iraq y Palestina. Se permitió que el proceso de Oslo muriese mientras la contención y la coalición se convirtieron en passé. En su lugar, Sharon, el criminal de guerra y a la vez "hombre de paz" se embarca en el tren de Bush del anti-terrorismo, en tanto que sus expertos aliados de Washington y del stablishment de la Defensa Civil comienzan a planear la próxima guerra y el próximo trazado de fronteras. La única voz de la Administración Bush I para la coalición, Colin Powell, ha sido silenciada. Harry Belafonte le describió como el esclavo cuyo privilegio de habitar en la casa del señor depende de su buen comportamiento; de lo contrario, será devuelto a la plantación.

La visión del mundo de Bush y los objetivos reales de su guerra

El concepto de coalición de Bush I y la apariencia del multilateralismo se han convertido en una reliquia del pasado en la Casa Blanca de Bush II, cuyos mentores neo-conservadores y sionistas sienten el mayor desprecio por tales restricciones. Cuando la amenaza fue finalmente real el 11 de septiembre, el "qué hacer" se hizo más fácil de justificar y de ejecutar. El temor y el peligro asociado a el qué hacer parece haber elevado el ataque preventivo a un principio moral. En la actualidad, la contención pertenece a una era pasada. Está passé para los Wolfowitzs y los Perles del mundo. Su mundo y el de su "jefe" es un mundo hobbesiano en el que el paisaje es áspero y el diablo lo circunda, lo que reclama mano dura. De manera que uno no espera a que ataquen los agentes del diablo: uno ataca primero. Esta es la nueva doctrina de seguridad nacional [5] para el siblo XXI, la doctrina de Bush inspirada, al parecer, en las escasas lecturas que ha hecho George Bush. El presidente recibió instrucción para su oficio en la Casa Blanca de Robert Kaplan, autor de Eastward to Tartary, añadiendo contenido seudo intelectual a sus inclinaciones viscerales y desestructuradas. Esta visión del mundo ha dado a Bush un incontestable sentido de misión que se ha reforzado por la influencia del ex profesor Wolfowitz, quien postula que "no es necesaria la prueba si hay duda razonable". El énfasis debe hacerse en "la intención" y en "la capacidad", sostiene Wolfowitz mientras hace sonar los tambores de guerra contra Iraq. No hay necesidad de "pruebas" si conocemos "la intención" y "la capacidad". Uno se anticipa y actúa porque "esto es más un estado de guerra que un procedimiento judicial". Tal es la configuración de Wolfowitz en el cálculo de la guerra y en el análisis de coste/beneficio que ha sido aceptado por un circulo de halcones, ninguno de los cuales ha luchado nunca en una guerra pero quienes parecen estar listos a comprometer a millones de desclasados en la guerra.

A diferencia de 1991, no es de esperar que Israel se quede quieto. Bush ha reafirmado ya para Israel un derecho de "autodefensa" tras reunirse con Sharon en su séptima visita [a EEUU] el 16 de octubre de 2002. De hecho, Israel ha estado presionando para esta guerra con el fin de conseguir lo que no consiguió alcanzar en 1948, 1956, 1967, 1978, 1982 y en los siete años de Oslo. La guerra contra Iraq constituye para Israel una estrategia post Oslo. En tanto que Bush II intenta completar lo que su padre dejó sin acabar, Israel reeditará de nuevo todo [lo que hizo en]1982. Es por ello que cuando la invasión anglo-estadounidense de Iraq se produzca, no solo será una continuación de la misma guerra que comenzó en 1990-1991, sino una guerra cuya agenda más amplia incluye reconfigurar el espacio estratégico en Oriente Medio y Asia Central. Será la guerra de los halcones civilizados del Pentágono y de sus aliados en un buen número de organizaciones de extrema derecha y de expertos pro-Israel; [organizaciones] como, entre otras, el Instituto Hudson, el Instituto de Empresa Americano (American Enterprise Institute, AEI) y el Instituto Judío para la Seguridad Nacional (Jewish Institute for National Security, JINSA).

Será una guerra para crear un régimen pro estadounidense en Iraq y que permita a Washington volver a trazar los mapas de Oriente Medio que se trazaron en los periodos de la Primera y Segunda Guerra Mundial. La empresa ambiciona acabar con la influencia de Arabia Saudí sobre los precios de petróleo, intimidar a Siria y manipular el equilibrio de poderes en Irán con el propósito final de desmantelar la Revolución islámica. Su propósito añadido es ajustar el conflicto árabe-israelí desde las condiciones globales que satisfagan al general Sharon, quien sigue sin ser enjuiciado en su propio país por las masacres de miles de palestinos y libaneses [cometidas] exactamente hace veinte años.

La conexión israelí

Ninguno de estos objetivos tiene nada que ver con las preocupaciones declaradas por el presidente Bush sobre una amenaza a la seguridad de EEUU. Quienes respaldan a Israel -la Administración de EEUU, los asesores, los medios de comunicación y el Congreso- tocando trompetas de guerra ven ésta como [un medio de] proporcionar cobertura a Israel para expulsar a los palestinos (denominado transfer en Israel) que es por lo que la elite político-militar en Israel quiere [la guerra] y por lo que los papagayos de las instituciones pro israelíes en la Administración están presionando tan duramente en su favor.

La conexión israelí ha sido expuesta recientemente en la prensa de Israel por un buen número de respetados analistas israelíes. Una de estas personas es Meron Benvinisti, el teniente alcalde de Jerusalén quien el mes pasado vinculó en el diario Ha'aretz la defensa israelí de una guerra de EEUU contra Iraq y el objetivo global israelí de limpieza étnica en Cisjordania. El general israelí Yitzhak Eitan hizo alusión a la conexión directa entre una guerra contra Iraq y la guerra contra los palestinos cuando afirmó que tal guerra permitiría a Israel "ejecutar la vieja opción jordana mediante la expulsión de cientos de miles de palestinos al otro lado del Río Jordán". Más aún, la postura del liderazgo de Isarel ha sido respaldada por la opinión pública israelí: una encuesta del diario israelí de más circulación, Maariv, del pasado agosto de 2002 revela que el 57% de los israelíes están a favor de un ataque estadounidense contra Iraq para derrocar a Sadam Husein.

Los defensores de la guerra en EEUU incluyen a Richard Perle, presidente de la junta de asesores de Defensa y el miembro de la junta del AEI, amigo cercano y aliado político en la AEI, David Wurmser, del Instituro Hudson. La esposa del señor Wurmser es cofundadora, junto con el Coronel Yigal Carmon, ex miembro de la inteligencia militar israelí, del Instituto de Investigación Mediática de Oriente Medio (Middle East Media Research Institute), que traduce y distribuye artículos especializados en difamar a los árabes. Los asesores de Bush que presionan a favor de esta guerra incluyen asimismo a Paul Wolfowitz, vicesecretario de Defensa, a Douglas Feith, otro vicesecretario de Defensa, a Lewis Scooter Libby, jefe de la junta de la oficina del vicepresidente Cheney, a Michael Rubin, un experto en Irán, Iraq y Afganistán, y que acaba de llegar de, nuevamente, otro lobby pro Israel, el Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente (Washington Institute for Near East Policy), y amuchos otros que no pueden ser incluidos aquí por limitaciones de espacio. Los halcones de la Administración que presionan por esta guerra, como el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Dobal Rumself y la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, detentan del record de apoyo a las medidas draconianas de Sharon en los Territorios Ocupados. Rumself es el primer representante oficial de la Administración de EEUU que ha utilizado la expresión "denominados Territorios Ocupados" para describir Cisjordania y la Franja de Gaza. Rice ha defendido la estrategia israelí de ataque preventivo en lugar de la disuasión o la de contención y considera tal política digna de duplicarse en Iraq y a escala global.

Mientras EEUU y Gran Bretaña bombardean casi diariamente Iraq y en medio de los constantes informes sobre una inminente guerra a gran escala, el mensaje es claro: se están definiendo nuevas reglas de conducta internacional. La guerra propuesta que se avecina contra Iraq, los bombardeos aéreos de Yugoslavia en 1999, y la invasión a gran escala de Afganistán en 2002, ilustran que el teatro de operaciones para las acciones militares de EEUU es ahora todo el mundo. Una simple guerra en esos teatros, como la de Iraq, costaría, según el asesor económico de la Casa Blanca, un estimado de entre cien mil y doscientos mil millones de dólares, más los miles de millones adicionales para la reconstrucción, y pondría en gran peligro al sistema internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial. Es absolutamente falso que Iraq sea un peligro evidente para la seguridad de EEUU. Sería importante preguntarse: ¿de quién esta guerra realmente?

Conclusión

Sería importante preguntarse si EEUU y su principal gendarme [Israel] pueden garantizar mejores resultados que las anteriores empresas de colonización y re-colonización desde la Primera Guerra mundial. Sería prudente preguntarse si "la guerra contra el terrorismo" de Bush eliminará o, más bien, generará terror, caos y destrucción. ¿No ha llegado el momento de que EEUU revise sus prioridades?, ¿no ha llegado el momento de reexaminar las causas del actual desastre?, ¿no ha llegado el momento de dejar que los pueblos del mundo vivan en libertad y dignamente, organizando sus vidas y sociedades de acuerdo con sus necesidades y no a medida de las inclinaciones estratégicas de las grandes potencias?, ¿no es tiempo de reconstruir nuestras propias ciudades, mejorar la salud, la educación, el transporte público y desarrollar la conservación real en lugar de usar la guerra como política de conservación?, ¿no ha llegado el momento del cambio de régimen aquí, en Washington?


Notas:

1. Mohamed Ali (1805-49), promovió bajo sus gobiernos la emergencia del moderno Estado egipcio favoreciendo importantes reformas en la administración y la judicatura egipcias todavía dependientes del poder otomano.
2. Ahmad Urabi (1841­1911) militar y político egipcio que desde 1881 lideró un incipiente movimiento nacionalista de carácter social en Egipto opuesto a la dominación otomana y a la expansión colonial de Gran Bretaña y Francia. El 11 de junio de 1882 dirigió una revuelta popular en Alejandría que culminó con la intervención militar de Gran Bretaña y su ocupación.
3. Sa'ad Zaghlul (Egipto, 1857-1927), político nacionalista fundador del movimiento Wafd. Hasta 1913, practicó la moderación y colaboración con la metrópoli pero desde su ascenso a vicepresidente de la Asamblea Legislativa egipcia instigó el movimiento que conduciría a la independencia de Egipto.
4. Rashid Ali Kilani, nacionalista iraquí que condujo en 1941 una revuelta contra la presencia británica en Iraq.
5. Véase en cscaweb:
Mientras la Administración Bush da a conocer el contenido de la nueva estrategia de seguridad nacional de EEUU, Israel da por iniciada la guerra contra Iraq desencadenando su ataque final contra Arafat y los palestinos



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