Iraq-CELSI
Paremos la guerra contra Iraq


* Hassan Abu Taleb es analista en el Centro Al Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos (El Cairo) y editor jefe de su Informe Estratégico anual.

Paremos la guerra contra Iraq antes de que empiece


El camino a Bagdad

Hassan Abu Taleb*

Al Ahram Weekly, 3 al 9 de noviembre de 2002
Traducción: Beatriz Morales, CSCAweb (www.nodo50.org/csca)

"El espectáculo de una ofensiva contra una nación árabe con la ayuda israelí solo puede generar una furia incalculable en las capitales árabes. Ello está llamado a situar a muchos gobiernos árabes bajo una presión insoportable sacando a la luz la cuestión de que Washington intenta que esta estrategia sea parte de un intencionado fin de juego".

El presidente George Bush quiere ver como Naciones Unidas (NNUU) impone su peso en Iraq diciendo a la Asamblea General que Iraq debe permitir que los inspectores internacionales regresen y prueben que no existen armas de destrucción masiva. Bush, sin embargo, no ha excluido el uso de la fuerza contra el régimen de Sadam; mientras el presidente de EEUU quiere que la comunidad internacional se implique en la crisis, lo quiere en la medida en que la comunidad internacional respalde la aventura militar estadounidense en Iraq. Washington parece determinada a atacar Iraq, particularmente si Sadam insiste en vincular el retorno de los inspectores a un calendario para el levantamiento de las sanciones contra el país.

Para complicar más las cosas, Israel emerge como el principal respaldo de la ofensiva militar de EEUU contra Iraq. De acuerdo con el periódico israelí Maariv, EEUU está acumulando cantidades masivas de suministros y armas en las bases militares israelíes anticipándose a la ofensiva contra Iraq. Ello constituye una evolución seria que merece una reacción árabe. Sin embargo, tal reacción todavía no se ha producido, ni por parte unilateral de ninguno de los países árabes, ni de la Liga Árabe, una organización que habitualmente intenta alcanzar respuestas consensuadas a las cuestiones árabes de interés común. No está claro que ello se deba a una pérdida de interés o de ánimo por parte árabe aunque los árabes parecen haber renunciado a intentar conseguir de la Administración Bush que se distancie de Israel tras percibir que los lazos entre ambos están haciéndose inexorablemente más fuertes cada vez bajo la influencia generalizada de la derecha religiosa estadounidense.

El mutismo como reacción escasamente enmascara el nivel de la preocupación árabe sobre esta cuestión. La participación de Israel en una campaña contra Iraq en este momento concreto podría abrir las puertas del infierno, como el secretario de la Liga Árabe, Amr Musa declaró en una reunión de ministros de exteriores árabes hace dos semanas. Considerando el colapso de los esfuerzos de paz y la escalada represiva de Israel sobre los palestinos, el espectáculo de una ofensiva contra una nación árabe con la ayuda israelí solo puede generar una furia incalculable en las capitales árabes. Ello está llamado a situar a muchos gobiernos árabes bajo una presión insoportable sacando a la luz la cuestión de si Washington intenta que esta estrategia sea parte de un intencionado fin de juego.

La participación de Israel

La participación de Israel en el esfuerzo de guerra contra Iraq, incluso cediendo espacio para almacenar parte de la maquinaria militar de EEUU, señalaría una brecha irreversible en la confianza entre la Administración de EEUU y sus tradicionales amigos en la región. Tal movimiento significaría que Washington se ha hecho aparentemente e irrevocablemente insensible a las preocupaciones y a la estabilidad política de sus antiguos aliados árabes. Además, existe una preocupación creciente de que EEUU no se parará cuando haya depuesto a Sadam Husein, una preocupación compartida por los diplomáticos árabes y algunos sectores de la opinión pública árabe. Washington, según se argumenta, quiere redibujar el mapa político de la región, quizá incluso distanciarse de sus antiguos aliados de Egipto y Arabia Saudí.

Tanto El Cairo como Riyad se han opuesto en principio al cambio de regímenes árabes por medio del uso de la fuerza externa; Arabia Saudí había declinado permitir a Washington el uso de las bases estadounidenses en su territorio en cualquier campaña contra Iraq.

Egipto también ha mostrado fuertes reservas sobre las intenciones de EEUU y tiene amplias razones para ello. Por una cosa, cualquier acción militar contra Iraq debilitará el turismo de invierno de Egipto que, según las estimaciones, hará perder al país más de 4.5 mil millones de dólares solo en el primer mes de las operaciones.

En este contexto, la dependencia de EEUU de Israel en su campaña contra Iraq podría deberse a una insuficiencia de bases militares en suelo árabe que pudieran ser utilizadas en tal campaña. Además, el presidente de EEUU ve claramente a Israel como el único aliado verdaderamente de confianza en la región. Israel y EEUU han seguido un plan de cooperación estratégica desde 1981 que autoriza el almacenamiento de material de EEUU en las bases de Israel. Sin embargo, mientras este acuerdo podría parecer a primera vista una explicación suficiente para la implicación israelí por parte de EEUU en la guerra contra Iraq, no es la única explicación.

A pesar de que Arabia Saudí haya prohibido el uso de sus bases en cualquier acción contra Iraq, EEUU tiene otras bases militares regionales en Turquía, Kuwait, Qatar y Oman, y todas ellas han sido aumentadas durante los últimos meses, haciéndolas capaces de recibir numerosos contingentes de tropas y grandes cantidades de armamento. Muchas de esas bases están vinculadas vía satélite a los sistemas de radar espaciales de EEUU: recientes imágenes de satélite, por dar un ejemplo, indican que se han añadido dos modernas instalaciones a la base militar de Al Odeid, en Qatar, durante los últimos nueve meses.

Afianzar la hegemonía israelí

Por lo tanto, el acuerdo de cooperación estratégica estadounidense-israelí de 1981 no explica per se la preferencia de EEUU por vincular a Israel en su planeada ofensiva contra Iraq, especialmente porque el acuerdo estaba originariamente establecido para permitir a EEUU utilizar las bases militares israelíes en caso de amenazas procedentes de la ex Unión Soviética y de sus aliados; amenazas que ya han desaparecido. Pero incluso, Geroge Bush padre se aseguró de que Israel permaneciese fuera de la acción militar ni siquiera para responder a los ataques sobre su territorio por parte de los misiles Scud iraquíes ya que cualquier participación [de Israel] hubiera conducido al fracaso de la coalición internacional que liberó Kuwait. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Que EUU vaya a otorgar un papel a Israel en el conflicto actual es significativo porque indica un punto de vista esencial estadounidense de que a Israel se le debe permitir afirmar su hegemonía en la región. Y para que ello ocurra, qué perjuicio podría acarrear la decepción de los gobiernos árabes, o crearles dificultades ante sus poblaciones? Con Israel comienza la nueva política de EEUU: desembarazarse de Sadam, desestabilizar a los gobiernos árabes y dejar que los pedazos -y los regímenes- caigan donde deban caer.



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