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Agenda 2001


*Stephen Zunes es profesor asociado de política y catedrático del Programa de Estudios sobre Paz y Justicia en la Universidad de San Francisco. Es también analista político principal y director de la sección de Oriente Medio del Foreing Policy Focus Project.

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Diez cosas que se deberían saber sobre la política de EEUU en Oriente Medio

Stephen Zunes*

Foreing Policy
Traducción de Tomás Ferrer para CSCAweb, 24 de octubre, 2001

"La negativa a reconocer los agravios subyacentes que ha provocado la política estadounidense en Oriente Medio contribuirá a la perpetuación del terrorismo. Aunque pocos musulmanes apoyan al terrorismo por ser contrarios al espíritu del Islam, los argumentos de Bin Laden y otros acerca del papel de EEUU en la región tienen una resonancia amplia y probablemente tendrán como resultado el alistamiento dentro de las redes del terrorismo de nuevos reclutas. A no ser que la política de EEUU cambie"

Pese a incluir algunas valoraciones que CSCAweb no comprarte, así como el recurso a términos que -como "derechos humanos", "democracia" y "terrorismo"- son abusivamente empleados en Occidente frente al mundo árabe y musulmán, el texto de Zunes sitúa correctamente las causas y el trasfondo del actual conflicto, aportando un análisis muy sintético de la política de EEUU hacia Oriente Medio, asociando sus aspectos militares y políticos con los económicos. [Nota de CSCAweb]

1. EEUU ha jugado un papel decisivo en la militarización de la región

Oriente Medio es el destino de la mayor parte de las exportaciones estadounidenses de armas, produciendo enormes beneficios a los fabricantes de armas y contribuyendo a la militarización general de esta ya muy militarizada región. A pesar de las promesas de moderación, las ventas de armamento a esta región han aumentado 60 millones de dólares desde la Guerra del Golfo. Las ventas de armas son un importante componente en la construcción de alianzas entre EEUU y los países de Oriente Medio, en especial con los jefes militares de los países receptores. Para EEUU es un beneficio estratégico tener sistemas de armas de fabricación estadounidense ante su posible intervención armada en este lugar. Por otro lado, las ventas de armas son una manera de apoyar a las industrias del armamento en el momento en que decrece la demanda en los países occidentales. Si se liga la venta de armas a un país determinado con su comportamiento en materia de derechos humanos es probable una pérdida de miles de millones de dólares al año para los fabricantes de armas estadounidenses, que constituyen uno de los grupos de presión más poderosos en Washington. Por eso se explica por qué EEUU ha ignorado el hecho de que la resolución 687 del Consejo de Seguridad de NNUU -que EEUU ha citado como justificación para las respuestas militares ante el rearmamento de Iraq- hace también un llamamiento para un desarme de ámbito regional, lo que EEUU ha rechazado.

EEUU justifica la ayuda militar de cerca de tres mil millones de dólares a Israel por la necesidad de proteger a este país de sus vecinos árabes, aunque es EEUU quien suministra cerca del 80 % del material militar a estos estados. Los acuerdos de Camp David de 1978 entre Israel y Egipto fueron en muchos aspectos más una especie de pacto tripartito que un acuerdo de paz. Por él, EEUU transfiere más de 5 mil millones de dólares en armamento a los dos estados. Las armas de EEUU han sido utilizas repetidamente por Israel, Turquía y otros países para atacar a civiles. No es extraño que se hayan creado grupos terroristas en una región en la que tantos estados mantienen su poder e influencia por vía de las armas.

2. EEUU mantiene una persistente presencia militar en Oriente Medio

EEUU mantiene una persistente presencia militar en la región, incluyendo viejas bases militares en Turquía, una fuerte presencia naval en el Mediterráneo Oriental y en el Golfo Pérsico, así como tropas en la Península Arábiga desde la Guerra del Golfo. Muchos árabes del Golfo y sus líderes se sintieron amenazados tras la ocupación de Kuwait por Iraq y agradecieron el claro liderazgo de EEUU en la guerra subsiguiente contra el régimen de Sadam Husein y las resoluciones de NNUU destinadas a frenar la producción de armas de destrucción masiva por el régimen iraquí. Pero, al mismo tiempo, hay una enorme cantidad de cinismo en los motivos que movieron a EEUU a llevar a cabo la guerra. Los árabes del Golfo, e incluso algunos de sus dirigentes, no pueden quitarse la sensación de que la guerra no se llevó a cabo en defensa del Derecho Internacional, la independencia nacional y los derechos humanos, como la Administración Bush se empeñó en decir, sino más bien para proteger el acceso de EEUU al petróleo y para permitir a esta potencia dar un paso estratégico decisivo en esta región.

Los repetidos ataques aéreos estadounidenses contra Iraq han despertado poco apoyo entre la comunidad internacional, incluyendo los vecinos de Iraq, que podrían ser probablemente los más perjudicados por el desarrollo por parte de Iraq de las armas de destrucción masiva. A la vista de la tolerancia e incluso tácito apoyo, por parte de EEUU, a la poderosa capacidad militar iraquí durante los años 80, las exageradas advertencias por parte de EEUU de una inminente amenaza iraquí en 1998 sonaban poco convincentes, sobre todo después de la destrucción de la infraestructura militar de Iraq tras la Guerra del Golfo.

Tampoco han podido eliminar o reducir los recientes golpes aéreos estadounidenses la capacidad de aquel país de producir armas de destrucción masiva, en particular las más probables, las biológicas. Además, sólo el Consejo de Seguridad de NNUU tiene la prerrogativa de autorizar las respuestas militares a las violaciones de sus resoluciones y ningún Estado aislado puede hacer esto sin permiso explícito. Muchos árabes critican la política estadounidense de oponerse a que los Estados árabes produzcan armas de destrucción masiva, mientras se permite el considerable arsenal nuclear israelí, se introducen armas nucleares por EEUU en las aguas de Oriente Medio y se rechazan las propuestas de crear una zona desnuclearizada en la región.

En una parte del globo que ha sido durante siglos repetidamente conquistada por poderes exteriores, la actual presencia militar de EEUU ha creado un resentimiento creciente. De modo que, cuanto mayor se ha hecho el papel militar estadounidense en la zona, menos seguros se han vuelto los intereses de EEUU.

3. La política de EEUU hacia Iraq tiene un enorme coste humano

Iraq todavía no se ha recobrado de la guerra de 1991 durante la cual recibió los bombardeos más intensos de la historia, responsables de la destrucción de buena parte de la infraestructura civil del país. EEUU ha insistido en mantener unas estrictas sanciones contra Iraq para obligarle a cumplir las exigencias internacionales de desmantelamiento de su infraestructura productora de armas de destrucción masiva. Además, EEUU creía que las sanciones servirían para derribar al régimen de Sadam Husein. Pero la política americana poner en práctica unas estrictas sanciones sobre Iraq parece haber tenido el paradójico resultado de fortalecer al régimen de Sadam. Muriendo cada mes, como consecuencia de las sanciones, unas 5.000 personas -la mayoría niños- de malnutrición y enfermedades evitables, la crisis humanitaria ha llevado a que en todo el mundo se levanten voces que piden la relajación de las sanciones, incluso entre los enemigos históricos de Iraq. Además, como los iraquíes dependan ahora más que nunca de su gobierno para su supervivencia, es mucho más improbable que se arriesguen a oponerse a él. A diferencia de lo que pasaba con las sanciones anteriores a la guerra, el resentimiento popular iraquí va ahora directamente contra EEUU, no contra el régimen totalitario de Sadam, cuya desafortunada invasión de Kuwait trajo el derrumbamiento económico de este país tan próspero en su día. Por otro lado la clase media iraquí que podía haber proporcionado la fuerza política que derribara el régimen de Sadam Husein, ha sido reducida a la miseria. No es extraño que la mayoría de los movimientos de oposición en Iraq se opongan también a la política de mantenimiento de las sanciones y de los ataques aéreos.

Aún así, las autoridades estadounidenses han declarado que las sanciones continuarán incluso si Iraq acepta a los inspectores de NNUU, lo que da al régimen iraquí muy pocos incentivos para cumplir con las exigencias internacionales. Para que las sanciones sean efectivas, es necesario que se prometa su suavización, que haya una esperanza que contrarreste el sufrimiento; o sea, un palo y una zanahoria. De hecho, la incapacidad de la ONU y de EEUU por especificar qué era necesario que Iraq hiciera para que se levantaran las sanciones fue lo que llevó a este país a suspender su colaboración con las inspecciones de armas de NNUU en diciembre de 1998 [1].

4. EEUU no ha sido un mediador imparcial en el conflicto palestino-israelí

Durante dos décadas, el consenso internacional para una paz en Oriente Medio ha incluido la retirada de las fuerzas israelíes hasta las fronteras reconocidas internacionalmente a cambio de garantías de seguridad de los vecinos de Israel, el establecimiento de un Estado palestino en Gaza y Cisjordania y un estatuto especial de soberanía compartida sobre Jerusalén. En los últimos 30 años, la OLP de Yaser Arafat ha evolucionado desde los frecuentes actos de terrorismo y el abierto llamamiento a la destrucción de Israel hasta el apoyo a un consenso internacional para una solución biestatal. Muchos Estados árabes han evolucionado similarmente, favoreciendo un acuerdo de paz en esos términos.
Sin embargo, EEUU ha rechazado tradicionalmente el consenso internacional y actualmente tiene una postura que se parece mucho a la del gobierno derechista de Israel: un Jerusalén bajo soberanía fundamentalmente de Israel, la retirada tan sólo parcial de los Territorios Ocupados (TTOO), la legitimación de la confiscación de la tierra de los palestinos, la construcción de asentamientos de población exclusivamente judía y la negativa a un Estado palestino más allá de las estrechas limitaciones israelíes. La interpretación de la autonomía por Israel y EEUU ha permitido como mucho al limitado control palestino un cuarto del territorio de Cisjordania, en partes discontinuas, que se asemeja, más que a un Estado, a las reservas indias o a los denigrantes bantustanes de la época del apartheid sudafricano. EEUU ha hecho responsable repetidamente a los palestinos de la violencia del último año, aún cuando Amnistía Internacional, Human Rights Watch y otras conocidas organizaciones defensoras de los derechos humanos han hecho notar que la mayor parte de la violencia se ha producido desde el campo de las fuerzas armadas israelíes y los colonos de los asentamientos.

A lo largo del proceso de paz palestino-israelí, EEUU ha insistido en que las dos partes busquen el acuerdo entre ellas, aunque haya una gran disimetría entre el poder de los palestinos y los ocupantes israelíes. El gobierno norteamericano ha echado en cara a los palestinos el no ir más allá de ciertas posiciones, aunque ya cedieran en los acuerdos de Oslo el 78% de la Palestina histórica a Israel. Ahora los palestinos piden sencillamente que las fuerzas israelíes se retiren, y con ellas los colonos, de la tierra que ocuparon en 1967, lo que también pide el consenso internacional. La propuesta en 2000 del anterior primer ministro Ehud Barak, secundada por EEUU, hubiera permitido a Israel anexionarse grandes trozos de Cisjordania, el control del Jerusalén Este árabe y sus alrededores, el mantenimiento de los asentamientos ilegales de un modo que partiría Cisjordania en varios cantones inconexos y la negativa al retorno de los refugiados palestinos. Mientras EEUU siga jugando el doble papel de mediador principal del conflicto y el de principal apoyo diplomático, financiero y militar de las fuerzas de ocupación israelíes, el objetivo estadounidense parecerá más el de una Pax americana que el de una verdadera paz.

5. El apoyo estadounidense a Israel ha creado un enorme resentimiento en Oriente Medio

La gran mayoría de los Estados de Oriente Medio y sus poblaciones han admitido al fin la existencia de Israel como Estado de los judíos. Sin embargo hay un enorme resentimiento ante la política de continuo apoyo diplomático, financiero y militar de EEUU a las fuerzas de ocupación israelíes.

La relación de EEUU e Israel es singular. Israel representa tan solo una milésima parte de la población mundial y tiene la decimosexta renta per cápita del mundo, pero recibe casi el 40% de la ayuda exterior de EEUU. La ayuda reciente de EEUU a este país ha excedido los 3.5 mil millones de dólares anuales, con mil millones adicional de otras fuentes y ha sido apoyada casi unánimemente en el Congreso, incluso por demócratas liberales que normalmente insisten en ligar las ayudas a los derechos humanos y al derecho internacional. Aunque la opinión pública parece firmemente apoyar el derecho de Israel a existir y quiere que EEUU sea el garante de ese derecho, hay un creciente escepticismo acerca del excesivo nivel de ayuda incondicional de EEUU a Israel. Sin embargo, entre los cargos políticos no hay prácticamente nadie que proponga una reducción de la ayuda en el futuro, especialmente porque casi toda la ayuda a Israel vuelve a EEUU en compras de armamento o como intereses bancarios de anteriores préstamos.

A pesar de la estrecha colaboración con las monarquías del Golfo desde la guerra, estos países no gozan de las mismas ventajas que Israel en términos de estabilidad política, entrenamiento militar, sofisticación tecnológica y capacidad para movilizar rápidamente recursos humanos y materiales.

Aunque tengan serias reservas acerca del tratamiento de los palestinos por Israel, muchos estadounidenses tienen un compromiso moral firme en la supervivencia de Israel. Sin embargo el apoyo oficial de EEUU a los sucesivos gobiernos israelíes en los últimos años parece deberse más al reconocimiento de cómo Israel apoya los intereses estratégicos de EEUU en Oriente Medio y otros lugares. El 99% de la ayuda estadounidense a Israel se ha otorgado desde la guerra de 1967, cuando Israel demostró ser superior a cualquier combinación de enemigos y ocupó el territorio perteneciente a cientos de miles de palestinos y a otros árabes. Muchos israelíes partidarios de los movimientos por la paz que creen que la seguridad de Israel y los derechos de los palestinos no son mutuamente excluyentes, piensan que EEUU ha debilitado sus intentos de moderar las políticas de sus gobiernos con medidas que parecen asumir que existe dicha incompatibilidad .

Mientras prosiga el apoyo diplomático, financiero y militar incondicional de EEUU al gobierno israelí, a pesar de las persistentes violaciones de los derechos humanos, las normas internacionales y los acuerdos previos con los palestinos, no habrá incentivos para el gobierno israelí en cambiar sus políticas. El creciente resentimiento árabe resultante sólo puede hacer que amenazar los intereses a largo plazo tanto de Israel como de EEUU.

6. EEUU no ha sido consecuente con la puesta en práctica del Derecho Internacional y de las resoluciones del Consejo de Seguridad de NNUU

EEUU justifica sus estrictas sanciones y los golpes aéreos contra Iraq por la puesta en práctica de las resoluciones del Consejo de Seguridad de NNUU. En los últimos años EEUU ha podido impeler a este organismo a imponer sanciones económicas contra Libia, Afganistán y Sudán por sus reclamaciones de extradición no satisfechas, algo sin precedentes. En cambio, ha conseguido bloquear las sanciones contra sus aliados, Turquía, Israel y Marruecos por violaciones mucho más flagrantes del Derecho Internacional y de la Carta de NNUU como la invasión de países vecinos. En los últimos años, por ejemplo, EEUU ha ayudado a paralizar la acción del Consejo de Seguridad en el caso del Sahara Occidental por la posibilidad de que los saharauis pudieran votar por la independencia de Marruecos, quien con el respaldo de EEUU invadió esta antigua colonia española en 1975. En los últimos 30 años, EEUU ha utilizado más veces su veto para proteger de la condena a su aliado Israel que todos los demás miembros de Consejo juntos.

Esta primavera pasada, por ejemplo, EEUU vetó una resolución que hubiera sido unánime, que quería enviar observadores de los derechos humanos a Cisjordania y Gaza. Al mismo tiempo, se empeñaba en una vigorosa campaña para que se suprimieran todas las resoluciones previas del Consejo de Seguridad críticas con Israel, que Washington considera "anacrónicas", aunque muchas de las causas consideradas en estas resoluciones, como violaciones de derechos humanos, asentamientos ilegales, expulsión de disidentes, desarrollo de armas nucleares, estatuto de Jerusalén y persistente ocupación militar, todavía están en aplicación. La Casa Blanca argumenta que los acuerdos de 1993 de Oslo convierten estas resoluciones anteriores de NNUU en obsoletas. Sin embargo, EEUU no puede eliminar estas resoluciones sin la aprobación del organismo de NNUU en cuestión. Además, un acuerdo bilateral como el de Oslo no puede imponerse sobre la autoridad del Consejo de Seguridad de NNUU, especialmente si una de las dos partes, los palestinos, piensa que esas resoluciones son todavía vinculantes.

Muchos observadores admiten que uno de los mayores obstáculos de la paz palestino-israelí es la expansión de los asentamientos israelíes en los TTOO. Sin embargo, EEUU ha bloqueado las resoluciones del Consejo de Seguridad que exhortan a Israel a que desmantele los asentamientos en tierra palestina. Estos asentamientos se establecieron violando el Derecho Internacional, que prohibe la colonización de territorios tomados por la fuerza. Además, EEUU no se ha opuesto a la expansión de estos asentamientos y ha mostrado una actitud ambigua ante la construcción masiva de viviendas sólo para israelíes en el ocupado Jerusalén Este. Aún más, EEUU ha asegurado ayuda adicional para la construcción por parte de Israel de las carreteras que enlazan dichos asentamientos y para incrementar su seguridad, reforzando así su permanencia. Esto sitúa a EEUU en clara violación de la resolución 465 del Consejo que "exhorta a todos los Estados a no proporcionar ninguna asistencia a Israel que pueda ser usada específicamente en conexión con los asentamientos en los TTOO".

7. EEUU ha apoyado los regímenes autocráticos de Oriente Medio

El creciente movimiento en pos de la democracia y de los derechos humanos no ha conseguido en Oriente Medio los mismos éxitos que en Europa Oriental, África, América Latina u otras partes de Asia. Muchos de los gobiernos de la región siguen siendo autocráticos. A pesar de esporádicas declaraciones retóricas demandando mayores libertadas individuales, por lo general EEUU no ha favorecido los intentos por una mayor democratización en Oriente Medio. De hecho, EEUU ha mantenido a bajo nivel o incluso reducido su apoyo militar, político y económico a países árabes que han conocido una notable liberalización política en años recientes, mientras que ha aumentado su apoyo a regímenes autocráticos tales como Arabia Saudí, Kuwait, Egipto o Marruecos. Jordania, por ejemplo, recibió en los 70 y 80 una considerable cantidad de apoyo económico estadounidense, a pesar del autoritarismo y la dura represión ; a principios de los 90 abrió notablemente su sistema político, cuando EEUU redujo y, durante un tiempo cortó, su ayuda. Yemen vio cortada su ayuda a los pocos meses de que el recién unificado Estado celebrara sus primeras elecciones democráticas en 1990.

A pesar de su laudable retórica, la política real de Washington con respecto a los derechos humanos en Oriente Medio no es difícil de descubrir. Es innegable que la democracia y los derechos humanos universalmente reconocidos nunca han sido muy comunes en el mundo arabo-islámico. Pero la tendencia existente en EEUU a insistir en razones culturales y religiosas justificativas de estas deficiencias sirven para minimizar otros factores, que es posible considerar más importantes, incluyendo el legado del colonialismo, los altos niveles de militarización y el desigual desarrollo económico, muchos de los cuales se pueden ligar en parte a las políticas de los gobiernos occidentales, incluido el de EEUU. Hay una ironía circular en la política estadounidense que vende armas y a menudo envía ayuda militar directa a regímenes autoritarios de Oriente Medio que reprimen a sus propios pueblos y aplastan los desarrollos incipientes de la democracia, sólo para argüir después que la falta de democracia y derechos humanos subsiguiente es evidencia de que la gente no desea estos derechos. En realidad, las ventas de armas y el apoyo diplomático y económico juegan un importante papel en el mantenimiento de los regímenes autocráticos árabes en el poder al fortalecer el aparato del Estado y su fuerza represiva interna. Entonces, EEUU justifica la ayuda militar a gran escala a Israel diciendo que es "la única democracia de Oriente Medio", aunque esas armas no se usan tanto para defender la democracia israelí como para aplastar la lucha palestina por la autodeterminación.

8. La política estadounidense ha contribuido al ascenso de gobiernos islámicos radicales

EEUU esta preocupado desde hace unos años por el ascenso de movimientos radicales islámicos en Oriente Medio. El Islam, como otras religiones, puede ser muy variado según la interpretación que los fieles den a los hechos de la fe y el modo que se apliquen a la política contemporánea las distintas creencias. Hay un cierto número de partidos definidos como islamistas que buscan colaboración y coexistencia pacífica con Occidente y son moderados en economía y política social. Muchos movimientos islamistas han venido a representar la corriente representativa de los defensores de la democracia y la justicia social, reemplazando a los desacreditados movimientos nacionalistas y socialistas árabes.

Hay también otros movimientos islamistas en Oriente Medio que son reaccionarios, violentos, misóginos e incluyen un virulento antiamericanismo que es antitético con lo que se supone son los intereses norteamericanos. Otros son más manejables por los intereses estadounidenses, pero son reaccionarios en sus políticas económica y social, o viceversa.

Tales movimientos han salido a la luz primeramente en países en los que ha habido una dislocación física dramática de la población como resultado de una guerra o de un desarrollo económico desigual. Curiosamente, EEUU ha sostenido políticas que han ayudado al surgimiento de tales movimientos, incluyendo apoyo militar, diplomático y económico a décadas de ataques y políticas de ocupación israelíes, que han roto las sociedades palestina y libanesa y originado movimientos que eran impensables hace 20 años. El golpe que derribó al gobierno constitucional iraní en 1953 estaba dirigido por EEUU y provocó décadas de brutal dictadura del Sha, lo que desembocó en la revolución de 1979 dirigida por clérigos radicales. EEUU ha favorecido a grupos islamistas extremistas en Afganistán cuando querían oponerse a la Unión Soviética, en los 80, incluyendo a Osama Bin Laden y muchos de sus seguidores. Hoy por hoy, EEUU mantiene unos estrechos lazos con Arabia Saudí, que pese a ser etiquetado como un régimen árabe "moderado", se adhiere a una interpretación rigorista del Islam y es uno de los regímenes más represores del mundo.

9. La promoción por EEUU de un modelo económico liberal en Oriente Medio no ha supuesto un beneficio para la mayor parte de la región

EEUU ha venido promocionando en Oriente Medio, al igual que en el resto del Tercer Mundo, una política económica neoliberal de desarrollo a través de instituciones como el fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Las medidas han incluido los recortes en las ayudas sociales, el incentivo de la inversión extranjera, la reducción de impuestos, la supresión de las subvenciones a los agricultores y a los alimentos básicos, así como el final de la protección de la industria nacional. Mientras que en muchos casos estas reformas han producido un incremento del Producto Nacional Bruto, también se ha producido un aumento notable de las desigualdades, pues sólo una minoría se ha beneficiado del desarrollo. Dado el fuerte sentido de justicia social del Islam, esta reciente desigualdad social ha ofendido particularmente a los musulmanes, cuya exposición a la influencia económica occidental ha consistido en ocasiones en soportar el más craso materialismo y consumismo de productos importados de EEUU por las élites locales.

El fracaso de los experimentos del socialismo estatalista en el Mundo Árabe ha dejado un vacío ideológico entre los pobres que buscan justicia que han llenado algunos movimientos radicales islamistas. Las políticas económicas neoliberales han destruido la economía tradicional y convertido a millones de campesinos en nuevos marginados urbanos llenando los suburbios de El Cairo, Túnez, Casablanca y Teherán. Aunque las políticas de libre comercio y privatización han incrementado la riqueza de algunos, mucha más gente ha quedado atrás, proporcionando un material de reclutamiento para los activistas islámicos denunciadores de la corrupción, el materialismo y la injusticia económica.

10. La respuesta de EEUU al terrorismo de Oriente Medio ha sido contraproducente

El ataque del 11 de Septiembre contra EEUU ha subrayado la amenaza del terrorismo procedente de Oriente Medio, convirtiéndose en la primera preocupación en la seguridad nacional en el mundo de la posguerra fría. Además de Osama bin Laden y su grupo secreto al Qaida, que no recibe prácticamente apoyo de ningún gobierno, Washington considera a Irán, Iraq, Sudán y Libia como los principales apoyos del terrorismo y se ha embarcado en una ambiciosa política de aislar a estos regímenes de la comunidad internacional. Siria es condenada con mayor o menor énfasis como Estado que apoya a los terroristas dependiendo de la voluntad de Damasco de cooperar con los intereses estadounidenses, lo que prueba de qué manera está politizada la cuestión del "terrorismo". Responder a las amenazas terroristas con operaciones militares de gran envergadura se ha demostrado contraproducente. En 1998, EEUU bombardeó una fábrica civil farmacéutica en Sudán por la aparentemente errónea creencia de que estaba desarrollando armas químicas que podían ser usadas por los grupos terroristas. Esto produjo una oleada de antiamericanismo y fortaleció la dictadura fundamentalista de ese país. El bombardeo en 1986 de dos ciudades libias en respuesta al apoyo libio a los ataques terroristas contra los intereses estadounidenses en Europa no sólo mató a un buen número de civiles, sino que, en vez de detener el terrorismo libio, provocó en represalia que dos agentes libios hicieran explosionar un avión de la Panam sobre Escocia. Las respuestas militares generalmente provocan la perpetuación del ciclo de violencia y venganza.

Además, la negativa a reconocer los agravios subyacentes que ha provocado la política estadounidense en Oriente Medio contribuirá a la perpetuación del terrorismo. Aunque pocos musulmanes apoyan al terrorismo, admitiendo que son contrarios al espíritu del Islam, los argumentos de Bin Laden y otros acerca del papel de EEUU en la región tienen una resonancia amplia y probablemente tendrán como resultado el alistamiento dentro de las redes del terrorismo de nuevos reclutas. A no ser que la política de EEUU cambie.


Nota de CSCAweb:
1. Fue el ataque unilateral anglo-norteamericano de diciembre de 1998 el que determinó la paralización del sistema de inspecciones en Iraq, no una decisión iraquí. Las probadas acusaciones de espionaje y manipulación de la información a favor de EEUU de la Comisión de Desarme UNSCOM imposibilitaron su retorno a Iraq desde entonces.