11 de septiembre,
más allá de la tragedia: la otra cara del World
Trade Center y el Pentágono
James Petras
5 de noviembre de 2001
Traducción: CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
La decisión
de los terroristas no fue un acto de venganza basado en criterios
religiosos, sino en una estrategia económica que revelaba
un conocimiento excelente de la situación tanto económica
como "espacial" de sus objetivos, y el funcionamiento
de los ciclos de la economía. Tanto el momento como el
lugar fueron elegidos con el objetivo de maximizar los efectos
estratégicos de los atentados sobre la economía
estadounidense, no para infligir el mayor número posible
de víctimas humanas.
EL pasado 11 de septiembre, los medios de comunicación
ofrecieron al mundo imágenes de la tragedia humana: personas
saltando de las ventanas, edificios derrumbándose, y heroicos
bomberos y policías muertos en el intento de rescatar
a las víctimas. Nos contaron que diez mil ciudadanos norteamericanos
habían sido víctimas de un ataque terrorista indiscriminado
contra EEUU.
Sin embargo, la investigación periodística
nos ofrece una idea bien distinta de lo ocurrido el 11 de septiembre.
El número total de víctimas según
la Cruz Roja norteamericana es de 2.563 personas. Según
Associated Press, fueron 2.625. Casi el 40% eran extranjeros
que trabajaban en EEUU. En otras palabras, la cifra total de
víctimas mortales estadounidenses podría no superar
los 1.500. La cifra dada por las autoridades de la ciudad de
Nueva York, que habla casi del doble de víctimas (4.964),
tiene probablemente una intencionalidad política, con
el objetivo de obtener más fondos del gobierno federal
en la reconstrucción del distrito financiero. La pregunta
es si la muerte de 1.500 ciudadanos norteamericanos merece o
justifica una guerra que ya ha desplazado a más de tres
millones de afganos y ha matado a varios miles de civiles a consecuencia
de los bombardeos, el hambre, y las enfermedades.
En segundo lugar, el World Trade Center (WTC) no
era únicamente un "símbolo" de poderío
económico: era también un centro operativo de la
CIA y los servicios secretos, según informa el periódico
británico The Guardian (2 de noviembre, 2001).
Los sótanos, situados a más de treinta metros del
suelo, contenían cientos de armas incluidos rifles de
asalto, paquetes de cocaína y taxis falsos utilizados
en operaciones secretas en el interior de EEUU. En otras palabras:
la CIA utilizaba la tapadera civil del WTC para utilizarlo como
centro logístico y de operaciones, poniendo en peligro
de un modo irresponsable las vidas de los civiles que trabajaban
en el edificio.
En tercer lugar, los sótanos del WTC eran
uno de los depósitos de oro más grandes del mundo.
El valor del oro allí depositado se calcula en 350 millones
de dólares. Entre los ocupantes del WTC se encontraban
algunos de los mayores grupos financieros de EEUU directamente
responsables de algunos golpes de estado en el extranjero y de
la deuda del Tercer Mundo. Entre ellos destacan J.P. Morgan,
Merril Lynch, y muchas otras compañías financieras
que controlan la economía mundial.
En otras palabras: esto no ha sido un ataque indiscriminado
contra "América", sino un ataque político
contra un objetivo militar-financiero central para el imperio
global estadounidense.
Reforzar la hegemonía
global de Washington
En el caso del ataque en Washington, el objetivo
político en cuestión (el Pentágono), está
directamente involucrado en la planificación y ejecución
de la estrategia militar norteamericana que tiene como objetivo
eliminar a regímenes nacionalistas y socialistas, reforzar
la hegemonía global de Washington y proteger las redes
financieras y de inversión norteamericanas.
Esto nos lleva a la pregunta esencial de si la
declaración de guerra de Washington se basó en
el reducido número de ciudadanos norteamericanos asesinados
(posiblemente 1.500) o en el "contenido" político-económico
del WTC y el Pentágono. El hecho de albergar a la CIA
y los servicios secretos en lo que nominalmente era un edificio
civil (el WTC) proporcionaba a los servicios secretos una "tapadera"
que protegía sus actividades en Nueva York, pero al mismo
tiempo situaba a los ocupantes del WTC directamente en la línea
de fuego de los muchos adversarios que tiene la CIA.
Algunas de las víctimas del WTC eran conocidos
estafadores. Poco después del 11 de septiembre, los directores
de First Equality Enterprise, con oficinas en el WTC,
utilizaron los ataques terroristas para llevarse 100 millones
de dólares en fondos fraudulentos.
Desde entonces han salido a la luz numerosos casos
de fraude y explotación comercial, incluyendo exageradas
reclamaciones a las aseguradoras, la venta de "recuerdos"
[de los atentados] en las calles, la desaparición de millones
de dólares de ayuda financiera destinada a las familias
de las víctimas (el Presidente de la Cruz Roja estadounidense
recibe un salario anual de 350.000 dólares), etc. Este
hecho no es sorprendente si tenemos en cuenta la brutal competencia
que existe entre las instituciones financieras y los asesores
de inversión que tenían su sede en el WTC. Si bien
no cabe duda de que secretarias y conserjes también fueron
asesinados en el ataque, hubo un número desproporcionadamente
alto de víctimas del mundo de las finanzas y de la especulación
en el mercado de divisas. La cuestión teórica es
que la explosión de los sentimientos belicistas de Washington
probablemente haya tenido más que ver con la "calidad"
y no con la "cantidad" de las víctimas y su
influencia real sobre los mercados financieros globales. El subsiguiente
choque sobre la economía norteamericana (el miedo de inversores
y banqueros, la bajada de la bolsa) tuvo muy poco que ver con
secretarias y conserjes y sí mucho que ver con la importancia
económica de las instituciones afectadas.
Es más: los ataques coincidieron con una
recesión cada vez más notable y han servido para
acelerar la crisis económica. En octubre, más de
450.000 trabajadores perdieron sus empleos, lo cual supone la
cifra más elevada de los últimos tiempos. Claramente,
la decisión de los terroristas no fue un acto de venganza
basado en criterios religiosos, sino en una estrategia económica
que revelaba un conocimiento excelente de la situación
tanto económica como "espacial" de sus objetivos,
y el funcionamiento de los ciclos de la economía. Tanto
el momento como el lugar fueron elegidos con el objetivo de maximizar
los efectos estratégicos [de los atentados] sobre la economía
estadounidense, no para infligir el mayor número posible
de víctimas humanas.
En resumen, el 11 de septiembre tiene dos caras:
la de la tragedia humana y el heroísmo individual que
vimos en la CNN, y el conflicto de poder económico y político
entre el imperio de EEUU y sus adversarios del Tercer Mundo.
Los medios de comunicación y Washington
han manipulado la tragedia humana para desviar la atención
sobre las dimensiones económica y militar del conflicto.
Esta manipulación ha sido evidente incluso para ciertos
sectores del público estadounidense. Menos de dos meses
después de los atentados, los mismos bomberos de Nueva
York que habían sido alabados por el alcalde por su heroísmo
se manifestaron delante de las ruinas del WTC en protesta por
los recortes de presupuesto destinado a la contratación
de personal para descombrar las ruinas. El alcalde Guiliani calificó
a los bomberos de amotinados que no respetan la ley y
alabó a la policía por la represión de las
protestas. El alcalde ha recortado el presupuesto de los bomberos
para reconstruir el centro financiero. Los héroes de ayer
son los forajidos de hoy.
Igualmente, los beneficiarios de las ayudas federales
no son los trágicos "ex -empleados" que han
perdido su empleo, sino sus millonarios jefes. Los trabajadores
que sufrieron la tragedia del 11 de septiembre se han convertido
de nuevo en víctimas, pero esta vez del gobierno de la
ciudad, de sus jefes, y de Washington.
Toda vez que las víctimas han dejado de
ser útiles como instrumento de propaganda política
a favor de la guerra, se les ha dejado a un lado y ahora hacen
cola ante las oficinas de empleo.
Lo que quiero decir es que el del 11 de septiembre
fue un acto complejo en el que la tragedia humana y cuestiones
políticas estratégicas se entremezclaron. La explotación,
las distorsiones, y la ocultación de información
por parte del gobierno y los medios de comunicación [de
EEUU] no empequeñecen la tragedia humana. Pero todo ello
sugiere que, debido a la naturaleza estratégica del objetivo,
los terroristas actuaron con una premeditación racional:
si su intención era retar al imperio, eligieron un objetivo
importante aunque los "daños colaterales" civiles
hayan sido espeluznantes.
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