El papel de las mujeres en la lucha contra la ocupación

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El papel de las mujeres en la lucha contra la ocupación

Khulood Almassri, concejala en el Ayuntamiento de Nablus y milita activamente en el movimiento islámico

Las mujeres islámicas palestinas están en el punto de mira: creen en la justicia para su pueblo y durante décadas han compartido la defensa de los objetivos nacionales de liberación frente a la ocupación Israel.

Revista Pueblos nº 45, 20 de febrero de 2011 Traducción: Diana de Horna y Andrea Gago Menor

joven herida

Las mujeres islámicas palestinas están en el punto de mira: creen en la justicia para su pueblo y durante décadas han compartido la defensa de los objetivos nacionales de liberación frente a la ocupación Israel.
Desde los principios de la rebelión contra el imperialismo, las mujeres palestinas han compartido y aún comparten la lucha codo con codo con los hombres. Han dado muestras de heroísmo y han alcanzado altos cargos en los asuntos sociales y políticos.

Las cifras conocidas muestran el gran número de mártires y de mujeres encarceladas en la lucha contra la ocupación. También, el alto precio que han tenido que pagar al desaparecer sus hijos, hermanos y maridos. En la década de 1980 se produjo el nacimiento de nuevos partidos políticos con ideas procedentes del Islam, como el Movimiento de Resistencia Islámica o Hamas. Su nombre es muestra del poder del movimiento islámico, y su objetivo principal es poner freno a la ocupación. En este movimiento la toma de decisiones es compartida entre hombres y mujeres, y estas tienen también todas las posibilidades y roles para poder servir a la causa de su pueblo. Participando, por ejemplo, en el parlamento palestino.

Lucha y represión

Gracias a estas acciones, han sido cada vez más capaces de luchar contra la ocupación. Firmes en sus convicciones y su doctrina, han hecho temer a los israelíes, que han intentado frenar la actividad de estas “peligrosas mujeres”. En un principio trataron de atemorizarlas, atacando a sus familias y vecinos ante sus propios ojos. Encarcelaron y forzaron a exiliarse a muchas mujeres, para impedirles seguir adelante, y cuando no lo consiguieron empezaron a castigarlas físicamente, encerrándolas largo tiempo en cárceles, encendiendo así la ira de su familia. La ocupación israelí también ha atacado sus casas por la noche y ha obligado a cerrar las asociaciones y establecimientos donde estas valientes mujeres se fortalecían.

Con nombre y apellidos

La autora de este artículo es una de estas mujeres que fueron encarceladas. Su triste historia comenzó hace ya más de ocho años, exactamente en abril de 2002, cuando los soldados israelíes atacaron su casa y dispararon a su marido. Él fue trasladado a un hospital militar, donde recibió tratamiento y luego fue encarcelado con el mayor de sus hijos, de 14 años en aquel momento. La presión militar llevó a que su casa fuera demolida y le impidió a ella tener acceso a otra nueva, de forma que ella se encontró sola con el resto de su familia. Lo único que tenía en aquel momento era su fe en sus principios e ideas.

Por si esto no hubiera sido suficiente, los israelíes le impidieron viajar a Jordania, forzándola a quedarse en la franja de Gaza, donde podía ser encarcelada en cualquier momento. Todas estas medidas no tenían otro fin que el de hacerle desesperar y abandonar la idea de volver a luchar contra la ocupación.

La ocupación militar hizo todo lo posible para que tanto ella como toda su familia perdiesen toda esperanza, pero eso no les impidió seguir adelante. Ella se presentó a las elecciones locales, con la gran sorpresa de que resultó elegida junto con otras trece personas que pasaron a ocupar concejalías en el Ayuntamiento de Nablus (Cisjordania).

Castigo ejemplar

Pero la ocupación israelí pretendía disuadir a otras mujeres de que siguieran sus pasos. Una noche fría de lluvia, los soldados atacaron su casa con armas y le ataron las manos ante los ojos de su familia. Lo que más le dolió fue que cuando se la llevaron de casa sus hijos comenzaron a llorar y ella no pudo hacer nada para frenar sus lágrimas.

La encarcelaron junto con otras 39 feministas islámicas, aunque sólo fuera culpable de haber ganado las elecciones locales y también la confianza de su gente, que valoró su trayectoria y el sacrificio que había hecho para alcanzar los objetivos del movimiento islámico sin temer las consecuencias.

Todo esto le había dado a ella la capacidad y el idealismo necesarios para aspirar, como todo pueblo oprimido, a alcanzar la verdadera liberación de su tierra y de su gente. Aunque fue una experiencia dura, le había dado la oportunidad de decirle al mundo cuál era la situación de las mujeres encarceladas, de dar detalles del sufrimiento y de la discriminación que padecen.

Lo último que la ocupación israelí ha hecho para amedrentar a esta madre es arrestar tanto a su hijo como a su hija mayor a principios de 2010. Los soldados les dijeron a ambos que estaban en la cárcel porque su madre y su padre luchaban contra la ocupación.

La sociedad palestina cree que las feministas islámicas son mujeres valientes, pero para la ocupación son peligrosas, y han querido y quieren aún impedirles actuar. La ocupación no tiene ninguna consideración con sus sentimientos; mata a sus hijos, a sus hermanos y maridos ante sus propios ojos. Las ha encarcelado durante mucho tiempo sin permitir a sus familias visitarlas. Todo esto ha ocurrido ante la mirada del mundo, sin que nadie haga nada por cambiarlo. Pero llegará pronto el día en que la ocupación termine.