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Siria se hunde en la represión sangrienta

La Policía siria dispara contra los funerales de la masacre del viernes

El régimen de Asad mata a 15 civiles que participaban en las exequias del centenar de muertos del día anterior

El mecanismo acción-represión-acción, con el que contaban los organizadores de las manifestaciones, funcionó de forma inexorable. El viernes hubo marchas multitudinarias, las más numerosas desde el inicio de la revuelta, y las fuerzas de seguridad y los shabiha, los sicarios civiles del régimen, dispararon de forma indiscriminada ráfagas de metralleta.

Enric González,; y Eugenio García Gascón, Público.
Público, Jerusalén 23 de abril y El País, Beirut 24 de abril de 2011

La caza continúa en Siria. Fuentes de grupos activistas informan de que la policía secreta ha entrado en casas del suburbio damasceno de Harasta poco después de la medianoche y ha arrestando a varias personas relacionadas con las protestas de los últimos días. Una prueba más de que el presidente Bachar el Asad ya solo aspira a infundir terror. Esfumadas las promesas de una reforma en la que ni el propio régimen cree, ahora es cuestión de acumular cadáveres hasta vaciar las calles de manifestantes. El viernes fue una jornada sangrienta, con al menos 80 muertos, tal vez más de 100. Ayer se contaron otros 12 como mínimo. La dimisión de dos diputados hasta ahora fieles a El Asad, avergonzados por la brutalidad de la policía en todo el país, demostró que las protestas empezaban a erosionar el régimen más monolítico e impenetrable de Oriente Próximo.
El mecanismo acción-represión-acción, con el que contaban los organizadores de las manifestaciones, funcionó de forma inexorable. El viernes hubo marchas multitudinarias, las más numerosas desde el inicio de la revuelta, y las fuerzas de seguridad y los shabiha, los sicarios civiles del régimen, dispararon de forma indiscriminada ráfagas de metralleta. La enorme cifra de víctimas enfureció aún más a la gente, que ayer acudió por millares a los funerales. Y hubo una nueva matanza, que reafirmó la convicción popular de que no era posible seguir soportando un Gobierno atrincherado en la crueldad.
Izraa, un suburbio de Damasco, se sumó a las "ciudades mártires" de la revuelta. Según testigos presenciales que difundieron su relato de los hechos y abundantes filmaciones a través de Internet, el viernes hubo decenas de muertos. Por la noche, grupos de activistas formaron cadenas humanas en torno a un hospital para evitar que la policía se llevara a los heridos. Al menos dos francotiradores apostados en la azotea de la sede del partido Baaz, próxima al centro médico, hostigaron con disparos a los activistas. Ya el sábado, cuando los fallecidos de la víspera eran trasladados al cementerio, las fuerzas del régimen volvieron a lanzar ráfagas contra las comitivas y se vivieron escenas dantescas, con ataúdes volcados por el suelo y gente parapetada tras ellos.
Homs, cuyos comercios secundaban desde el miércoles una huelga general contra el Gobierno y cuyas calles permanecían tomadas por las fuerzas de seguridad y los shabiha, y Deraa, la ciudad del sur donde nació la revuelta a mediados de marzo, fueron los otros dos grandes focos de las protestas. En Deraa, el corresponsal de la televisión catarí Al Yazira, obligado a trabajar en el anonimato para evitar la detención, informó de que la ciudad estaba sumida en el caos. "Hay disparos por todas partes, todo el mundo parece ir armado", dijo. Eso podría indicar que al menos en esa zona la revuelta dejaba de ser pacífica. Resultaba imposible comprobarlo, dada la prohibición de periodistas en el país.
Los dos diputados dimisionarios, Nasser Hariri y Jalil Rifai, representaban precisamente al distrito de Deraa en la Asamblea Popular, un presunto Parlamento que solo sirve para aplaudir y en el que la mayoría de los miembros es directamente designada por el Baaz, el partido único.
"Si no puedo proteger los pechos de mi gente frente a estas agresiones traidoras, no tiene sentido que permanezca en la Asamblea", declaró Hariri a Al Yazira. El gesto de Hariri y Rifai fue, además de altamente simbólico, insólito: nunca nadie en el régimen de los Asad, primero el padre, Hafez, y luego el hijo, Bachar, ha podido dimitir y permanecer en Siria. La dimisión equivale a una traición y se paga con el exilio o la muerte.
También dimitió un muftí -una autoridad religiosa, designada por el Gobierno- en Deraa, Rezq Abdulrahman Abazeid, en señal de protesta por la matanza de manifestantes, informa Reuters.
Pese a la creciente cifra de muertos, más de 300 en un mes, y a la pujanza de las protestas, el régimen disponía aún de tiempo y margen para resistir. Había conseguido hasta el momento que Damasco, capital del país y bastión gubernamental, permaneciera tranquila. Lo mismo ocurría en Alepo. Los viajeros que llegaban ayer a mediodía a Beirut en autobús regular desde ambas ciudades describían una situación "completamente normal". Tampoco habían percibido un control especial en la frontera. De forma significativa, nadie quiso dar su nombre. "No queremos problemas", dijo un joven libanés, cristiano, quien añadió sin embargo que sabía por sus familiares sirios que ocurrían "cosas" y que la gente estaba "nerviosa". Otros dos hombres, de nacionalidad siria, repitieron la versión oficial, según la cual "bandas de extremistas islámicos quieren desestabilizar Siria".
La agencia oficial de noticias, Sana, siguió asegurando durante las dos jornadas sangrientas que "grupos de civiles armados" habían disparado contra otros grupos de civiles y que la policía se limitaba a intentar frenar las refriegas con gases lacrimógenos y cañones de agua. La agencia Sana contabilizó solo 10 muertos.
La actual situación podría prolongarse durante tiempo, dado que ni Estados Unidos ni la Unión Europea mostraban el menor interés en intervenir. En Washington y las cancillerías europeas se temía que una implosión del régimen de Bachar el Asad no trajera mayores libertades, sino algo parecido al Líbano de hace tres décadas o al Irak del presente. Incluso Israel, en teoría el peor enemigo regional de Siria, prefería que El Asad se mantuviera en la presidencia.
Siria es un mosaico de sectas religiosas con viejas cuentas por saldar, en especial con la minoría alauí que compone la élite del Gobierno y del partido Baaz (el propio Asad es alauí), y numerosos diplomáticos estiman que la alternativa más probable al terror sería una guerra civil a múltiples bandas, que podría derramarse sobre sus numerosos vecinos: Turquía, Jordania, Irak, Israel y Líbano. Ya empezaban a percibirse efectos de contagio en Líbano: en la ciudad norteña de Trípoli, suní y conservadora, miles de personas (incluyendo las fuerzas policiales) se manifestaron en los dos últimos días contra Bachar el Asad. Hezbolá, el poderoso partido-milicia chií financiado por Irán a través de Siria, organizó en otros lugares actos de apoyo a El Asad.
El Gobierno de Damasco volvió a acusar a Arabia Saudí (principal potencia del islam suní y gran enemigo musulmán de Irán, la gran potencia chií) de financiar y alentar las revueltas.

Fuente original: http://www.elpais.com/articulo/internacional/

La Policía siria dispara contra los funerales de la masacre del viernes

El régimen de Asad mata a 15 civiles que participaban en las exequias del centenar de muertos del día anterior

Eugenio García Gascón, Corresponsal en Jerusalén del diario Público. 23 de abril de 2011

Al menos 15 personas murieron hoy durante las protestas que tuvieron lugar en distintas ciudades sirias con ocasión de los funerales de las víctimas del viernes. Las fuerzas de seguridad volvieron a usar medios antidisturbios y fuego real contra varias decenas de millares de manifestantes que salieron a las calles en todo el país y que de una manera clara exigieron de nuevo la caída del régimen.

El "Gran Viernes" terminó con la muerte de entre 72 y 114 personas, según el recuento que hicieron activistas locales y que no se pudo confirmar de forma independiente debido a la censura impuesta por el Gobierno sobre los medios de comunicación. La violencia desplegada por las fuerzas de seguridad recibió numerosas condenas internacionales, incluida la del presidente Barack Obama.

El creciente uso de la fuerza por parte de la Policía y del Ejército muestra que el Gobierno está decidido a acabar con las protestas, pero la realidad cotidiana indica que los manifestantes también parecen resueltos a provocar la caída del régimen aunque tengan que pagar un elevado precio de sangre.

En Izrá, una localidad sureña próxima a Derá, donde el viernes murió una veintena de personas, durante los funerales de ayer fueron abatidas al menos cuatro personas. Las fuerzas de seguridad dispararon desde un puente contra los manifestantes. En los entierros de esta localidad participaron decenas de miles de sirios que en gran parte provenían de otros pueblos vecinos, pero también de zonas más alejadas desde donde viajaron a Izrá en autobuses.

En Harasta, un suburbio de Damasco donde el viernes murieron tres personas, los funerales se desarrollaron con normalidad, sin interferencias de la Policía, a pesar de que, según algunos testigos, un grupo de medio centenar de jóvenes cortó una carretera prendiendo fuego a neumáticos a la vista de los agentes.

Pero en Duma, otro suburbio de la capital, decenas de miles de personas participaron en los funerales y las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los cortejos, matando a cinco personas. Soldados en uniforme de la Policía Militar que viajaban en un todoterreno dispararon contra un grupo de personas y causaron dos muertos cerca de un cementerio, según varios testigos citados por blogs sirios.

En Duma también se vieron francotiradores apostados en los tejados de algunos edificios. La oposición ha denunciado repetidamente que estos francotiradores son soldados y policías de paisano que disparan a discreción contra los manifestantes.

De médico a “carnicero”
En una pancarta se leía: "Médico en Londres, carnicero en Siria", en alusión a la formación del presidente Asad, que estudió oftalmología en Londres antes de la repentina muerte de su padre, en el año 2000, cuando la cúpula del partido Baaz le ofreció hacerse cargo de la Presidencia. En Barze, otro suburbio de Damasco, las fuerzas de seguridad mataron a cuatro personas durante las protestas que se llevaron a cabo con ocasión de los funerales.

La mayor parte de la información de lo que está ocurriendo en Siria la trasmiten blogueros que reciben las noticias directamente de manifestantes. Algunas veces esos datos no se pueden contrastar o luego resultan ser falsos. Ayer, por ejemplo, se anunció primero la muerte de cinco manifestantes cerca del hospital de Izrá, pero más tarde se dijo que era una información falsa.

Dos diputados representantes de Derá, donde comenzaron las protestas, anunciaron ayer su dimisión argumentando que la muerte de civiles es intolerable. Los dos parlamentarios con escaño en Damasco son Jalil al Rifai y Nasser al Hariri, que se han pasado al campo democrático.
"Después de no haber podido defender a mis hijos de las balas traidoras, no tiene ningún sentido que continúe en el Parlamento", comentó el diputado Hariri hablando a la cadena Al Yazira. Hariri añadió que el presidente Asad no había cumplido su promesa de que las fuerzas de seguridad no dispararían fuego real contra los manifestantes.

Por su parte, el presidente Obama calificó de "intolerables" los sucesos del viernes en Siria y los condenó con dureza. "Este intolerable uso de la violencia para aplastar las protestas debe acabar inmediatamente", proclamó Obama en un comunicado. "En lugar de escuchar a su propio pueblo, el presidente Asad echa la culpa a elementos extranjeros y busca el apoyo de Irán para reprimir a los ciudadanos de Siria mediante las mismas tácticas brutales que han utilizado sus aliados de Irán".

Las autoridades de Damasco respondieron que su condena "no se fundamenta en una visión objetiva de la realidad sobre el terreno". Christine Fages, portavoz de Exteriores de Francia, también empleó duros términos: "Estos crímenes deberían exponerse a la luz y a los responsables se les debe identificar, arrestar y llevar ante la justicia. Las autoridades sirias deberían renunciar al uso de la violencia contra sus ciudadanos".

En Israel, en cambio, el primer ministro Binyamín Netanyahu ha ordenado al Gabinete que no efectúe declaraciones sobre Siria, pero es evidente que los dirigentes israelíes ven con satisfacción el desmoronamiento de la hasta ahora sólida estructura de Damasco, así como la caída del régimen que ha actuado como eslabón entre Irán y Hizbolá.