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Asad de Siria o la estupidez de los dictadores árabes

Atónitos, incrédulos y absolutamente abatidos observan los árabes como está mostrando su verdadera cara de asesino y enemigo del pueblo ese médico, Bashar Al Asad, convertido como por ensalmo, a la muerte de su padre, en el 2000, en presidente de Siria

Said Alami. 23 abril 2011

Siria

 

Atónitos, incrédulos y absolutamente abatidos observan los árabes como está mostrando su verdadera cara de asesino y enemigo del pueblo ese médico, Bashar Al Asad, convertido como por ensalmo, a la muerte de su padre, en el 2000, en presidente de Siria.
Con su aspecto de hombre moderno, que cursó sus estudios en Europa, llegó el hijo del fallecido dictador a la presidencia de manos del títere parlamento del país y del Partido gobernante Baaz (Renacimiento), con promesas de cambio y de modernización. Este hombre, que parecía  civilizado, fino, con su estatura y aspecto de hombre apuesto, trajes impecables, y siendo el único hijo de presidente árabe que pudo alcanzar el poder, no sólo mantuvo el régimen corrupto, policíaco y opresor de su criminal padre,  sino que multiplicó todo esto  convirtiéndo a su régimen en uno de los regímenes  árabes más oscurantistas, donde todas las libertades están confiscadas en aras de una ley de estado de emergencia que regía hasta hace unos días desde hace decenas de años.
Los trágicos acotecimientos de las últimas semanas en muchas localidades sirias, con las fuerzas del órden asesinando a los ciudadanos en manifestaciones pacíficas, sin el menor pudor ni precaución, acabando con la vida de decenas de personas en cada manifestación, como se de gallinas se tratara, como si de cucarachas se tratara, demuestra hasta que límite este régimen sirio es enraizado en el crimen y en el desprecio al ciudadano, en una repetición clónica del régimen libio de Gadafi, del yemení de Saleh, del egipcio derrocado Mubarak o del tunecino del fugitivo  Ben Ali.

El 22 de abril, la gran matanza

Sin embargo, el asesinato ayer, 22 de abril 2011, de un centenar de ciudadanos, incluidos niños, en las manifestaciones pacíficas en distintas ciudades sirias, ha roto cualquier cuidado que los observadores árabes libres e independientes pudieran haber tenido en su tratamiento al régimen de Asad. Estos observadores se negaban hasta entonces a creer lo que veían de crímenes, los primeros a esta escala y cometidos públicamente por el régimen de Bashar. Además los confundían por unos momentos las promesas y las medidas  adoptadas por ese régimen en las últimos días intentando contentar y contener al movimiento de protesta popular (como ha sido el levantamiento aparente del estado de emergencia) pero que al final han resultado ser todas falsas, a juzgar por las centenares de detenciones practicadas en los últimos días y por el incremento incesante del grado de violencia al que el régimen del Baaz, partido único, viene recurriendo sin miramientos ni escrúpulos.
Así las proclamas que se limitaban al iniciar las protestas a pedir "reformas" se han convertido más tarde, y a golpe de decenas de muertos en cada manifestación, en la proclama más voceada por los revolucionarios de Túnez, Egipto, Libia y Yemen: "El pueblo quiere derribar el régimen", a lo que el gobierno del médico heredero de su dictador padre respondía incrementando su violencia y prácticamente enloqueciendo.
Cinco revoluciones árabes en marcha hasta el momento en las que los régimenes, auténticos enemigos de sus pueblos, no han aprendido la lección de que cuanto más victimas hay entre los manifestantes más seguridad hay de que el régimen será derrocado. Esta lección sí fue aprendida, relativa e inteligentemente, por los regímenes monárquicos de Marruecos y Jordania.

De tal palo tal astilla

Bashar Al Asad es hijo de aquél oficial aviador, Hafez Al Asad, uno de los principale autores del desmantelamiento de la unión entre Siria y Egipto (La República Árabe Unida 1958-1961) y que llegó al poder en 1970 en un golpe de Estado cuyo fin era impedir la ayuda que el Ejército sirio prestaba entonces a los palestinos en Jordania en el llamado Septiembre Negro.
En 1976 el Ejército de Asad participó activamente en la matanza en el campo de refugiados palestinos de Tal Azatar, en Líbano, junto a la milicias crsitianas de Las Falanges, matando, el 12 de agosto de aquel año a más de 3.000 palestinos. En 1982 el Ejército de Hafez Al Asad aniquilaba la ciudad siria de Hama donde mata a miles de ciudadanos en su afán por acabar con los islamistas opuestos a su régimen.
La "gloria" de Al Asad padre había empezado mucho antes, cuando en la guerra israelo-árabe de 1967, siendo él ministro de Defensa, entregó a penas sin lucha las alturas del El Golan a Israel y anunció la caída de la ciudad de Knitra, cerca de la frontera Israelí, en manos del Ejército sionista, horas antes de materializarse la ocupación..  
El régimen del  partido único Baaz, en el poder desdes hace 41 años, no ha movido un solo dedo desde 1967 para recuperar las alturas de El Golan, excepto la nefasta participación del Ejército sirio en la guerra de 1973 contra Israel, que no dió fruto alguno en ese territorio sirio ocupado.  Desde entonces, el Golán apenas es mencionado en los discursos del presidente Asad padre y Asad hijo y apenas es mencionado en los medios de comunicación sirios dependientes del Estado.
Nadie del pueblo sirio había elegido a Asad padre para el puesto de presidente, cargo este al que llegó mediante un golpe de Estado  y que le ha sido renovado mediante sucesivos "referéndum" hasta su muerte en el año 2.000.
A su hijo, el médico elegante con rostro angelical y corazón de lobo, tampoco le eligió nadie del pueblo sirio, sino que fue aclamado, un mes después de la muerte de su padre y por un pseudo-parlamento servil y cómplice y por un Partido Baaz convertido, como todos los partidos políticos "unicos" que gobiernan en el mundo árabe o cuyos regímenes han sido derrocados recientemente, en auténtica mafias criminal saqueadora del país.
Previamente a esa "aclamación" parlamentaria que convertía en presidente a ese médico, que hasta ese momento no había tenido contacto significativo con la política, el terreno había sido preparado y el recién llegado había sido "aceptado" por el pueblo en un supuesto referéndum en el que cosechó nada menos que 97,27% de los votos. Esa farsa se repitió en el 2007 cuando en otro referendum para renovar su mandato presidencial cosechó nada menos que 95% de los votos, muy típico de los dictadores árabes  como Ben Ali de Túnez y Mubarak de Egipto, dos déspotas que han terminado arrojados del poder lo mismo que le espera a Bashar Al Asad que demostró ser no menos que ellos en estupidez y falta de escrúpulos.
La verdadera estupidez del régimen sirio ya había quedado demostrada con ocasión de la destrucción por parte de la aviación israelí, en 2007, de instalaciones sirias en la provincia de Deir Azzur que fueron calificadas por Israel como planta nuclear.  El régimen sirio se mantuvo silencioso al respecto hasta que un año más tarde el asunto fue aireado por la prensa israelí y estadounidense.
Se trata pues de un régimen que no dispara una sola bala para defender la soberanía del país pero sí dispara miles de balas contra manifestantes sirios desarmados y mata centenares de ellos.