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Sahara

 

 


Una ilusión que respeto, pero que no comparto

A propósito del manifiesto “Una ilusión compartida”

Me parece que la ciudadanía ya no quiere parches y grandilocuencias huecas del tipo “alianza de las civilizaciones” (PSOE), más bien se está pidiendo la retirada inmediata de las tropas españolas que ahora están en Afganistán y Libia. Queremos que España trabaje por la disolución de la OTAN y denuncie el Tratado Bilateral con Estados Unidos a la vez que desmantela inmediatamente las bases de Morón y Rota; (..); que no se permita ni al Parlamento ni al Rey decidir ellos cuándo el país debe o no entrar en un conflicto armado; que se supriman cuerpos militarizados como la Guardia "Civil"; que no se vendan armas a Marruecos y a Israel dando la espalda a las justas reivindicaciones saharauis y palestinas; que se desmantele la base militar -con capacidad nuclear- de Gibraltar, etc.

Cristóbal Orellana González, miembro de la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía 2 de junio de 2010

PAZ

La izquierda en España, a raíz de la grata conmoción que está suponiendo el 15-M en este país, debate sobre los rumbos a seguir. Por un lado, actitudes críticas ante el sistema, sí, pero que sólo buscan introducir algunos cambios no sustanciales, y por otro, un creciente y enérgico espíritu
de rebeldía (fruto de una gran madurez y conciencia política global y local) que trabaja ya, en la calle, por un sistema de cosas nuevo, de verdad democrático y realmente alternativo (donde nos encontramos, por citar un ejemplo, al propio movimiento 15-M y a personas como Carlos Taibo).

Por un lado, en suma, en estos momentos, el manifiesto político “Por una ilusión compartida”1 (véanse, más abajo, los enlaces sobre dicho manifiesto), y por el otro, el enfoque social, asambleario y marcadamente anticapitalista del 15-M. Yo, desde luego, me decanto por lo que es, por lo que significa y por las potencialidades del movimiento 15-M y por sus posturas claras a favor de un sistema de cosas radicalmente nuevo.

Concretamente, en el ámbito del pacifismo, que es donde yo me muevo, no me parece bien trabajar simplemente “por la Paz”, pidiendo solamente, por poner un ejemplo, que haya transparencia en las exportaciones de armas españolas al exterior. Este tipo de trabajos por la Paz me parecen absolutamente necesarios, pero insuficientes, es decir, que no generan cambios sustanciales. Debemos exigir cambios radicals en materia de “Defensa y Política Exterior”. No una pincelada aquí y allá a las políticas exteriores y de defensa… más bien o, mejor, a la vez, hemos de responder con energía a engendros como la llamada Estrategia Española de Seguridad. Una tesponsabilidad de todos del socialista Javier Solana, ex-secretario general de la OTAN (esa misma agresiva OTAN en la que nos metió el PSOE un 12 de marzo de 1986)2

Me parece que la ciudadanía ya no quiere parches y grandilocuencias huecas del tipo “alianza de las civilizaciones” 3(PSOE), más bien se está pidiendo la retirada inmediata de las tropas españolas que ahora están en Afganistán y Libia, etc. Queremos que España trabaje por la disolución de la OTAN y denuncie el Tratado Bilateral con Estados Unidos a la vez que desmantela inmediatamente las bases de Morón y Rota; que el Estrecho de Gibraltar sea declarado Zona Internacional Desnuclearizada; que se practique una política real de Paz y Cooperación; que se habiliten medidas concretas de Desarme y Noviolencia; que no se permita ni al Parlamento ni al Rey decidir ellos cuándo el país debe o no entrar en un conflicto armado; que se supriman cuerpos militarizados como la Guardia "Civil"; que no se vendan armas a Marruecos y a Israel dando la espalda a las justas reivindicaciones saharauis y palestinas; que se desmantele la base militar (con capacidad nuclear) de Gibraltar, etc.

No es creíble ese barniz de supuesto pacifismo a la vez que se mantiene un pacto con EE.UU. por el que España presta las grandes bases de Rota y Morón a cambio de que "nos protejan" con sus amenazantes armas de destrucción masiva (entre ellas las nucleares) y Clinton, Bush, Obama, etc., no nos marginen económicamente. Es inadmisible aparentar que se defienden la Democracia, la Justicia y los Derechos Humanos mientras se invierten cifras astronómicas en la guerra, en la fabricación y en la exportación de armas, etc. Es incalificable decir que las guerras de Afganistán y Libia tienen carácter "humanitario".

Como pacifista, sin perder nunca de vista el diálogo con todos, pienso que el camino es el del cambio valiente y profundo que propone el 15-M y no el de una supuesta “ilusión compartida”  que sólo nos llevaría, en el mejor de los casos, a la reordenación o revitalización coyuntural de algunas estructuras políticas de izquierda poco operativas y por las que la ciudadanía más consciente ya no apuesta.

Ciertamente, el “no a la guerra” nos unió a todos y a todas, pero el nuestro (aquél multitudinario 15-M de octubre del año 2003 que inundó las calles de España diciendo "no a la guerra") no era un no a ciertas guerras (Irak) y un sí a otras presentes o por venir (Afganistán y Libia)… porque de lo que estábamos hablando ya en el 2003 los ciudadanos era (y es) de la PAZ con mayúsculas, de Desarme, de Noviolencia, no de hacer, por ejemplo, un recorte anecdótico de los presupuestos militares (como han hecho ahora en Alemania y Reino Unido) o de "esta guerra no nos gusta porque la apoya el PP". En materia de Paz y Política Exterior, la ciudadanía en España tiene, digámoslo así, un permanente ‘espíritu del 15-M’ que surgió ni más ni menos que del movimiento de Insumisión (que era y sigue siendo mucho más que abolir el servicio militar obligatorio).
Por todo ello, me pregunto: ¿no es un poco extraña la conciencia política tan selectiva de algunos intelectuales (como Pedro Almodóvar) que nos proponen ahora que nos "ilusionemos" pero a quienes las bombas de la OTAN les parecieron tan dañinas en Irak –coincidiendo, año 2003, con un gobierno del PP en la Moncloa– y tan justificadas sobre territorio afgano (implicación española desde 2002) y sobre territorio libio (2011) –coincidiendo con un gobierno del PSOE en la Moncloa–?.

Frente a la "ilusión" en favor de una nueva clase política de izquierda que nos va a sacar del pozo usando nuestra propia "energía cívica" recientemente expresada en calles, plazas y barrios, a mí me parece más razonable que sigamos en la línea de una conciencia indignada, capaz de demostrar su capacidad en las movilizaciones, noviolenta, asamblearia y radicalmente independiente de ningún tipo de maniobra ilustrada que pudiera canalizar nuestras "justas reivindicaciones".

Suscribo las inteligentes palabras dirigidas por Marcos González Sedano a los intelectuales4 que han suscrito el manifiesto “Una ilusión compartida”: “Necesitamos que ustedes, que celebran la rebeldía de las redes sociales (la base social de izquierdas organizada, en definitiva), su energía renovada y llena de matices, vengan a aportar algo nuevo como uno más. Necesitamos que rompan con el régimen, no que planteen la salvación de este enfermo terminal. Ustedes tienen el derecho y el deber de participar en su demolición, tienen el derecho y el deber de decir "¡hasta aquí hemos llegado!... Ustedes tienen el derecho de reivindicarse herederos de las mejores tradiciones de los intelectuales de izquierdas y plasmarlo en su obra, en el debate y en la organización de las revueltas sociales actuales. Nosotros, de pedirles que nos acompañen en el nacimiento y la construcción de un mundo nuevo.”