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Productos de la paz

Hasan Abdul Libeh, ministro de Economía Nacional de la Autoridad Nacional Palestina

La campaña palestina contra los productos de los asentamientos representa un compromiso práctico con la paz, escribe el ministro de Economía Nacional de la Autoridad Palestina

Traducción: Lucas Antón
The Jerusalem Post, 4 de mayo de 2010

La cuestión de los asentamientos y su carácter ilegal de acuerdo con el Derecho Internacional debería ser el centro del debate en el conflicto palestino-israelí y la reanudación de las negociaciones. La negativa de Israel a ceñirse al Derecho internacional o a sus compromisos previos, sobre todo en lo tocante a su obligación de congelar toda edificación de asentamientos, tal como se estipula en la Hoja de Ruta de 2003, ha llevado a un mínimo las relaciones con Washington. La política de Israel de construir asentamientos en tierras palestinas ocupadas mina las perspectivas de paz y prosigue a expensas de los palestinos. Esa es la razón por la que el gobierno palestino, el sector privado, los grupos y organizaciones de la sociedad civil están adoptando medidas prácticas para oponerse a los asentamientos ilegales.   

No hace mucho la Autoridad Palestina lanzó una campaña de "llamamiento a la acción" destinada a despertar la conciencia pública sobre las implicaciones políticas y económicas de las empresas de los asentamientos, sobre todo respecto a la forma en que contribuyen a sustentar los asentamientos ilegales. La campaña tiene asimismo como objeto ayudar a que los consumidores palestinos conozcan sus derechos y distingan entre  productos de los asentamientos ilegales y productos israelíes legales importados de acuerdo con los Protocolos Económicos de París vigentes. A los consumidores de hoy en día se les otorga un instrumento para que puedan tomar decisiones con conciencia a fin de substituir en sus hogares los productos de los asentamientos por otros, a la vez que se da prioridad a los productos palestinos, apoyando la construcción económica nacional.

La Autoridad Palestina es responsable a la hora de construir un futuro estado que conviva junto a Israel. Por definición va en ello incluida una economía viable, libre de la dependencia económica de Israel, dependencia que Israel ha cultivado y explotado durante las últimas cuatro décadas. 

Los asentamientos israelíes elaboran gran cantidad de productos que llegan a buen número de países. Su primer destino es el mercado cautivo palestino bajo ocupación. Israel inunda literalmente este mercado con sus artículos de consumo, entre los que se cuentan productos de los asentamientos, a la vez que mantiene políticas que obstaculizan la capacidad productiva y el crecimiento económico de Palestina, entre las que se cuentan las graves restricciones a la libertad de movimiento de personas y bienes.  

Las repercusiones de los productos de los asentamientos sobre la viabilidad económica del estado palestino van más allá de la parte que representan del mercado palestino. Los asentamientos se construyen sobre tierra robada, tierra sobre la que se impide por consiguiente que los palestinos desarrollen usos residenciales, industriales o comerciales. Los asentamientos se benefician de la explotación de nuestros recursos naturales, especialmente del agua, mientras Israel continúa negándonos el acceso a estos recursos.  ¿Cómo va a sentar la Autoridad Palestina las bases de una economía decente considerando el estado de cosas?  

Los palestinos son los que más tiene que perder si continúa mostrándose esquiva una paz justa y duradera, del mismo modo que son quienes pagan de veras el precio de la intransigencia de Israel. Por eso es por lo que hablamos de asumir la tarea de afirmar nuestros derechos, especialmente cuando son otros los que no logran protegerlos. Es esto lo que anima la campaña contra los productos de los asentamientos.   

 La nuestra no consiste en una campaña contra Israel, ni se centra en los productos elaborados en Israel. Presentarla de ese modo no sólo resulta erróneo sino que obscurece las verdaderas cuestiones, a saber, la ilegalidad de las actividades de los asentamientos, su impacto sobre los palestinos y la enorme amenaza que representa para la viabilidad de la solución de dos estados. Esta iniciativa debería tranquilizar a todos los que son rigurosos respecto a salvar esa solución de dos estados. La Autoridad Palestina sigue comprometida con todos los acuerdos anteriores, incluyendo el Protocolo de París. Y los palestinos están comprometidos con el proceso político propuesto por la comunidad internacional. La paz con asentamientos y productos de los asentamientos resulta evidentemente una ilusión. 
 Este estado de cosas socava los actuales intentos por devolver la credibilidad al proceso de paz, así como la esperanza a quienes creen en la paz fundada en la justicia. El tiempo es un lujo que ya no podemos permitirnos, en tanto  que el actual consenso internacional en torno a la solución de dos estados constituye una oportunidad que no podemos permitirnos perder. 

El compromiso y la formalidad de Israel respecto a la paz penden de un hilo.