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¿Y si el feminismo palestino se centrase en la clase social?

Adel Samara

…el fracaso de las feministas en combinar la clase social y el género, y el compromiso en el que cae el movimiento nacional, agrava las condiciones de las mujeres, especialmente a partir del momento en que los islamistas políticos salen a dirigir la resistencia nacional palestina. En tanto, las mujeres palestinas quedan atrapadas en la “cocina”, una cocina que ni siquiera está equipada para cocinar por estar aún Cisjordania y Gaza bajo el asedio de la tríada

www.kanaanonline.org,  Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África
Traducción: Noemí Artal y Gabriela Mattausch, IEPALA

¿Y si el feminismo palestino se centrase en la clase social?

Mientras escribía mi próximo libro sobre las mujeres, he tenido la oportunidad de leer dos libros publicados en árabe que trataban el tema de las mujeres palestinas en Cisjordania y Gaza. Lo que aquí se presenta no es una revisión de estos libros, sino algunos comentarios sobre los siguientes aspectos:

    * Las feministas occidentales que vinieron y escribieron sobre el feminismo palestino.
    * La respuesta de las feministas palestinas.
    * Las dimensiones ausentes en ambas.
    * La crítica de las feministas palestinas a las feministas occidentales se basa en la orientación liberal y radical de estas últimas. Desgraciadamente, las palestinas caen en dos trampas:

La utilización del término general “occidental”, eludiendo la importancia de diferenciar la gran variedad de personas de occidente: capitalistas, izquierdistas, religiosas, marxistas, liberales, etc. (Este tema no se trata en el presente artículo).
    
El distanciamiento [de las feministas palestinas], de la dimensión de clase social en la lucha palestina, y en particular, el distanciamiento de dicha dimensión en la lucha de las mujeres.

Está claro que las feministas “occidentales” no han tratado el tema de la clase social porque no son marxistas, e incluso son opuestas al marxismo. Al ser feministas liberales o radicales, su punto de referencia no era realizar un análisis de clase social. Por este motivo, fracasaron en considerar la debilidad de la dimensión de clase social dentro del discurso feminista palestino y, por tanto, el centro de su crítica fue dirigido a la debilidad del feminismo palestino en la lucha nacional. A ambos grupos, tanto a las feministas occidentales como a las palestinas, les faltó la dimensión de clase social, y ésta es mi crítica para ambas.

Sin embargo, las mujeres palestinas han sido y aún son un componente real del movimiento de resistencia palestino, y en su análisis, lucha y discurso comparten la debilidad de la clase social (véase más abajo).

Los textos a los que me refería anteriormente muestran cómo las “feministas occidentales” han sido conscientes de que el futuro de las mujeres palestinas tras la independencia estaría en la “cocina”, lo cual es cierto, pero no es nada novedoso y, por consiguiente, no constituye una contribución. Sino que, a la manera colonial de un hecho conocido, es más bien una repetición de otras experiencias ya familiares para las palestinas. Su única contribución fue decir que el feminismo palestino debía estar más enraizado en el propio feminismo para así evitar que las mujeres quedasen presas en la “cocina”. En el mejor de los casos, es un paso preventivo.

La ironía surge del terreno cuando la resistencia palestina, su corriente “secular”, alcanza un punto muerto, fracasa en liberar Palestina (ni siquiera los Territorios Ocupados de 1967), e incluso internaliza la derrota y acepta las condiciones y los términos de su tríada enemiga1 (principalmente impuestos en los acuerdos de Oslo, y que permiten crear un gobierno propio bajo el régimen Sionista). Mientras tanto, las feministas “occidentales” siguen agitando contra la “próxima” amenaza de independencia nacional, y las feministas palestinas siguen sin considerar la importancia de la dimensión de clase social para su lucha. El resultado, hasta el momento, es que el movimiento de resistencia palestino ha internalizado la derrota; ahora bien, las principales perdedoras son las mujeres palestinas, ya que les falta un movimiento que continúe su lucha dentro de las bases de las clases sociales. Y mientras tanto, las mujeres siguen siendo oprimidas en ambos dominios, en la victoria y en la derrota, al no consolidarse la lucha de clase ni dentro de las organizaciones políticas ni en la sociedad en general.

Asimismo, el fracaso de las feministas en combinar la clase social y el género, y el compromiso en el que cae el movimiento nacional, agrava las condiciones de las mujeres, especialmente a partir del momento en que los islamistas políticos salen a dirigir la resistencia nacional palestina. En tanto, las mujeres palestinas quedan atrapadas en la “cocina”, una cocina que ni siquiera está equipada para cocinar por estar aún Cisjordania y Gaza bajo el asedio de la tríada.

No hay duda de que la educación, la cultura y la lucha de clase podrían florecer en formaciones sociales más desarrolladas. Sin embargo, ésta no es una condición absoluta. ¡Las mujeres del Occidente capitalista aún siguen en la “cocina”, o entre la “cocina”, la oficina y la fábrica!

¿Cómo sería si aún continuasen las “cooperativas”?

El argumento que se expone a continuación no pretende atribuir todos los riesgos al factor objetivo, es decir, al subdesarrollo de la formación social capitalista periférica en Cisjordania y Gaza. Las personas, en la realidad pueden provocar cambios, produciendo nuevos medios en relación a sus vidas y condiciones. No hay duda de que las circunstancias materiales reales crean oportunidades para el desarrollo y el cambio que debemos alcanzar.

Desde el comienzo de la primera Intifada palestina (1988) como iniciativa popular, el pueblo lanzó el eslogan de boicotear el trabajo de la economía sionista y el consumo de sus productos. La fuerza laboral palestina dejó de trabajar dentro de la Palestina Ocupada de 1948, las mujeres pioneras iniciaron “cooperativas caseras”, y se alentó a la población campesina a que volviese a cultivar la tierra. Estos son los tres principales componentes del cambio social.

¡No me atrevo a decir que fue una conspiración cuando millones y millones de dólares y dirhams (moneda de la mayoría de regímenes del Golfo Pérsico) “llovieron” en Cisjordania y Gaza desde los primeros meses del comienzo de la Intifada! ¡Y ocurrió lo mismo cuando el movimiento de resistencia comenzó en 1967!

Las mujeres, trabajadoras y campesinas, constituyeron cooperativas caseras dentro de un modelo que yo denomino modelo de Desarrollo por Protección Popular (DPPP). Las cooperativas utilizaban productos agrícolas que surtían a los mercados locales alimentación básica, lo cual estimuló a la población campesina a cultivar más, y a las mujeres de los pueblos y las ciudades palestinas a construir agroindustrias sencillas y, asimismo, permitió a las trabajadoras que abandonaban su trabajo en empresas sionistas, ya fueran agrarias o fábricas locales, a remodelar su sistema y orientación. Las cooperativas comenzaron a desarrollar una línea de productos que cubriera las necesidades básicas alimenticias de la mayoría de la población palestina1. Este proceso fortaleció la relación de trabajo entre las clases populares: población trabajadora y campesina pobre, incluidas las mujeres rurales y urbanas. ¡Que gran red para el desarrollo de las bases populares!

Más importante aún es que estas cooperativas eran relativamente de bajo coste, es decir, no necesitaban mucho dinero, lo que es llamado por los capitalistas “capital”. Y a pesar de que la producción agraria generaba bajos ingresos, estas cooperativas pudieron salvar los productos agrícolas que estaban a punto de estropearse por el asedio2. A través de esta cooperación social popular ocurrió un desarrollo temprano de una ley local del valor.

Como ya se ha mencionado, el bloqueo de la iniciativa popular no fue causado sólo por la ocupación sionista, como se esperaba. Otras dos partes contribuyeron también a este bloqueo:

   1. El liderazgo de la OLP, que empoderó a los cuadros en Cisjordania y Gaza con mucho dinero para que la Intifada fuera política, soñando con la independencia política, un sueño al que personalmente me opuse desde los primeros meses de esa Intifada.

   2. Los gobiernos, las ONGs, y las organizaciones internacionales árabes, extranjeras, principalmente occidentales, que también introdujeron una enorme cantidad de dinero en Cisjordania y Gaza.

Para mantenernos en el tema de este artículo: las feministas “occidentales” y sus ONG fueron una fuente principal de financiación, que al final restringieron a las cooperativas locales, absorbieron a los cuadros izquierdistas de mujeres jóvenes en sus oficinas modernas y bien amuebladas, y las equiparon con ordenadores portátiles para organizar talleres sobre derechos de las mujeres e igualdad de género, democracia, hijab, etc.

Es cierto que el trabajo asalariado nunca ha liberado a las mujeres, pero el trabajo y la cooperación sí han contribuido a su liberación real. ¿Por qué los donantes (capital extranjero y ONGs) destrozan entonces todo esto? El resultado que produce el bloqueo de las iniciativas populares y de una orientación de clase social de las mujeres es una oportunidad de oro para las ONGs, e incluso para una extendida ONGización del movimiento de resistencia palestino.

Las ONGs han ofrecido dinero y recursos a mujeres liberales, progresistas, feministas, académicas y politizadas, mientras que las mujeres de las cooperativas, “mujeres tradicionales en pueblos y ciudades”, no han sido incluidas. Sí, el soborno ha estado siempre limitado a la élite. Si el dinero tuviera que distribuirse a la sociedad entera, sería caridad real, lujo, e incluso “socialismo vago”. Este es el motivo por el que uno puede ver en un mercado de Cisjordania y Gaza muchos posters, libros y panfletos con tapas multicolores, elegantes y caras, pero les falta cualquier contenido significativo, y más aún, ni siquiera tienen lectores.

La derrota amarga y real ocurrió cuando las mujeres de las organizaciones radicales se alinearon con las ONG feministas “occidentales”, disfrutando altos salarios y oficinas de aire acondicionado. Las mujeres de la renegada izquierda añadieron a eso una abierta normalización con las mujeres sionistas, como es el caso de los cuadros de la organización FIDA, para poner un ejemplo ilustrativo.

En poco tiempo, el dinero de las ONGs se malgastó en las denominadas Oficinas de Investigación, para no ser invertido en la cobertura de las necesidades básicas. ¡No está mal que algunas mujeres, en lugar de encerrarse en la cocina, se encierren en los centros de “investigación”!

Entre el liderazgo de la OLP, que sueña con la independencia, y la educación de las mujeres de las ONGs feministas “occidentales” (principalmente dirigida a la lucha nacional y de clase), la Intifada fracasó y fue abortado su desarrollo como Intifada social y productiva. Sí, la Intifada como iniciativa popular fue traicionada.

La descendencia de los Acuerdos de Oslo, la Autoridad Palestina, como formación enjaulada entre la independencia nacional y el colonialismo, incluyó el acceso a la lucha social, un área que la izquierda debió llenar y utilizar, especialmente bajo un régimen de derrota, corrupción y políticas compradoras en las esferas de la política, la cultura y la economía. Esto marca más claramente las líneas de la diferenciación de clase.

Por otra parte, las últimas elecciones en Cisjordania y Gaza (enero de 2006) presentaron la ruta para la competencia dentro de las facciones de la burguesía palestina. Estas elecciones condujeron a un conflicto militar entre:

la burguesía compradora burócrata de Ramallah bajo el nombre de Fateh, y los compradores comerciantes del bazar principalmente en Gaza bajo el nombre de Hamas.

Sin embargo, ambos estaban utilizando como combustible para la guerra semi-civil a la misma clase, las clases populares.

Desgraciadamente, como las organizaciones de izquierda dependían de la AP, y las organizaciones de mujeres fueron absorbidas por las organizaciones políticas, se perdió esa tercera fuerza que podría haber cubierto la brecha social y nacional con un programa basado en las clases sociales.

Las mujeres, una vez más, perdieron su oportunidad de oro.