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Una visita a Gaza

El autor visitó Gaza meses antes de la campaña de genocidio que asola Gaza y escribió el texto que ahora publicamos

Pude visitar de nuevo Gaza y ver en sus calles el impacto del bloqueo israelí, bajo la mirada cómplice de la comunidad internacional que ve a los palestinos como culpables, paradójicamente, por haber optado por la democracia. Gaza es una cárcel con un millón 400 mil habitantes. Es una isla que colinda con Egipto, el principal aliado de Estados Unidos en África, y con el ocupante: Israel. Gaza tiene una densidad de habitantes más alta que la de Manhattan.

Víctor de Currea-Lugo (*)

SUMINISTRO EN GAZA

Gaza es una cárcel con un millón 400 mil habitantes. Es una isla que colinda con Egipto, el principal aliado de Estados Unidos en África, y con el ocupante: Israel. Gaza tiene una densidad de habitantes más alta que la de Manhattan.

Para entrar a Gaza hay, en la práctica solo una vía: el paso de Erez, bajo control israelí que demanda un permiso previo, un interrogatorio de las razones de la visita y una revisión de cada cosa que entra y que sale. Esto no hace sino destruir la economía palestina, reduciendo el flujo de alimentos, de combustible, medicamentos etc. Al sur, en la frontera entre Gaza y Egipto, hay otro paso, el paso de Rafah, pero un conjunto de medidas niega cualquier intento de frontera internacional para los palestinos, escenario en el que Egipto quedó reducido a un policía de fronteras.

Después incluso del 2005, la ocupación siguió mediante el control militar por tierra, mar y aire, junto con las continuas incursiones militares y el control de la vida cotidiana. En Palestina hubo elecciones en enero de 2006 con el triunfo del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) quien arrebató el poder a Al-Fatah, el principal grupo de la OLP. La comunidad internacional impulsó y apoyó la realización de las elecciones, hizo presencia mediante observadores internacionales y reconoció la transparencia pero luego, sin razón alguna ni duda ante el proceso electoral, rechazó los resultados.

Tal rechazo se suma a la continua agresión militar israelí. Las operaciones del ejército en Gaza han afectado propiedades y personas civiles y todo tipo de infraestructuras y bienes y servicios. incluyendo escuelas, mezquitas, hospitales, puentes, edificios públicos, acueductos y el servicio de electricidad. Entre junio y noviembre de 2006, 382 palestinos fueron asesinados en Gaza y más de 1.229 heridos. En el mismo periodo murieron sólo 3 soldados israelíes y un civil israelí. En Gaza la pobreza pasó de un 30% en el 2000 a un 80% en 2006. En 2007, arreció el enfrentamiento entre Hamas y Al-Fatah, hasta que Hamas se hizo con el control de Gaza. Hamás no dio un golpe de Estado por dos razones: era el poder elegido, y dos, no hay Estado palestino.

Allí pude reunirme con el Ministro de Salud de Hamas, Bassem Naim el cual resumió las consecuencias en el área de salud, del cierre continuo de Gaza: a) problemas financieros: el sistema necesita entre 2 y 3 millones de dólares al mes, b) cierre de fronteras, lo que impide el ingreso de medicamentos y partes para reparar equipos, c) electricidad y combustible, los cotidianos cortes de energía obligan a funcionar de manera restrictiva y con generadores, afectando cirugías, equipos de neonatología y de cuidados intensivos, etc., d) problemas para transportar pacientes.

Hasta junio de 2008 había un registro de 200 pacientes que murieron por el rechazo israelí de concederles permiso para viajar. Además de una infamia, Gaza es un ensayo general de lo que se vendría preparando para Cisjordania.

En Cisjordania, el control sigue en manos de la OLP, y el presidente palestino Abu Mazen decidió reemplazar al Primer Ministro, Ismail Haniya (de Hamas), por un ex-funcionario del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, Salam Fayad, apoyado por Estados Unidos e Israel.

Palestina es el único caso donde la comunidad internacional decide castigar a los ocupados, para beneficio de los ocupantes, por haber realizado un proceso democrático en vez de optar por el terror. El plan trata de separar el conflicto en dos palestinas: la de Cisjordania y Gaza. Ya “resuelto Gaza”, es decir, una vez puesta Gaza “fuera del conflicto” sólo queda en la agenda internacional Cisjordania.

La ayuda humanitaria que se necesita en Palestina no es el resultado de un tsunami, sino de una ocupación a la que la comunidad internacional contribuye con un bloqueo económico. La crisis humanitaria de Gaza se debe, en buena parte, a la retención por parte de Israel de los recursos de la Autoridad Palestina. La “ayuda humanitaria” ofrecida por la misma comunidad internacional que la causa no es humanitaria: a largo plazo acepta la ocupación y a corto plazo el bloqueo a Gaza.

La posición de Egipto ha sido pragmática, sin arriesgar sus relaciones internacionales: sin presionar a Israel ni tensar a los Estados Unidos. El Banco Mundial es otro agente a mencionar: busca imponer políticas de libre mercado a la frágil institucionalidad palestina a la par que financia la construcción del muro que encierra a los palestinos.

Es poco y mal conocido el conflicto palestino entre el público latinoamericano, pero no así entre los cuerpos diplomáticos; a pesar de ello MERCOSUR está embarcado en la formulación de un tratado de libre comercio con Israel; la llamada izquierda latinoamericana en el gobierno no parece moverse de manera solidaria.

Otro sujeto internacional es el movimiento de solidaridad con Palestina que sigue siendo relevante, pero la confrontación armada entre palestinos lo afectó, generando más desconcierto: la idealización de los palestinos se estrelló con su guerra interna. Para que la solidaridad con el movimiento palestino sea clara y fuerte, se requiere un movimiento palestino claro y fuerte, pues la solidaridad nunca reemplazará a los palestinos.

Para resumir, la postura de la comunidad internacional es en el mejor de los casos ambigua y, en general, contraria al derecho, reducida a lo humanitario, amparada en el antiterrorismo, lenta, aplaza pero no resuelve, amenaza pero no cumple, y marcadamente pro-israelí.

Un futuro podría ser la recuperación de Al-Fatah, por eso en su estrategia no duda siquiera en acercarse a Israel. La postura de Abu Mazen lo lleva a una salida obvia: ser un gobierno colaboracionista. Presentar la idea de unos palestinos buenos y otros malos, de que Gaza es “menos” Palestina que Ramallah, es una estrategia que sólo beneficia al ocupante.

Otro escenario es la fractura definitiva de Gaza con Cisjordania, Israel ofrecería a Cisjordania una ocupación “light” que permitiría la continuación de la corrupción y el clientelismo de Al-Fatah, buscar el trato diferente a los dos territorios por parte de la propia comunidad internacional y hacer propuestas de paz en dos velocidades.

Un ultimo escenario posible es que, a la par con la incapacidad de Al-Fatah de democratizarse y debido al desprestigio creciente en Cisjordania, Hamas se consolide en Cisjordania, siendo precisamente allí el lugar del segundo enfrentamiento entre Al-Fatah y Hamas, tanto política como incluso militarmente. Fatah se mueve por una meta inmediata: expulsar del poder a Hamas, por eso su estrategia que no duda si quiera en acercarse a Israel. La joven guardia de Fatah tiene un deber que cumplir: renovar Fatah para beneficio tanto propio como de la causa palestina.

Para muchos palestinos, tanto de Gaza como de Cisjordania, Abu Mazen se consolida con el símbolo de una traición, no por su confrontación con Hamas por Gaza sino por su pasado y su presente: fue el principal negociador de los funestos Acuerdos de Oslo, y ahora no duda en recibir armas de Egipto para enfrentar a Hamas, entrenamiento y asesores de la CIA para sus fuerzas de seguridad, pide tropas internacionales para Gaza, recibe dinero de Israel condicionado y lo acepta para pagar sólo a los suyos, coloca al más neoliberal de Primer Ministro, renuncia a la resistencia y mantiene la corrupción y las redes clientelares.

Lo menos deseado pero lo probable es que la radicalidad política de Hamas se acompañe de la radicalidad religiosa, con lo cual tanto los derechos de las mujeres como las libertades se vean amenazadas e incluso Hamas podría aún girar más y adoptar un discurso de lucha “contra los infieles”.

El problema no es entre paz y violencia, ambas opciones han fallado cuando las usa la resistencia palestina en treguas unilaterales o en actos de guerra; el problema no es de democracia o radicalismo, ambas posturas han fracasado cuando las usa Hamas; ni de corrupción, la corrupta Al-Fatah no es presionada por serlo; ni de laicismo versus religión musulmana, el 90% de los palestinos son musulmanes y muchos laicos y cristianos votaron a Hamas; el problema es esencialmente uno solo: la ocupación israelí. Pero el fin de la ocupación no es el fin del proceso de paz, es solo el primer paso, de otros, para el logro de una paz justa y duradera.

Menahem Begin y Yitzhak Shamir –dos primeros ministros de Israel- fueron en el pasado terroristas reconocidos; cuando gracias a unas elecciones llegaron al poder, nadie puso en duda su legitimidad  de dialogar con ellos.

Sin Hamas no habrá Estado palestino y sin la participación de ellos no habrá un proceso de paz integral. Pero su postura, más islámica que nacionalista, hace que las esperanzas de una palestina (sin ocupación) democrática y laica se vean más lejanas. Así, entre la ocupación como principal problema y el clientelismo y el fanatismo como acompañantes, los palestinos tienen una gran tarea por delante para reconstruir un liderazgo propio y a la vez justo.

(*) Autor del libro: Palestina, entre la trampa del muro y el fracaso del derecho, Icaria, Barcelona 2005