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GAZA. CRIMEN Y VERGUENZA

Carta de escritores y escritoras

No es una guerra, no hay ejércitos enfrentados. Es una matanza.

Teresa Aranguren, Pedro Martínez Montávez, José Saramago, Pilar del Río, Rosa Regás, Carmen Ruiz Bravo, Belén Gopegui, Constantino Bértolo, Santiago Alba

entierro de niņos asesinados

No es una guerra, no hay ejércitos enfrentados. Es una matanza. No es una represalia,  no son los cohetes artesanales que han vuelto a caer sobre  territorio israelí   sino la proximidad de la campaña electoral lo que desencadena el ataque. No es la respuesta al fin de la tregua,  porque durante el tiempo en el que la tregua estuvo vigente el ejército israelí  ha endurecido aún más el bloqueo sobre Gaza y no ha cesado de llevar a cabo mortíferas operaciones, 256 muertos en los seis meses de supuesto alto el fuego, con la cínica justificación  de que su objetivo eran miembros de Hamas. ¿Acaso ser  miembro de Hamás  despoja de  condición humana al cuerpo desmembrado por el impacto del misil  y al supuesto asesinato selectivo de su condición de asesinato sin más?.

No es un estallido de violencia. Es una ofensiva planificada y anunciada hace tiempo por la potencia ocupante.  Un paso más en la estrategia de aniquilación de la voluntad de resistencia de la  población palestina sometida al infierno cotidiano de la ocupación en Cisjordania y en Gaza  a  un asedio por hambre  cuyo ultimo episodio es la carnicería que en estos días asoma en las pantallas de nuestros televisores  en medio de amables y festivos mensajes navideños.   

 No es  un fracaso de la diplomacia internacional. Es una prueba más de complicidad con el ocupante. Y no se trata  solo de Estados Unidos que no es referencia  moral ni política sino parte, la parte israelí, en el conflicto; se trata de  Europa, de la decepcionante debilidad, ambigüidad, hipocresía,  de la diplomacia europea.

Lo más escandaloso de lo que está pasando en Gaza  es que puede pasar sin que pase nada. La impunidad de Israel no se cuestiona. La violación continuada de la legalidad internacional, los términos de la Convención de Ginebra y las mínimas normas de humanidad, no tiene consecuencias. Más bien, al contrario, parece que se premia con  acuerdos comerciales preferentes o  propuestas para el ingreso de Israel en la OCDE. Y  qué obscenas resultan las frases de algunos políticos  repartiendo responsabilidades a partes iguales entre  el ocupante y el ocupado, entre el que asedia y el asediado, entre el verdugo y la víctima. Qué indecente la pretendida equidistancia que equipara  al oprimido con su opresor.  El lenguaje no es inocente. Las palabras no matan pero ayudan a justificar el crimen.  Y a perpetuarlo.

En Gaza se está perpetrando un crimen. Lleva tiempo perpetrándose ante los ojos del mundo. Y quizá dentro de unos años alguien se atreva a decir  como en otro tiempo se dijo en Europa que no sabíamos. 

Teresa Aranguren 
Pedro Martínez Montávez
José Saramago
Pilar del Río
Rosa Regás
Carmen Ruiz Bravo
Belén Gopegui
Constantino Bértolo
Santiago Alba