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La OTAN gendarme occidental sin ley

Santiago González. Comité de Solidaridad con la Causa Árabe

(..)el movimiento pacifista poderoso hace unas décadas, cuando se trataba de evitar el despliegue de misiles, la carrera armamentística o en el caso español cuando había una mayor comprensión popular del significado de las bases militares, logró visualizar extensamente que la OTAN forma parte de una maquinaria de domininación externa, pero también interna, de fuerzas radicalmente capitalistas e imperiales, pero ahora ha menguado

CSCA, Mundo Obrero

dibujo de niņo

La OTAN es el organismo militar creado por Estados Unidos para formalizar las relaciones en ese ámbito en la guerra fría. Cumple ahora 60 anos, tras su creación en 1949 y se creó para consolidar el bloque occidental contra lo que era la Unión Soviética. La prioridad no era tanto la suma de ejércitos europeos, sino que sus países aceptasen libremente el liderazgo y dependencia con respecto al amigo americano. Los ejércitos europeos tras la guerra y la necesidad de reconstrucción no eran lo más relevante. Como tampoco la pátina de democracia formal que hubiera en ellos.

Además EEUU se reservaba la Red Gaglio, de servicios secretos formados por ellos mismos y voluntariosos agentes políticos y militares europeos anticomunistas, para evitar cualquier acceso al poder, por vía democrática o de cualquier manera, en esos países. Los varios golpes de Estado y asaltos al poder que se produjeron avalan esta cuestión.

En todo caso, el marco de actuación era la latitud y longitud europea-norteamericana. Se excluían las colonias que tanto el Reino Unido, Francia, Portugal y en menor medida otros países tenían. De hecho la demanda de autodeterminación de muchas colonias era apoyada por Estados Unidos que, lógicamente, veía así concordar el animo independentista de los pueblos con su afán de extender su influencia económica a los restos imperiales. Un ejemplo máximo de lo anterior seria el rol de los Estados Unidos ante la crisis del Canal de Suez, en la que el panarabista Presidente Nasser nacionalizó las tasas de paso por el Canal lo que provoco la intervención militar de Reino Unido, Francia e Israel que temían que se cortaran sus rutas marítimas. En esa ocasión, todavía sin que la política exterior estadounidense estuviera secuestrada por el lobby sionista, Estados Unidos frenó la operación militar y permitió una consolidación de Nasser y dio alas al movimiento de los Países No Alineados (en el bloque occidental o del soviético).

La OTAN sufrió una perdida de legitimidad cuando la Francia del General Charles de Gaulle sacó el mando militar francés de la cadena de mando jerarquizada por Estados Unidos, cuando evaluó que había una dependencia estratégica a los dictados estadounidenses, no solo en el plano militar sino en el conjunto de la política y que Francia (y por lógica los demás países) no podían aceptar. Su autonomía militar atómica y sus aviones Mirage consideraba que le permitían jugar un mantenimiento en la Alianza de la OTAN y una fuerza de combate disuasoria para consolidar la grandeur francesa en el conjunto de los demás planos, económico, imperial, etc.

Las guerras imperiales estadounidenses eran por tanto aventuras de dicho país que afectaban lo mínimo posible a la lógica de la existencia de la OTAN. Aunque hay que decir que el despliegue masivo de las bases militares estadounidenses (o con el eufemismo de mixtas para amparar al país anfitrión) que se extendían por toda Europa, incluida la franquista España -a la que si no fuera por el rechazo expreso de países europeos, Estados Unidos hubiera admitido en dicha organización-, están dentro de una lógica militar estratégica mundial y que Estados Unidos las utiliza logísticamente en todas sus operaciones, por lo que directa o indirectamente los europeos han apoyado la lógica imperial de Estados Unidos desde siempre.

Todo esto parecía que se iba a desdibujar ante la implosión del bloque soviético y de los Estados que estaban en su órbita. Hay que hacer en este momento un paréntesis sobre la escasa predisposición al estudio y sacar las conclusiones políticas y morales y anticiparse a las consecuencias que cierta izquierda occidental comunista tuvo en todos estos años. Para lo que a muchos les parecía evidente, problemas de corrupción ideológica y carencias de políticas económicas y de libertades, la falta de critica en el interior de las organizaciones occidentales y de ser leales con el proyecto, expresando criticas a las organizaciones hermanas, aceleró el descompromiso y la desafiliación ante la caída del ídolo soviético, en las organizaciones comunistas occidentales y la limitada influencia posterior de las organizaciones comunistas en los propios países del Este. El desbordamiento de la ideología neoliberal fue evidente y de ahí una reformulación en los mismos objetivos de la OTAN.

Se dieron varias circunstancias (o se pusieron esas circunstancias al servicio de unos objetivos) que facilitaron las nuevas líneas de intervención. Desde la primera Guerra del Golfo que contó con el apoyo de la ONU (en la que intervinieron directamente 12 países de la OTAN) y mucho más, con las sucesivas guerras de los Balcanes, en las que ya sin mandato de la ONU, la OTAN actuó directamente invadiendo y atacando (en contra de su mandato) a un país exterior.

Tras la guerra, en Washington, se reformuló a la OTAN dando ya categoría a la intervención exterior a sus limites geográficos, pudiendo atacar y con objetivos más amplios que los estrictamente militares de amenazas al exterior, abarcando asuntos como las rutas marítimas, la seguridad de abastecimiento, el terrorismo,... y lo que se tercie. En esos anos ya se hacen miembros los antiguos países del Este europeo, verdaderos adalides de la alianza con su transatlántico amigo, considerado como libertador frente a los pusilánimes compañeros europeos.

Por eso, sorprendió y hubo cierta consternación en ambientes de la OTAN, al sentirse orillada, cuando unilateralmente el gran USA sin mentarse ni en la ONU, ni en la OTAN se embarcó en la operación Libertad Duradera invadiendo Afganistán, tras el 11 de septiembre, sin querer más apoyos, dado que consideraba que iba a ser un paseo militar.

La falta de resolución final en ese escenario y el designio histórico de la Presidencia de Bush junior de invadir Iraq, hacerle súbdito y apoderarse del petróleo, obligaba a buscar aliados. En este caso, hubo una fractura tan grande con la opinión pública y ciertos Gobiernos europeos que les parecía muy descarada la intervención estadounidense, que la OTAN pasó a un segundo plano. Solo tras el final de la invasión y la deriva de la mortífera resistencia iraquí y talibán, junto a la consideración del conjunto de los países de la OTAN de que están unidos estratégicamente frente al resto del mundo, hace que la OTAN se embarque en la intervención parcialmente de Afganistán, sin rechistar con las operaciones de bombardeos indiscriminados estadounidenses y que uno a uno, entren la mayoría en el inhóspito Iraq.

Ahora, tras los sesenta años, la OTAN profundiza en la estrategia de la Declaración de Washington y escogerá ser gendarme en aquellos casos que convengan a la potencia estadounidense. De vez en cuando cubrirá alguna misión que la ONU reclame como intervención humanitaria pero en tanto en cuanto convenga a un equilibrio de intereses.

No ha habido dividendos de paz, tras la caída del bloque soviético. Por contra, parece consolidarse la ley del mas fuerte frente a la diplomacia y la opinión publica. No es casual que en estos años, también se conmemore la tragedia palestina y la ocupación de tierras que en 1948 las propias Naciones Unidas las designaban como parte 'árabe', sin que haya atisbos que en este caso, sea la fuerza o la diplomacia occidental la que quiera cambiar los hechos consumados.

Por su parte, el movimiento pacifista poderoso hace unas décadas, cuando se trataba de evitar el despliegue de misiles, la carrera armamentística o en el caso español cuando había una mayor comprensión  popular del significado de las bases militares, logró visualizar extensamente que la OTAN forma parte de una maquinaria de domininación externa, pero también interna, de fuerzas radicalmente capitalistas e imperiales, pero ahora ha menguado. La profesionalización de las fuerzas armadas, el hecho de que puedan morir los nuevos parias, personas con horizontes profesionales específicos e inmigrantes, que en el ejército tienen una oportunidad de promoción, ha desligado hasta cierto punto el compromiso social de lo que se hace en nuestro nombre.

Pero los rectores del sistema no descansan y nos preparan escenarios nuevos de sometimiento a los pueblos o a colectivos molestos. Por tanto, la batalla ideológica y de contrapoder continua.