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Crónica desde el arrasado campo de refugiados de Narh El Bared, norte de Líbano

Manuel Tapial, miembro de la Asociación Cultura y Paz Haydee Santamaría

Hace un año que acabó la guerra pero la crisis sigue. De las 37.000 personas que vivían en este campo solamente han podido volver 12.000 estando el resto de las personas distribuidas en otros campos de la zona. (…) La intervención del ejercito libanés en Nahed el Bared no se limitó a atacar a los grupos islámicos, fue un ataque contra toda la población palestina que aquí se alojaba: casas ocupadas por el ejercito, saqueadas y después quemadas, como la de Nidal (la habitación donde duermo tiene una leve capa de pintura blanca que no disimula el negro de las paredes), detenciones arbitrarias, torturas, etc.

www.culturaypaz.org
Fotos: Manuel Tapial

Narh el Bared

Hace un año que acabó la guerra pero la crisis sigue. De las 37.000 personas que vivían en este campo solamente han podido volver 12.000 estando el resto de las personas distribuidas en otros campos de la zona.

La versión de lo que aquí pasó varía en función de quien la cuenta aunque todas las versiones coinciden; "Líbano no quiere ni nacionalizar ni acoger a los palestinos hasta que recuperen su tierra y por lo tanto se tienen que marchar". La fuerza desproporcionada que se ha usado contra los grupos islámicos, compuestos por no más de 200 milicianos, hace obvia esta  afirmación. El antiguo campamento ha quedado soterrado bajo los escombros. Donde antes había calles que le llevaban a uno hasta la playa ahora se levanta una colina al borde del mar sobre la que destacan algunas ruinas con banderas palestinas en sus partes más altas.

El ejercito libanés gobierna los limites entre el campamento viejo, con terrenos pertenecientes a la UNRWA, y el campamento nuevo; una extensión del campamento viejo pero con terrenos comprados por los palestinos y  que también ha sufrido la desproporción de la masacre.
 
Las casas en ruinas podrían indicar una desesperanza y una perdida de ilusión, pero nada más lejos de la realidad. Un año después, los activistas sociales se han visto obligados a tener que releer sus manuales y los han adaptado al nuevo contexto buscando reorganizar una nueva sociedad que aquí ha surgido, obligada pero con mas libertad por la descomposición social que se ha generado tras los ataques. Las jóvenes pasean con plena libertad por el campo, indiferentes de ir acompañadas por un chico aunque la oscuridad las deje en penumbras... imagino las lindas historias de amor que entre las ruinas se han construido. Paseando por los limites de los campos intento hacer fotografías a las espaldas de la autoridad y el compañero que me guía, Nidal, me ruega que esconda la cámara... Sin discusión alguna, así hago. Ciertamente es desolador el panorama.

La intervención del ejercito libanés en Nahed el Bared no se limitó a atacar a los grupos islámicos, fue un ataque contra toda la población palestina que aquí se alojaba: casas ocupadas por el ejercito, saqueadas y después quemadas, como la de Nidal (la habitación donde duermo tiene una leve capa de pintura blanca que no disimula el negro de las paredes), detenciones arbitrarias, torturas, etc... La guerra es cruda pero cuando quien la practica es un gobierno y a su amparo tolera abusos y crímenes, pretendiendo quedar impune, eso tiene un nombre: "Terrorismo de Estado".

Los mas de 25.000 palestinos que aún quedan por volver están impacientes y para su llegada, compañeros como Nidal están preparando las infraestructuras necesarias para que el nuevo campamento cuente con unos mínimos servicios tanto deportivos para los mas jóvenes, como sanitarios para la población en general. En esta línea, los compañeros de Nidal acogen durante estos días y hasta el 18 de Julio un campo de trabajo organizado desde Bélgica, liderado por una extraordinaria mujer llamada Anee. Nueve jóvenes belgas han decidido pasar sus vacaciones ayudando en la reconstrucción de un centro sanitario. Todos los días desde las 8 de la mañana y hasta las 15h. dedican sus energías a la construcción de un muro de delimitación del centro de salud, asfaltan el suelo, hacen trabajos en colaboración con otros jóvenes palestinos fomentando un intercambio cultural basado en principios de solidaridad que me ha dejado de piedra por la valía y utilidad de la iniciativa.

Me comentaba Jon, uno de los compañeros de Anne en esta aventura que mientras desarrollan los trabajos, niños palestinos empatizan con ellos y les ayudan a mover los escombros, las mujeres les preguntan que qué van a construir ahí y cuando les dicen que es un centro medico estas les aplauden... sin duda este tipo de iniciativas suben el animo a los residentes, les levanta la moral el saber que no están solos y que desde Europa estamos con ellos, no solo moral o políticamente sino que también estamos dispuestos a venir aquí y compartir nuestro tiempo con ellos. En la tarde, me uní al grupo de belgas al que también se unió una japonesa trabajadora de una ONG y el grupo de jóvenes palestinos que colabora con un centro juvenil y entre todos, hacemos una dinámica de grupos. El desconocimiento del idioma no impide que toda la ternura de las acciones que durante el día hemos desarrollado, cada uno en función a lo que ha venido a hacer aquí, nos entendamos y comuniquemos para un mayor conocimiento de nosotros mismos y de la realidad del pueblo palestino. A modo de curso intensivo nos documentamos, aprendemos y convivimos.

En Nahr el Bared también he visto una voluntad irreductible de permanecer aquí: "Nos tendrán que matar a tod@s para echarnos del campo" es lo que oralmente afirma mas de un residente y lo que en la practica también parecen decir decenas de comercios levantados dentro de las ruinas de los edificios arrasados. Emociona tanta determinación. Los palestinos no pueden volver a su tierra, los palestinos no pueden ser ciudadanos de pleno derecho en los países que los acogen, los palestinos no pueden mas que vivir sobre ruinas permanentes... es lo que parecen decir los gobiernos Árabes, los gobiernos europeos y las diferentes administraciones norteamericanas que al fin y al cabo son los que pueden poner soluciones al conflicto. Ante esto los palestinos dicen: resistiremos, levantaremos nuestras casas sobre las ruinas de las anteriores, allá donde matasteis a nuestros hermanos educaremos a nuestros hijos, alla donde nos queráis callar gritaremos con más fuerza... 

Desde España, desde Bélgica y desde muchos rincones del mundo les ayudaremos e impulsaremos a que consigan sus derechos. Aquí estamos, contagiándonos de tanta determinación y fuerza en momentos adversos y duros para este pueblo condenado, asumiendo compromisos, aprendiendo a vivir y a compartir.

Las calles polvorientas y las casas ruinosas no son solo eso. Son un ejercicio de afirmación de la identidad, de afirmación de unas ideas basadas en el derecho que nosotros, los occidentales inventamos y que nos negamos a cumplir tomando posiciones del todo inmorales y por supuesto, injustas y en muchos casos ilegales.

Nahr El Bared sigue vivo y en pie. Aunque sus casas luzcan tristes y ruinosas, los espíritus de quienes allí viven siguen alegres y esperanzados. Ahora con ese ejemplo de dignidad, el resto de campos de refugiados palestinos de Líbano se han contagiado y tras ver lo sucedido en Narh El Bared, todos dicen a una; “!No pasarán!, para que el ejército entre en nuestros campos a destrozar nuestras casas, robar nuestros enseres, desarmarnos tendrán que matarnos y el sufrimiento se socializará". La experiencia en Narh El Bared ha servido para que el resto de los campos tome sus precauciones y despierten. En Ain El Helweh ya están preparados para defenderse, el muro que están construyendo en su exterior indica que hay planes para atacar ese campo y la tensión se nota en su interior .... Esperemos que si ese fatídico momento se da, desde diferentes rincones de Europa, seamos capaces de venir a manifestarnos en las puertas del campamento por la defensa no solo de su derecho a existir como refugiados sino también de sus vidas.

Desde Narh el Bared.......