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Los enemigos de Israel

Adrian Mac Liman

Entre los principales "peligros" izquierdistas destacan: el lingüista norteamericano de origen judío, Noam Chomsky, acusado por los extremistas árabes de ser agente encubierto de Israel (sic), y la organización Internacional ANSWER. Siguen otras entidades, aparentemente menos radicales, aunque también peligrosas como la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Partido Liberal canadiense, los medios de comunicación centristas, las iglesias y los manuales escolares editados en Occidente

Centro de Colaboraciones Solidarias-UCM

Concentración solidaria

Recuerdo que hace cuatro décadas, coincidiendo con el primer aniversario de la guerra de los “seis días”, el poeta francés Jacques Givet publicó un libro titulado ¿La izquierda contra Israel?. Militante socialista y ferviente sionista, el autor denunciaba a la vez que lamentaba la postura de los intelectuales galos, poco propensos, según él, a apoyar incondicionalmente la ocupación de los territorios árabes de Cisjordania, Gaza y Sinai por el ejército hebreo. Curiosamente, pocas voces críticas se alzaron en aquel entonces para rebatir los argumentos de Givet; el joven Estado judío aún no había celebrado el 20º aniversario de su creación.

Aquel extraño episodio volvió a mi mente hace unos días, al descubrir en la prensa anglosajona un artículo de Daniel Pipes dedicado a los 60 años de existencia del Estado de Israel. Conviene señalar que “míster” Pipes, conocido por su agresiva postura anti-árabe o, mejor dicho, anti islámica, se enorgullece de ser uno de los asesores del Presidente Bush para los temas de Oriente Medio.

Lo cierto es que el análisis socio-político-periodístico de Pipes no tiene desperdicio. El artículo empieza con una enumeración de peligros potenciales para la supervivencia del Estado judío, citando como ejemplo las armas de destrucción masiva, los ataques de los ejércitos convencionales, el terrorismo, la subversión interna, el bloqueo económico, la ofensiva demográfica de la población árabe y el desarme ideológico de la sociedad hebrea. A continuación, el articulista facilita un listado de “enemigos de Israel”, encabezado por… la Izquierda y los musulmanes. El tercer lugar lo ocupa la “irrelevante” derecha radical (léase racista).

Entre los principales “peligros” izquierdistas destacan: el lingüista norteamericano de origen judío, Noam Chomsky, acusado por los extremistas árabes de ser agente encubierto de Israel (sic), y la organización Internacional ANSWER. Siguen otras entidades, aparentemente menos radicales, aunque también peligrosas como la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Partido Liberal canadiense, los medios de comunicación centristas, las iglesias y los manuales escolares editados en Occidente. Pero hay más. Según Pipes, todas las fuerzas del mal antes mencionadas son simples juguetes manipulados por del principal artífice de la campaña antisionista: los musulmanes.

Al pasar revista a la postura de los vecinos del Estado judío, el asesor de Bush recuerda las campañas militares  llevadas a cabo por los países árabes en 1948, 1956, 1967, 1970 y 1973 para llegar a la conclusión de que los dos únicos Estados que suponen actualmente un peligro para Israel son… Irán y Siria. Curiosa coincidencia con la postura oficial del Departamento de Estado, que no descarta un posible operativo bélico contra el país de los ayatolás antes del final del mandato de George W. Bush a la vez que se empecina en mantener a Siria en la ‘lista negra’ de los Estados que apoyen el terrorismo. Y ello pese al confesado deseo de las autoridades de Tel Aviv de sellar cuanto antes las paces con Damasco. Para Washington, Siria sigue siendo uno de los factores de inestabilidad en la región, uno de los artífices ¡ay! del antiamericanismo de los árabes.

El segundo grupo de enemigos de Israel lo encabezan los palestinos de la diáspora, que lideran, según Pipes, la corriente de opinión anti-israelí orquestada por la izquierda y los musulmanes. El consejero de Bush les atribuye la autoría, directa o indirecta, de los ataques terroristas o  los disparos de misiles efectuados desde la Franja de Gaza contra el territorio israelí.

En tercer lugar se sitúan los árabes israelíes –unos 1,5 millones – que representan actualmente el 16 por ciento de la población del Estado. Estima el analista estadounidense que este ‘enemigo durmiente’ es el mayor detractor de la identidad y del carácter judíos del Estado, convirtiéndose en un auténtico peligro para el porvenir de Israel.

Daniel Pipes prefiere hacer caso omiso de las consideraciones de otra índole: ocupación militar, violación de los derechos humanos, tentación anexionista, radicalismo político o religioso, etc.  Lo cierto es que al pasar revista a ‘su’ listado de peligros potenciales, es obvio que en el 60 aniversario de su creación, Israel cuenta con muchos, con demasiados enemigos. Ni que decir tiene que, en este caso concreto, la culpa no es sólo de Chomsky ni de la Asamblea General de las Naciones Unidas.