Index | Palestina 2008
Actualidad
PALESTINA

Palestina

¿Boicotear o no boicotear? Esa es la cuestión

Aida Sánchez

Impedir que un Estado ocupe militarmente otro, frenar violaciones de los derechos internacionales, denunciar injusticias y abusos. ¿Es el boicot una forma de presión efectiva?

canalsolidario, 14-02-08

Por qué el boicot

¿Qué es un boicot?
Un boicot consiste en negarse a comprar, vender, o practicar alguna otra forma de relación comercial o de otro tipo con un individuo, un gobierno o una empresa considerados, por los participantes en el boicot, como autores de algo moralmente reprobable.

Esta reprobación puede adoptar diversas formas, dependiendo de su duración y alcance: un boicot puede orientarse a avergonzar al infractor antes que a castigarle económicamente. Cuando es generalizado y a largo plazo, se convierte en una táctica de consumo ético.

“Los boicots son un medio cívico para cambiar situaciones de injusticia y violencia institucional y avanzar hacia la justicia y la paz”, así de claro lo tienen en la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina, uno de los movimientos que más claramente se posicionan a favor del boicot a los productos israelís. “Así, mostramos nuestro rechazo a la ocupación sionista y apoyamos a los palestinos en su liberación”, explican.

Probablemente el boicot a Israel sea uno de los más conocidos y extendidos pero hay más. “¡Ni un céntimo para la guerra! ¡Boicot a Bush!” es, por ejemplo, el lema de la campaña que promueve el boicot a las multinacionales estadounidenses con conexión con el gobierno. Cuando se inició la guerra de Irak se pusieron en marcha un buen número de propuestas alrededor de los boicots a los productos estadounidenses. “Si la economía es la causa de la guerra: no la alimentes con tus compras” es el lema de la iniciativa Boycott Preventivo, que surge de la Plataforma Paremos la Guerra de Barcelona. En su página puedes encontrar un ’Manual del buen boicotista’ y aún te puedes adherir a sus campañas enviando un mail a la dirección boicot[arroba]debtwatch.org.

Poder y responsabilidad

“Como consumidores no queremos que nuestro dinero apoye guerras, destrucción del medio ambiente, ni violaciones de los derechos humanos”, afirman desde Mother Earth. Los movimientos y asociaciones que apoyan los boicots como prácticas solidarias inciden en que los ciudadanos y ciudadanas de los países democráticos tienen la capacidad de incidir políticamente en tanto que agentes de consumo. Pero a pesar de que la conciencia hacia el consumo crítico crece día a día, el boicot sigue generando reticencias y leyendas a su alrededor. Analizamos algunas verdades y mentiras sobre los boicots:

  # ¿El boicot perjudica a los gobiernos o a la población del país?
    “Los boicots ciudadanos no han conducido históricamente a la ruina de las empresas o países, sino a un cambio de sus políticas”, explica Sergio Medina, colaborador de Mother Eath.

  # ¿Los boicots destruyen puestos de trabajo?
    Según Medina, históricamente tampoco ha sido así. Pero, como explican la mayoría de movimientos boicotistas, en cualquier caso, no pueden anteponerse los puestos de trabajo a los derechos humanos.

  # ¿El comercio tiene algo que ver con la política? ¿Las empresas son culpables de lo que haga su gobierno?
    “El comercio sí tiene relación con la política, ¡y tanto!”, exclaman desde el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe (CSCA). Movimientos y entidades sociales coinciden en que la relación aún es mayor en casos de colonialismo. Por un lado, la política regula y favorece determinados tipos de comercio, y, por otro, el comercio tiene mucha capacidad de presión y persuasión sobre la política y quienes la dirigen, añaden.

  # ¿Sólo existen los boicots comerciales?
    No. De hecho, desde los movimientos sociales y asociaciones que animan a poner en práctica este tipo de práctica explican que el boicot económico a los productos debe combinarse con otro tipo de presión: el boicot cultural, deportivo y académico y el aislamiento social. Expulsar al país de las competiciones deportivas internacionales, que las organizaciones profesionales y académicas no cooperen con el país, boicotear las conferencias y los actos culturales o no hacer turismo en ese país son otras propuestas de boicot para forzar a los gobiernos a cambiar determinadas políticas.

    “Lo más importante es que todos los sectores de la sociedad perciban que las violaciones de derechos no son ignoradas ni vistas con indiferencia por la sociedad civil internacional, y que no serán tratados con normalidad mientras las injusticias perduren”, explican en la Red Solidaria contra la Ocupación Palestina.

  # ¿Es legal promover un boicot?
    Promover y participar en un boicot es legal en la práctica totalidad de los países desarrollados. En el Estado español sólo se aplican restricciones a determinadas organizaciones como los sindicatos, que no pueden ordenar el boicot a los proveedores de bienes y servicios de sus compañías.

  # ¿Es el boicot una forma de consumo responsable?
    Un boicot se considera normalmente como una acción puntual para corregir un acto destacadamente reprobable. Si se prolonga en el tiempo, o como parte de un programa amplio de concienciación o de reforma de la leyes o los regímenes, el boicot forma parte del llamado consumo ético o consumo responsable y se centra en los cambios a largo plazo de los hábitos de consumo.

  # ¿Un boicot es algo simbólico sin efectos reales?
    “Esto es lo que nos quieren hacer creer los que no quieren que actuemos y son cómplices de un buen número de injusticias que se cometen todos los días”, exclama Medina. Movimientos y entidades sociales coinciden en recordar casos de boicots con resultados positivos como el iniciado en 1995 por la Oficina Internacional para la Paz en oposición a las pruebas nucleares que se llevaban a cabo en la Polinesia Francesa. La industria vitícola francesa sufrió especialmente este boicot, debido a su popularidad internacional. Finalmente, el presidente de la República se comprometió a firmar un Tratado de prohibición total de pruebas nucleares, ratificado por Francia en abril de 1998.

    También destacan el caso del boicot contra el apartheid sudafricano que fue iniciado por personas y grupos independientes. “Creció lenta pero firmemente y al final se convirtió en un boicot total: económico, deportivo, cultural, académico y turístico. Sudáfrica fue obligada a cambiar”, afirman desde el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.

    A principios de los años noventa se iniciaron boicots en todo el mundo contra empresas como Shell, Kellogg’s y Coca Cola entre otras, para protestar contra las políticas racistas del gobierno sudafricano. Las compañías objeto del boicot promovieron decisiones de los accionistas exigiendo no operar en el país, acelerando la abolición del régimen segregacionista en 1994.

   “En ocasiones, la simple amenaza de un boicot puede hacer que una empresa ceda a las demandas de los que están dispuestos a boicotear”, explican desde Survival International, organización que amenazó a la compañía Scott Paper con un boicot, porque sus planes de establecer una plantación de eucaliptos y una planta procesadora de papel en Indonesia amenazaban la supervivencia de los pueblos indígenas. En respuesta al aviso, la empresa abandonó sus planes.

El boicot y las nuevas tecnologías

Los movimientos sociales boicotistas explican que una campaña de boicot tiene hoy muchas más posibilidades de éxito gracias a Internet, a través de sitios web, grupos de noticias o listas de correo. “El efecto ‘bola de nieve’ en Internet es muy rápido comparado con otros. Desde la década de los noventa, los boicots están mejor organizados y obtienen más atención de los medios que nunca. Como consecuencia, pueden ser muy eficaces en un periodo de tiempo más corto que anteriormente. Hoy en día, con Internet, un boicot de consumidores puede ser respaldado por cientos de millones de persones”, explican en Mother Earth.