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PILAR ESPINA. MÉDICA DEL MUNDO

Miguel SanMiguel Valduérteles

Pilar era una ciudadana comprometida con las causas justas. Fue miembro fundador del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe; en su viaje a Palestina, conoció las injusticias y las humillaciones que se cometían a diario con el pueblo palestino; también en Iraq vio el impacto de la guerra del Golfo, del embargo y de los efectos, sobre la población, del uranio empobrecido. (...) Y como la guerra no le era indiferente estaba, siempre, en las concentraciones con su bandera palestina.

CSCA

“Escucho a la naturaleza y al hombre con asombro…pero el dolor del hombre y la injusticia constante me evitan trasladar mi casa a las estrellas”. Federico García Lorca"

Pilar Espina

Pilar Espina se nos ha ido de viaje, a un largo viaje. Y es que  siempre que su trabajo de cirujana en el Hospital de Cabueñes se lo permitía, marchaba por el ancho mundo.”Vengo del monte, del mar” nos decía; allí practicaba el senderismo, la escalada, el esquí, el buceo; sobre todo iba mucho a Méjico, el país donde había nacido, porque sabía llorar y reír con su pueblo, con su gente.

En esos viajes gozaba, porque Pilar era toda vitalidad y entusiasmo, pero también observaba; y vio el dolor de muchos y lo vivió como suyo. Recogía así la tradición humanista de muchos médicos para quienes esta profesión no era una mera mercancía para alcanzar un estatus social. Hizo de su profesión un compromiso con la sanidad pública, porque, para ella, la salud era un derecho.
Sus largos viajes la ayudaron a sentirse ciudadana del mundo y hermana de todos. Para aliviar el sufrimiento de tantos  marchaba a Honduras, a Guatemala, a Mozambique, a Iraq, a Palestina, a Burkina Faso, a Camboya. Entonces no iba de turismo. Hacía horas extras en el hospital, no para ganar dinero sino para ganar tiempo libre, que luego dedicaba en su época de vacaciones a  operar en estos países; y es que Pilar, cuando veía el dolor a su lado no pasaba de largo.  De todo eso nos enterábamos por casualidad porque decía lo mínimo.  Y es que Pilar no iba de nada,  pues quizás sentía  que la “vanidad es indicio de pobre inteligencia”.

Pero además de médica, Pilar era una ciudadana comprometida con las causas justas. Fue miembro fundador del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe; en su viaje a Palestina, conoció las injusticias y las humillaciones que se cometían a diario con el pueblo palestino; también en Iraq vio el impacto de la guerra del Golfo, del embargo y  de los efectos, sobre la población, del uranio empobrecido. Por todo eso  Pilar estaba en el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.  Y como la guerra no le era indiferente estaba, siempre, en las concentraciones con su bandera palestina.

Cuando hace tres años le diagnosticaron el cáncer, nos dijo: tengo sólo un treinta por ciento de posibilidades de vivir. Pero eso no le arrugó el alma, siguió luchando para que las mujeres operadas de cáncer de mama asumieran lo mejor posible su situación. Y hasta la víspera de morir, Pilar siguió trabajando y viajando. Hacía suya la frase de D. Quijote de que “la mayor locura que puede cometer un hombre es dejarse morir sin más ni más”.
Y Pilar se nos ha ido. Por eso, los amigos, vivimos el duelo de su ausencia. Pero no se ha ido para siempre, porque no estará nunca en el olvido, pues el viaje de la generosidad no acaba nunca y se prolongará  en el recuerdo de todos los que la conocieron.

Miguel Ángel San Miguel Valduérteles
Comité de Solidaridad con la Causa Árabe

Gijón 23 de Diciembre de 2008