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PALESTINA

 

Tanto niño en Palestina. Crónica 3

IV Delegación Andaluza a Gaza y Cisjordania

De acuerdo con la teoría de la bomba demográfica, los niños y las niñas en Palestina son la mayor amenaza para el estado étnico judío de Israel

Fuente: CSCAweb, www.alqudsmalaga.org
Autora: Cristina Ruíz Cortina, Asociación Al Quds, Málaga

Delegación Andaluza

De acuerdo con la teoría de la bomba demográfica, los niños y las niñas en Palestina son la mayor amenaza para el estado étnico judío de Israel. Tanto es así que la última visita que hicimos en la zona fue a Umm al Fahn. Esta pequeña ciudad palestina es una de las amenazas para Israel ya que cuenta, todoa ella, con unos 45.000 habitantes todos ellos de origen palestino. Las malas lenguas dicen que más del 20% de la población es menor de 20 años. Toda una amenaza en regla. Este hermoso pueblo que crece entre los mismos olivares que crece Jenín, Yamun, Nablús o Qabatiya fue separado de sus vecinos por alambradas electrificadas y caminos militares, perdiendo así la convivencia con parte de su propia gente. El ahora ministro de Asuntos Estratégicos, Avigdor Lieberman, que ya se hizo famoso por decir en el año 2003 que pondría él mismo autobuses para llevar a los miles de presos palestinos al mar Muerto y ahogarlos allí y que cada día gesta nuevos planes para expulsar a la población palestina, es ahora el teórico de la "transferencia" que plantea que Umm al Fahn y en general toda la zona de Wadi Ara sea transferida a la Autoridad Palestina a cambio de los principales asentamientos en el entorno de Jerusalén y en el interior de la Cisjordania ocupada. Los habitantes de esta zona no sólo dicen que no son moneda de cambio, sino que son ciudadanos legales de un estado, mientras que las colonias son ilegales y deben desmantelarse por sí mismas, por la esencia misma por la que fueron creadas. A la salida de Umm al Fahn, apenas hay que andar medio kilómetro para descubrir cómo se cierran los caminos, cómo se ponen cercas al monte. Alambradas, puertas metálicas, coches militares y carteles que te anuncian que tu vida corre peligro si osas pasar. Nuestra estancia allí duró unos minutos ya que pronto los soldados se acercaron para intimidar nuestra presencia y hacernos marchar.

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Y es que el problema son los niños y la pérdida del carácter étnico de Israel. Todo un lujo racista que la comunidad internacional tolera y apoya sin mayores aspavientos.

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Y es cierto que los niños, con sus cuitas, sus sueños y sus dolores están siempre ahí. Los niños palestinos como reflejo de una sociedad empobrecida, dolorida, castigada, mermada por la muerte y la cárcel, rodeada por el muro, están ahí, para recordarnos que son ellos los que heredarán la desgracia si no lo impedimos antes. Son ellos los que nos miran a veces con dureza y a veces con alegría. Los que sufren desnutrición rampante en Gaza, los que acompañan a sus madres a las manifestaciones por la liberación de los presos, los que ayudan a aliviar la economía aportando parte del trabajo, los que trepan el muro para buscar el horizonte y la puesta de sol.  Nosotros los hemos fotografíado para que su imagen sirva también de denuncia: el pequeño que lleva la foto de su padre preso en el carrito infantil; el que camina a lo largo del imponente muro, solo, de regreso de la escuela (hubo suerte esa tarde estaba abierta la puerta del muro); los que trepan la imponente mole de hormigón huyendo de la miseria de las casas destruidas en su entorno y desafiando al ocupante.

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Los que heredarán la violencia están retratados, en una imagen espontánea de niños que juegan a lo que ven cotidianamente. Nos miran y sonríen mientras empuñan un arma de plástico en una escena que no puede dejar de producirme escalofríos. De esos hemos visto algunos en Nablus y Jenin, de donde es también el kiosko que vende chucherías y juguetes, y que, como si fuera un árbol de navidad, colocó un kalasnikof por estrella, para que nadie se llame a engaño.

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Pero como siempre, ante la perspectiva de una foto, de unas sonrisas, de un juego excepcional, surge el revuelo de los niños del barrio. Y así, en Hebrón, junto a la alambrada que cierra la mezquita de Ibrahim, tomamos estas hermosas fotos  donde la belleza es protagonista. Niñas y niños se ríen, posan, bailan y juegan con los extranjeros que creen que en las fotos llevan la esencia del dolor de Palestina. Hermosas mujeres de ojos brillantes  siguen la escena con ternura desde los balcones mientras el sol da por finalizado un día más en esta parte del mundo.

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Son imágenes tomadas en un día de huelga general y represión, junto a las alambradas, en una de las ciudades más duras de la tierra.

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