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Crónica de Viaje a Palestina 2
Octubre

Cristina Ruíz Cortina

En 1957 Israel decidió el cierre militar de una zona de las mejores tierras de los pueblos palestinos de Deir al Asad, Bi'ina y Nafh, en pleno corazón de la Galilea. Desde entonces la gente dejó de tener acceso a los montes y campos; se prohibió la cosecha y el pastoreo, el acceso por los caminos y la recolección de los frutos de los bosques de la zona

Fuente: CSCA, www.alqudsmalaga.org

En 1957 Israel decidió el cierre militar de una zona de las mejores tierras de los pueblos palestinos de Deir al Asad, Bi'ina y Nafh, en pleno corazón de la Galilea. Desde entonces la gente dejó de tener acceso a los montes y campos; se prohibió la cosecha y el pastoreo, el acceso por los caminos y la recolección de los frutos de los bosques de la zona. Cinco años después Israel expropió las tierras que había mantenido bajo un férreo cierre militar bajo la excusa de que no estaban en uso. Las manifestaciones y huelgas de los campesinos y de los habitantes palestinos de los pueblos circundantes fueron grandes y duraron más de 10 años. Muchos de los dirigentes acabaron en tribunales militares.
 
 En estas tierras supuestamente abandonadas crece hoy la ciudad de Karmiel, conocida por su festival de danza anual. Desde el inicio los palestinos han querido acceder, al menos, a una vivienda en sus tierras expropiadas, pero el ministro de la vivienda dijo en el Knesset que Karmiel no estaba siendo construida para solucionar los problemas de los pueblos de alrededor. Como si Karmiel no hubiera sido construida en las tierras ilegalmente expropiadas a los pueblos de alrededor.
 
Hoy es una ciudad moderna y limpia donde viven muchos inmigrantes de la antigua Unión Soviética y quien accede a una vivienda allí aún encuentra ayudas especiales. Desde Karmiel se ven los poblados y despoblados palestinos de alrededor. Ni siquiera hay que moverse mucho para encontrarse con el pueblo de Remye, que tiene los días contados. Remye es un pueblo no reconocido que está cediendo, a golpe de buldózer, sus tierras a Karmiel. Apenas cuenta con una manguera que abastece de agua al poblado. Los niños y niñas de Remye no tienen escuela  ni y tampoco la tienen en Karmiel; tienen que caminar hasta buscar el autobús que les lleve a otro pueblo palestino de la zona. Dicen sus habitantes que Remye vive un infierno cuando los israelíes lo deciden. No sólo porque sobre ellos pesa la orden de demolición y porque carecen de todo tipo de infraestructuras, sino porque cuando hay alguna fiesta judía, alguna alarma o cualquier cosa, sus habitantes no pueden salir de allí, hasta el punto de que le tiran piedras a los niños si osan salir, por ejemplo, el "sagrado" día de Yom Kippur.

Las historias de Karmiel y de Remye no son muy distintas de otras muchas, desgraciadamente. Pero la envío para que sirvan de introducción, simplemente a las fotos que tomé allí. Una es la de un niño que se asoma curioso a la ventana de su chabola a punto de desaparecer bajo la demoledora política de planeamiento de Karmiel.

Y las otras dos son dos rotondas de este asentamiento que debería ser considerado casi tan ilegal como los otros, pues, igualmente, se ha levantado sobre tierras palestinas, en un estado de derecho que solo le reconoce los derechos a los judíos. A la entrada de Karmiel unas palomas sobrevuelan sobre una roca. El símbolo de la paz está sospechosamente presente en muchos asentamientos dentro y fuera de los Territorios Palestinos. Es para morirse tanto cinismo. El peor es la gran paloma de Maale Adumin, que, bajo sus alas acoge y protege al planeta tierra.

En esta política intencionada de símbolo e imágenes que buscan, supongo, normalizar la conciencia de sus habitantes, no podía faltar la escena bucólica de las mujeres palestinas con los cántaros de agua junto al pozo. Es lo que queda de ellas. Antes las expulsaron. Ahora son figuras de metal que decoran la rotonda, una imagen de lo que existió y ellos destruyeron, exactamente allí también; y de lo que destruyen cada día en los pueblos palestinos.

Le pedí al chófer volver por allí para tomar la foto; no me lo podía creer. Si uno conoce un poco la historia de la represión y las leyes militares en los pueblos árabes de Galilea; o si sigue simplemente las noticias de los periódicos, o si simplemente escuchan a los colonos que hay que matar a los palestinos o expulsarlos no puede menos que sentir un gran desconcierto ante la gran capacidad de cinismo de esta gente. A un lado de Karmiel, el pueblo de Remye será demolido y expulsado, como lo fueron otros. Al otro lado, mujeres palestinas de metal forman parte de una escena popular que no podía menos que estar ligado al agua, para rizar el rizo, pues el agua, desde la creación de Israel, ha estado controlada por leyes militares que garantizan que, el 80% de los recursos acuíferos van a parar a la población judía. Y así poder regar, por ejemplo, el césped que tapiza estas "lindas" rontondas.