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El sector de la construcción en Israel hoy

Obra en construcción: escenario del crimen perfecto

El pasado 7 de diciembre, dos trabajadores moldavos se mataron al caer del octavo piso de un edificio en construcción en Rishon LeZion. El ministerio de Industria, Comercio y Trabajo se apresuró a encontrar alguien a quien inculpar. A juzgar por anteriores experiencias, diríase que las obras de la construcción son "escenarios del crimen perfecto", pues en la mayoría de los casos no se considerará a nadie responsable. En el mejor de ellos, se culpa a la víctima de su muerte

Asma Agbarieh-Zahalka*
Fonte: www.workersadvicecenter.org

Esa misma jornada era la primera de paro para Munir Kaawar, de Kufr Qara. Fue despedido junto a otras 17 personas del grupo de obreros de la construcción de los que es capataz. Kaawar y su grupo fueron contratados por una empresa constructora en junio de 2006 gracias a la asistencia del Centro de Asesoría a Trabajadores (Workers Advice Center - WAC). Como empleados de una constructora, tenían derecho a todas las prestaciones sociales de acuerdo con el convenio colectivo, sin olvidar el pago de las pensiones. El edificio en construcción se concluyó a la perfección y su labor recibió grandes elogios, a pesar de lo cual fueron despedidos, pues a la empresa le sale más a cuenta contratar a emigrantes ("trabajadores extranjeros") y echar mano de agencias de recursos humanos y contratistas.

 El caso de Kaawar es reflejo de un fenómeno más amplio, el de la destrucción del sindicalismo organizado en el sector de la construcción israelí. El resultado inmediato de este proceso, en el que están implicados tanto el gobierno como las constructoras, se puede observar en la escandalosa estadística según la cual el 45% de los accidentes laborales con resultado de muerte suceden en el sector de la construcción, aunque sus trabajadores sólo contabilizan el 10% del total de la fuerza laboral israelí.

 Kaawar trabajó toda su vida en un entorno sindical organizado. A mediados de los 90, al comienzo de la ola de privatización y globalización, fue despedido, al igual que otros 30.000 trabajadores árabes, reemplazados por mano de obra inmigrante. Los trabajadores locales se quedaron sin empleo o se vieron obligados a trabajar a través de agencias de recursos humanos, sin prestaciones sociales. En el 2002, Kaawar consiguió volver a un entorno sindical organizado con Solel Boneh, junto a otros 500 trabajadores, gracias al proyecto de colocación de WAC.
 Este proyecto de colocación fue una respuesta exitosa a las afirmaciones de los constructores según las cuales "no hay obereros de la construcción locales": Solel Boneh dio empleo a trabajadores del WAC y les garantizó prestaciones sociales plenas de acuerdo con el convenio colectivo. Sin embargo, la luna de miel con Solel Boneh duró poco. Aunque los obreros fueron muy elogiados y construyeron muchos edificios notables, parece que sus capacidades resultaban "demasiado caras". Después de dos años, fueron despedidos por Solel Boneh y substituidos por mano de obra emigrante y trabajadores de agencias de recursos humanos. Las constructoras son incapaces de resistir la tentación del trabajo barato de origen foráneo y sin derechos, así como del abundante trabajo contratado, empleado en condiciones vergonzosas mientras el gobierno mira hacia otro lado.

 El coste del equipo de seguridad no es elevado. Yehiel Rosenfeld, profesor asociado de la Facultad de Ingeniería Ambiental y Civil del Technion de Haifa, estima que este coste no va más allá del 1% de los costes del proyecto. Sin embargo, los tiburones inmobiliarios, así como las principales constructoras, tratan de reducir los costes al mínimo. Así pues, transfieren el trabajo a contratistas cuyo beneficio es extrtemadamente pequeño (3-4%). Para estos contratistas, hasta los gastos de un 1% son difíciles de soportar. El resultado es que aumentan los accidentes laborales debido a las negligencias y a la ausencia incluso de los más elementales equipos de seguridad básica.

 Los accidentes laborales no sólo suponen un desastre para los cientos de trabajadores heridos o muertos cada año. También suponen un gravamen oneroso para la economía. Según el profesor Rosenfeld, "decenas de miles de trabajadores reciben indemnizaciones a causa de accidentes laborales y la Seguridad Nacional paga todos los años miles de millones de shekels a las víctimas y a sus familiares".

 Por otra parte, las empresas de construcción se benefician de la actual situación. Los precios inmobiliarios reales se disparan mientras caen los costes del empleo a medida que se destruye el sindicalismo organizado. Los costes reales los asumen los trabajadores, que sólo aparecen cuando mueren tras caer al vacío, solos y anónimos.

    * Asma Agbarieh-Zahalka es coordinadora de la campaña de seguridad de la WAC
Página en la red: www.workersadvicecenter.org