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15 de Mayo de 1948: Al-Nakba, la catástrofe palestina

Juventud palestina de Concepción: 14 de mayo, 2006
CSCAweb: 17 de mayo, 2006

"Ve y llévate el ultimo pedazo de mi tierra,
Abandona mi cuerpo joven en mazmorras,
Saquea mi herencia,
Quema mis libros,
Alimenta tus perros con mis peces,
Ve y esparce tu red de espanto
Sobre los techos de mi aldea,
Enemigo del hombre,
No habrá tregua
Y habré de pelear hasta el fin,
Así apagues tus fuegos en mis ojos,
Así me llenes de angustia,
Así falsifiques mis monedas,
O cortes de raíz la sonrisa de mis hijos,
Así levantes mil paredes,
Y clavetees mis ojos humillados,
Enemigo del hombre,
No habrá tregua
Y habré de pelear hasta el fin"

Samih Al Qasem

Cuando hablamos del Nakba, a todos los palestinos se nos retuerce el corazón y nos inunda un sentir de dolor y pesar, ya que fue un 15 de Mayo de 1948 cuando comienza la catástrofe Palestina. Fue en esta fecha, hace 58 años, cuando se declaró el nacimiento del Estado de Israel sobre un suelo ocupado por su población autóctona, los árabes palestinos.

Es muy difícil para un pueblo olvidar el origen de su actual sufrimiento. La sociedad palestina fue destruida por intereses imperialistas y colonialistas de manos del sionismo mundial. Masacres como las de Deir Yassin, la dinamitación del Hotel King David en Jerusalem, la masacre de los poblados de Led y Ramleh, son algunos ejemplos de las actividades de terrorismo sionista sobre la población palestina para poder concretar la creación del Estado de Israel.

Comunidades palestinas completas fueron arrasadas. Más de 800.000 palestinos fueron obligados a salir de sus ancestrales tierras para dar cabida a inmigrantes judíos, venidos de todo el mundo, principalmente de Europa, quienes, escapando de las persecuciones nazis, vieron en Palestina una solución a sus problemas. Palestina fue, hasta 1948, una región netamente árabe. No obstante, cohabitaban pacíficamente con comunidades minoritarias, como la comunidad judía, entre otras más. Para la creación de un "Estado Judío" era inevitable la expulsión de la mayoría árabe, es decir, provocar, mediante el uso de la fuerza, el exilio colectivo de la población nativa: los palestinos. Así es como explica los sucesos el historiador israelí, Benny Morris, quién señala que "durante la mayor parte de 1948, las ideas sobre cómo consolidar y eternizar el exilio palestino comenzaron a cristalizar, y se percibió de inmediato que la destrucción de aldeas era un medio primario para lograr ese objetivo".

La Intifada palestina es quien reivindica hoy los derechos de esos hombres y mujeres que fueron expulsados y obligados al destierro en 1948. No es posible que Israel aún no reconozca su responsabilidad moral por la cuestión de los refugiados. Pilar fundamental en la solución de este conflicto es el derecho al retorno, uno de los principales baluartes de la lucha Palestina. Sin este derecho, no habrá paz, ya que se entiende como un derecho natural incluido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la 4º Convención de Ginebra y en la Resolución 194 de la Asamblea General de la ONU. Nadie tiene el derecho a decidir el futuro de quienes fueron expulsados contra su voluntad y por medio de la fuerza, nadie excepto el mismo expulsado y/o exiliado. Quién acepte la existencia de Israel, debe aprender a aceptarlo con su historia y la carga que esta implica. Quién acepte a Israel, debe entender que nació por medio de la violencia, a punta de pistola, con masacres, expulsiones masivas, asesinatos y violaciones a los derechos humanos, lo que se mantiene hasta hoy. Como dijera el ex Primer Ministro de Israel, Moshe Dayan, en sus memorias, cuando señala "no hay ninguna aldea, pueblo o ciudad en Israel que hoy no tenga un nombre hebreo, que antes no tuviera un nombre árabe. Debemos reconocer que nuestro país lo hemos construido sobre los árabes".

Los padres fundadores de Israel, tales como Menahem Begin, Ben Gurion y Ariel Sharon, han intentado ocultar a las futuras generaciones de israelitas la realidad de cómo surgió el moderno y actual Estado judío. Han intentando culpar a los palestinos de su propia desgracia y, por ende, no asumir ninguna responsabilidad en sus hechos y dejando actuar, cuando dichas bases sionistas han sido desmitificadas, la ley de los hechos consumados. La negativa israelí a aceptar el retorno palestino, bajo la explicación de que esto puede "alterar la demografía del Estado judío", es considerable a lo menos racista. Negar el retorno a los palestinos expulsados hace medio siglo y paralelamente llevar a cabo la "Ley del Retorno", con la que cualquier judío del mundo puede obtener la nacionalidad israelí, es un acto a lo menos inhumano y desproporcionado.

Israel ha celebrado 58 años desde su nacimiento. En Palestina, en el sur del Líbano, en Siria y en Jordania los campamentos de refugiados serán cubiertos por un intenso luto. El recuerdo de sus casas, hoy demolidas u ocupadas por inmigrantes judíos, la sombra de los valles de Galilea que aún mantienen sus árboles cargados de fruta que nadie recoge, las imágenes imborrables de miles de personas saltando al mar en su desesperación o, simplemente, mantener las llaves de la casa perdida colgadas en la puerta de las carpas de refugiados, son símbolos de una realidad nacional que nadie puede esconder.

Uno de los grandes errores actuales es que se ha reducido el conflicto palestino-israelí a un tema de tierras, cuando lo que se encuentra en juego es mucho más que eso. La destrucción de una sociedad es un genocidio, y eso no se termina entregando un porcentaje más o uno menos de Cisjordania o Gaza. Israel debe entender que su lucha es inviable porque a los palestinos ya no nos hicieron desaparecer. En ese sentido, las desafortunadas frases históricas del sionismo como "está claro que no hay sitio para ambos pueblos" (Joseph Weitz, 1940); "¿Cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay nadie a quien devolvérselos. No hay tal cosa llamada palestinos" (Golda Meier, 1969); "Dejen que yo haga el trabajo sucio; dejen que con mi cañón y mi napalm quite a los indios las ganas de arrancar las cabelleras de nuestros hijos" (Ariel Sharon, 1982); o "Hay que causar daño a las familias de los terroristas y no sólo a sus casas: ofrecer un premio en dinero para quienes brinden información y enterrarlos envueltos en piel de cerdo o con sangre de cerdo, para volverlos impuros" (Guideon Ezra, 2001) son sólo parte de una retórica fallida.

Israel ha fracasado en su intento y cada Al Nakba se lo recuerdan nueve millones de palestinos y millones de personas en el mundo entero. Han pasado 58 años en que Palestina se ha convertido en un espejo con un doble reflejo. Mientras unos celebrarán este 15 de Mayo como un día de fiesta e independencia nacional, otros se vestirán de luto para recordar el día que fue y marcó el inició de la mayor catástrofe que a sufrido el pueblo palestino, el Nakba.

"Ve y llévate el ultimo pedazo de mi tierra,
Abandona mi cuerpo joven en mazmorras,
Saquea mi herencia,
Quema mis libros,
Alimenta tus perros con mis peces,
Ve y esparce tu red de espanto
Sobre los techos de mi aldea,
Enemigo del hombre,
No habrá tregua
Y habré de pelear hasta el fin,
Así apagues tus fuegos en mis ojos,
Así me llenes de angustia,
Así falsifiques mis monedas,
O cortes de raíz la sonrisa de mis hijos,
Así levantes mil paredes,
Y clavetees mis ojos humillados,
Enemigo del hombre,
No habrá tregua
Y habré de pelear hasta el fin"

Samih Al Qasem