Provocación israelí
en la Jerusalén ocupada
José Verdú*
Sodepaz
/ CSCAweb: 9-02-07
"La
gente corría de un lado a otro tras la orden del soldado,
pero las puertas no se abrían, una verdadera tortura psicológica
que duró cerca de una hora, con disparos permanentes de
fondo para hacer frente a niños con piedras."
El inicio de la estancia de
los dos compañeros de Sodepaz -llegamos el lunes día
5- fue más tranquilo de lo esperado, demasiado tranquilo,
casi extraño para estar en los territorios ocupados.
Estabamos sorprendidos con
la facilidad con la que entramos en el aeropuerto de Ben Gurion,
la escasa cantidad de soldados en las calles de Jerusalén
y en los check points, la facilidad con que pasamos el
primero de estos para cruzar desde Jerusalén a Ramallah,
el Qalandia check point, donde ni siquiera tuvimos que
mostrar el pasaporte. La mañana en Ramallah igualmente
tranquila, planificando las actividades, reuniones y entrevistas
a realizar durante nuestra estancia.
Sin embargo, la calma solo
era el preludio de una nueva tormenta, esta vez de invierno,
provocada por Israel. Ayer al mediodía, mientras realizábamos
la primera de esas entrevistas a un representante de Fatah en
Ramallah, Saleh, un compañero del PHG, nos informo de
que Israel había derribado uno de los muros que rodea
la mezquita de Al Aqsa, con la excusa de las excavaciones arqueológicas.
No está confirmado el impacto en la explanada.
Finalizamos la entrevista y
rápidamente nos dirigimos hacia Qalandia con Saleh. Allí
Israel pasaba de la provocación sagrada a la enésima
potencia a la acción militar con carros blindados entrando
en la ciudad, con soldados abriendo fuego contra una multitud
de niños que se defendían con piedras. Cuando llegamos
al chekpoint, nos encontramos con personas que se amontonaban
en la puerta de salida elegida por los soldados, mientras la
voz de uno de ellos daba la orden de moverse hacia la puerta
contigua, que debía ser la siguiente en abrirse. La gente
corría de un lado a otro tras la orden del soldado, pero
las puertas no se abrían, una verdadera tortura psicológica
que duró cerca de una hora, con disparos permanentes de
fondo para hacer frente a niños con piedras. Cuando conseguimos
pasar, tomamos un taxi para dirigirnos hacia la Ciudad Vieja.
Allí los soldados habían acordonado todo el perímetro
que rodea la mezquita impidiendo el paso. Junto a la muralla
más cercana a la mezquita de Al Aqsa un grupo de musulmanes
oraban frente a los soldados, como actitud de repulsa a la actitud
de Israel.
La explanada de las mezquitas
permanecerá cerrada por cuatro días y aunque hoy
han parado mañana continuarán con las excavaciones.
Hoy sin embargo todo estaba
más tranquilo, sin embargo las respuestas a una provocación
como ésta son imprevisibles. Alguna gente habla incluso
de una tercera Intifada. Esperemos que no salte la chispa
o que por lo menos no sea una respuesta integral, porque creo
que es lo que menos necesita la población palestina hoy,
cuando están empezando las reuniones para lograr cierta
cohesión frente a la ruptura y las luchas internas.
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