La doble ignorancia del Islam
y de la libertad
Soheib Bencheikh*
Femmes
Sous Lois Musulmanes, 6 de febrero, 2006
CSCAweb, 10 de febrero, 2006
Traducción del francés: Yolanda Rouiller (Mujeres
de Negro)
"Cuando
ciertos países árabes boicotean con medidas diplomáticas
y económicas a Dinamarca, país tranquilo y pacifico,
¿qué pensar de su docilidad frente a los Estados
Unidos a quien están desgraciadamente entregados, maniatados?"
A consecuencia de la publicación
de unas caricaturas con respecto a la persona del Profeta, por
razones probablemente malintencionadas, la reacción de
ciertos musulmanes se sitúa más allá del
surrealismo.
Unos regímenes "musulmanes"
y ciertas organizaciones "islámicas" como la
UOIF (Unión de las Organizaciones Islámicas de
Francia) en Francia por ejemplo, llegan hasta la exigencia patética
de excusas solemnes de los jefes de gobierno de los países
donde se han publicado las caricaturas. En Francia el acontecimiento
ha tomado grandes proporciones.
Esta reivindicación
insólita desde tiempo remoto, nos plantea muchos interrogantes
¿Ignoran estos musulmanes
la enseñanza coránica que nos incita a trascender
las polémicas? ¿No tienen en su corazón
el versículo, "y cuando ellos (los creyentes) son
increpados por los ignorantes, dicen: Paz"? ¿No saben
que el Profeta mismo sufrió las angustias y las injurias
más humillantes? Cuando los politeístas de su época
le calificaban de fabulador e impostor, no les torció
el cuello sino que les respondió: "Dios será
nuestro juez el día de la retribución."
¿Ignoran estos musulmanes
que el Islam que tradujo y estudió las filosofías
más ateístas y que argumentó frente a las
ideologías más temibles, destructoras y sembradoras
de dudas, no puede temblar hoy frente a un dibujo caricaturesco
y de mal gusto?
Sin embargo una religión
segura de sí misma, convencida de su solidez, no puede
huir de las críticas y los cuestionamientos. Entonces
¿cómo quieren que las bases del Islam vacilen hoy
frente a una fútil provocación?
En cuanto
a la otra ignorancia, es todavía más grave
¿Ignoran estos musulmanes
que la más completa libertad de expresión es un
edificio común a todos los pensamientos, construido por
todas las convicciones, incluso las más contradictorias
e inasimilables? Todo humano tiene derecho de ser aceptado, que
sea hermoso o feo, loco o cuerdo, provocador o responsable. ¿Hace
falta recordar que es gracias a esta misma libertad de expresión
que el Islam mismo puede hacerse oír en todo momento en
los países democráticos? ¿Quien impide a
un musulmán, en Francia o en otros sitios de Europa, proponer
sus valores? ¿Quien pone trabas a un creyente que quiere
publicar sus convicciones? ¿No está permitido a
todos los ciudadanos, incluido a los musulmanes, criticar cualquier
proyecto o promover cualquier acción?
Ahora que el Islam no tiene
buena prensa en Occidente, es gracias a esta misma libertad de
expresión como los musulmanes podemos defendernos plenamente.
Mi sorpresa es grande cuando
veo que toda una movilización diplomática, inédita
en la historia de los países musulmanes, se pone en marcha
para presionar a jefes de Estados y de Gobiernos con el fin de
obtener sus excusas y su mea culpa. No obstante, estos
mismos gobiernos y estos mismos jefes de Estado no han quedado
fuera del alcance de la sátira más hiriente y de
la caricatura más cáustica.
Cuando ciertos países
árabes boicotean con medidas diplomáticas y económicas
a Dinamarca, país tranquilo y pacifico, ¿qué
pensar de su docilidad frente a los Estados Unidos a quien están
desgraciadamente entregados, maniatados?
En cuanto al apoyo de los
rabinos y la Iglesia en Francia, no puede más que suscitar
los vivos y sinceros agradecimientos de los musulmanes por esta
solidaridad abierta. Pero nos gustaría tenerla también
para los hombres y mujeres, musulmanes de Palestina, Irak, Chechenia
y de otras partes, privados de sus derechos fundamentales y víctimas
de atropellos a su dignidad.
El verdadero debate está
en otra parte. Se trata, en realidad de la yuxtaposición
de dos derechos absolutos: el derecho a tener convicciones religiosas
completamente respetadas, no fustigadas ni estigmatizadas y el
derecho a expresarse en todo momento, principalmente para comentar
o criticar proyectos sociales concretos y acciones políticas
palpables. En cuanto a la convicción íntima o metafísica
de la gente, no sé si es de la competencia de la libertad
de expresión.
¡Reflexionemos!
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