Espejismos
Adrián Mac
Liman*
Centro
de Colaboraciones Solidarias** / CSCAweb 29 de junio de 2005
"Muchos
analistas internacionales están persuadidos de que el
Gabinete Sharon no tiene intención alguna de abordar el
tema de Cisjordania. Al contrario, hay cada vez más indicios
que apuntan hacia una posible congelación de las negociaciones
israelo-palestinas tras la retirada de Gaza. Subsiste, pues,
el interrogante: ¿y el proceso de paz avalado por la
Casa Blanca? ¿Proceso de paz? ¡Ay, espejismos!"
Con innegable y a la vez inexplicable
júbilo acogieron los medios de comunicación occidentales
la decisión de las autoridades hebreas de derribar los
asentamientos de la Franja de Gaza tras la evacuación
de los 7.400 colonos, prevista a partir del 15 de agosto próximo.
Con júbilo y con una inusual dosis de amnesia informativa,
haciendo caso omiso de las infructuosas gestiones llevadas a
cabo hace apenas unos meses por el Gabinete Sharon con la Agencia
de las Naciones Unidas para la Protección de los Refugiados
Palestinos (UNWRA) y la propia UE que, según las autoridades
de Tel Aviv, debían haber desempeñado el poco apetecible
papel de "agencia de alquileres" de las propiedades
de los colonos.
Con júbilo acogió
la prensa occidental la reciente visita relámpago a la
región de la Secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza
Rice, quien logró desbloquear las escasas y tensas relaciones
entre el Primer Ministro israelí, Ariel Sharon, y el Presidente
palestino, Mahmud Abbas. Los dos políticos volvieron a
encontrarse esta semana en Jerusalén, para pasar revista
a los acontecimientos registrados desde la celebración,
hace cuatro meses, de la "histórica" cumbre
de Sharm el Sheik.
En principio, la reunión
debían servir para acercar las posturas de Israel y la
ANP ante el plan de evacuación de Gaza, proyecto que dejó
de ser una simple iniciativa "unilateral", para convertirse
en una acción concertada, "compatible con el espíritu
y la letra de la hoja de ruta" (Sharon dixit). ¿Otro
espejismo?
Nada tiene que ver la marcha
de los colonos con el documento elaborado en su momento por el
Cuarteto de Madrid. Nada o muy poco. La iniciativa de abandonar
la Franja de Gaza surgió a comienzos de la década
de los 90, es decir, durante la primera Intifada, cuando los
israelíes optaron por la solución más cómoda
y pragmática: la retirada de Gaza que suponía el
posible redespliegue de los casi 12.000 efectivos destacados
a la Franja para la protección de unos 7.400 colonos,
una sustanciosa reducción de la carga financiera que implicaba
este impopular operativo, así como la posibilidad de reasignar
los fondos muchos millones de dólares a la
"seguridad" de los asentamientos de Cisjordania. Sin
embargo, los mensajeros del Gobierno de Tel Aviv, acogidos en
Túnez por la plana mayor de la OLP, regresaron a casa
con una inesperada contrapropuesta: "Arafat quiere, además
de Gaza, parte del territorio cisjordano". En los Acuerdos
de Oslo, la retirada de la Franja está vinculada a la
autonomía del minúsculo oasis de Jericó.
¡Ay, espejismos!
Huelga decir que la reunión
entre Sharon y Abu Mazen sólo sirvió para hacer
el repaso de algunas cuestiones de seguridad. El ex general le
prometió al Presidente palestino la devolución,
en un plazo de dos semanas, de las ciudades de Belén y
Kalquilia a cambio de la aplicación de medidas más
contundentes de lucha contra el terrorismo.
Fiel a sus promesas electorales,
el líder del Likud no se molestó siquiera en abordar
la cuestión de la retirada de las tropas hebreas de Cisjordania
o del cada vez más hipotético desmantelamiento
de las colonias judías de "Judea y Samaria".
No hay que extrañarse; Ariel Sharon es partidario de la
expansión de la soberanía israelí a Ariel,
Malé Adumim y Gush Etzion, los tres grandes bloques de
asentamientos situados en el Norte, centro y Sur de Cisjordania.
Estiman los politólogos y estrategas que sus designios
cuentan de antemano con el visto bueno de la Administración
estadounidense. En efecto, el propio Presidente Bush aludió
en uno de sus discursos a la "nueva situación in
situ", dejando entender que la Casa Blanca avalaría
la modificación de las condiciones impuestas a Israel
por los foros internacionales.
La aplicación del plan
Sharon acabaría con la unidad territorial de Cisjordania
y reduciría aún más la extensión
geográfica del futuro Estado palestino. Recordemos que
el territorio asignado a la ANP representa un escaso 22 por ciento
de la Palestina histórica.
Muchos analistas internacionales
están persuadidos de que el Gabinete Sharon no tiene intención
alguna de abordar el tema de Cisjordania. Al contrario, hay cada
vez más indicios que apuntan hacia una posible congelación
de las negociaciones israelo-palestinas tras la retirada de Gaza.
Subsiste, pues, el interrogante: ¿y el proceso de paz
avalado por la Casa Blanca? ¿Proceso de paz? ¡Ay,
espejismos!
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