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* Alberto Arce es miembro de la Red de Solidaridad contra la Ocupación de Palestina

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El boicot a Israel: es la hora de los hechos y no de las palabras

Alberto Arce*

Red de Solidaridad contra la Ocupación de Palestina
CSCAweb (www.nodo50.org/csca), 6 de mayo de 2005

"La Unión Europea y sus Estados miembros permanecen, desde hace años, anclados en el ámbito de la 'diplomacia declarativa' respecto a Israel mientras brillan por su ausencia las medidas reales que puedan incidir en la práctica sobre la mejora de la situación de los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos que ocupa militarmente desde 1967. Las instituciones internacionales condenan al Estado hebreo, los gobiernos europeos le recriminan su comportamiento y los ciudadanos son conscientes de que el conflicto palestino-israelí es una de los casos más evidentes del doble rasero con el que se mide el comportamiento de los Estados en la escena internacional, incrementando el descreimiento y apatía en cuanto se refiere a construir una sociedad internacional guiada por los principios de la justicia y el derecho"

Con motivo de la última visita a España de Saeb Erekat, ministro para las Negociaciones de la ANP (Autoridad Nacional Palestina), el ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, ofreció una conferencia de prensa en la sede del Palacio de Santa Cruz. Según reconoció en la misma refiriéndose a la cuestión palestina, la Unión Europea no puede quedarse de "brazos cruzados porque ha llegado el tiempo de asumir su responsabilidad en la zona". Ha asegurado también, en lo que se refiere particularmente a la política exterior española, que "España está dispuesta diplomáticamente, y luego ya veremos lo que se decide para poner sobre el terreno las contribuciones necesarias para una reconciliación definitiva".

Es tiempo, entonces, de preguntarse por qué no se pasa de una vez de las palabras a los hechos a la hora de diseñar una política exterior que pueda garantizar una solución justa para la situación del pueblo palestino. Nuestro Ministro Moratinos utiliza expresamente la palabra reconciliación como desideratum para el futuro de la relaciones entre israelíes y palestinos. No obstante, resulta sencillo comprender que no exista la más mínima posibilidad de reconciliación entre ambos pueblos mientras los Derechos Humanos de la población árabe, tanto de Palestina como de Israel, no sean garantizados. Los Derechos Humanos son universales, indivisibles e interdependientes, están estrechamente relacionados con el respeto a los principios democráticos y juegan un rol fundamental en las relaciones de la UE y sus Estados miembros con los países de la cuenca mediterránea, entre los que Israel se encuentra, tal y como se puede extraer de la enunciación de principios de la "Declaración de Barcelona". A partir de esta importancia otorgada por la UE a las cuestiones relacionadas con los Derechos Humanos, es hora de que se apliquen efectivamente, sean tomados en serio los principios para la Asociación Euro-mediterránea e Israel sea sancionado con la suspensión de su participación en dicho acuerdo a la vista de las numerosas violaciones del Derecho Internacional en las que incurre.

Las sistemáticas violaciones israelíes del Derecho Internacional

En la "Declaración de Barcelona" se afirma que los acuerdos de Asociación entre la UE y los países del Mediterráneo se sostienen sobre tres pilares:

a) promover la paz y la seguridad,

b) promover el bienestar común a través de la creación de Acuerdos de Libre Comercio y

c) promover el acercamiento intercultural mediante intercambios tanto políticos como sociales.

De la enunciación de estos tres pilares podemos extraer la siguiente lógica: si la UE mantiene acuerdos con un tercer Estado (Israel) que no respeta la legalidad internacional (ocupación militar de territorios, construcción del Muro de Apartheid, continuas violaciones de los Derechos Humanos de los palestinos) y constituye por su política militarista una amenaza a la paz y la seguridad de la zona, la UE en consecuencia no tiene porqué aplicar respecto a ese Estado, los supuestos beneficios (acuerdos de libre comercio, intercambios político y social, científico, educativo, deportivo y artístico) que el trasgresor de la legalidad internacional puede recoger asociándose a Europa.

En junio del año 2000 entró en vigor el Acuerdo de Asociación entre la UE y el Estado de Israel. Todos los acuerdos que la UE firma en sus Relaciones Exteriores incluyen la llamada "Cláusula Democrática", existente pero no aplicada. Es hora de tomárnosla en serio. En su artículo 2, dicho Acuerdo con Israel afirma:

"[...] las relaciones entre las partes así como todas las particularidad del Acuerdo deben basarse en el respeto a los Derechos Humanos y los principios democráticos que guían tanto su política doméstica como la internacional y constituyen una parte fundamental de este Acuerdo"

Las repetidas violaciones de los Derechos Humanos y los principios del Derecho Internacional en las que Israel incurre comienzan, y sin entrar en un análisis detallado, por el caso omiso prestado a las Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Especialmente sangrante es la violación de la Resolución nº 242 que debería tener como consecuencia, en caso de ser aplicada, la retirada de Israel de los Territorios Palestinos que ocupa ilegalmente desde 1967, la solución justa al problema de los más de tres millones de refugiados que viven fuera de sus hogares y la aplicación efectiva del Estatuto internacional para Jerusalén. Las violaciones continúan con las decisiones del Tribunal Internacional de Justicia de la Haya en julio de 2004 y la Asamblea de las Naciones Unidas respecto a la necesidad de derribar el Muro de Apartheid que se construye en Cisjordania y con una detallada descripción de las arbitrariedades e injusticias diarias a las que el Ejército y la Policía israelíes someten a la población palestina a través de los castigos colectivos que suponen los más de 300 checkpoints [puestos de control] militares que impiden la libre movilidad en Cisjordania, los toques de queda, las invasiones de ciudades y pueblos y los casi 8.000 presos políticos palestinos que permanecen encerrados en cárceles israelíes. Para finalizar con este pequeño recuento de los horrores, dentro de Israel existe un 18% de población árabe que es sometida a un régimen de Apartheid de facto que menoscaba y vulnera sus más fundamentales derechos humanos. La situación de los pueblos árabe israelíes no reconocidos. La discriminación en el ámbito educativo y laboral y las especiales medidas de seguridad a las que se les comete continuamente merecerían un nuevo artículo centrado únicamente en su situación. Israel es, en definitiva y utilizando la nueva terminología imperial inventada por el Presidente Bush, el "estado villano" de Oriente Medio.

En lo que se refiere concretamente a la violación de los Acuerdos firmados entre Israel y la Unión Europea, el caso de ilegalidad más flagrante y el ejemplo más "técnico" pasa por la realidad de que Israel ha hecho efectivas sus facilidades comerciales para exportar a Europa los productos que tienen su origen en los asentamientos ilegales establecidos en los Territorios palestinos ocupados militarmente en 1967. Violan todas las normativas sobre reglas de origen de la legislación comercial comunitaria. Mientras la ocupación continúe declarándose como ilegal en el Derecho Internacional, Israel no puede aplicar sus acuerdos internacionales en territorios ubicados fuera de sus fronteras internacionalmente reconocidas. Gaza y Cisjordania no serán reconocidos como territorio del Estado de Israel y todo lo que allí se produzca y exporte no podría entrar en la UE más que bajo control de la Autoridad Nacional Palestina, algo que por supuesto no sucede.

Un ejemplo de las acciones a desarrollar

No obstante, no pretendemos entrar aquí en un análisis legal, materia suficientemente estudiada en multitud de informes de las instituciones internacionales incluidos hoy en día en el ámbito del papel mojado. Cabe, a estas alturas, una denuncia de carácter político y son ya tantos los ejemplos presentados desde la ley que, junto a la argumentación de carácter ético y democrático, justifican sobradamente que la Unión Europea aplique sanciones al Estado de Israel.

Tres empresas españolas exportan tecnología militar a Israel. Se trata de la recién privatizada IZAR, de Fabricaciones Extremeñas S.A. y de Unión Española de Explosivos (datos facilitados por la Cátedra UNESCO de la Universidad Autónoma de Barcelona). Tales exportaciones de armas deben ser inmediatamente suspendidas por el gobierno de Rodríguez Zapatero a través de los mecanismos que recoge la Junta Interministerial de Material de Defensa y de Doble Uso (JIMDDU). En esta Junta, dirigida básicamente desde el Ministerio de Industria del Señor Montilla, que ejerce las competencias de Comercio Exterior, no se contempla la presencia de ningún criterio más allá del meramente económico con lo cual las consideraciones respecto a la defensa de los Derechos Humanos brillan por su ausencia. Y no sólo la Administración central colabora con el Estado de Israel, también la Generalitat de Catalunya, por poner un ejemplo, mantiene vinculaciones con el mismo a través de los Convenios firmados entre la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca y la Secretaría General de Juventud. Mientras estos convenios y sus respectivas relaciones comerciales no sean suspendidas desde las instituciones, los ciudadanos serán los que tengan la posibilidad de pasar a la acción.

La empresa israelí Eden Springs, asociada con el Grupo Danone es una de las principales comercializadoras en nuestro país de agua embotellada para oficinas. Para más vergüenza, el agua del que se surte esta empresa proviene de los Altos del Golán, ocupados ilegalmente a Siria en 1981. Y este será el primer producto boicoteado en España por la Red de Solidaridad contra la ocupación de Palestina para dar comienzo a la acción ciudadana contra el Estado de Israel.

Simplemente apuntando unas cuantas cifras y un conjunto de ejemplos, cualquier lector interesado comprendería las nefastas consecuencias que tendría la suspensión de la colaboración económica europea para Israel. El 40% de las importaciones israelíes tienen su origen en la UE (primer proveedor al nivel mundial) y el 30 % de sus exportaciones están destinadas también a la UE (que es el segundo cliente más grande de Israel después de EEUU). La Unión Europea es, por tanto, la principal contraparte comercial de Israel y quien podría presionar más efectivamente al Estado Hebreo si existiese la voluntad política de defender los Derechos Humanos como modelo de Política Exterior y de Seguridad. En el ámbito del intercambio social, estudiantes y profesores israelíes visitan cada año nuestras universidades, sus equipos de fútbol y baloncesto, como el Maccabi de Tel Aviv o el Hapoel Galli participan en la Champions League y la Euroleague e incluso algún cantante israelí ha ganado recientemente el Festival de Eurovisión. Todo ello sin referirnos al turismo. Por poner otro ejemplo: la aplicación proporcional a los turistas israelíes que visitan Europa de los mismos surrealistas y paranoicos protocolos de seguridad a los que cualquier ciudadano europeo que visite Israel es sometido, sería efectiva como método de presión civil en tanto hecho que quizá facilitase algún tipo de reflexión y autocrítica de los ciudadanos hebreos hacia el comportamiento de su gobierno. Lo mismo sucedería cuando sus mejores estudiantes no pudiesen viajar a Europa o sus deportistas se viesen obligados a abstenerse de participar en competiciones internacionales.

El código de barras que identifica los productos de origen Israelí es el que comienza por la cifra 7290. A través de una acción tan simple como dejar de comprar cualquier producto con esta numeración comenzaríamos a presionar económicamente a las empresas israelíes para que estas diesen el paso de dirigirse a su gobierno y pedir modificaciones políticas. El dinero no entiende de patrias y si el tejido económico israelí comenzase a resentirse como consecuencia de un boicot internacional, otro gallo cantaría, dando comienzo a la etapa de división interna respecto al mantenimiento de la ocupación de Palestina.

La Diplomacia declarativa: vacía y sin contenidos

Israel aplica sus acuerdos con la UE en violación de los principios generales del Derecho Internacional y de los mismos acuerdos aplicados. Hasta el momento, la Unión Europea ha decidido intencionalmente no evitar que este comportamiento israelí continúe, con la consecuencia de que su "Diplomacia operativa" respecto a un Estado que viola el Derecho Internacional se contradice con su "Diplomacia declarativa". Hechos y no palabras. Menos solidaridad verbal con los palestinos y más acciones efectivas encaminadas a mejorar su situación real. Los instrumentos legales para sancionar en la práctica el comportamiento israelí surgen del mismo marco legal por el que se rigen las relaciones entre la UE e Israel y lo que muchos ciudadanos y organizaciones a lo largo de toda Europa reclaman es que se apliquen las medidas recogidas en los textos legales contra quien los viola sistemáticamente.

La Unión Europea y sus Estados miembros permanecen, desde hace años, anclados en el ámbito de la "diplomacia declarativa" respecto a Israel mientras brillan por su ausencia las medidas reales que puedan incidir en la práctica sobre la mejora de la situación de los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos que ocupa militarmente desde 1967. Las instituciones internacionales condenan al Estado hebreo, los gobiernos europeos le recriminan su comportamiento y los ciudadanos son conscientes de que el conflicto palestino-israelí es una de los casos más evidentes del doble rasero con el que se mide el comportamiento de los Estados en la escena internacional, incrementando el descreimiento y apatía en cuanto se refiere a construir una sociedad internacional guiada por los principios de la justicia y el derecho.

La "Diplomacia declarativa" lleva al desencanto y la arbitrariedad que trasluce la ausencia de medidas que doten de contenido a las supuestas buenas intenciones de nuestros líderes lleva a la decepción y la retirada de la esperanza. El tiempo perdido en eternas e inútiles discusiones y negociaciones de paz como las que actualmente se llevan a cabo no sirve más que para aumentar el margen con el que Israel construye su particular régimen de apartheid y procede a encerrar a millones de personas en nuevos ghettos similares a los que los nazis construyeron en Polonia para los judíos y los blancos instauraron en Sudáfrica para los negros. Israel está bantustanizando Palestina ante el silencio cómplice nuestros gobiernos. El gobierno de Ariel Sharon pretende tan solo continuar ganando tiempo para acelerar la construcción del Muro de Apartheid que destruye, asfixia y encierra Palestina. El Muro es su garantía para que si en un futuro a medio plazo la comunidad internacional termina por forzar la existencia de un Estado Palestino, el mismo sea inviable y absolutamente dependiente de Israel.

Es hora, por tanto, de pasar a la acción e implementar una política efectiva que les obligue a Israel a cesar en su criminal comportamiento. Más allá de la continua e inevitable repetición del derecho israelí a defenderse del terrorismo, que debe ser comprendido e integrado como fenómeno político, en el marco amplio de las consecuencias que genera una ocupación militar ilegal y no como un hecho aislado. Bien tamizada por enfoques Orientalistas, la resistencia palestina provendría exclusivamente del fanatismo religioso y no de la constante injusticia en que se ha convertido su existencia diaria. Los ciudadanos europeos, cada vez más conscientes de la realidad exigen que la UE diseñe, de una vez por todas, un posicionamiento público claro, rotundo y acompañado de medidas políticas visibles respecto de las persistentes violaciones de los derechos humanos que, amparadas por la ocupación militar ilegal y, más recientemente por la construcción del vergonzoso "Muro del Apartheid", Israel perpetra continuamente en Gaza y Cisjordania.

Y ante la ausencia de medidas o sanciones desde el ámbito gubernamental-institucional, la medida de retorsión que, desde la ciudadanía y las organizaciones sociales, cabe proponer frente al comportamiento israelí es el boicot ciudadano. Se trata de conseguir la participación activa, cómplice y consciente de quienes creen firmemente en la adopción de una política de presión efectiva frente a Israel para poder, de ese modo, presionar en la defensa de la mejora de las condiciones de vida de la población de los territorios palestinos. Ante la palabrería vacía de nuestros gobiernos, enredados una vez más en negociaciones multilaterales y acuerdos de paz de dudosa legitimidad y efectividad, cabe reivindicar el rumor ciudadano que dote de contenido democrático a una política exterior europea auténticamente al servicio de una paz y una seguridad internacional que, por más Tratados Constitucionales que se voten, nunca acaba de llegar.

La comunidad internacional en su conjunto mantiene un silencio cada vez más cómplice respecto al comportamiento criminal del Estado de Israel y se comporta como si de un muñeco en las manos de un ventrílocuo se tratase. Estados Unidos garantiza que cualquier intento de imposición de sanciones hacia Israel por parte de la comunidad internacional será vetado en las Naciones Unidas mediante su el ejercicio de su comportamiento hegemónico. La Unión Europea y España hablan y hablan. Y aunque lo hacen en la dirección adecuada, es necesario que se impliquen aún más y diseñen una política concreta que avance en la consecución de los objetivos que se señalan en el ámbito de lo "declarativo". Javier Solana, responsable de la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE y Miguel Ángel Moratinos, ministro de Asuntos Exteriores de España, reiteran una y otra vez su compromiso con la solución del conflicto palestino. Nadie duda de sus buenas intenciones. Moratinos en concreto y España, en particular, incluso tienen un largo currículo de acciones encaminadas a lograr una solución justa a tan ignominiosa situación. Deben exigirse hechos. La ciudadanía debe reclamar que se apliquen un conjunto de medidas sancionadoras al Estado de Israel por parte de la Unión Europea y mientras esto no suceda, debe comenzar a aplicarse el boicot ciudadano.

Debatimos en Europa sobre una Constitución que reforzará nuestro modelo de defensa de los Derechos Humanos así como de la paz y la seguridad internacional. La resolución de la cuestión palestina es una oportunidad única para demostrarle al mundo que Europa está dispuesta a comprometerse en la práctica con los valores que solamente proclama en la teoría. Una oportunidad única para revertir la vergüenza y la injusticia que diariamente asolan la vida de los palestinos. El Derecho Internacional está de parte de los palestinos, la coyuntura geoestratégica y la seria amenaza de materialización de un artificial choque civilizacional generado por los Estados Unidos y sus aliados, cada vez más peligrosamente cercano, demandan soluciones integrales rápidas y efectivas ante la fractura que se avecina. En esta coyuntura, Israel debe ser presionado de manera efectiva y Palestina debe ser resarcida como ejemplo de buena voluntad y de establecimiento de un nuevo modo de relación con el mundo árabe y musulmán. No afirmamos nada que el propio Presidente del Gobierno español no reitere en repetidas ocasiones bajo el nombre de "alianza de civilizaciones". Lo único que debe exigirse es, en realidad, coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, algo a lo que nuestros gobiernos no nos tienen acostumbrados y que debemos exigir en la calle de una vez por todas.

Las sanciones económicas y políticas funcionaron con éxito en Sudáfrica y deben ser aplicadas contra Israel inmediatamente. Nadie puede afirmar que los argumentos que hace una década justificaron la presión contra un régimen de "Apartheid" no continúen vigentes en otro ámbito geográfico. Y lo hacen con mayor crudeza y urgencia, si cabe. El régimen israelí debe ser asfixiado democráticamente desde Europa a través de las sanciones de nuestros gobiernos y las acciones de los ciudadanos. La política efectiva no puede hacerse esperar. Su necesidad y sus posibilidades son ahora mayores que nunca. El proceso de paz que parece haber comenzado no deber ser utilizado como excusa para "congelar" las ventajas que Israel ha conseguido mediante el uso de la fuerza. Incluso dentro del propio Gobierno israelí se manejan informes que estudian el impacto de su posible aplicación. Tal es su propio convencimiento de que se las han ganado a pulso. La Unión Europea mantiene un Acuerdo de Asociación con Israel que debe ser inmediatamente suspendido en virtud de la aplicación de su cláusula democrática. Israel tiene que entender, por propio convencimiento o por presión desde el exterior, que tiene que terminar con la construcción de su paranoico "Muro de Apartheid" y la consecuente destrucción del pueblo palestino. O el mundo comprenderá que la fuerza se ha impuesto sobre la razón y los desposeídos continuarán defendiéndose con fuerza, ya que no se aceptan sus razones, de las agresiones a las que son sometidos.