Nueva fase del "Plan Siria"
diseñado por EEUU e Israel
Manuel Freytas
IAR-Noticias,
13 de diciembre de 2005 / CSCAweb, 23 de diciembre de 2005
"Siria
es un objetivo aún más "inmediato" que
Irán, dado que el Pentágono necesita neutralizar
una posible convergencia masiva de los guerrilleros islámicos
(provenientes de Siria y el Medio Oriente) a Irán en caso
de que este sea atacado militarmente por EEUU".
Yibrán Tueni, diputado
y periodista libanés de 48 años de edad, contrario
a la presencia siria en su país, murió este lunes
junto a tres de sus hombres en el barrio cristiano de Mkales,
al sureste de Beirut, tras la explosión de un coche bomba.
La muerte del parlamentario "antisirio" coincidió
con la presentación de la segunda parte del "informe
Mehlis" sobre el asesinato del ex primer ministro libanés,
Rafik Hariri, que el secretario general de Naciones Unidas, Kofi
Annan, tiene prevista para este lunes. De acuerdo a los funcionarios
intervinientes, se espera que este segundo informe ofrezca "detalles"
sobre el supuesto rol que jugaron Siria y sus servicios de inteligencia
en la muerte de Hariri a principios de este año. También
el asesinato del periodista coincide con el recrudecimiento campaña
mediática internacional lanzada por EEUU e Israel orientada
a acusar a Siria de proteger a los grupos "terroristas"
que amenazan a la paz y estabilidad de la región.
La Casa Blanca condenó
este lunes el asesinato del parlamentario libanés Yibrán
Tueni y lo calificó como un "acto de terrorismo"
encaminado a imponer el dominio de Siria en su país vecino.
"Su asesinato es otro acto de terrorismo encaminado a intentar
subyugar a Líbano ante la dominación siria",
afirmó McClellan, quien no atribuyó directamente
el asesinato al gobierno de Damasco. Camino de Filadelfia, donde
el presidente de EEUU, George W. Bush, pronunció hoy un
discurso sobre Iraq, el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan,
afirmó que Washington condena "tajantemente"
el asesinato de Tueni, conocido por su decidida oposición
a la injerencia de Siria en el Líbano. Según McClellan,
el asesinato "está claramente encaminado a intimidar
a aquellos en Líbano que dicen lo que piensan de manera
abierta y valiente" y representa "un ataque violento
y directo" contra la libertad de prensa en Líbano.
El portavoz hizo un llamamiento a la comunidad internacional
para "seguir insistiendo en hacer cumplir las resoluciones
del Consejo de Seguridad de la ONU para poner fin a la injerencia
siria en el Líbano de una vez por todas".
Por su parte, el ministro sirio
de Información, Mehdi Dakhlallah, negó hoy cualquier
implicación de su país en el atentado en el que
murió el conocido diputado y periodista libanés
Gibran Tueni, cuyo convoy sufrió la explosión de
un coche bomba a su paso por un barrio cristiano del este de
Beirut. "Detrás de esto están los enemigos
de Líbano", declaró Dakhlallah a la cadena
de televisión libanesa LBC. En cambio, el ministro libanés
de Telecomunicaciones, Marwan Hamadeh, un aliado de Washington,
acusó hoy a Siria del atentado en el que murió
su sobrino y diputado Yibran Tueni y amenazó al Gobierno
con dimitir. El ministro libanés exige la constitución
de un tribunal internacional de la ONU con la misión de
investigar la serie de atentados con bomba que está sacudiendo
al país y "los continuos crímenes del régimen
sirio".
Las similitudes
con el asesinato de Hariri
La muerte del periodista y
legislador libanés guarda "extrañas similitudes"
con el asesinato del ex premier libanés, Rafic Hariri,
también por un coche bomba en febrero de este año,
cuya responsabilidad Washington y Tel Aviv atribuyeron a los
servicios secretos sirios. Inmediatamente después del
atentado, y a pesar del que el sector de Hariri estaba manteniendo
una postura "dialoguista" con Damasco, el eje Washington
Tel Aviv acusó a Siria de estar detrás de la operación
de asesinato de Hariri y comenzó a presionar en la ONU
para que ese país retire sus tropas de Líbano.
Fuentes del gobierno sirio,
por su parte, señalaron que las imputaciones de EEUU e
Israel en su contra formaban parte de una operación
mediática internacional cuidadosamente preparada por la
CIA y el Mossad, cuya trama empezó a desarrollarse tras
el asesinato con las denuncias de las planas mayores de Washington
y Tel Aviv. Portavoces de Damasco señalaron que el asesinato
de Hariri tenía que ver con la preparación de un
"clima anti-Siria" que habían lanzado la Casa
Blanca y el Pentágono como marco justificatorio para las
operaciones militares que tienen previstas contra Siria y las
organizaciones que operan contra Israel desde territorio libanés.
En opinión de los voceros de Damasco, el sector "anti-sirio"
de Hariri, tras su derrota, había perdido predicamento
político, y su asesinato no hizo otra cosa que fortalecer
a la oposición al gobierno y a los grupos pro-estadounidenses
que piden el retiro de las tropas sirias del Líbano. Hariri
mantenía una postura dialoguista tanto con el gobierno
pro-sirio como con las organizaciones armadas islámicas,
y apostaba a tomar de nuevo el poder en un proceso democrático,
por lo que su asesinato no benefició a Siria sino a los
que impulsan la fractura del Libano.
El operativo
de la CIA y el Mossad con el "terrorismo"
Tras el asesinato de Hariri,
medios árabes, entre ellos la cadena Al Jazeera, habían
señalado que el explosivo utilizado para el atentado no
formaba parte del arsenal de ninguna organización islámica
de la región, y su alto potencial (mató a Hariri
y a su escolta completa, además de otras personas) quedó
demostrado en el cráter de casi 10 metros de diámetro
que dejó.
La prensa árabe reveló
peritajes de los servicios secretos libaneses señalando
que el material explosivo utilizado en el atentado sólo
se encuentra en poder de la CIA, el Mossad israelí y el
M-16 británico, y proviene de la central nuclear de Dimona
en Israel.
Tanto la operación con
el asesinato de Hariri, como el crimen del periodista libanés,
Tueni, se orientan a probar que Siria sigue estando detrás
de todas las operaciones terroristas a través de la presencia
en su territorio de bases y campos de entrenamientos de "extremistas"
islámicos. Según coinciden varios expertos y fuentes
de inteligencia árabe, los últimos ataques "terroristas"
de Al Qaeda a los hoteles en Jordania se orientaron a preparar
un clima "anti-sirio" entre el establishment
de poder de ese país. No bien consumados los ataques terroristas
en Jordania, EEUU e Israel desarrollaron el mismo esquema que
utilizaron con el asesinato de Hariri en Líbano: culparon
del atentado a las fuerzas "terroristas" de Al Qaeda
con bases operativas en Iraq y Siria. Como siempre, la auto-adjudicación
de Al Qaeda de los atentados resultó totalmente funcional
a las acusaciones contra Siria emanadas de Washington y Tel Aviv.
La complicidad
de la ONU y de la UE
En noviembre pasado, Detlev
Mehlis, un investigador alemán contratado por la ONU para
investigar el asesinato de Rafiq Hariri, publicó un polémico
informe que lanzaba acusaciones sin pruebas contra los servicios
secreto sirios basadas en las "confesiones" de un supuesto
desertor sirio. El documento intentaba dar sustento a las acusaciones
sobre la participación de Siria en el asesinato provenientes
de los más altos funcionarios de Washington y Tel Aviv,
incluidos los presidentes George W. Bush y Ariel Sharon quienes
señalan a ese país como el responsable del atentado
explosivo que terminó con la vida de Hariri y 7 de sus
custodios. Sobre la base de este informe EEUU e Israel están
operando una nueva resolución de condena a Siria en la
ONU por proteger al "terrorismo", tanto de Iraq como
del Medio Oriente, desestabilizando y poniendo en peligro a toda
la región.
Desde el lado de los sirios
les responden -casi sin eco en la estructura de los medios masivos-
que lo único "amenazado" con su presencia en
el Libano es la expansión del dominio del Estado de Israel,
socio estratégico y privilegiado de las políticas
depredadoras de EEUU en todo el Medio Oriente.
La maniobra contra Siria cuenta
con el visto bueno de la ONU, la Unión Europea, Rusia
y países de la Liga Arabe implicados en los intereses
económicos de la dominación imperial judeo-norteamericana,
tanto en Medio Oriente como en la zona del Golfo.
Como ayer Saddam y su régimen,
hoy es Siria quien se encuentra imputada de "dictadura protectora
de terroristas". Las grandes cadenas internacionales, habituales
usinas [sic] mediáticas de la CIA, realizan por su parte
una desembozada campaña "anti-Siria" recreando
en sus contenidos y titulares el modelo paradigmático
de acusaciones a Siria realizadas por los funcionarios de Washington
y Tel Aviv.
Jordania, Egipto y la Autoridad
Palestina (aliados de Washington y Tel Aviv) coinciden con Israel
y EEUU en el mismo objetivo de exterminar a las organizaciones
guerrilleras (Hamas y otros) que se oponen a la expansión
y ocupación de las tropas sionistas de Israel en Palestina,
Líbano y Medio Oriente. Y también coinciden con
la "apreciación" del Pentágono: las bases
operativas, logísticas y organizacionales de estas formaciones
"terroristas" se encuentran en Siria. Expulsada Siria
del Líbano en cumplimiento de una resolución de
la ONU refrendada por la Unión Europea, queda abierta
la puerta para una intervención militar estadounidense-israelí
orientada a exterminar las bases logísticas y los comandos
operativos de las organizaciones armadas que combaten a Israel
y a EEUU en la región, principalmente en Iraq y Palestina.
Por lo tanto: el "objetivo" convergente es un ataque
militar "preventivo" a Siria, según consignan
fuentes de la la inteligencia siria y analistas militares árabes.
El gobierno sirio, según el decálogo bushiano de
la Casa Blanca, cumple acabadamente con el modelo: es un régimen
"dictatorial" que protege y promueve al "terrorismo".
El "Plan
Siria"
La Operación Siria,
pieza maestra del plan, busca como objetivo estratégico
afianzar el control de las reservas energéticas en el
Medio Oriente y en los Estados del Golfo, asegurar una base de
control geopolítico-militar con proyección al Asia,
y seguir con las conquistas de nuevos mercados, apoyándose
en el poder nuclear-militar de Israel a nivel regional. El plan
tiene a Jordania, Egipto, y a algunos países de la Liga
Arabe como aliados, y cuenta con que la mayor parte de los emiratos
mantengan una actitud pasiva como la que tuvieron con Iraq.
Los especialistas árabes
y sirios coinciden en el plan de inteligencia militar y de acción
psicológica mediática para justificar las operaciones
militares contra Siria es un calco del que utilizaron para invadir
Iraq:
1) Demostrar que Siria apoya
al "terrorismo internacional",
2) Siria "amenaza la seguridad
de sus vecinos", y está en posesión de armas
de destrucción masiva.
Entre las tesis justificatorias
(constantemente recreadas por las usinas mediáticas de
la CIA) se cuentan:
A) Siria pone en peligro la
paz en Medio Oriente, y su presencia militar puede embarcar a
la región en otra cruel guerra civil como la que vivió
el Líbano en la década del 70.
B) La situación del
Medio Oriente amenazado por red internacional del "terrorismo
islámico" con bases en Siria, justifica una operación
militar contra Damasco para exterminar la cabeza de hiedra de
la "amenaza islámica" a la región.
Las ideas fuerza de "Siria
protectora de terroristas", lanzadas masivamente por medio
de consignas periodísticas, "cierran" con el
plan madre del sionismo judeo-norteamericano de Washington fogoneado
por la troyka de expertos neoconservadores del Lobby judío-cristiano
de la Casa Blanca y el Pentágono. Este lobby, dirigido
políticamente desde la Casa Blanca por el vicepresidente
Dick Cheney, y liderado en la secretaría de Defensa por
su titular, Donald Rumsfeld, representa en esencia el interés
de las armamentistas, las petroleras y los consorcios de servicios
que operan contratos millonarios con el Pentágono estadounidense.
El grupo de neoconservadores,
ejecutor de la línea matriz de la política exterior
norteamericana desde el 11-S, defiende abiertamente la intervención
militar en todo el mapa de Medio Oriente para eliminar "la
amenaza árabe a Israel". Después de planificar
la invasión a Afganistán (bajo el pretexto de destruir
a la red "Al Qaeda"), y de la ocupación militar
de Iraq (bajo el pretexto de terminar con las armas de destrucción
masiva de Saddam Hussein) el lobby y los halcones norteamericanos,
fortificados por la reelección de Bush, y contando con
la sumisión de Europa y de Rusia a la "guerra contraterrorista",
han puesto la mira en tres países claves: Siria, Líbano
e Irán. Tras el apoderamiento militar de Iraq, y la retirada
de las tropas sirias del Líbano, en el tablero sólo
quedan dos países fuera de control: Irán y Siria.
Siria es un objetivo aún
más "inmediato" que Irán, dado que el
Pentágono necesita neutralizar una posible convergencia
masiva de los guerrilleros islámicos (provenientes de
Siria y el Medio Oriente) a Irán en caso de que este sea
atacado militarmente por EEUU. En este contexto estratégico,
también motorizado por los ataques terroristas de "Al
Qaeda", tanto en Egipto como en Jordania, conforman la fase
preparatoria final para los comienzos de una nueva operación
contra Siria del eje EEUU-Israel-Unión Europea en la ONU,
asentada por nuevas resoluciones y declaraciones condenatorias
a las "bases terroristas" de ese país. El territorio
y las tropas jordanas, bajo control operacional de oficiales
israelíes y norteamericanas, servirían de nueva
cabeza de playa fronteriza para un ataque militar de EEUU a Siria.
A su vez la "Operación
Jordania" con Al Qaeda buscaría consolidar una "triple
frontera" militar contra Siria (Iraq al Este, Líbano
al Oeste, Jordania al Sur) desde la cual emprender una acción
envolvente contra el gobierno de Damasco, para establecer en
su lugar un régimen títere y funcional a la estrategia
judeo-norteamericana en la región. Cumplimentados estos
requisitos -según los expertos árabes y sirios-
queda despejado el camino para el comienzo de los ataques militares
aéreos contra Siria, complementados por operaciones especiales
terrestres lanzadas desde las "cabeceras de playa"
en Jordania y el Líbano.
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