LA HIDRA

I.- La Hidra

Hércules, victorioso ante el cadáver de la Hidra descansaba pensando en que Zeus jamás permitiría que semejante monstruo volviera a existir y a asolar a los humanos.

Pobre Hércules o pensándolo bien pobres de nosotros. La muerte del héroe y la desaparición de Zeus facilitaron que el monstruo de varias cabezas hiciera nuevamente su aparición. Ya no entre hombres vestidos con túnicas blancas y broncíneas armaduras, sino en estos bellos y extensos paisajes habitados por mujeres y hombres que la historia designa con el nombre de mexicanos.

Como todos sabemos la Hidra antigua vivía en una cueva oscura y pestilente, sus cuellos gigantes no eran muy largos, así que no ocupaba un espacio exagerado; por eso, el semidios pudo con ayuda de su ingenio matarla, o bueno matar a cada una de sus cabezas. Hércules no sabía nada sobre la evolución de las especies y mucho menos de la tan mentada genética, de saberlo hubiese quemado los huesos de la Hidra hasta hacerlos carbón e impedir que alguien obtuviera su ADN y modificarlo.

La cosa es que al parecer la Hidra tenía hermanos ocultos en otros lugares del mundo, y además lo peor, para no extinguirse evolucionaron. Dicen que ahora sus cuellos son muchísimos más largos y anchos que antes, tanto que ningún hombre o semidios puede con una espada cortarlas de un tajo sin antes haber sido devorado por otra cabeza.

Actualmente ya no viven en cuevas pestilentes, que aunque las tienen, las dejan para sus víctimas. Quién lo creyera, actualmente viven en grandes casas, con grandes y bellos jardines, en gigantes edificios que les dicen públicos o en amplios espacios con olor a incienso o pintados de verde, de blanco y otros colores deslumbrantes.

La evolución de las Hidras les permitió también tomar el poder, tan es así que hoy todos los mexicanos vivimos bajo el yugo de una, amenazados permanentemente con la muerte, la prisión, la tortura y otras especialidades que ha perfeccionado nuestra Hidra a costa de miles de hombres y mujeres.

La Hidra que aquí nos oprime sólo tiene seis cabezas, es muy inteligente porque nos ha hecho creer que cada cabeza tiene su propio cuerpo y últimamente de manera muy hábil nos ha engañado haciéndonos creer que ha matado a uno de sus cuerpos, aunque en realidad sólo lo ha herido y la herida ni es de muerte.

No vamos a contar como nuestra Hidra autóctona se hizo del poder, platicaremos muy someramente de sus características más evidentes y por ello más horrorosas.

 

 

II.-Las cabezas

Ya decíamos que esta hidra tiene seis cabezas y un solo cuerpo. La primera cabeza, la más vieja y experimentada nos ha causado un gran terror, ya que por ser la mayor. Ésta ejerció por muchos años la violencia de manera institucional (claro con la complicidad de sus congéneres).

Esta horrenda cabeza en los últimos tiempos (un año aproximadamente) ha tenido que conformarse con ser la oposición leal de su hoy cabeza jefe, que no es más que la cabeza que le seguía en importancia, podríamos decir que es la hermana menor, más radical, violenta, déspota, pero hábilmente disfrazada de progresista y contraria en apariencia a los intereses de la primera.

Un año bastó para ver como se le cae el maquillaje “totalmente palacio” pudiendo reconocer entre tanta pintura embarrada que está igual de fea que su hermana.

Estas hermanas se han peleado por muchos años el privilegio de representar los intereses de la cabeza más importante, pero más oscura, menos pública y aparentemente subordinada. Se han dado unos rasguños bárbaros, pero hasta ahí. La cabeza que manda realmente es la cabeza que durante, muchos años ha cosechado ganancias y más ganancias. Es cierto, en ocasiones son menos, pero nunca han dejado de ganar. Ella hasta cuando pierde gana.

Esta cabeza obtiene su riqueza a nuestras costillas: salarios bajos, nulas prestaciones, intensificación de la jornada de trabajo, despidos, paros técnicos, autorrescates bancarios de carreteras, de ingenios etc. Múltiples mañas ha creado a lo largo de los años para nunca perder. Las leyes están a su favor, la protegen, y sancionan a los que atentan contra sus intereses y sagrada propiedad.

¡Ah! Las leyes, las leyes queridos amigos cumplen una función muy importante y por eso cada artículo es interpretado en beneficio de las cabezas.

El monopolio de las leyes y su aplicación sin cortapisas y compasión la ejerce otra cabeza (in-justicia). Muy pulcra en su vestir, en su lenguaje y sus maneras. Diremos que su crueldad es directamente proporcional a su deshonestidad y corrupción.

Todas las cabezas son crueles aunque cada una a su manera.

No es esta cabeza la que tortura físicamente, ella justifica la tortura, la fabricación de culpables y con tantas notificaciones y pseudoaudiencias atormenta psicológicamente a sus víctimas.

Hay otras cabezas tan viejas como las de los billetes.

Cada una está en extremos opuestos entre sí, pero eso no significa de ningún modo que la lejanía no les permita escucharse, compartir los dolores y alegrías de su mismo cuerpo.

Una de ellas siempre se viste de verde y aunque se ponga prendas de otros colores, verde se queda. Esta es la cabeza armada con grandes y afilados colmillos, protectora del cuerpo, sus propiedades y los intereses que tienen las cabezas en común.

Por esto mismo, le toca el papel más sucio, sus manos son rojas, de un rojo sangre fresca, intenso. Todo lo que toca lo mancha, el rojo parece su color natural, pero nosotros sabemos que ese rojo es el nuestro, el de toda la gente asesinada, torturada, desaparecida y presa que esta cabeza ha tenido el gusto enfermizo de escarmentar.

La última cabeza contrasta en su vestimenta con la anterior, ella usa el blanco, muchas veces huele a incienso o a humedad y encierro.

Su trabajo es espiritual, pero no por ello menos intenso, encargada de controlar el rebaño de las almas, las apacigua y pastorea en la indiferencia y conformidad.

Su aparente pureza y gracia no impide que se también se manche con monedas o billetes sudados en las fábricas, en el campo, o con manchas de detergente por aquello de las lavadas y las lavadoras.

Algunas veces ni yo lo creo, pero estas son nuestras cabezas, nuestras porque nos aguijonean a nosotros.

 

 

III.- El cuerpo

Recuerden, el cuerpo es el mismo y está formado por corrupción, poder, droga y bastantes luchas intestinas, porque un cuerpo tan grande siempre tendrá malestares de ese tipo.

Es muy raro quien ve el cuerpo y casi increíble el poder concebirlo ya que estamos acostumbrados a creer que cada cabeza tiene su respectivo organismo, además no nos podemos imaginar donde cabría un cuerpo tan enorme que sostiene seis cabezas con seis grandes cuellos.

El cuerpo es exigente y para mantenerlo en forma todas las cabezas colaboran puntualmente con sus alimentos y las grandes y lujosísimas atenciones.

En esta gran inmensidad llena de poder conviven todas las características de las cabezas, cada una aporta lo mejor de sí, veamos: la primera, la mentira; la segunda, la intolerancia fascista; la tercera, la explotación; la cuarta, la torura, la quinta, sangre y muerte y la última el oscurantismo.

Cotidianamente convivimos con todas y cada una de las cualidades de la Hidra, sólo que nuestra gran incapacidad nos impide darnos cuenta que ninguna de ellas es independiente de las otras. Un solo corazón alimenta a eses organismo, pero nosotros no lo vemos así.

Engañados, autoengañados, la mayoría de veces sometemos nuestro reclamo por temor y peor aún, por indiferencia.

Volvamos a hablar de nuestra Hidra, en ella no todo es armonía entre las cabezas, cada una quiere ser la principal y para ello elabora tretas que opaquen a la que en el momento es la “mandamás”.

Subordinados a su intereses solo nos ven como botín, como algo repartible, contable y sacrificable, algo que lamentablemente necesitan para vivir, ¿qué haría la cabeza del dinero sin nosotros, quién dejaría su vida entre sus máquinas, a quién mataría o torturaría la cabeza sicario? Somos necesarios e indispensables.

Y por ellos deben someternos para satisfacer sólo sus condiciones indispensables para enriquecerse.

Cualquiera diría que esto no es una Hidra, que más parece garrapata, pero señores las garrapatas de algún modo son inofensivas, las Hidras…

 

 

IV.- El rebaño

No se ofendan, sabemos que no lo somos o luchamos por no serlo, pero ella nos ve así, creen que debemos aceptar todo como ella lo dispone, exige que aceptemos la muerte y sus demás cualidades en silencio, sin levantar la vista, con las manos entre las piernas.

La obligación que debemos cumplir a lo largo de nuestra efímera existencia es ser alimento de este monstruo, la rebelión a esta decisión impuesta es severamente castigada con las leyes, la violencia y la condena espiritual. Abrir los ojos cuesta caro.

 

V.- Hércules

Todos los hombres o la gran mayoría necesitamos construir a nuestros dioses, semidioses o mitos, en ellos descargamos nuestra frustración, nuestra impotencia. Acostumbrados a ver más allá de nuestra razón que otorga fortalezas especiales a los elegidos, esperamos al Mesías, hombre entre todos nosotros para que se deshaga de nuestro monstruo.

Hércules murió, era inevitable, pero como buen semidios antiguo tenía la capacidad de cambiar no sólo el curso de los ríos sino también de toda la historia.

Los dioses actuales no tienen esa capacidad, los hombres somos mezquinos, todos deseamos que la tengan, pero no hacemos nada para otorgarles ese poder.

Por eso los elegidos se extinguieron, el último murió como cualquier mortal, crucificado nos redimió, pero no acabó con la miseria, el hambre, la explotación. Perdón, pero, tal vez el aniquilamiento de la Hidra hubiese sido mil veces mejor que la redención.

Amontonados en un rincón con perros vigilantes por todos lados nuestro país no nos pertenece.

Podemos vivir de dos maneras la opresión, en la indiferencia o en el esfuerzo de transformar las circunstancias adversas.

Construir la historia es tarea de Titanes, es tarea para Hércules, pero el Hércules griego murió y con el murió el único Hércules individual, indivisible.

Este Hércules será más fuerte que el anterior, más sagaz e ingenioso, la condición de su existencia es nuestro despertar, nuestra voluntad de crearlo con la solidaridad.

Nuestro Hércules es nuestra unidad y ésta es el Hércules capaz de destrozar una a una las cabezas omnipresentes de la Hidra.

No es nuevo semidios como aquel griego y lamentablemente puede ser derrotado, aniquilado sanguinariamente.

Para derrotar muchas cabezas necesitamos miles de brazos.

 

 

VI.- Desde la cárcel

Detrás del muro, viéndolo desde nuestra perspectiva, se encuentra lo que soñamos transformar, mientras; estamos en el peligroso y difícil camino de transformarnos, de aceptar la lejanía temporal como inevitable.

Nuestros brazos no han sucumbido. Solo yacen un poco entumecidos, abrazados a la esperanza y a los suyos.

Nos parece esto el estómago de la Hidra, tal vez no lo hemos reconocido como tal.

Lo cierto es que es igual de fea aquí que allá, afuera.

Negada la libertad física, nos queda la libertad de nuestra razón y no sabemos si pensarlo así creará un problema filosófico o la duda en potencia sobre la validez del materialismo.

Tenemos la certeza de que somos carne de presidio, pero que esta condición alimenta al Hércules y construye en la cotidianidad de los hombres comprometidos con ellos mismos y por eso con la humanidad.

La causa de nuestro encarcelamiento fueron las sílabas, la oración, enseñar que el sujeto es HOMBRE y éste no es necesariamente el lobo de sí mismo. Enseñar que el predicado de hombre es la capacidad y la posibilidad de modificar sus circunstancias.

Sin saberlo cada letra, cada sílaba que enseñamos construyó la celda que hoy nos rodea. El punto de partida para construir un juicio injusto e ilegal dentro de la legalidad que impone la Hidra.

Sólo la Hidra y cada una de sus cabezas son responsables de nuestra ausencia y de nuestra muerte cuando ésta se de, pero jamás de nuestra vida.

De esa somos dueños, nos pertenece. Cada latido que brindamos también lo compartimos con ustedes. Si acaso Hércules tomará nuestra existencia para vivir otras vidas…

 

 

VII.- Última lección

LIBERTAD se escribe con mayúscula para que los enanos en humanidad jamás la entierren.

AMOR va sin “H” porque es muda y el amor aunque en silencio siempre nos dice algo.

VALOR se escribe con “V “labiodental” porque hay que tenerlo para no abrir los labios aunque no se conserven los dientes.

Escribimos HOMBRE con “H” ya que al hacerlo omitimos el sexo y nos referimos también a la MUJER.

JUSTICIA se escribe como suena. Aunque la apliquen según los mezquinos intereses de la Hidra.

 

13 de diciembre a 4 meses de privación ilegal e injusta de nuestra libertad.

Antonio Cerezo Contreras desde Almoloya.