E L  C O R R E O  I L U S T R A D O

Domingo 23 de enero de 2005

A los hermanos Cerezo Contreras

Señora directora: Por las difíciles circunstancias que atraviesan mis hijos, me siento obligada a recurrir a usted, arriesgándome a que pueda ser considerado un abuso de confianza el solicitarle, de la manera más atenta, que pueda brindarme un espacio en su prestigiado diario; al mismo tiempo, hago hincapié en que esta carta sólo ha sido enviada a su persona por su sensibilidad ante las injusticias y por la trayectoria de La Jornada.

Mis hijos, mis amores:

No sé hasta cuándo esta carta podrá ser leída por ustedes, pero quiero reiterarles que confío plenamente en que sabrán sobrellevar las circunstancias que se les presenten, por más adversas que éstas sean, que el hecho de que hoy el gobierno foxista los separe físicamente, en prisiones diferentes para continuar manteniéndolos como rehenes, sólo es una prueba más de la que saldrán avantes, porque el cariño que nos une resistirá todo embate y mezquindad de quienes hoy fungen como "gobernantes".

Qué lejos estamos de los días de su infancia, cuando todos juntos podíamos reír o llorar, pero qué cerca de los padres y los hijos de nuestro pueblo que no han tenido ni siquiera esa oportunidad por estar sumidos en la miseria y en la ignorancia, alejados entre sí por las vicisitudes que les impone no la vida, sino este injusto sistema.

Ale, Toño, Héctor, mis amores, lo que hay que asimilar es que no importa si están juntos o separados, sino que cada uno de ustedes tiene fincada su fortaleza en sus principios, que la soledad física abre las puertas a la fuerza moral y que donde quiera que se encuentren podrán encontrar el calor humano de los también injustamente prisioneros que ni siquiera cuentan con una defensa jurídica ni con el consuelo de una visita familiar o un comité como el que han formado Francisco y Emiliana para lograr su libertad.

Toño y Héctor, ya me conocen, así que se han de imaginar la conmoción que sentí al ver cómo eran trasladados, y a ti, Ale, cuando les fue leído el reglamento, pero el solo hecho de verlos aun en esas circunstancias me ha fortalecido y me ha hecho sentir aún más orgullosa de ustedes, mis hijos.

Ale, no se me agüite, no le dé gusto a sus esbirros, pero tampoco se me engalle; sólo, chiquitín, tómalo como una oportunidad para seguir madurando, asumiendo como siempre lo has hecho, sólo que con más mesura, la responsabilidad de tus actos; sí, ya sé que tal vez pienses que es fácil escribirlo, pero permíteme decirte que no espero menos de tí ni de tus hermanos, y permite que me siga creyendo la mamá de los pollitos, al hacerte algunas recomendaciones que tal vez sean innecesarias pero que quiero expresarte.

Emi y Francisco, el tiempo de amor filial se conjuga con el de la fortaleza y la confianza en que sus hermanos han crecido y sabrán resolver las dificultades que se les presenten como ustedes lo han venido haciendo, así que ni un paso atrás en su lucha por la libertad no sólo de sus hermanos, sino de todos los luchadores sociales, presos políticos y de conciencia en el país.

Finalmente, no me cansaré de agradecer la solidaridad que este perverso y arbitrario acto del gobierno foxista y sus cómplices genera en todos aquellos que viven comprometidos de cualquier manera con la lucha por que en nuestro México exista justicia social y un verdadero estado de derecho, porque tengo la esperanza y convicción de que no será necesario que pasen otros 30 años para que quienes son responsables de estas abominables acciones y delitos de lesa humanidad sean juzgados.

¡Libertad a todos los presos políticos y de conciencia en el país!

(Carta resumida)

Emilia Contreras Rodríguez

La Jornada