Sábado 26 de marzo de 2005

Somos sueños interrumpidos, de Alejandro Cerezo, será editado por Plaza y Valdés

Refleja un poemario las vicisitudes de ser ''un preso de conciencia''

FERNANDO CAMACHO SERVIN

Cuando Alejandro Cerezo Contreras abandonó la cárcel, la tarde del pasado 2 de marzo, llevaba un libro de poesía bajo el brazo.

Lo escribió durante su estancia en el penal de máxima seguridad de La Palma, donde estuvo recluido por casi cuatro años, bajo los cargos de terrorismo y motín. Escribir el libro, dice, fue una de las herramientas que lo ayudaron a mantenerse ''lúcido" intelectualmente y en busca de explicarle a los demás la sensación de estar atrapado.

Alejandro, como se ha informado en La Jornada, fue detenido en agosto de 2001 junto con sus hermanos Héctor y Antonio, acusados de haber colocado petardos en una sucursal bancaria y estar ligados con organizaciones guerrilleras. Aunque su defensa alegó desde el principio las irregularidades del caso, fue hasta hace algunas semanas que el estudiante de economía dejó el penal.

Somos sueños interrumpidos se titula el poemario, y aunque todavía no hay fecha definida para su entrada al mercado, la editorial Plaza y Valdés ya cuenta con el material seleccionado para difundirlo.

La escritura del volumen le llevó año y medio, y en él están plasmados la tristeza, esperanza, euforia y coraje que tuvo Alejandro Cerezo al encarar la experiencia de ser un ''preso de conciencia".

Un espacio para la política y las artes

La elaboración del libro no es el único proyecto de carácter cultural que han emprendido los hermanos Cerezo.

Desde hace ya más de dos años, ellos y el comité que pugna por su liberación han sostenido una pequeña revista que, aunque mantiene como prioridad el tema de los presos políticos en México, también abre un espacio a la literatura y las artes plásticas en la medida de sus posibilidades.

En honor al cuentista, poeta y periodista del 68 José Revueltas, la publicación adoptó el nombre de Revueltas. La idea, explica Alejandro Cerezo en entrevista, es tener un medio colectivo para motivar la discusión de temas políticos, ''pero que no reste valor a la cuestión estética y literaria", y en el que haya espacio a ''toda la gente de la universidad que quiere escribir cuento y poesía" pero no tiene dónde.

Aunque al principio la cuestión jurídica del caso absorbió toda la atención de los Cerezo, después se decidió que la revista era cuestión prioritaria. Los primeros números se hicieron totalmente a mano, desde la prisión, y pese a las dificultades que enfrentan las publicaciones de su tipo, se ha mantenido hasta alcanzar un tiraje de mil 200 ejemplares, distribuidos en el Distrito Federal, Michoacán, Veracruz, Oaxaca, Sonora y Jalisco.

En el proceso han participado de manera solidaria investigadores universitarios y periodistas, entre los que se cuenta a Carlos Fazio, colaborador de este diario.

Lo de la revista y la poesía, dice Alejandro Cerezo, ''es una búsqueda de nuestro propio camino como artistas. No se puede decir que somos artistas profesionales, pero sí encontramos placer en escribir una poesía que transmita lo que nosotros sentimos dentro de la prisión".

La Jornada