Las dos Temporalidades de la Lucha, por John Holloway

junio de 2006

1. El tiempo es central para la consideración de poder y contra-poder y anti-poder. La izquierda tradicional está centrada en esperar, en la paciencia. Los partidos socialdemócratas nos dicen “Esperen hasta la próxima elección, entonces vamos a llegar al poder y todo será diferente.: Los partidos leninistas nos dicen “Esperen hasta la revolución, entonces vamos a tomar el poder y la vida va a empezar.” Pero no podemos esperar. El capitalismo está destruyendo el mundo y no podemos estar pacientes. No podemos esperar hasta la próxima gran crisis del capitalismo o la próxima oportunidad revolucionaria. No podemos esperar hasta el momento correcto. Tenemos que rebelar ahora, tenemos que vivir ahora.

2. La izquierda tradicional maneja un concepto capitalista del tiempo. En este concepto el capitalismo es un continuo, tiene una duración, será ahí hasta que llegue el día de la revolución. Es esta duración, este continuo, que tenemos que romper. ¿Cómo? Negándonos, diciendo NO. Entendiendo que el capitalismo no tiene ninguna duración independiente de nosotros. Si el capitalismo existe hoy, no es porque fue creado cien o doscientos años, sino porque nosotros (los trabajadores del mundo en el sentido más amplio) lo creamos hoy. Si no lo creamos mañana, va a dejar de existir. El capital depende de nosotros por su existencia, de un momento a otro. El capital depende de la conversión de nuestro hacer en trabajo enajenado, de la conversión de nuestra vida en sobre vivencia. Nosotros hacemos el capitalismo. El problema de la revolución no es abolir el capitalismo, sino dejar de hacerlo.

¿Cómo dejamos de hacer el capitalismo? ¿Cómo decir NO? ¿Cómo decir ¡Ya basta!, ¡Que se vayan todos! El NO es la primera clave para pensar en el cambio social radical. Vivimos en un mundo en el cual la humanidad está corriendo como lemmings hacia el precipicio de la autodestrucción. ¿Cómo parar esta carrera loca? ¿Cómo romper el continuo, romper la historia, romper el tiempo mismo, cómo dejar de sobrevivir y empezar a vivir, cómo llenar nuestras vidas con una intensidad que rompa el gris del capitalismo? Esta es la primera temporalidad de la revolución, la temporalidad de ¡Ya basta! Una temporalidad de impaciencia e intensidad y revolución aquí-y-ahora, porque el capitalismo es intolerable, porque no podemos seguir creando nuestra propia destrucción, nuestra propia deshumanización. Esta es la temporalidad de la certidumbre, porque no puede haber ninguna duda acerca de nuestro NO al capitalismo. Es también la temporalidad de la inocencia, del NO sencillo y sin complicaciones.

3. Pero también hay una segunda temporalidad. Para dar fuerza a nuestro NO, lo tenemos que respaldar con la construcción de un mundo alternativo. Si nos negamos a subordinarnos al capital, tenemos que tener una forma alternativa de vivir, y esto significa la creación paciente de otras formas de organizar nuestra actividad, nuestro hacer. Los zapatistas dicen ¡Ya basta! Pero también dicen “caminamos, no corremos, porque vamos muy lejos”. Los mejores grupos piqueteros en Argentina dicen “¡Que se vayan todos!” pero también insisten en la importancia de seguir sus propios ritmos, sus propios tiempos en la creación de una sociabilidad alternativa, una forma alternativa de hacer las cosas. Si la primera temporalidad es la de la inocencia, esta es la temporalidad de la experiencia.

Esta es la temporalidad de construir nuestro poder, nuestro poder-hacer, nuestro poder de hacer las cosas de otra forma. Construir nuestro poder-hacer no tiene que ver con tomar el poder o conquistar el poder. Si nos organizamos para tomar el poder, si tratamos de conquistar el poder estatal, nos metemos en la lógica del poder capitalista, adoptamos formas capitalistas de organización que imponen separaciones, separaciones entre líderes y masas, entre ciudadanos y extranjeros, entre lo público y lo privado. Si nos enfocamos en el estado y en conquistar el poder estatal, inevitablemente reproducimos dentro de nuestras propias luchas el poder del capital, las relaciones sociales del capital. Construir nuestro propio poder-hacer implica formas diferentes de organización, formas que no son simétricas con las formas del capital, formas que no separan, que no excluyen. Nuestro poder, entonces, no es simplemente un contra-poder, no es la imagen de espejo del poder capitalista, sino un anti-poder, un poder con una lógica totalmente distinta – y una temporalidad totalmente distinta. La temporalidad tradicional, la temporalidad de tomar el poder, tiene dos pasos: primero espera y construye el partido, luego la revolución y todo va a ser diferente. La segunda temporalidad viene después de la primera. La toma del poder es como un pivote, un punto de ruptura en la temporalidad del proceso revolucionario. Nuestra temporalidad, la temporalidad de construir nuestro anti-poder también contiene dos pasos, pero los pasos son en el orden contrario y son simultáneos. Entonces primero: no esperes, di NO ahora, haz un hoyo, una fisura en el tejido de la dominación capitalista, ahora, hoy. Y luego, segundo, empezando desde estos Nos, estas fisuras, y al mismo tiempo, construye otro mundo, otra forma de hacer las cosas, otro tipo de relaciones sociales entre la gente. Aquí no se puede hablar de un cambio repentino sino de una lucha larga y paciente en la cual la esperanza yace no en la próxima elección ni en la toma del Palacio de Invierno sino en superar nuestro aislamiento y juntarnos con otros proyectos, otros Nos que están empujando en la misma dirección. Esto quiere decir vivir ahora a pesar del capitalismo pero sobre todo en-contra-y-más-allá del capitalismo. Quiere decir un concepto intersticial de la revolución en el cuál un mundo nuevo, un comunismo nuevo, un común-ismo nuevo, brota de los intersticios del capitalismo. Implica un concepto de revolución como la desintegración activa del capitalismo, un proceso en el cuál una sociedad alternativa se construye en el mismo proceso de desintegración.

No existe ningún modelo que podamos seguir en la construcción de un mundo nuevo. Aquí no hay ninguna certeza. Inevitablemente, es cuestión de experimentación e invención. Detrás de nuestro NO al capitalismo neoliberal hay muchos SIs. La fuerza de estos SIs es el impulso hacia la autodeterminación. La autodeterminación sólo puede ser un proceso social, un tejer global de los procesos colectivos de autodeterminación, de consejos a comunas o asambleas. Pero no puede ser simplemente una cuestión de deliberaciones (de cómo tomamos decisiones) sino también y sobre todo la cuestión de cómo organizar nuestros haceres, nuestras actividades de una manera que va en-contra-y-más-allá del capital. Y no solamente en-contra-y-más-allá del capital sino en contra-y-más-allá de la ley del valor, en-contra-y-más-allá del mercado y de los tiempos y disciplinas que impone. Esta es la parte más difícil en pensar cómo podemos crear y cómo estamos creando un nuevo común, un nuevo comun-ismo.

4. El caminos hacia delante está lleno de obstáculo e incertidumbres y requiere mucha paciencia. Pero no hay que perder la perspectiva. La idea tradicional de la revolución nos dice que tenemos que contener nuestra impaciencia, que tenemos que subordinar nuestra impaciencia a la construcción paciente del partido. No queremos caer en lo mismo, porque este tiempo de paciencia mata el movimiento de aburrimiento. Nosotros también tenemos dos temporalidades: la temporalidad de la impaciencia, del ¡Ya basta!, de la revolución aquí-y-ahora y también la temporalidad de la paciencia, de la construcción de otro mundo. Pero en el concepto tradicional la impaciencia está subordinada a la paciencia, y en nuestro concepto tiene que ser al revés: la paciencia existe para respaldar la impaciencia del NO, y no para subordinarla. La sabiduría de la experiencia existe no para retener la rabia de la juventud, sino para darle fuerza.

El movimiento está compuesto de canciones de inocencia y experiencia. Las dos tienen su lugar. Normalmente la voz de la experiencia domina, pero me parece que es la voz de la inocencia que debe ser la voz principal