C U B A : TANTOS DISIDENTES COMO MILITANTES
por José Manuel Martin Medem

En las elecciones del 20 de enero para la Asamblea Nacional del Poder Popular los 614 candidatos superaron el 50% de los votos, porcentaje necesario para ser diputados. Pero por primera vez se produce una contundente protesta electoral que el Granma sólo reflejó al publicar los resultados: en la Isla de la Juventud, con la mayor participación (99,75%), el ¡40%! votó en blanco, anuló la papeleta o ejerció el voto selectivo (32%) y la candidatura menos votada (70%) fue la de Elizabeth Cámara, secretaria provincial del PCC. El ¡40%! votó en contra de la consigna de Fidel que era acudir a las urnas y depositar el voto unido ...

En el conjunto del país, el más votado fue Raúl (99%).Más que Fidel (98%). En Cuba el voto no es obligatorio, es un derecho a partir de los 16 años y se puede elegir a todos los incluidos en la lista (el voto unido que pedía Fidel) o sólo a una selección de los candidatos. Según los datos de la Comisión Electoral Nacional, votaron casi el 97% de los ocho millones y medio de cubanos incluidos en el censo. Un poco menos de 400.000 fueron votos en blanco o nulos. Y de los que votaron, 700.000 (un 9%) no siguieron la consigna del voto unido.

Quienes no consideran democráticas las elecciones en Cuba tienen que reconocer que es posible no votar a Fidel Castro y que el procedimiento es directo y secreto. En cada sistema electoral hay que analizar los resultados según sus características y en el procedimiento cubano los grandes porcentajes de aceptación no pueden ocultar la manifestación de los desacuerdos. Como en la Isla de la Juventud, con la primera advertencia electoral sobre el malestar popular.

En total, un poco más de un millón de cubanos anularon las papeletas, votaron en blanco o rechazaron a una serie de candidatos. Son el 12% de los convocados a las urnas. Si los consideramos oposición, tenemos una cantidad similar a los militantes del PCC y de la UJC. Los resultados son muy parecidos a los de las elecciones del 2003.

Entonces, Haroldo Dilla (*) llegaba a la conclusión de que Fidel Castro gobierna con el apoyo activo de una minoría y el pasivo de una mayoría que le da estabilidad al sistema y "será determinante para decidir el futuro de Cuba".Desde el oficial Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, se reconoce el siguiente escenario:

        En cuanto a la participación sociopolítica, la tendencia predominante es el crecimiento de la heterogeneidad al coexistir grupos fuertemente         implicados en las organizaciones e interesados en desempeñar un papel protagónico en la readaptación de la sociedad a las nuevas                 circunstancias, grupos con una incorporación formal pero sin una implicación real en la transformación social y otros apáticos y                         desinteresados en participar en cualquier ámbito colectivo.

Si es cierto, como asegura Raúl, que cinco millones de cubanos han participado en las asambleas de debate sobre su discurso del 26 de julio del 2007, se puede calcular que por lo menos el 60% del censo electoral no sólo está de acuerdo con el sistema que ha garantizado la soberanía nacional sino que lo quiere mejorar con reformas de libertad y justicia.

Mientras se espera la decisión de Fidel Castro sobre su continuidad como Presidente del Consejo de Estado, el líder convaleciente advertía desde el Granma que "ni soñar que las soluciones de nuestros problemas son fáciles y están a la vuelta de la esquina".Insistía en la necesidad de "la unidad en torno a la idea de la independencia" y volvía a decir que vigila las posibles reformas: "Debemos evitar que, en el enorme mar de criterios tácticos, se diluyan las líneas estratégicas".

Aseguran sus colaboradores que Fidel se recupera pero parece que la enfermedad le provoca desmerengamientos mentales, como cuando escribió el 22 de enero en el Granma que "Stalin era un militante honesto y consagrado que cometió graves errores que lo llevaron a posiciones sumamente conservadoras y cautelosas".

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(*)         La sociedad cubana comienza a experimentar un proceso de polarización de actitudes y conductas en uno de cuyos extremos se sitúa un sector minoritario y atomizado de oposición antisistema mientras que el otro lo ocupa otro sector, también minoritario pero eficazmente organizado, de consenso activo. En el centro, la franja mayoritaria está ocupada por aquellas personas que han optado por soluciones individuales, más temerosas de un cambio incierto que de todas las precariedades del presente y seducidas por las expectativas de ascenso que siempre ofrece el mercado aunque muy pocos realmente logren un acceso conveniente.

        Haroldo Dilla formaba parte del grupo que pedía la democratización del socialismo cubano desde el Centro de Estudios sobre América (dependiente del CC del PCC) y que fue descojonado por Raúl Castro.