2006, NUEVOS RETOS A PROBLEMAS VIEJOS
Por Raúl Gatica

Hay dos primeros de enero que los latinoamericanos no olvidamos por lo que significan, lo que aportan, lo que cuestionan y sobre todo por la esperanza que son uno y otro para épocas y opciones distintas.

El primero de enero de 1959, festejo del pueblo cubano que inició su proceso armado con el desembarco de un puñado de patriotas en la playa de las Coloradas y después de dura lucha derrotan la dictadura de Batista para culminar, tiempo después, encumbrando a Fidel Castro.

El otro, tuvo su expresión primera en 1994, con la toma de cinco municipios chiapanecos por las y los insurgentes indígenas del EZLN, que revitalizó anhelos a lo largo y ancho del mundo, y marcó la ruptura con un modelo único de construir el mundo que queremos.

Estos primeros de enero graban puntos de quiebre en la historia del mundo y señalan la riqueza de caminos de construcción de un mundo más justo. Quizás esa sea una de las razones por la cual ambos procesos viven inmersos en la polémica: el primero por haber caído en lo que algunos llaman dictadura, y el otro porque no quiere la toma del poder, usa las armas más como símbolo que como instrumento, tiene obsesión con procesos de participación directa y como ellos mismos dicen, se cagan en las vanguardias.

Creer que la revolución cubana, o a la concepción autonomista y de transformar el mundo sin tomar el poder de los indígenas, ya sea del EZLN, CNI, CIPO-RFM y otros que piensan igual, son recetas de camino único para todo tiempo y toda lucha, es de plano, un falta de respeto a la historia y a la realidad.

Sin embargo, las tradiciones, historias, prácticas y orígenes de estos dos movimientos han permeado a sus contemporáneos, a tal grado que se han desarrollado en torno a los mismos un debate innecesario: que si una u otra es la vía correcta, cuando no hay vía correcta y única: hay caminos, circunstancias históricas y realidades concretas.

Por lo tanto, quienes pretendemos vías distintas a cualquier dictadura, incluida la del proletariado, este y muchos años por venir, debemos estar preparados para soportar ser acusados, por muchos, de todo; aunque también con nuestra sangre y esfuerzo se concreten los movimientos que nos condenen, ya sea en Rusia, Cuba, China, Alemania, México, etc.

Empecemos este año revisando nuestras prácticas, no temiendo hacer, ni que nos hagan, la crítica, no efectuar injusticias en nombre de la democracia, la paz, el partido, la revolución, los principios y demás eufemismos, contra quienes disienten o tienen propuestas diferentes a nosotros: evitemos crímenes -ajusticiamientos o como les llaman- cárcel, exclusión, descalificaciones, diatribas y rumores que nos hacen más débiles de lo que ya somos.

Recibamos el 2006 con el corazón dispuesto para la admirable Cuba, y la digna lucha de los pueblos indígenas, estos últimos demostrando que tenemos alternativas para compartir y, justamente este 1ยบ de enero inician "la otra campaña" con la salida del delegado zero, y que nosotros como parte del CIPO-RFM e integrantes de la otra campaña, los incitamos a participar de alguna forma.

Pongamos en este 2006, el esfuerzo necesario y suficiente para fundar una nueva relación entre los que luchamos, que vaya más allá de lo meramente ideológico, con afecto y ternura de hermanos, para que los caídos, desde donde estén, abracen el esfuerzo: es tiempo de admitir que los triunfos no se construyen con descalificaciones y peleas entre nosotros, sino con argumentos, lucha constante y accionar, por lo menos coordinado.

2006 nos dibuja exigencias a todos: a los Cubanos, para que no se autodestruyan; al EZLN, para que desarrolle a lo largo y ancho de México el movimiento indígena y tantas otras luchas, opacadas o invisibilizadas por la moda mediática. Y para quienes desde fuera actuamos, el hallar las vías y caminos para que los esfuerzos se encuentren.

Vaya pues el reto para quienes celebramos los dos primeros de eneros, pero también las luchas de Venezuela, Bolivia, Guatemala, Argentina, Brasil, Uruguay, Latinoamérica entera y tantos lugares del mundo, sin que cunda la exageración, pero sin que se venza la esperanza.

 

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