Bolivia, la esperanza del quien sabe
Por Raúl Gatica

Hace pocos días tomó la presidencia, que no el poder, de Bolivia, Evo Morales. Casi todos los analistas de izquierda o progresistas festejan con cualquier pretexto, exageradamente su triunfo electoral: ya por ser indígena, haber logrado mas del 50 % no ser egresado de Harvard, o porque va a fortalecer el bloque Chávez, Lula, Kischner, Tabare, Fidel. Porque es continuación de la revolución que empezó el Che con Inti y Coco Peredo, en fin, dimes y diretes surgidos de la necesidad que tenemos de triunfos y optimismo. No esta mal, porque el tiempo aquel de que perdimos pero hicimos las mejores canciones debe acabarse, pero sin exageraciones que nublen los retos o impidan análisis. Festejos anticipados puede traer grandes decepciones.

El mejor apoyo no se logra aceptando sin reflexión y guiados solo por la consigna de “defender el triunfo”. Nuestro aporte esta en una visión crítica que explore ideas sobre fallas y vacíos, que auxilie a la construcción de alternativas en los huecos detectados. El peor favor al proceso boliviano viene de voces y plumas mexicanas que como Octavio Rodríguez Araujo descalifican toda opinión crítica al futuro gobierno masista, esgrimiendo en lugar de argumentos, calificativos, como el de radicales y ultraizquierdistas.

Sin perder el tono optimista, quiero puntualizar los retos y posibilidades que veo en las condiciones actuales de Bolivia, no para ser agorero de la mala suerte de un gobernante indígena, sino para evitar desencantos y no llamarnos engañados o traicionados, como posiblemente lo dirán los que hoy por hoy son furibundos apologistas.

Comienzo diciendo que el triunfo del MAS boliviano, (Movimiento al Socialismo) se inscribe en la lógica de la alternancia en el poder, experimento no muy nuevo del capitalismo, iniciado en Chile, donde gobiernos con legitimidad, incluso con discurso de oposición al neoliberalismo, se encarguen de aplicar el mismo modelo, con algunas variantes sociales que lo hacen eficiente y hasta parecer diferente, es decir, la alternancia como la nueva forma de dominación que el capital adopta para sobrevivir en estos tiempos de reacomodos en el escenario político Latinoamericano.

El gobierno de Evo Morales estará inscrito en ese contexto. De ahí que no dejemos de preguntarnos: ¿Cuál será la manera para sortear los intereses de las transnacionales del gas y mineras, para destinar los recursos provenientes de ellos al desarrollo? ¿Cómo podrá hacer rentable la producción agrícola a pequeña escala, ante la negativa de los grandes exportadores en el ramo de eliminar los subsidios a sus productores? ¿Qué medidas tomará para conciliar las presiones de Estados Unidos sobre las drogas y el libre comercio? Este último que actualmente da salida a 6 mil productos y ventas mayores a 150 millones de dólares y muchos empleos. ¿Que le ayudará a sortear las exigencias de transnacionales ante posibles expropiaciones, los posibles boicots económicos y político de la burguesía nacional por un lado, y por el otro, la impaciencia del movimiento indígena y social para que nacionalice los energético y asuma la Alternativa Bolivariana para América?

No es el movimiento social quien triunfa todavía, aunque curiosamente sea quien hizo posible ganar la presidencia. Lo decimos no en términos de cuantos cargos le dan a los dirigentes del movimiento social, no, si no ¿Cuánto se puede retomar y cumplir de la agenda del movimiento indígena, social y la mayoría del pueblo boliviano? Sin exagerar y sin pesimismos, habrá que esperar, pues si bien existe el decálogo, en ninguna parte aparece el como se llevará a cabo, lo que en si mismo encierra el reto y la esperanza.

Como indígena pienso que no basta tener un presidente indígena para resolver nuestras demandas, los mexicanos tuvimos a Benito Juárez y no nos fue tan bien. Es decir los cambios no dependen de vanguardia alguna, de presidente X o Z, o de la bondad o capacidad de una persona, un partido, una organización, no, sino del movimiento, como forma de organización y la participación del pueblo como categoría de transformación.

Cumplir con instalar La Asamblea Constituyente será en si un logro, aunque de resultados inciertos, pues hasta hoy el MAS no tiene definido qué contiene la refundación de Bolivia, pues aunque lograran la mas avanzada constitución del mundo, y aquí el ejemplo de México ilustra: tuvimos en 1917 una constituyente, quedó plasmado lo mas avanzado del pensamiento, el magonismo, pero nunca se han cumplido, y los sucesivos gobiernos se han encargado de irlo quitando de la Constitución mexicana: el reto no es solo la constituyente sino los instrumentos prácticos y las acciones concretas.

Desde luego que no es lo mismo que gobierne Evo a que lo haga una persona de derecha, pero mientras no veamos en los hechos transformaciones de fondo, lo que hará la diferencia será la legitimidad con que uno u otro pueden aplicar sus políticas y el plazo que tiene para llevar a cabo sus propuestas: ese es el merito de Evo, pero su reto será conservarla y no tiene mucho tiempo.

Claro que el gobierno del MAS tendrá otros insumos favorables a los que no debe renunciar de echar mano, el respaldo popular, la solidaridad de un bloque de países que se fortalecen si Bolivia hace parte de ellos, para enfrentar en mejores condiciones a USA. Los impuestos directos a los hidrocarburos y la mayoría en el congreso. Y si evita la corrupción, tráfico de influencias, incumplimiento en temas claves como la redistribución territorial de las comunidades indígenas,  no es impensable que pueda dar sorpresas agradables, aunque hasta hoy lo único claro es que será ungido como el primer presidente indígena de su país, rompiendo toda la tradición reciente de quienes ocupan esos puestos, que en si no es poca cosa.

Puede decirse que la meta ahora, es hacer que un decálogo que no dice el cómo y ayudó para ganar elecciones; su puesta en práctica sea camino a transformaciones reales de un país, con la participación de la gente y el apoyo de los movimientos sociales, no hacerlo para evitar confrontar al Estados Unidos y sus empresas, implicará decir que, ese como otros tantos gobiernos es mas de lo mismo. La ecuación es simple: pasar de las palabras a los hechos.

Sin embargo, los protagonistas electos se encargan de definir claramente alcances y limites de lo que representan. Con varios matices Evo Morales ha comenzado a decir que no habrá expropiación de hidrocarburos, y pensamos que si puede la retrazará o evitará incluso; no plantea una reforma agraria como tal, y García Linera expresa que su ruta es el capitalismo Andino, que nos suena a algo así como lo que nos dijo Vicente Fox en su capitalismo con rostro humano y ya vemos los estragos que hizo su gobierno a México, eso si, en quince minutos.

Por donde se le busque, el planteamiento del MAS no es radical y así debe entenderse en la geopolítica, que es similar a lo que desarrollan Brasil, Argentina, Uruguay, salvo la peculiaridad de Venezuela. Lo que implica asegurar, sin temor a equivocarnos, que ningún gobierno, ninguno, por progresista que sea, hará lo que necesita el pueblo, si el pueblo mismo no empuja. A Bolivia le faltan peleas por librar, pues a lo sumo ganó un aliado en el gobierno, pero no a quien va a solucionar sus reclamos ¿sabrán hacer uso de eso?  Los optimistas nos conformamos que se logre la participación directa de la gente, ese será el reto mayor y la esperanza que pensamos, como mínimo, de esta lucha que comienza.  

 

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