¡Detengan el siglo. No estamos preparados!

León Lederman (Premio Nobel de Física)


 

Mi estrategia es reflejar que la inmensa mayoría de la educación pública en ciencia, constantemente añorada en las sociedades democráticas, aumentará hasta el nivel de supervivencia, mientras meditamos sobre el tipo de sociedad que tendremos en el futuro. Tomemos en cuenta esta cronología:

 

*  Surgimiento del planeta Tierra: hace 4,600 millones de años

*  Primeras bacterias procariotas: hace 4,200 millones de años

*  Bacterias eucariotas: hace 3,000 millones de años

*  Organismos pluricelulares: hace 600 millones de años

*  Homínidos: hace 7 millones de años

*  Homo sapiens: hace 100,000 años  

*  Agricultura: hace 10,000 años

*  Primera Ciencia: hace 3,000 años

*  Ciencias Modernas: hace 400 años

*  Viajes en Reactores: hace 40 años

*  Internet: hace 15 años

 

Esta tabla es útil si intentamos imaginar lo que pasará en los próximos 100 años. ¿Que descubrimientos o inventos deslumbrarán, o quizás atormentarán, a nuestros graduados de IMSA (Academia de Matemática y Ciencia de Illinois) y sus conciudadanos en el 2100? ¿Podemos confeccionar una lista? La tabla nos dirá que no podríamos, esto es, ¡los cambios en la capacidad del ser humano serán inimaginables!

 

Sabemos que las ciencias y la tecnología son los motores que propician esta aceleración. Probablemente podríamos hacer una lista de los conflictos humanos, el predominio de la violencia, la creciente fragilidad de algunas sociedades y las consecuencias letales de la guerra tecnológica, y llegar a una conclusión más aleccionadora sobre como le irá a la humanidad en los próximos 100 años. Queda abierta una interrogante acerca de cual será la lista que producirá las mayores preocupaciones sobre el paso seguro de nuestros hijos y sus proles a través del Siglo XXI.

 

Sin embargo, somos optimistas y al menos debemos tratar de comprender las diferentes aristas del cambio, de modo que seamos capaces de trazar estrategias para el firme desarrollo de la humanidad. Si tenemos que prepararnos para las “inimaginables” transformaciones que se avecinan en el todavía joven Siglo XXI, tenemos que apresurarnos... Pero, ¿tenemos Tiempo?

 

Podemos recurrir a una metáfora espantosa. Sería como si nuestros científicos y especialistas de la NASA descubrieran un asteroide que se dirige contra el planeta Tierra. (Metáfora asteroide) Las predicciones mejoran mientras pasan semanas de meticulosa observación y trabajo computarizado. Los cálculos son más exactos en cuanto a una colisión, dicen, en ¡dos años! ¿Estamos a tiempo de reaccionar? ¿Cuales son nuestras posibilidades?, ¿Sembrar una bomba de fusión en un satélite Voyager para destruir el asteroide? ¿Nos afectarán sus restos, actualmente hechos de material radioactivo? ¿Podríamos aterrizar en el asteroide y desviarlo de su curso?, ¿Tenemos Tiempo para analizar cuantitativamente estas y otras soluciones?, ¿Podríamos detener el asteroide mientras pensamos? ¿Somos capaces de frenar la marcha del Siglo mientras diseñamos una salida segura?

 

Esta metáfora es un fracaso porque la solución al problema dependerá de la capacidad de un reducido grupo de especialistas y la racionalidad de un número pequeño de dirigentes mundiales. Sin embargo, con todas las promesas y peligros de los cambios en el Siglo XXI, el programa para el desarrollo del género humano necesita del consenso de todos, de ahí el alcance popular del tema.

 

No hace falta criticar el desconocimiento de la sociedad norteamericana sobre las ciencias (¡en comités internacionales, frecuentemente hay diferencias entre los observadores, quienes plantean que sus ciudadanos son los más ignorantes!)

 

Los expertos que comprueban la educación científica de la población cuentan deprimentes historias acerca de su ignorancia. Hablan de carencia de disciplina y habilidad para seguir un argumento lógico consecutivo que requiera de varios pasos. Se cuenta con suficiente información para asegurarnos que los graduados del colegio participen activamente en estas desalentadoras encuestas.

 

Las conclusiones de un informe de Royal Society, Science Education in England and Wales, resultan aleccionadoras. El impacto de la ignorancia acerca de la ciencia no es vocacional ni profesional; incluso hay pérdidas más importantes.

 

El por qué tal desconocimiento es peligroso, de que forma dificulta el avance económico y social, y como logra que ciertos individuos se sientan enajenados e insatisfechos- y por qué esa ignorancia tiene un mayor impacto en la sociedad, son tópicos a los cuales deseo referirme. Sin embargo, esto hace más fácil mirar hacia el Siglo XXI y decir que cualquier fracaso que se derive de este desconocimiento representará nada si se compara con las expectativas de lo que se avecina en próximas décadas.

 

Podemos dividir nuestro conocimiento científico en tres grandes categorías: Materia, Mente, y Vida. Y estamos aprendiendo rápidamente a organizar este trabajo para acelerar ampliamente los adelantos científicos y tecnológicos. El físico Michio Kaku los describe como baluartes de la ciencia construidos en el Siglo XX. Y lo que caracteriza a la ciencia de hoy es la creciente fuerza del cruce de estas vastas categorías del conocimiento.

 

Los más importantes descubrimientos del Siglo XX: la mecánica cuántica, la relatividad, la tectónica de placas, la Teoría de la Evolución de Darwin, la base molecular del ADN, la Teoría del Big Bang sobre el surgimiento y evolución del Universo, están insertados en estas tres columnas de la mente, materia y vida. Y el potencial para logros posteriores aparecerá cuando seamos capaces de combinar y concentrar estos baluartes.

 

Ahora trataremos de hacer conjeturas sobre el siglo 21.

 

* La normal extrapolación de la medicina incluye un desarrollo superior en el control del cáncer, las enfermedades del corazón, Artritis y trastornos autoinmunes. Se prevé el aumento de la longevidad humana y la clonación de seres humanos y bebés.

 

* La velocidad de las computadoras y sus aplicaciones en la "Vida" pueden seguir incrementándose, demostrando la creciente simbiosis de los tres pilares de la ciencia. La Ley de Moore (duplicar la capacidad de los ordenadores cada 18 meses) se prolongará hasta 2020. Cuando se llegue al límite de la cuántica, por ejemplo, los transistores serán del tamaño de un átomo.

 

* Nuevas tecnologías sustituirán al silicio: computadoras ópticas, moleculares y de DNA permitirán plazos hasta la materialización de la promesa sobre computadoras cuánticas.

 

* Los ingredientes para influir en el comportamiento humano se encuentran incluidos en esto, por ejemplo, la robótica seguramente sustituirá el trabajo manual y todo lo que requiera de poco pensamiento. El empleo dependerá cada vez más del nivel educativo.

 

* Los robots, movidos por computadoras que pueden ser mil millones de veces más rápidas que las actuales, podrían desempeñar cargos tan sorprendentes como legisladores, ejecutivos, etc... Nuevas "nanotecnologías" podrían resultar en producción molecular- por ejemplo, en lugar de plantar árboles para proveer madera para muebles, esta podría ser construida molécula por molécula.

 

Por estas y otras muchas razones, los ciudadanos deben comprender un poco el riesgo del cálculo y la probabilidad. Lamentablemente, si el pronóstico del Tiempo da un 50 por ciento de probabilidades de lluvias tanto para el sábado como para el domingo, muchos llegan a la conclusión de que habrá un 100 por ciento de probabilidades de lluvias durante el fin de semana. ¿Me siguen? Hay otra arista en esto -mientras buceamos en este crujiente mar de cambios- se debe aclarar que los cambios que sabemos hacer no tienen por qué ser los que debemos hacer, así el asunto se convierte en: ¿Quién decide? ¿Los científicos e ingenieros que los inventaron? ¿Los empresarios que financiaron el trabajo? ¿O los funcionarios que los fundaron? ¿Y la sociedad, que puede ser influenciada desfavorablemente? En nuestra historia, los especialistas solían ignorar esta última posibilidad, a veces por un buen motivo.

 

Ya hemos promovido la exigencia del conocimiento básico en ciencia, haciendo mucho hincapié en la necesidad de que ciudadanos dominen la ciencia. Como es lógico, reafirmamos también la necesidad de que los empleos que no se basan directamente en la técnica recurran a la habilidad científica, por ejemplo, en la ley, donde la tecnología constantemente introduce nuevas problemáticas como la identificación de ADN, memoria suprimida, etc. También en el periodismo, los negocios, la publicidad...

 

Y el deseo de los trabajadores con "habilidades pensantes críticas" es universal. Así, aparecen las decisiones individuales que debemos tomar como miembros de una familia y de la localidad en que vivimos. ¿Es seguro vivir cerca de una gasolinera? ¿Puedo comer alimentos creados por la ingeniería genética? ¿Debo fumar? ¿Necesito ejercitarme? ¿Debo permitir que mi hermana se case con un Físico? Me gustaría agregar otra de las ventajas de una buena educación en ciencia, quizás más sutil, pero para mí la más importante.

 

La ciencia es una forma de pensamiento. Los teóricos aprendices la llaman la creación de un modo de ser científico. Esto difiere bastante del pensamiento científico- eso es para los científicos-. La "forma de pensar" debe prevalecer después que se han olvidado todas las formulas y ecuaciones de las clases de Química, Física, Biología y Geología de la secundaria. Esta cualidad puede ayudar en la rutina diaria, leer el periódico, ver el noticiero nocturno, y debatir los problemas más importantes con cónyuges e hijos.

 

Me atrevo ahora a mencionar otro elemento relacionado con los estudiantes que son lo suficientemente afortunados como para tener el profesor adecuado: como el caso del profesor de Inglés que lloró frente a los alumnos mientras explicaba sonetos, o el de arte, quien se deshizo en elogios para con la sabiduría irradiada en el rostro del Rabí pintado por Rembrandt.

 

La Ciencia no es más que la elevación del espíritu humano, a medida nos familiarizamos con los descubrimientos de Copérnico, Galileo o Darwin. O quien estudia los increíbles descubrimientos de los astrofísicos de nuestra nueva era: la historia de las microondas cósmicas, la constante Hubble, y la Materia y la Energía Negra.

 

Estos momentos de Eureka están presentes, por ejemplo, cuando nos enteramos que vivimos en un pequeño fragmento de materia, en un planeta perteneciente a un sistema solar ubicado en un lugar indefinido de una galaxia (La Vía Láctea) que tiene doscientos mil millones de soles, y que a la vez es uno más de los trillones de galaxias que existen. La ciencia ha desplazado a los humanos del centro del Universo. Pero el Universo está lleno de hermosas estructuras dentro de un gran plan que está siendo lentamente revelado. Indudablemente, el hallazgo de que estrellas situadas a miles de millones de kilómetros de nosotros están compuestas por los mismos elementos químicos del Sol, es un descubrimiento de gran envergadura.

 

Por eso, si nuestros cursos de ciencias se tratan como parte de las humanidades, aprenderemos algo sobre los científicos y nos enteraremos de que es la misma ciencia para la humanidad entera. Que los niños en Calcuta y Nairobi; en Atenas y Chicago, tienen la misma tabla en su laboratorio de Química: La Tabla Periódica de los Elementos. Europeos, chinos, árabes y egipcios desarrollaron el conocimiento que contiene la sorprendente tabla. Estos y otros muchos ejemplos reflejan la promesa de que el conocimiento científico no tiene "dueño"; pertenece a todos nosotros.

 

*Doctor en Ciencias Físicas. Entre otros reconocimientos ha recibido el Premio Wolf y el Premio Nobel de Física.