……..….EL MOVIMIENTO ECOLOGISTA

……… Ladislao Martínez López miembro de Ecologistas en Acción.

 

Las notas que siguen no son otra cosa que una breve historia comentada del movimiento ecologista en relación con problemas energéticos. El/la lector/a avisado/a puede huir en este momento si tal objetivo no responde a su interés.

No existe por tanto referencias a las importantes luchas por la conservación de especies; ni del territorio (ya sea para preservar en buen estado espacios naturales relativamente inalterados o para no deshumanizar en extremo los espacios fuertemente humanizados) pese a su importancia en el entorno de las grandes urbes, en zonas del litoral o en los espacios insulares; ni siquiera a las decisivas luchas por un uso racional del agua, que han marcado los últimos años y que han tenido un respaldo popular inusitado y un debate de ideas que ha hecho saltar por los aires paradigmas que se han mantenido durante siglos...y el gran trasvase del Ebro.

El objetivo seleccionado tiene sin embargo dos ventajas. La primera y decisiva es que es de los pocos temas en que el autor de las notas se siente autorizado a opinar. La segunda, que el movimiento antinuclear fue uno de los pilares esenciales del entonces incipiente movimiento ecologista y, más en concreto, de las corrientes más "radicales" o "sociales" del mismo, y que los problemas energéticos se han mantenido sin demasiados cambios esenciales como un objeto de preocupación del ecologismo.

 
 

Hay dos hipótesis que desearía formular anticipadamente:

1.

Los condicionantes económicos son decisivos en la aparición de los problemas ecológicos. En mi opinión, no cabe interpretar los problemas como una mera pugna entre razón tecnológica/razón ecológica, o en otros términos como meras expresiones del conflicto entre tecnosfera y biosfera, porque, aunque estos enfoques suministran claves de interpretación útiles, omiten referencias a las causas que son bien visibles cuando se analizan los intereses económicos. Por aclarar con un ejemplo, el estado español no se nuclearizó porque un buen número de técnicos se sintieran fascinados por el reto que implica "dominar" la energía nuclear, sino principalmente porque un grupo de oligarcas pensaron que la energía nuclear era un lugar excelente para la realización de beneficios. De ello se comenta algo luego.

2.

Nadie discute que el despliegue de un discurso bien articulado, basado en el paradigma de la ecología como ciencia y capaz de descender hasta la explicación coherente de múltiples problemas sociales y económicos prácticos, ha sido un elemento determinante de los distintos éxitos del ecologismo. A pesar de ello, los "saltos cualitativos" del ecologismo sólo se han producido cuando el movimiento ecologista ha sido capaz de ir mucho más allá de sus formas organizativas estables y se ha convertido en germen de un movimiento social amplio. O de nuevo recurriendo a un ejemplo: en mi opinión, la crítica ecologista al desarrollo del urbanismo y las infraestructuras de transporte no ha sido menos vigorosa y fecunda que la realizada contra la energía nuclear o los modelos de utilización del agua. Si la primera se ha saldado con un rotundo fracaso , visible en el crecimiento hasta ahora ilimitado de la edificación y de las carreteras, mientras no se construyen nuevas centrales nucleares en casi ningún lugar del mundo industrializado, o mientras en nuestro país se acaba de abandonar el último gran trasvase, es porque junto a la crítica en los dos últimos casos se ha desarrollado un amplio movimiento social capaz de contribuir al cambio político. Algo que no se ha producido en el primero.

 

 

 

Repasando la historia.

 
 

Comenta Joaquín Fernández en su excelente obra "El ecologismo español" que "la decisión de construir las primeras centrales nucleares se tomó en una reunión celebrada en Olaveaga (Bilbao, 1956) a la que asistieron tres personas: el banquero José Mª Oriol y Urquijo, como representante del sector eléctrico; Leandro José Torrontegui por la industria y José Mª Otero Navascúes por la administración". El llamado "Pacto de Olaveaga" supuso el impulso definitivo a lo que venían siendo propuestas más o menos formales de científicos y técnicos (sobre todo militares) interesados en reconvertir a usos civiles lo que había nacido para aplicación militar. "Tras la aprobación por las Cortes franquistas de la Ley de Energía Nuclear (1964), elaborada a medida por técnicos de la Junta de Energía Nuclear (JEN), entran en funcionamiento las centrales nucleares de la llamada primera generación: Zorita (Guadalajara), Santa María de Garoña (Burgos) y Vandellós I (Tarragona) en 1968, 1971 y 1973 respectivamente". Se trata de centrales de tres tipos de tecnologías diferentes: norteamericana de tecnología Westinghouse la primera (agua a presión), también norteamericana de General Electric la segunda (agua en ebullición) y francesa la tercera (de grafito-gas). Las tres se construyen sin ningún tipo de oposición-por razones obvias cabría decir- con el sistema de llave en mano y muestran la indisimulada voluntad del Gobierno de explorar las ventajas de todo tipo de tecnología.

 
 

Pero esta misma elección de reactores prueba que no anduvo muy fino el grueso del movimiento ecologista del estado español cuando insistió en que la clave de la nuclearización del país era el deseo del gobierno de disponer de la bomba atómica. De los tres reactores señalados ( y de los que vendrían después ) sólo el de Vandellós I era capaz de fabricar en determinadas condiciones Plutonio de grado militar. Algo que sí podía conseguirse en alguno de los reactores experimentales de los que disponía la Junta de Energía Nuclear (JEN) en sus instalaciones de Madrid desde 1958, en que alcanzó la criticidad el reactor JEN-I . En resumen, las condiciones técnicas ya existían desde antes de poner en marcha las centrales y además las tecnologías elegidas (que fueron diversas) no eran adecuadas para dicho fin.

 
 

La verdadera razón por la que se nuclearizó el país fue, sirva la paradoja, para obtener beneficios en la construcción de las centrales nucleares. Familias de oligarcas provenientes de sector bancario, controlaban simultáneamente los consejos de administración de las eléctricas, las constructoras y de ingeniería y las compañías de bienes de equipo. La construcción de centrales nucleares, por los riesgos implícitos de la materia prima que se emplea, son extremadamente intensivas en capital, que se tomaba prestado de "sus" bancos. Requiere de complejos proyectos de ingeniería, que recaían en "sus" compañías aportando grandes beneficios. Requiere también de laboriosos procesos de construcción y adquisición de complejos equipos, que por supuesto se contrataban a las empresas participadas aumentando los beneficios de los oligarcas. En los orígenes se tenía previsiones de que pese a todo, la energía nuclear resultaría muy barata con lo que a los beneficios de las compañías ya citadas habría que añadir los de las propias eléctricas. En resumen la energía nuclear era para sus promotores un lugar seguro de obtener beneficios a través de distintas empresas en las que participaban.

Apellidos como Oriol, Ibarra, Urquijo, Botín... se repiten en los consejos de administración de las compañías de todo tipo que están detrás de la nuclea-rización.

 
 

Pero el negocio de producir energía nuclear no iba a resultar tan próspero como se prometía. El inicio de una gran oposición internacional (a la muerte de Franco también en este país) desencadenó una mayor exigencia de seguridad para las plantas y una demora en los ritmos de construcción. Las centrales pasaron, de construirse en cinco años a necesitar más de diez, por lo que se realizaban grandes inversiones que cada vez tardaban más en empezar a amortizarse. En nuestro país esto originó una espiral fatal para esta energía. Fueron años de alta inflación, lo que aumentó sobremanera el coste del capital. Como además la apuesta fue tan desmesurada fue necesario salir al mercado internacional a búsqueda de más capitales. Los capitales tomados en préstamo se vieron además afectados por la bajada de la peseta que supuso un encarecimiento adicional. Muchas plantas compraron dólares a unas 60 pta y debieron devolverlos a 180 pta. La gallina de los huevos de oro devino en un negocio ruinoso. La respuesta del sector oligárquico impulsor se ajustó a las pautas del capitalismo moderno. Se deshicieron de sus participaciones bursátiles en las compañías eléctricas, manteniendo en todo caso el control de los consejos de administración para seguir orientando las inversiones hacia otras compañías en que su participación accionarial era mayor. En resumen se pretendía controlar el máximo de capital ajeno con el mínimo de capital propio al tiempo que se maximizaban los beneficios a nivel de grupo. Cuando el sector eléctrico se estrelló en bolsa, los responsables sólo tenían ya participaciones simbólicas. Los pequeños accionistas mal informados y los usuarios eléctricos fuimos los paganos de estos errores.

 
 

Pero volvamos de nuevo a hablar de los proyectos nucleares. En el Plan Energético Nacional de 1975 no sólo se contemplaban la construcción de siete centrales de la llamada segunda generación (Almaraz I y II, Ascó I y II, Lemóniz I y II y Cofrentes, todas ellas de una potencia entonces ligeramente menor de 1000 MW eléctricos), sino una marejada de proyectos de la llamada tercera generación hasta completar un total de ¡37 grupos nucleares!. Ni el crecimiento económico más optimista hubiera podido justificar tamaño despliegue energético.

En respuesta surgen un buen número de colectivos que desde una adscripción al entonces naciente Movimiento Ecologista (es el caso de AEORMA que después originaría AEPDEN), desde la respuesta local contra un proyecto de central que se rechazaba(como la Comunidad de Regantes de Badajoz que resultó decisiva en la lucha contra Valdecaballeros), desde la proximidad política indisimulada a las pocas formaciones políticas que rechazaron desde siempre el uso de la energía nuclear, o desde posiciones profesionales (como el Comité Antinuclear de Cataluña-CANC- que editaba el inolvidable BIEN, boletín de información sobre la energía nuclear, o sectores de la Comisión de Defensa de una Costa Vasca No Nuclear) fueron confluyendo hasta dar origen a la Coordinadora Estatal Antinuclear (CEAN), que impulsó, dinamizó y coordinó las luchas. Su constitución formal se produjo tras una reunión celebrada en Soria en Mayo de 1977 , "abierta a todas las fuerzas populares que luchan contra la agresión que suponen las instalaciones nucleares....Es el primer paso para la constitución en un futuro inmediato de la Coordinadora Estatal de Defensa del medio Ambiente".

 
 

En el texto es bien visible el tono militante y profundamente de izquierdas de la proclama que critica la dependencia de EE.UU que se genera, que alude a la corrupción municipal o al nefasto papel de la JEN en la promoción de esta energía entre otras cosas. Hay que resaltar que la reunión de Soria se produjo contra la pretensión de ampliar las instalaciones de la JEN con el fin, en este caso sí, de disponer de tecnología nuclear pensada para desarrollar el arma atómica. El proyecto, tras varios frenazos provocados por la falta de fondos y la oposición creciente, se paró definitivamente con la llegada del PSOE al poder en 1982. Señalar también que, en la pretensión de crear una coordinadora estatal para todos los problemas ambientales, se refleja el papel de germen que el movimiento antinuclear tuvo en la creación del movimiento ecologista. Cosa distinta es que la propuesta concreta que se indicaba nunca llegó a materializarse.

 
 

En una prueba de lo que eran las formas organizativas del ecologismo, la CEAN nunca tuvo una estructura estable. En cada reunión un colectivo designado previamente se hacía cargo de resolver el alojamiento y el lugar de encuentro, que giraba continuamente por todo el estado. No se solían levantar actas, era continúa la entrada y salida de grupos en cada reunión (abundaban, eso sí, los que recién llegados explicaban a los demás porque había que oponerse a la energía nuclear o "descubrían" formulas de intervención novedosísimas que todos los demás ya habían ensayado y rechazado...), la impuntualidad tras las interminables noches de fiesta era absoluta, los documentos acordados se extraviaban con cierta frecuencia... Pero, tan caótica organización era capaz de coordinar acciones con una eficacia que no puede dejar de sorprender, aseguraba un flujo eficacísimo de información y conocimientos, sabía hacer crecer luchas sociales en sitios tradicionalmente considerados como baldíos por la izquierda sindical y política y pervivió durante más de 20 años celebrando reuniones con periodicidad tri/cuatrimestral, manteniendo siempre "la memoria de las luchas".

 
 

Repasar puntualmente como se desarrolló cada lucha concreta alargaría innecesariamente estas notas. Pero no sobra comentar que sólo llegaron a funcionar diez reactores en siete plantas distintas (Zorita, Garoña, Vandellós I, Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Vandellós II y Trillo). Las restantes no pasaron de ser un proyecto sobre un papel o su construcción se vio interrumpida por la moratoria decretada en 1984. Pero esto es avanzar acontecimientos.

El movimiento antinuclear se desarrolla en un momento histórico con el que evidentemente tiene muchas similitudes. Es un más de las decenas de movimientos sociales que hicieron eclosión en la transición democrática. Esta eclosión se produjo en medio de circunstancias paradójicas, ya que de un lado se producían intentos de represión por parte del poder que hoy resultan inconcebibles, mientras que por otro se daban trasgresiones de normas inimaginables ahora y manifestaciones prácticas de conciencia alternativa y de doble poder por parte de amplios sectores sociales, igualmente sorprendentes contempladas hoy.

 
 

Algunos ejemplos pueden ayudar a recrear la situación. La movilización contra la central nuclear de Valencia de Don Juan (León), no fue de las más vigorosas, aunque culminó con el abandono del proyecto. El 14 de Marzo de 1975 se intentó convocar una mesa redonda en el Hostal San Marcos de León a la que se había invitado a 44 alcaldes de la comarca. El acto se prohibió y el secretario general de AEORMA pasó dos días en prisión. Las manifestaciones para exigir su puesta en libertad y la dimisión del Gobernador acabaron con más detenciones.

En Septiembre de 1976 es procesado el periodista Antonio Espadas por publicar en la revista "Personas" un artículo de denuncia sobre los problemas del emplazamiento elegido para la central nuclear de Ascó II. Quedó en libertad bajo fianza con una multa de 2 millones de pta. La polémica sirvió de argumento a Pilar Miró para su película "Hablamos esta noche" (1982). Efectivamente el grupo II de Ascó está ubicado sobre arcillas expansivas, que por efecto de la lluvia, se hinchan, produciendo elevaciones diferenciales. La central siempre ha estado sometida a un programa de vigilancia para asegurar que los equipos y sistemas funcionen correctamente ya que los desplazamientos diferenciales pueden tener incidencia en ellos.

 

El entonces secretario de Energía y recursos Mineros, Luis Magaña, que luego presidiría FECSA tras su quiebra, señaló en Las Provincias (2/12/79) que "las manifestaciones antinucleares son 500 pta y un bocadillo", algo que no se sabe si pagaba el oro de Moscú o era una evocación nostálgica de las manifestaciones de adhesión inquebrantable a Franco.

Pero también se produjeron formas de resistencia que no pueden dejar de sorprender. Por ejemplo, el intento de construir una central en L´Ametlla del Mar (Tarragona) enfrentó una durísima oposición con un protagonismo destacado de la Cofradía de Pescadores. Enrique Rebull, el patrón de la cofradía ejerció un liderazgo indiscutible. Cuando los trabajadores de FECSA fueron a adquirir los terrenos, tropezaron con la oposición activa de los habitantes de la zona, llegando a ser agredidos. Rebull acabó en la cárcel de la que salió para pacificar la zona y evitar "males mayores". La población rodeaba continuamente el lugar de detención en actitud poco amistosa con las fuerzas del orden. La planta no se construyó.

 

Igualmente épica fue la lucha contra la planta de Ascó que se terminó poniendo en marcha. En el pueblo del mismo nombre la polarización fue extrema entre los trabajadores de la planta y las personas que desarrollaban otro tipo de actividades. El párroco Miguel Redorat asumió un protagonismo indiscutible utilizando el púlpito para lanzar soflamas incendiarias contra la planta y llegando a prohibir a las autoridades su presencia en las procesiones. Tras algunas dudas, el obispo de Tarragona terminó llamándolo al orden. Las elecciones municipales fueron momentos de tensión extrema. Joan Carranza, que dirigía una candidatura antinuclear, ganó en 1979 y durante 4 años usó el ayuntamiento como ariete contra la planta que se seguía construyendo a gran ritmo. En 1983, todos los trabajadores que construían la planta fueron obligados a censarse y esto provocó un vuelco en el resultado electoral. El ayuntamiento se convirtió en un feudo pronuclear y la resistencia declinó.

 
 

Valdecaballeros y Lemóniz.

 
 

En la lucha antinuclear Valdecaballeros y Lemóniz son los dos éxitos más notables. Ambas centrales interrumpieron muy avanzado su proceso de construcción y nunca llegaron a ponerse en marcha. La oposición a una y otra tuvo características bien distintas y merece ser comentada.

El rechazo al proyecto de Valdecaballeros no puede dejar de sorprender, sobre todo teniendo en cuenta que en Extremadura había otros dos grupos nucleares más avanzados (en Almaraz) que apenas si suscitaron oposición. A destacar el papel de ADENEX, histórico grupo ecologista con fuerte implantación regional que hizo de la lucha contra las centrales uno de sus signos de identidad. Pero junto a ellos amplios sectores populares que incluían las comunidades de regantes de las vegas bajas de Badajoz entendieron que la planta significaba un riesgo para su producción y una merma del agua disponible para sus cultivos. Las Comisiones de afectados, nombre que se dieron los sectores opositores, mantuvieron activa la llama de la movilización desde la segunda mitad de los 70 hasta su paralización. Se produjeron cientos de pequeños actos de rechazo en muchas localidades de la zona que culminaron con el encierro de 130 alcaldes en agosto de 1979 en Villanueva de la Serena. Las movilizaciones continuaron a gran nivel posteriormente.

 
 

No se haría justicia si no se reconociera el papel decisivo de un destacado miembro del Partido Socialista proveniente de grupos cristianos libertarios, Juan Serna, que llegó a ser Consejero con Rodríguez-Ibarra y que fue un factor decisivo en toda la lucha antinuclear. Él fue uno de los dinamizadores primero de la oposición social y responsable después de la implicación del PSOE extremeño en la oposición antinuclear, lo que fue un factor singular en todo el territorio español y decisivo en su éxito. Si en el momento de la moratoria se paralizó Valdecaballeros y continuaron los proyectos de Vandellós II y Trillo (no más avanzados en su proceso de construcción) una de las claves fue el rechazo social, y sin lugar a dudas otra, el rechazo casi en bloque del PSOE extremeño que además mantenía fuertes relaciones con el entonces omnipotente Alfonso Guerra.

 
 

Pero es sin lugar a dudas la lucha contra la central de Lemóniz la que alcanza la cota más alta de movilización, respuesta social y dramatismo. En ella se mezclan acciones de protesta convencional, como manifestaciones, presentaciones de informes o actos de divulgación, con sabotajes contra instalaciones de todo tipo de la compañía promotora y atentados contra personas. Un relato sucinto de los acontecimientos merece con justicia las páginas de un libro, lo que sigue es por tanto la exposición de los hechos a mi juicio más importantes.

Aunque los colectivos en la lucha contra Lemóniz fueron muchos y de diversa índole es justo reconocer el protagonismo de la Comisión de Defensa de una Costa Vasca no Nuclear creada en los primeros 70 a partir de diversos colectivos vecinales, culturales, ecologistas y sociales. Cuenta con el respaldo implícito de las distintas formaciones de la izquierda nacionalista en su compleja singladura. Creo que es de justicia reconocer, que salvo algunas excepciones personales en la etapa inicial, el grueso de lucha contra Lemóniz descansa sobre las espaldas de la izquierda nacionalista, aunque un número no despreciable de los que participaron en ella, haya renunciado después a dicha adscripción política.

 
 

Quizá la primer gran movilización en la calle contra Lemóniz tuvo lugar el 29 de agosto de 1976, cuando más de 50.000 personas piden una costa vasca no nuclear, rechazando además de Lemóniz otros proyectos que entonces estaban en discusión (Deva o Ea-Ispaster). A la cabeza de la misma una nutrida representación del mundo de la cultura y destacados intelectuales. Entre ellos se encuentra Chillida, una de cuyas esculturas fue durante muchos años el icono más representativo del rechazo a la energía nuclear.

 
 

El momento álgido de movilización social se produce en 1977. El 31 de marzo la Diputación de Vizcaya modifica el Plan General de Ordenación Urbana de la comarca de Plencia-Munguía donde se situaba la central pasando de rústicos a industriales. En Junio, los ayuntamientos de Murguía y Lemóniz recurren la recalificación de terrenos decretada por la Diputación. Es evidente que el rechazo social contaba ya con un cierto respaldo de las instituciones más próximas. La Comisión de Defensa de una Costa Vasca no Nuclear solicita una nueva manifestación en Bilbao esperando superar el éxito de la del año anterior. El Gobierno la deniega. La Comisión se dirige en tono dramático a las fuerzas políticas y sindicales indicando que se están acabado las acciones jurídico-administrativas y les pide respaldo firme ante el nuevo atropello del Gobierno Civil. Obtiene el respaldo de muchas organizaciones y el Gobierno Civil decida autorizar la marcha el 14 de julio, en pleno verano. El ambiente de tensión radicaliza las posiciones y más de 200.000 personas salen a la calle en la que casi con seguridad ha sido la mayor manifestación antinuclear mundial de todos los tiempos.

 
 

Desde unos meses antes de la gran manifestación ETA decide intervenir en el conflicto. Aunque ETA(m) se muestra mucho más activa, ETA(p-m) interviene esporádicamente. El 3 de enero estallan dos bombas en el comedor de la central. En Diciembre ETA (m)ataca el cuartel de la guardia civil que custodiaba la central y resulta herido un miembro del comando que muere días después. Joaquín Fernández cita fuentes de Iberduero señalando que en 1977 se produjeron 80 ataques contra sus instalaciones y oficinas. En Marzo de 1978 dos trabajadores de la central mueren en un atentado. En Junio de 1978 muero otro trabajador en atentado.

 
 

El 28 de marzo de 1979 tiene lugar el accidente de Harrisburg (EE.UU) que provoca un durísimo varapalo a la credibilidad de la industria nuclear. Su reflejo en la suerte de Lemóniz fue muy grande. El Consejo General Vasco acordó nombrar una comisión de expertos que se desplazara a EE.UU. en abril de 1979. Su informe presentado en junio, además de describir el incidente incluía las valoraciones de los expertos. Ulises Ruíz (propuesto por el PSE-PSOE) y Javier Olaverri (propuesto por Euzkadiko Ezkerra) presentaron las suyas , muy críticas conjuntamente. Las últimas de ellas se refieren a Lemóniz y en la 28 y última se dice que "consideramos conveniente y recomendamos al Consejo (General Vasco, aclaramos) el paralizar la central nuclear de Lemóniz". Las conclusiones de los miembros propuestos por PNV y UCD fueron bien distintas. El Consejero de Industria y Energía del Consejo General Vasco, José Luis Robles, calificó las consideraciones sobre Lemóniz de los críticos como innecesarias, ya que nadie se las pedía.

 
 

En medio de una tensión creciente en Agosto de 1979 la Comisión convoca una marcha de doce días que recorriendo el país vasco concluirá en Lemóniz. La represión es atroz y los enfrentamientos con la policía son diarios. No obstante más de 15.000 personas acuden al acto final en un ambiente de euforia. El nuevo Plan Energético que desde 1978 tramita el Gobierno de la UCD, abandona todos los proyectos de centrales nucleares en la Comunidad Vasca y Navarra,...salvo Lemóniz. Pero las voces que piden el abandono del proyecto no dejan de crecer.

El 27 de Diciembre de 1979 el ayuntamiento de Lemóniz ordena ejecutivamente paralizar los usos del suelo y los actos de edificación de la central. Pero la capacidad de presión de Iberduero se hace notar consiguiendo que el Consejo de Ministros recalifique, usando facultades excepcionales, los usos del suelo y legalizando a posteriori una situación anómala que se arrastraba desde 1972.

 
 

El 13 de junio de 1980 el Parlamento autónomo vasco aprueba la celebración de un referéndum que nunca se celebrará. En los últimos años de los 70 empieza a aparecer un grave problema de disciplina dentro de los trabajadores que construyen la planta. Son frecuentes los gritos y gestos antinucleares, los enfrentamientos incluso físicos con los capataces e ingenieros y los actos de sabotaje. Muchos ingenieros no se recatan en afirmar que no pueden descartarse fallos futuros de funcionamiento de la planta por estos sabotajes.

A finales del año la situación era de máxima tensión. Las movilizaciones sociales seguían siendo fuertes aunque no se repetían los hitos más altos, proseguían las actuaciones de sabotaje a instalaciones y oficinas de Iberduero, pero esta compañía mantenía una firme decisión de seguir adelante con el proyecto y contaba para ello con fuerte respaldo político del gobierno central de la UCD y del grueso del PNV. ETA(m) dio un salto cualitativo en su enfrentamiento secuestrando al ingeniero-jefe José Mª Ryan, hombre próximo al PNV y que había adquirido cierta notoriedad a raíz del accidente de Harrisburg (EE.UU) de 1979, cuando fue enviado allí por el Iberduero junto a otras dos personas y emitió un informe nada crítico y bastante exculpatorio de lo ocurrido. Aparece asesinado el 29 de enero de 1981. El proyecto se desmorona. Son pocos los ingenieros que se atrevan a entrar a trabajar en la planta, la tensión es máxima.

 
 

Iberduero entiende que ya no puede seguir con el proyecto y se plantea la constitución de una sociedad pública para continuar con la obra. El 5 de mayo de 1982, coincidiendo con la constitución de dicha compañía, ETA (m) acaba con la vida del nuevo ingeniero-jefe de la central, Ángel Pascual. Es el fin. Todo el mundo entiende ya que Lemóniz no se va acabar. Hay que esperar sin embargo hasta 1984 para que el PSOE en el gobierno decrete la moratoria nuclear que afecta a Lemóniz (I y II), Valdecaballeros (I y II) y Trillo II. La construcción de esta última apenas se había iniciado.

Creo que en su muy citada obra "El ecologismo español", no acierta Joaquín Fernández al establecer la posición del momento del ecologismo español en relación con la irrupción violenta de ETA, aunque los ejemplos que cita son exactos. No recuerdo la existencia de fuertes debates en el seno del ecologismo, no me parece exacto "que una parte importante de los antinucleares vascos mantuviera cierta ambigüedad en la condena de estos hechos" (referido a los asesinatos). Mi impresión de lo que entonces ocurría en el movimiento antinuclear, es que, con contadas excepciones, casi todo el mundo disculpaba o incluso aplaudía las acciones que entonces se realizaban. En el movimiento antinuclear vasco la proximidad a la acción de ETA era aún mayor. Todo ello con independencia de que estas posiciones hayan podido ser después corregidas o matizadas o que pueda parecer contradictorio este apoyo y los fuertes lazos existentes entre ecologismo y pacifismo.

 
 

Para entender esto no debe olvidarse la dureza del momento. En casi todos los textos editados en ese momento hay referencias al asesinato a manos de la policía de Gladys del Estal el 3 de junio de 1979 en una manifestación contra el polígono de las Bardenas que también tenía referencia al proyecto de central nuclear previsto en Tudela.

 
 

La moratoria

 
 

Ya ha quedado dicho que tras su victoria electoral por mayoría absoluta, el PSOE aprobó el plan energético de 1984 decretando la moratoria de 5 plantas que tenían "autorización de construcción". En ellas, se pararon las obras afectando a un total de casi 4.500 MW. Antes de la paralización y varios años después, la prensa rivalizó por pronosticar apagones, que sin embargo nunca se produjeron. Era evidente que además de la oposición social había un exceso de potencia de generación en construcción.

Por semejante "error" en las previsiones se invirtieron 460.000 millones de pta. en unos activos absolutamente improductivos (ver tabla adjunta). Más sorprendente resulta aún que, pese a ello, se reconocieran a los propietarios derechos a cobrar por dichas inversiones y que los activos se revalorizaran a una tasa media anual del 12% hasta mitad de los 90. Pagamos los usuarios eléctricos a través de la factura eléctrica y desde 1984 se vino destinando algo más del 3,5% de lo recaudado. Como las cantidades destinadas no alcanzaban a pagar los intereses la "deuda" no paró de crecer en términos nominales, entre 1984 y el 2000.

 
     

CENTRAL

Fecha de inicio

de construcción

Empresas titulares

Inversión reconocida a 31/12/ 84 (M. pta)

Lemóniz (I y II)

Marzo 1974

100% Iberduero

262.855

Valdecaballeros (I y II)

Agosto 1979

50% Hidrola y Sevillana

185.428

Trillo (II)

Noviembre 1980

60% Unión-Fenosa

40% Endesa

8.958

 

En la Ley eléctrica de 1994 se declaró la paralización definitiva de dichas plantas. Además, se reconoció el derecho de los titulares a percibir compensaciones con cargo a las tarifas eléctricas por las inversiones realizadas y los costes de financiación asociados. Dos años después los "derechos de la moratoria se convirtieron en títulos o valores negociables a colocar entre los ahorradores finales a través de los llamados "Fondos de titulación de Activos resultantes de la moratoria nuclear".

La moratoria ha significado que unos activos que siempre se supo que serían improductivos pasaran de valer 460.000 millones en 1984 a 458.000 a finales de 2001. Y que además en este período se haya pagado a través de las tarifas eléctricas casi 1,1 BILLONES pta. La bajada del precio del dinero, el incremento del consumo eléctrico y el sistema de titulación está permitiendo que se termine de pagar este compromiso y se estima que en el 2007 los usuarios habremos terminado de pagar aquel error de los años 70. Desde el año 2000 venimos pagando anualmente más de 80.000 millones de pta al año.

La moratoria ha resultado un gran negocio precisamente para quienes fueron responsables de construir unas centrales que obviamente resultaban innecesarias. La sociedad ganó su batalla por detener el crecimiento del uso de la tecnología nuclear, pero los promotores hicieron un buen negocio.

 
 

Residuos Radiactivos y cierre anticipado.

 
 

Tras la paralización del programa nuclear las luchas de oposición declinaron. La gestión de los residuos radiactivos se convirtió en un elemento crucial. La primera lucha en este campo fue la oposición al vertido de residuos radiactivos en la Fosa Atlántica, a 700 km de Galicia. Los vertidos se produjeron entre 1967 y 1983.

La oposición adquirió importancia a partir de 1981 debido sobre todo a las espectaculares acciones de Greenpeace que llegó a colocar barcos neumáticos bajo los bidones, con evidente riesgo físico para l@s activistas. A partir de entonces se produce un salto cualitativo en la oposición y ecologistas, cofradías de pescadores, sindicatos, partidos y ayuntamientos unirían sus fuerzas para detener el vertido. El momento álgido de la respuesta se produce en 1983 con motivo de la 7ª reunión del Convenio de Londres de vertido de residuos al mar. Entre finales de junio y principios de julio se producen importantes movilizaciones en Galicia que cuentan con importante eco en el resto del país. El 11 de julio los sindicatos de estibadores ingleses escriben una de las más hermosas páginas del sindicalismo con ribetes ecologistas e impiden la carga del Atlantic Fisher con 4000 toneladas de residuos radiactivos. La Convención aprueba en 1983 una moratoria de vertidos que no acepta Margaret Thatcher, que se queda sola ante la comunidad internacional. En la reunió de 1985, la Convención aprueba la propuesta del Gobierno Español de moratoria indefinida que se convierte en definitiva en 1993.

 
 

Otras movilizaciones importantes se produjeron contra la construcción de un laboratorio experimental subterráneo en 1987 en los Arribes del Duero. Los vecinos retienen a un Diputado socialista, se moviliza reiteradamente llegando a salir 20.000 personas a la calle el 26 de abril y en septiembre se produce la voladura de una torreta eléctrica y encierros en más de 20 ayuntamientos. En octubre, el gobierno del PSOE paralizó el proyecto "por falta de fondos". El fenómeno se repite en Nombela (Toledo) cuando se pretende realizar un proyecto de investigación subterránea con residuos radiactivos entre 1990 y 1994. En ambos casos, Enresa (empresa encargada de gestionar los residuos radiactivos), negó reiteradamente que su intención fuera hacer un cementerio nuclear.

A raíz de que AEDENAT hiciera público las zonas que se estudiaban para ubicar el almacén definitivo de residuos de alta actividad, uno de los secretos mejor guardados de Enresa, se produjeron, en la segunda mitad de los 90, importantes movilizaciones en muchas de esas zonas. A destacar quizá la de la zona de Los Pedroches (Córdoba).

 
 

El objetivo del ecologismo de impedir la gestión definitiva de los residuos radiactivos de alta actividad hasta conseguir el compromiso de cierre de las centrales, hasta ahora se ha cumplido de forma precisa. No cabe decir lo mismo de su proyecto de impedir la construcción de almacenes de residuos de media y baja actividad ya que funciona uno en El Cabril (Córdoba) . Igual ocurrió con los intentos de intentar forzar el cierre de la central de Trillo impidiendo la construcción de un almacén temporal de residuos de alta. Las movilizaciones en uno y otro caso en cualquier caso fueron importantes.

 
 

El 19 de octubre de 1989 se produjo un incendio en la sala de turbinas de la central de Vandellós I que se extiende a por otros elementos de la central. Dos de los cuatro "turbosoplantes", elementos para refrigerar la planta se ven afectados y fallan, mientras las partes bajas de la instalación se inundan con agua. El accidente ocasiona severos daños a la planta. Se descubre además que el incendio se había provocado porque los propietarios de la planta habían hecho caso omiso de las obligaciones impuestas por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) de implantar una serie de mejoras en la seguridad. Se produce una fuerte movilización en toda Cataluña dinamizada por la oposición de la zona en la que reaparece el Comité antinuclear de L´Atmella. El 26 de noviembre se produce una gran manifestación en Barcelona (unas 70.000 personas) que exigen el cierre de la planta. Casi todas las fuerzas políticas catalanas optan por el cierre. Hifrensa, la empresa propietaria se manifiesta dispuesta a reparar la planta, pero el CSN, presidido entonces por el médico socialista Donato Fuejo (vinculado políticamente al Guerrismo) se desmarca por primera vez en su historia del sector nuclear y determina unas normas de seguridad para la planta que suponen costes inasumibles. La planta se cierra y los directivos de la misma y los responsables técnicos del CSN se sientan en el banquillo de los acusados, del que se levantarán absueltos más de 10 años después. Como siempre en este país los grandes delitos contra el medio ambiente quedan impunes, a pesar de la determinación de los abogados de la acusación particular y del fiscal que mantuvo la acusación hasta el final.

 
 

En septiembre de 1990 los grupos vinculados a la CEAN (a los que se suma Greenpeace) deciden lanzar una Iniciativa Legislativa Popular para conseguir el cierre de las centrales nucleares. Se necesita recoger 500.000 firmas en seis meses para someter un texto de ley a las Cortes, que se verían obligadas a discutirlo. El texto contiene un minucioso articulado que impide el uso de la energía nuclear en todo el estado. La Junta Electoral central, que debe verificar todo el proceso, fija unas condiciones draconianas para el mismo que lo hacen mucho más dificultoso. A los 6 meses, cuando se han recogido 460.000 firmas, la Junta deniega la ampliación de plazo por tres meses prevista en la ley y la Iniciativa no llega a buen puerto. Se aprecian con claridad los logros y límites del movimiento en ese periodo: menor capacidad de arrastre que en épocas anteriores en las que una Iniciativa como ésta habría prosperado, pero mayor claridad de objetivos estratégicos, mayor comprensión del papel del movimiento como factor de profundización democrática , y mayor madurez y coordinación de las propuestas. Pese al indudable sabor a derrota de la Iniciativa, fue un factor de avance en el proceso de unificación de la diáspora de colectivos que nutrían el ecologismo social. Buena parte de ellos se unifican al concluir el proceso en AEDENAT y se sientan las bases para la unificación que se produciría de la casi totalidad de este sector ecologista y de otros provenientes del "conservacionismo" entre 1998-9 en Ecologistas en Acción.

 
 

También merece siquiera una breve reseña el anuncio de cierre de la central nuclear de Zorita...para el año 2006. Contra esta y contra las demás plantas en funcionamiento, venían desarrollándose de forma ininterrumpida campañas de protesta para anticipar su cierre. Éstas se activaron en los primeros 90, en que aparecieron severos problemas de corrosión en la tapa de la vasija, que habían desarrollado un claro sentimiento antinuclear en toda Castilla-La Mancha. Al acercarse el momento de renovar el permiso de explotación en el año 2002 tuvo lugar la espectacular y muy publicitada acción de activistas de Greenpeace que treparon hasta la cúpula del reactor dejando claramente en entredicho la seguridad de la planta. Esto animó los procesos de movilización social y decantó al Presidente Regional (José Bono) a publicitar su oposición a la continuidad de la planta. El resultado fue una negociación entre los miembros designados en el Consejo de Seguridad Nuclear por el PP, CiU y PSOE que concluyó con un permiso para algo más de tres años. Después se cerraría. El voto en contra del acuerdo de la Presidenta del organismo, Mª Teresa Esteban Bolea, destacada miembro del PP, fue toda una muestra de su fanatismo pronuclear.

 
 

Prestige

 
 

Pero sin lugar a dudas el gran evento ambiental en relación con la energía del nuevo siglo ( finales del 2002) fue la catátrofe del Prestige. Este barco era propiedad de una sociedad con sede en Liberia, Mare Internacional, que, con el fin de limitar su responsabilidad, poseía un solo barco. Esta actuación es habitual en los buques controlados por las navieras europeas, que crean sociedades fantasma con este fin. Las leyes de Liberia no permiten conocer con seguridad la identidad de los dueños de Mare pero los armadores eran griegos. El Prestige se encontraba registrado en la Autoridad Marítima de las Bahamas. Este Estado, al igual que muchos otros, ofrece pabellones de conveniencia a los armadores de todos los países, proporcionándoles ventajas fiscales y administrativas y un menor control sobre seguridad. El petróleo que transportaba pertenecía a una sociedad comercial llamada Crown Resources, registrada en Gibraltar en 1996. Crown Resources es propiedad del grupo Alfa Group Consortium, cuyos intereses van desde el petróleo al comercio, la agroindustria, las telecomunicaciones y los medios de comunicación. El cofundador del grupo es el multimillonario ruso Mikhail Fridman, que hizo su fortuna en la privatización del patrimonio del Estado ruso. El otro cofundador es Pyotr Aven, ex ministro de asuntos exteriores. Como es habitual en el negocio del petróleo en la antigua URSS, existen relaciones mafiosas dentro de alguna empresa del grupo Alfa, como Tyumen Oil. El grueso de la tripulación eran filipinos con escasísima preparación y casi nulos derechos sindicales. El barco había sido revisado en el 2001 en Guandong (China) en una laboriosa reparación que obligó a soldar partes importantes en su chapa. En el 2002 había sido revisado en Abu Dabi, en ambas ocasiones por la empresa Americam Bureau of Shipping. ¿Puede imaginarse una clase práctica más completa de lo que es la globalización salvaje?. La consecuencia de esta irracionalidad es el vertido, beneficios privados, daños colectivos.

 
 

El producto que transportaba el Prestige era fuelóleo, un residuo pesado de la destilación del petróleo crudo. El hecho de ser un residuo pesado hace que el vertido sea más dañino en comparación con los de crudo, ya que del orden de un 50% de estos últimos son compuestos ligeros (tipo gasolinas o gasóleos), que se evaporan en cuestión de horas tras el vertido. Este fuelóleo se usa como combustible en centrales térmicas –para producir electricidad– o en calderas industriales, y para alimentar motores diesel de gran potencia, como los de los buques.

Los efectos del vertido se traducen en una reducción de la biodiversidad en las aguas y costas afectadas por vertidos. Hay también un cambio en la flora y fauna, con una sustitución de especies sensibles por otras más resistentes y/o oportunistas. Se produce, así, una regresión del ecosistema afectado a etapas menos maduras. Por ello el vertido afectará directamente a todos los seres vivos que colonizan las aguas afectadas (Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi, costa francesa).

 
 

Si tremenda fue la catástrofe, impresionante fue la respuesta de la sociedad, muy especialmente de pescadores, mariscadores y voluntarios que se volcaron en las tareas de limpieza... frente a unas administraciones central y autonómica al principio desaparecidas e insistiendo en minimizar la catástrofe, y descoordinadas y faltas de reflejos para resolver el problema después. En pocas ocasiones el poder y sus intentos de ocultar la realidad se han visto tan claramente superados por los hechos. El surgimiento de la plataforma "Nunca Mais" fue la expresión de la autoorganización y la protesta llegando a realizarse movilizaciones impresionantes como la manifestación de Santiago (pero también en Vigo, La Coruña, Ferrol...). Todas ellas en los últimos días del año 2002. Durante muchos meses del 2003 año continuaron las actividades de protesta que quizá tuvieron su punto culminante en la manifestación celebrada en Madrid el 23 de Febrero, justo una semana después de la manifestación contra la guerra. Más de trecientas mil personas, según casi todos los medios de comunicación desfilaron desde Atocha hasta la Puerta del Sol exigiendo responsabilidades por la catástrofe. En esta, como en otras manifestaciones la presencia del mundo del espectáculo resultó descollante. Con motivo del aniversario del suceso, de nuevo las calles de Santiago de Compostela fueron escenario de importantes movilizaciones. Las banderas de "Nunca Mais" seguían presentes, muchos meses después, en miles de viviendas gallegas. En las tareas de reparación la presencia de voluntarios fue todavía visible e importante durante varios meses. La presencia del ejército y de cuadrillas remuneradas, así como el avance de la propia limpieza fue haciendo menos necesaria su participación. A resaltar los paulatinos intentos de los Gobiernos central y Gallego de reducir en la etapa final el número de voluntarios, que mostraban a las claras su incompetencia y actuaban como incómodos testigos de cargo contra la pretensión de que todo estaba ya arreglado.

 
 

En definitiva, y a modo de conclusión, las catástrofes son la manifestación paradigmática del conflicto de los gobiernos de derechas (fue en el último periodo del los 8 interminables años de gobierno del PP) y el medio ambiente: son problemas que les gustaría que no existieran, pero que no pueden ignorar. Que aparecen por sorpresa como límites claros a sus valores e ideas más queridos, como la responsabilidad y el sentido de la actuación de los empresarios como verdaderos conductores del desarrollo social. Puesto que no los pueden negar, simulan una preocupación que no sienten ni por supuesto saben expresar. Aspiran a que los hechos, ya que son desagradables y repugnan a las conciencias bienpensantes de las sociedades satisfechas, sean sustituidos por la propaganda que despliegan sin rubor. Y, para terminar, dan por cerradas las crisis con su mágica intervención hasta ser despertados en su angelical sueño por la brusca aparición de la siguiente manifestación de su pesadilla: la contradicción entre el crecimiento económico ilimitado e incontrolado y ese "estúpido medio ambiente". El Prestige ha sido, sin lugar a dudas (junto con la apuesta por la guerra de Iraq y las mentiras del atentado del 11-M) una de las causas de la derrota electoral del PP.

 
 

Nuevos tiempos, nuevos retos.

 
 

Si a finales de 2002 el Gobierno del PP aprobó el Plan de Infraestructuras de Electricidad y Gas, al acabar 2003 le tocó el turno al Plan de Ahorro y Eficiencia Energética. Un plan que llegó muy tarde porque en los últimos años (especialmente a partir de la segunda mitad de los 90) la demanda de energía había crecido descontroladamente. La afirmación vale tanto para el consumo de energía primaria como de energía final o de electricidad. Como el propio plan señala, en nuestro país se ha producido el hecho anómalo de que la intensidad energética haya ido creciendo en los últimos años. Las señales de alarma estaban sonando desde hacía bastante tiempo como es el caso, ciertamente singular, de que las puntas de demanda de potencia eléctrica crecían a tasas mayores que la demanda total, lo que es una prueba manifiesta de ineficiencia creciente ya que obliga a mantener un porcentaje creciente de centrales de generación ociosas durante buena parte del año. O que el consumo de electricidad per cápita en nuestro país sea ahora superior al de Italia, país con climatología similar, y con niveles de PIB también per cápita mayores que el nuestro.

 
 

Pero el plan, aún en el caso de que se cumpla, perfila un escenario en el que casi todos los problemas ambientales empeoran. El resultado es un aumento del consumo de energía primaria del 39,6% desde el año 2000 hasta el 2012 y si se considera el incremento total en el periodo 1990-2.012 sería de 101%. A consecuencia de ello las emisiones de gases de efecto invernadero de origen energético se incrementarán en el periodo 1990-2.012 en un 58%, lo que hace casi imposible cumplir con los acuerdos a que se comprometió el gobierno en Kioto. Las reiteradas declaraciones de la CEOE o de empresarios energéticos y de otros sectores pidiendo una reevaluación la posibilidad de cumplir Kioto, son la consecuencia lógica de años de actuación totalmente al margen de cualquier criterio de sostenibilidad. En su contra aparecen las tozudas manifestaciones del cambio climático, que por ejemplo durante el verano del 2003, ha producido en buena parte de Europa (también en la península) unas olas de calor sin precedentes conocidos. La secuencia de muertos por la ola de calor fue un duro aldabonazo sobre las consecuencias sociales de un cambio climático que muchos expertos alertan de que se está produciendo con mucha más rapidez y virulencia de lo esperado. En este contexto el movimiento ecologista ha venido peleando, con escaso éxito contra el maremagnum de grandes infraestructuras de transporte (AVE, Autovías, Aeropuertos) y con algo más de apoyo social contra la vorágine de centrales de gas en ciclo combinado y de extensión de las redes eléctricas. Debe de tenerse en cuenta que en desde el año 2002 a finales del 2004 se habrán conectado a la red eléctrica centrales de gas por 7.000 MW y que se están tramitando otros 70 proyectos con una potencia total de más de 40.000 MW. Si se ve que la punta máxima de demanda de potencia eléctrica ocurrió en Febrero de 2003 y alcanzó los 37.600 MW se entiende la desmesura de lo proyectado.

 
 

Parece claro que puede repetirse la historia de la energía eléctrica de los años70-80 en los que se proyectaron megalómanos planes de construcción de centrales nucleares que después no pudieron concluirse. Muchas de las centrales de gas de las que ahora se habla no se terminarán. Las luchas más intensas se están librando contra proyectos que se iniciaron hace algunos años. Es el caso de Amorebieta, Arcos de la Frontera, Catadau o Morata de Tajuña. El nivel de movilización ha sido importante en todos ellos y como es frecuente, los ayuntamientos han sido escenario preferente de los cambios en la opinión pública que se operaban. Así por ejemplo en Arcos el gobierno del PP que apoyaba sin fisuras el proyecto de central perdió estrepitosamente las elecciones ante una coalición PSOE-IU que se opone al proyecto. Cuando se redactan estas notas sigue esperándose que el gobierno municipal se decida a paralizar las obras que están ya en torno al 50/60% del proyecto total. Mejor parece la perspectiva de Morata, en la que tras un giro de 180 grados en la posición del ayuntamiento (de apoyar el proyecto a oponerse), el proyecto no avanza y está empantanado en un proceso judicial.

 
 

La paradoja del ecologismo es que está viendo dramáticamente cumplidas sus profecías. Hoy se emplean tecnologías mucho más eficientes que hace algunos años (gas en ciclo combinado y eólica fundamentalmente para generar electricidad, motores más eficientes en transporte), pero el crecimiento desmesurado de la demanda hacen que sus efectos de mejora ambiental no resulten tan perceptibles. Además su implantación se produce en un modelo social que razonablemente el ecologismo rechaza. Sometido a la doble tensión de prevenir las catástrofes que se anuncian cercanas (ejemplo, cambio climático creciente) y de intentar transformar de raíz una sociedad que estructuralmente camina hacia el abismo en su prometeica aspiración de hacer crecer infinitamente la producción material en un mundo finito, el ecologismo debe resolver continuamente graves problemas. ¿Cómo conseguir ganar mayorías para cambios sociales profundos que con seguridad implican reducir ciertas formas de consumo que muchos consideran "derechos" en sociedades satisfechas?. ¿Qué es aceptable como solución transitoria, aunque implique impactos que cada vez se conocen y describen mejor, para evitar llegar al abismo?

 
 

Sostengo que el ecologismo como razón crítica es imbatible en una sociedad con tan profunda contradicción entre tecnosfera y biosfera. Si seremos parte del movimiento de emancipación o los últimos profetas de una catástrofe anunciada, es lo que la historia debe dilucidar.

 
 

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