SE REABRE EL DEBATE NUCLEAR

………………………………………..Francisco Castejón

 

 

LOS PROBLEMAS DE NUESTRO MODELO ENERGÉTICO

Al calor del aumento de precio del petróleo y de la lucha contra el cambio climático se está produciendo una reapertura del debate nuclear. Son los defensores de esta fuente de energía los principales interesados en abrirlo, puesto que salvo algunas excepciones, la energía nuclear está en franco retroceso en el mundo. El único país europeo que posee una central en construcción es Finlandia cuyo parlamento acaba de autorizar su quinta planta. En Francia, tras un debate en la Asamblea Nacional, se ha decidido lanzar los reactores de Cuarta Generación con el fin de tener tecnología disponible para cono construir nuevas centrtales en el futuro dentro y fuera sus fronteras. Las mayores perspectivas de crecimiento nuclear se encuentran ahora en China, que está experimentando un fuerte crecimiento del consumo de energía y echa mano de cualquier fuente para suplirlo. En EEUU, España y el resto de Europa no es de prever que se produzca a corto plazo un relanzamiento de la energía nuclear puesto que existen otros nichos de inversión más ventajosos y seguros para las empresas eléctricas. Los agentes pronucleares están tomando posiciones para el futuro.

Los combustibles fósiles, petróleo y sus derivados, gas natural y carbón, son la principal fuente de energía que se consume en la civilización occidental. En particular, el transporte por carretera, la aviación y el transporte marítimo se basan en su totalidad en el consumo de estos combustibles. El uso masivo de combustibles fósiles durante el siglo XX y lo que llevamos de XXI lleva asociados severos problemas. Por un lado están los severos impactos ambientales que su producción y su uso provocan, sobre todo la contribución al cambio climático, y, por otro lado, los combustibles fósiles presentan el problema de su agotamiento en un plazo de décadas. Según se acerque el fin del petróleo asistiremos a una disminución de su producción y, por tanto, a un aumento de su precio con los consiguientes efectos sobre la economía, especialmente de aquellos países fuertemente depen-dientes de las importaciones.

 
 

VUELVEN LAS NUCLEARES?

A estas incertidumbres futuras se suma el aumento actual del precio del petróleo. Y en este contexto vuelven a aparecer voces que proponen el relanzamiento de la energía nuclear, después del parón sufrido por ésta tras el accidente de Chernobil (Ucrania) en 1986. Voces de políticos de partidos de derechas y de empresas como la BP han venido proponiendo desde el año 2000 el relanzamiento de la energía nuclear como solución a los problemas que ocasiona el uso de combustibles fósiles. Pero el verano de 2004 nos sorprendió con las afirmaciones de James Lovelock, el autor de la hipótesis Gaia, que proponía el desarrollo de la energía nuclear como única solución al problema del cambio climático. Si bien Lovelock no forma parte del movimiento ecologista y no participa en sus debates y desarrollos teóricos, no se le puede negar cierto predicamento en el mundillo ambientalista y sus declaraciones han tenido un fuerte impacto público. La revista Muy Interesante ha querido también contribuir a impulsar la energía nuclear con un número especial y una provocativa portada con la leyenda: "ΏNuclear?, Sí gracias". Han surgido también voces de tertulianos en la SER a favor de la energía nuclear lo que indica una posible reapertura del debate en sectores que hasta la fecha se habían mostrado contrarios al desarrollo de esta fuente de energía.

Hay que reconocer que se hace preciso un serio replanteamiento del modelo energético actual. Se hace necesaria la búsqueda de fuentes de energía que permitan un bienestar sostenible y generalizable. ΏCabe esperar que la energía nuclear juegue algún papel en ese modelo futuro? Sus defensores defienden un mundo que se base en el consumo de nuclear y renovables.

 
 

LOS DESAFÍOS DE LA ENERGÍA NUCLEAR

Para poder tener una aportación no despreciable en el futuro, la energía nuclear debería resolver los graves problemas que su uso conlleva. Hasta que no se encuentren las soluciones, estaremos hablando de cambiar unos impactos ambientales por otros, quizá más graves.

Uno de los inconvenientes de la energía nuclear, la inseguridad, se ha puesto de manifiesto por los graves accidentes acaecidos en plantas nucleares, como el de Harrisburg (EEUU) en 1979 o el de Chernobil, y por un gran número de otros accidentes menos importantes como el de Vandellós I en Tarragona en 1989 o el de Tokaimura en Japón en 1999. La respuesta de la industria nuclear a este problema consiste en el desarrollo de nuevos modelos de reactores hipotéticamente más seguros. Hablan en concreto de reactores avanzados y de reactores de seguridad pasiva. Aunque se produzcan mejoras y la probabilidad de que ocurra un accidente sea pequeña, éste puede llegar a ser tan terrible que es mejor no correr riesgos. El accidente de Chernobil mostró que los efectos de este tipo de sucesos pueden superar con creces las previsiones de los más pesimistas: 4,5 millones de personas afectadas, 150.000 km2 de tierra contaminada y decenas de miles de muertos, cuyo número, por cierto es ocultado y falseado.

Los problemas de seguridad se agravan en la actualidad tras los sucesos del 11 de septiembre. Las centrales nucleares, los depósitos de residuos y otras instalaciones nucleares se pueden convertir, de hecho en objetivos para organizaciones terroristas. Una central nuclear atacada podría convertirse en una verdadera bomba nuclear que afectaría a miles de personas. El reforzamiento militar de la seguridad difícilmente puede garantizar la ausencia de incidentes y además tiene ya unos costes económicos que recaen una vez más sobre todos los contribuyentes. En nuestro país ya se han producido despliegues extras de la Guardia Civil en las centrales de Guadalajara, Extremadura y Cataluña.

 
 

Es también innegable que vivimos en un mundo más inseguro. La victoria de Bush en las elecciones de EE.UU. no va a mejorar el panorama. La posible extensión de las centrales nucleares a todo el mundo conllevará unos riesgos añadidos al convertirlas en objetivos militares. Por otra parte, la extensión de las tecnologías nucleares van a favorecer la proliferación nuclear con el consiguiente aumento de las tensiones. La zona de Oriente Próximo es un ejemplo de lo que esto significa. Israel es, de momento la única potencia militar de la zona y no tuvo problemas en bombardear en 1981 el reactor en construcción de Osirak en Irak que habría permitido a este país ingresar en el selecto club de países capaces de tener su propia tecnología nuclear que permitiría, además de desarrollar plantas nucleares para generar electricidad, el acceso a la bomba atómica . En el presente es Irán el que se ha lanzado a la aventura de acceder a la capacidad tecnológica de enriquecer uranio. Una tecnología de claro doble uso que lo mismo le permitirá construir sus propias centrales nucleares que sus propias bombas atómicas. Este claro desafío servirá para incrementar la tensión en la zona. El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) que regula los países que pueden tener acceso a este tipo de tecnologías es claramente hipócrita, pero no deberíamos caer en la tentación de aplaudir los intentos de dotarse de armas nucleares de los países que se oponen al poder de EE.UU. e Israel. Estos hechos suponen un aumento de la contaminación radiactiva que sufrirán las poblaciones de los países y un aumento del riesgo de accidente y de la inseguridad.

 
 

La gestión de los residuos radiactivos, especialmente los de alta actividad que son peligrosos durante cientos de miles de años, son el segundo gran desafío al que deben enfrentarse los impulsores de la energía nuclear. En el día de hoy, aún no existe una solución satisfactoria para separar estas sustancias de la biosfera, y eso a pesar de los esfuerzos de investigación realizados durante los 60 años de existencia de la fisión controlada. La industria nuclear argumenta que es posible mantener a buen recaudo estas sustancias y que el esfuerzo realizado para tal fin es compensado por los beneficios obtenidos.

Además hay que tener en cuenta que la energía nuclear no es renovable y que el combustible nuclear, el uranio, también es finito y finalmente se agotará. Algunas estimaciones cifran en unos 100 años la duración de las reservas de uranio disponibles, al ritmo de consumo actual. En la actualidad, aproximadamente el 6 % de la energía y el 16 % de la electricidad que se consume en el mundo es de origen nuclear. Para que esta fuente de energía contribuyera significativamente a disminuir el efecto invernadero debería aumentar su participación en un factor de 5 o 6, lo cual equivaldría a reducir la duración de las reservas de uranio a 20 años o menos, a multiplicar por 5 o 6 la cantidad de residuos a gestionar y el riesgo de accidente.

La extensión de estas tecnologías a países pobres tendría también el efecto de incrementar la dependencia tecnología de países pobres que, hoy por hoy, están lejos de ser capaces por sí mismos de gestionar y operar estas complejas instalaciones. Los sistemas eléctricos de estos países son tan débiles que necesitarían de fuertes cambios para su fortalecimiento.

 
 

Los problemas asociados a su uso y los datos referidos a las reservas disponibles demuestran que la energía nuclear no puede ser considerada como una opción de medio plazo. Los agentes pronucleares, intentan, desde luego, que la energía juegue el papel más determinante posible en el marco energético de nuestro mundo. Su apuesta por esta fuente de energía hay que entenderla considerando el gran negocio que supone la construcción de nuevas plantas nucleares y que el producto que algunas empresas saben fabricar y, por tanto, se empeñan en vender. No hay que olvidar que la mera construcción de una central supone una gigantesca inversión (de más de 3000 millones de euros) y, por tanto, un gigantesco negocio. Los recursos financieros necesarios para un relanzamiento nuclear son ingentes. En el primer mundo tendrían efectos económicos indiscutibles pero en el tercer mundo serían devastadores. Como primer resultado conoceríamos un rápido desarrollo de la deuda externa, lo que contribuiría a hipotecar el futuro de estos países y a potenciar su dependencia de los países ricos.

Aunque que no supongan el relanzamiento a corto plazo y gran escala de la energía nuclear, la reapertura del debate nuclear puede tener unos efectos en el crecimiento moderado de esta fuente de energía, gracias a la apuesta pronuclear de países como China, que permitirá mantener viva esta tecnología y, por tanto, permitirá que siga exisitinedo un nicho de negocio para la industria nuclear.

 
 

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