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Los tentáculos del imperio: Pérdida de soberanía (II)

Wilbert van der Zeijden
TNI/CEPRID
15 - V - 07

Cuando un Estado acepta la presencia de bases estadounidenses en su territorio, acepta de hecho el actuar como punto de partida de acciones militares, ya sean invasiones, ataques aéreos u operaciones encubiertas.

Irak, por ejemplo, fue bombardeado durante más de una década desde lugares tan distantes entre sí como Okinawa, Diego García, Turquía, Italia y Alemania. Los cultivos de los cocaleros colombianos son fumigados con aviones que despegan desde Ecuador. Somalia fue bombardeada recientemente desde Djibouti y, muy probablemente, desde Diego García.

Alemania se opuso oficialmente a la guerra de Irak en 2003, pero eso no evitó que el país se utilizara como base para el traslado de un gran número de soldados estadounidenses, material y equipos militares. En 1986, en Gran Bretaña hubo protestas contra el bombardeo de Libia desde bases británicas; no sólo por la acción bélica en sí, sino porque ésta no se notificó de antemano a los políticos británicos. Y los Estados Unidos, que mantienen un arsenal nuclear secreto en seis bases europeas, siguen gozando del derecho a lanzar estas armas sin consultarlo previamente con los gobiernos de acogida.

Los detractores de las bases estadounidenses sostienen que el uso del territorio de otro país como plataforma de lanzamiento de operaciones militares los hace vulnerables a ataques en respuesta a actos de los que no son directamente responsables, ni sobre los que los ciudadanos pueden opinar. Al Qaeda inició su andadura como campaña contra del estacionamiento de tropas estadounidenses en las bases de Arabia Saudí. Y los activistas contra las bases de Okinawa afirman que, a pesar de la oposición de gran parte de la población a las políticas estadounidenses en materia de armas nucleares y “guerra contra el terrorismo”, la presencia de esas enormes bases en la zona convierte a la isla en posible objetivo de ataques nucleares o atentados terroristas.

En colonias estadounidenses como Vieques y Guam, la decisión de utilizar sus territorios con fines militares ha generado conflictos entre los defensores de la soberanía local y los partidarios de la soberanía nacional. Las autoridades locales y los ciudadanos son contrarios a las bases porque éstas traen consigo la destrucción de los recursos y las culturas locales, pero el Gobierno federal y el ejército de los Estados Unidos se imponen sobre ellos. En lugares como Okinawa, el Gobierno central japonés ha recurrido a presiones políticas y amenazas económicas para evitar que los representantes electos locales mantengan su resistencia a la presencia militar estadounidense.

Turquía

Turquía acoge una de las bases militares estadounidenses más “activas”. La base de Incirlik fue fundamental para mantener las zonas de exclusión aérea en Irak durante los años noventa, bombardear Afganistán y, ocasionalmente, para efectuar operaciones militares encubiertas en Asia Central y el Cáucaso. Incirlik actúa también como base nuclear y centro de espionaje. Según explica Nilufer Ugur-Dalay, una activista turca en contra de las operaciones militares estadounidenses en su país:

La OTAN se estableció en 1949, tras la Segunda Guerra Mundial, pero la incorporación de Turquía en la organización puso de manifiesto que los intereses estadounidenses iban más allá del Atlántico Norte. No es un país del Atlántico Norte; pero compartía frontera con la Unión Soviética. Turquía también tuvo una importancia capital en el control de la OTAN sobre el Mediterráneo, el Egeo y el mar Negro.

La entrada de Turquía en la OTAN brindó a ésta última la oportunidad de establecerse en su territorio. Tras ella, llegaron acuerdos, bases militares y depósitos de armamento que convirtieron al país en avanzadilla militar del imperialismo y en plataforma de lanzamiento de ataques.

Como preludio del establecimiento de las bases, los dos países firmaron una serie de tratados militares. Un acuerdo de 1980 declaraba abiertamente que las bases turcas se utilizarían para ataques. El día en que el tratado entró en vigor, el Consejo Ministerial de la OTAN aprobó una resolución por la que, en caso de que los órganos competentes de la OTAN consideraran sospechoso cualquier movimiento en la Península Arábiga, Irán o el golfo de Basora, Turquía debía acatar su decisión. Ésta era la obligación más dura del texto. Durante la Primera Guerra del Golfo, este acuerdo permitió que los cazas estadounidenses bombardearan Irak partiendo de la base de Incirlik. En este sentido, las bases son un medio para que los Estados Unidos puedan amenazar a los vecinos de Turquía.

La Coalición para la Paz y la Justicia Mundial (BAK), la campaña nacional contra la guerra, adquirió gran prominencia cuando, el 1 de marzo de 2003, consiguió obligar al Parlamento turco a votar en contra del intento del Gobierno de autorizar a las fuerzas estadounidenses a utilizar territorio turco para atacar Irak. Esta victoria fue fruto de una intensa campaña de seis meses a escala nacional que movilizó a cientos de miles de personas y que se compuso de un sinnúmero de reuniones, conferencias de prensa, anuncios televisivos, delegaciones al Parlamento, manifestaciones locales y, finalmente, culminó con una multitudinaria manifestación en Ankara el día del voto histórico en el Parlamento. Pero el Gobierno sí permitió que los estadounidenses utilizaran el espacio aéreo turco para desplazar a sus soldados al norte de Irak y, en 2005, aprobó un decreto secreto del gabinete por el que se permitía que la base militar de Incirlik fuera utilizada por “naciones amigas y aliadas” con “fines logísticos”, incluido el “transporte de material y personal militar”.

La BAK presentó querellas contra este uso y esta autorización por quebrantamiento del artículo 92 de la Constitución turca, que establece que la presencia de tropas extranjeras en territorio turco debe contar con el permiso de la Gran Asamblea Nacional. Además, las “fuerzas extranjeras” en cuestión están en estado de guerra con uno de los vecinos de Turquía.

La Coalición se ha mantenido alerta ante cualquier iniciativa del Gobierno para que Turquía participe en el desastre de Irak o proporcione ayuda alguna a las fuerzas de ocupación. En ella se dan cita una pluralidad sin precedentes de sindicatos, ONG, partidos y organizaciones y personas de todos los colores políticos del país. La campaña seguirá funcionando hasta que la ocupación finalice, la base de Incirlik se clausure y todos los acuerdos militares secretos con los Estados Unidos se hayan hecho públicos.

 

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