CEPRID

EL EMPERADOR POPULISTA Y BELICISTA TRUMP ES UN PELIGRO NUCLEAR PARA LA HUMANIDAD

Sábado 17 de junio de 2017 por CEPRID

TRIBUNAL DIGNIDAD, SOBERANÍA, PAZ CONTRA LA GUERRA

CEPRID

Para mayor desgracia de la tierra y sus seres vivientes, un populista fascistoide llamado Donald Trump, empresario multimillonario y tramposo porque ni siquiera paga impuestos, pero es un lince para explotar a trabajadores y mujeres, en su calidad de emperador de turno del imperio yanqui, y en su infinita agresividad prepotente, afirma: “Tenemos que empezar a ganar guerras" imperiales, pero no piensa que con su belicismo pone en peligro la existencia de la humanidad que desaparecería envuelta en hongos nucleares que podrían comenzar a esparcirse en Ucrania, Siria o Corea del Norte.

Son tiempos de extremada peligrosidad multiplicada con un fabuloso presupuesto militar para gastar 638.000 millones de dólares en defensa, en el año fiscal 2018. Trump ha ordenado poner en marcha el mayor rearme en una década para lo que elabora un presupuesto con un incremento de 54.000 millones de dólares (9,3%) en los gastos de defensa. Donald Trump está dispuesto a iniciar una nueva escalada militar para hacer cumplir sus sueños de grandeza. Advirtió: “Antes decíamos que Estados Unidos jamás perdía una guerra, ahora no ganamos ninguna. Es inaceptable”. ¿Y Corea, Vietnam, Irak, Afganistán? Acaso en esos países ha ganado una guerra?

Trump desconoce que su país es uno de los creadores del Estados Islámico (IS, según sus siglas en inglés) dueño absoluto del terrorismo internacional yihadista que, con cruel brutalidad e insania, mata y hiere a centenares de víctimas inocentes en Oriente Medio, Europa y África.

Obama nunca combatió al terrorismo internacional porque en realidad lo apoyaba lo mismo que Reino Unido, Francia, Alemania, España de la UE, pero con la llegada de Trump a la Casa Blanca, la estrategia para Medio Oriente comienza a cambiar bélicamente y por esa razón, el pasado 29 de enero, ordenó al Pentágono entregarle en 30 días una nueva estrategia para acabar con el Estado Islámico. "Vamos a juntarnos con mis generales y a darles una orden muy simple: ’Tienen 30 días para llevar al Despacho Oval un plan para derrotar total y rápidamente al IS. No tenemos otra elección’".

Los generales cumplieron con el pedido de Trump. El plan existe y a él se debe la escalada guerrerista en Siria y en Afganistán que comenzó con ataques en territorio sirio. Se afirma que un total de 500 integrantes de los grupos terroristas que combaten al gobierno de Bashar al Asad han sido llevados por helicópteros del Ejército de Tierra hasta la presa de Tabqa, en el río Éufrates, a 40 kilómetros de la ciudad de Raqqa, la capital del autoproclamado emirato del IS. Simultáneamente, la Infantería de Marina atacó a los integristas con artillería, misiles tierra-tierra, helicópteros y aviones de combate. "Esto es algo muy serio", dijo el portavoz de las Fuerzas Armadas de EEUU, Joseph Scrocca, al divulgar la operación a la prensa.

Analistas internacionales sostienen que se ha producido una creciente intervención de EEUU en la guerra contra el IS. Washington informó que sus unidades en Irak van a participar en la reconquista de Mosul, la segunda mayor ciudad de Irak, donde un bombardeo de la aviación estadounidense causó la muerte a entre 100 y 200 civiles. Hasta ahora, EEUU se había limitado a entrenar soldados iraquíes, lanzar operaciones de comando, y llevar a cabo bombardeos con misiles tierra-tierra.

“Así pues, la estrategia de Trump consiste en una escalada: aplicar presión sobre el IS desde diferentes frentes -al Este, en Mosul, y al Oeste, en Raqqa- usando cuando sea preciso tropas estadounidenses. Eso puede llevar a una ofensiva mayor, una vez que se desate la batalla por Raqqa, una ciudad fortificada y taladrada por túneles con los que el IS espera poder prolongar la guerra, mientas sus militantes se reagrupan en las zonas rurales de Siria e Irak.

La escalada no se limita a Siria e Irak. Trump flexibilizará las normas que guían la intervención de las Fuerzas Especiales de EEUU en Somalia, donde al menos 300 militares estadounidense combaten al grupo terrorista Al Shabab, afiliado a Al Qaeda. En Afganistán, Yemen y otros países, Washington ha ampliado el margen de actuación de los militares, según ha informado a la agencia de noticias France Press. La clave ha sido dar "luz verde" al secretario de Defensa, el general retirado James Mattis, para que éste decida dónde y cómo atacar.

Mattis, sin embargo, tiene dos problemas. Uno, que los republicanos del Congreso no acaban de fiarse de su lealtad al presidente, sobre todo después de que haya tratado de mantener en sus puestos en el Pentágono a altos cargos de Obama, lo que es un crimen imperdonable en el actual clima político de EEUU. Otro, que algunas de sus propuestas entran en contradicción directa con las del presidente. Al comentar la operación contra la presa de Tabqa, Mattis dijo que los soldados estadounidenses deberán permanecer en Irak "durante muchos años".

Eso es un anatema para una parte de los votantes de Trump que creen que EEUU debe seguir en el aislacionismo. Aún peor es la propuesta que hizo el secretario de Estado Rex Tillerson cuando prometió que EEUU y sus aliados crearán zonas seguras en Siria para que los refugiados regresen a ellas. Esas zonas seguras necesitaran infraestructura y seguridad que, como reconoció Tillerson, deberán ser provistas por EEUU y sus aliados. En otras palabras: EEUU seguirá en Siria y en Irak durante mucho tiempo si las potencias que apoyan al gobierno de Bashar al Asad lo permiten.

Dentro de la escalada yanqui, Estados Unidos atacó una base aérea siria con 59 misiles Tomahawk en respuesta "al terrible ataque con armas químicas" del que acusa –sin fundamentos y sin pruebas- al gobierno de Bashar al Asad

¿Qué consecuencias podría tener tanto en Siria como en el escenario internacional más amplio? ¿Qué países apoyan y cuáles condenan el ataque con misiles de Estados Unidos contra Siria? Sin duda, esa acción bélica ya ha ocasionado "Un daño significativo" en las relaciones entre EE.UU. y Rusia, BBC Mundo analizó tres posibilidades:

1. Relaciones entre Estados Unidos y Rusia

La ofensiva con misiles en respuesta a un supuesto ataque químico del ejército sirio contra civiles puede amenazar el precario equilibrio establecido por el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en su manejo de la crisis siria.

Obama "eligió definir el vital interés de Estados Unidos en Siria de forma estrecha: derrotar a Estado Islámico sin verse más envuelto en otro lodazal en Medio Oriente", escribe en la BBC el ex vicesecretario de Estado de Estados Unidos, Philip J. Crowley.

Cómo son los misiles Tomahawk, el arma de precisión mortal que EE.UU. usó para atacar una base aérea en Siria?

Hasta este ataque con misiles, Estados Unidos (junto con Reino Unido y Francia) había llevado a cabo incursiones aéreas contra Estado Islámico en Siria, pero había evitado golpear directamente a las fuerzas del presidente Bashar al Asad.

Pero Donald Trump ha roto con esta postura y ha decidido agredir al que es el principal aliado de Rusia en la región, por lo que esto puede perjudicar las relaciones entre Washington y Moscú, ambos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU.

Siria es considerada clave para los intereses estratégicos de Rusia: es precisamente en ese país donde Moscú tiene su mayor base militar fuera de sus fronteras.

Por otra parte, Rusia ha sido fundamental para la supervivencia de Al Asad desde que en 2015 lanzó una campaña aérea para "estabilizar" al gobierno sirio, que había recibido varias derrotas de manos de la oposición armada. Por todo esto, el primer ataque de Estados Unidos contra Al Asad desde que comenzó la guerra en Siria ha generado ya una contundente respuesta por parte de Rusia.

El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que "este paso que ha dado Washington inflige un daño significativo en las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, que ya estaban en una situación lamentable".

2. Combate contra Estado Islámico

Una posible segunda consecuencia es que, paradójicamente, el ataque contra Al Asad pueda socavar el principal interés de Estados Unidos en la región: derrotar al autodenominado Estado Islámico.

"Si Siria colapsa, podría convertirse en un refugio para los terroristas islámicos, precisamente la situación que Trump quiere evitar", escribe el periodista de The New York Times, David Sanger.

El poder del Estado Islámico se ha visto mermado en los últimos meses, de forma que el grupo yihadista ha perdido casi un cuarto del territorio que controlaba en Irak y en Siria durante el último año. “No está claro si los combatientes "podrían beneficiarse de una Siria todavía más dividida", en palabras de Sanger. Pero la experiencia de otros escenarios en los que Estado Islámico ha ocupado el espacio dejado por situaciones de vacío de poder es un aviso sobre lo que podría ocurrir en Siria.

Si Estados Unidos se ve involucrado directamente en el conflicto interno sirio, su lucha contra el Estado Islámico podría verse gravemente debilitada. Entre otras razones, porque hasta ahora los aviones de Estados Unidos y la coalición internacional han sobrevolado el espacio aéreo sirio casi sin impedimento.

Pero, como recuerda Andrew Exum, vicesecretario asistente de defensa de Estados Unidos para la política de Medio Oriente en The Atlantic, "tanto Rusia como el régimen sirio están bien posicionados para arruinar esto".

Moscú, por su parte, esperaba poder establecer una cooperación con Trump para luchar conjuntamente contra el grupo yihadista, pero tras el ataque la perspectiva de esta colaboración se empaña. Peskov, el portavoz del Kremlin, aseguró que el ataque genera "serios obstáculos para la creación de una coalición internacional para luchar contra el terrorismo".

3. ¿Un cambio de política de Trump?

La decisión de Trump supone también un cambio radical con respecto a su retórica previa y también en relación a la política en la región de su predecesor, Barack Obama.

"Les diré que el ataque contra los niños de ayer tuvo un gran impacto sobre mí, un gran impacto", dijo Trump sobre el supuesto ataque químico. "Mi actitud hacia Siria y Al Asad ha cambiado mucho… Estamos hablando ahora de un nivel totalmente distinto".

Sin embargo, el secretario de Estado Rex Tillerson negó posteriormente que haya habido un cambio en la política de Estados Unidos hacia Siria. "De ninguna manera extrapolaría esto [el ataque] a un cambio en nuestra política o en nuestra política en relación a nuestras actividades militares en Siria hoy", dijo Tillerson, según reportó de la agencia Reuters.

Entonces, ¿ha sido este ataque un golpe aislado?

Las declaraciones del portavoz del Pentágono, el capitán de la Armada Jeff Davis, parecen sugerir esto. "La intención fue disuadir al régimen de hacer esto de nuevo [atacar con armas químicas] y es claramente nuestra esperanza que esto haya tenido ese efecto", dijo Davis. Lo mismo afirma Jonathan Marcus, analista de asuntos diplomáticos de la BBC: "No hay ninguna indicación de que Estados Unidos quiera sacar al presidente Al Asad por medios militares".

LA MADRE DE TODAS LAS BOMBAS

Pablo Pardo, Corresponsal Washington de BBC Mundo se preguntaba: ¿Cuán poderosa es la GBU-43/B MOAB, la "madre de todas las bombas" que EE.UU. lanzó contra Estado Islámico en Afganistán?

Se llama GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast, cuyas siglas en inglés, MOAB, la hacen conocida como "Mother Of All Bombs": la madre de todas las bombas. Forma parte del arsenal de Estados Unidos y su poder explosivo solo está por debajo de una bomba nuclear como las usadas en Japón en la Segunda Guerra Mundial. Al lanzar esa bomba contra el EI en Afganistán, frontera con Paquistán habría que recordar que la bomba fue lanzada desde un avión MC-130 hasta su objetivo, un "sistema de túneles y cuevas" que EE.UU. dice que usan los militantes de EI en Nangarhar, en el este de Afganistán.

"Estados Unidos toma la lucha contra EI muy en serio, y con el fin de derrotar al grupo debemos negarles espacio operacional, lo que hicimos", dijo Spicer al comparecer ante la prensa en la Casa Blanca.

¿Por qué es "la madre de todas las bombas"?

La MOAB es una bomba que pesa casi 10.000 kilos, lo que es equivalente al poder de 11 toneladas de TNT y la convierte en el arma más poderosa antes de las bombas de reacción nuclear.

Su principal efecto es una ola de explosión masiva que se extienden por un radio de 1,6 kilómetros. Su carcasa de aluminio fue diseñada específicamente para maximizar el radio de la explosión.

Fue probada por primera vez en 2003 en Florida, EE.UU., cuando la nación norteamericana sostenía operaciones contra Irak y Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Hasta ahora nunca había sido usada en combate, explica el corresponsal de defensa de la BBC, Jonathan Marcus, y se trata de "una versión más grande de las armas usadas durante la guerra de Vietnam".

En una breve declaración, el presidente de EE.UU., Donald Trump, dijo: "Estamos muy muy orgullosos de nuestros militares. Fue otro evento exitoso".

Por su parte, Rusia ha desarrollado su propia bomba convencional masiva, llamada "el padre de todas las bombas", o FOAB. Es un tipo de bomba técnicamente conocida como un arma termobárica. Las bombas termobáricas, generalmente, se detonan en dos etapas: una pequeña explosión crea una nube de material explosivo que luego se enciende, generando una onda devastadora.

El gobernador del distrito de Achin, Esmail Shinwari, declaraba que "Ya que es una fortaleza de Daesh (Estado Islámico) creemos que muchos de los combatientes de Daesh pueden haber muerto".

Una declaración del Comando de Operaciones de EE.UU. en Afganistán decía que "las fuerzas estadounidenses tomaron todas las precauciones para evitar bajas civiles" El general John Nicholson, comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, dijo que las bajas de EI han aumentado, por lo que los yihadistas han incrementado el uso de artefactos explosivos caseros, bunkers y túneles.

"Esta es la munición adecuada para reducir estos obstáculos y mantener el impulso de nuestra ofensiva", dijo Nicholson

BBC Mundo informaba que la más poderosa bomba no nuclear jamás lanzada por Estados Unidos en un conflicto mató 36 combatientes del autodenominado Estado Islámico (EI) y destruyó su base en Afganistán, informó el Ministerio de Defensa afgano.

La GBU-43/B —una bomba de 21.600 libras (9.797 kilogramos)— fue lanzada sobre un “sistema de túneles y cuevas” de la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán, habitualmente utilizada como escondite por EI.

El director ejecutivo de Afganistán, Abdullah Abdullah, declaró que ningún civil fue afectado por la explosión. Añadió que el ataque contra el sistema de cuevas fue realizado en coordinación con el gobierno en Kabul. No obstante, el ex presidente de Afganistán, Hamid Karzai, condenó el ataque como “el uso más inhumano y brutal de nuestro país”.

Según confirmó el portavoz del Pentágono Adam Stump, esta es la primera vez que el arma ha sido utilizada por el ejército estadounidense en combate.

Según fuentes locales citadas por el servicio afgano de la BBC, la explosión de “la madre de todas las bombas” en Nangarhar fue tan fuerte y poderosa que se pudo escuchar en dos distritos vecinos.

Cuando la GBU-43/B fue probada por primera vez en 2003 en el estado de Florida, una inmensa nube en forma de hongo se pudo ver a 32 kilómetros de distancia, contaron fuentes de la Fuerza Aérea de EE.UU. citados por la agencia AFP.

En un comunicado, el Pentágono dijo que el ataque fue diseñado “para minimizar los riesgos de las fuerzas afganas y estadounidenses que ejecutaban operaciones de limpieza en el área, al tiempo que se maximizaba la destrucción de combatientes e infraestructura de EI”. También afirmó que “las fuerzas estadounidenses tomaron todas las precauciones para evitar bajas civiles con este ataque “.

COREA DEL NORTE EN LA MIRA MILITAR DE DONALD TRUMP

Ni Siria, ni Afganistán: Trump se juega una guerra nuclear en Corea del Norte. Estados Unidos tiene 17 bases militares en Japón y Corea y 375.000 hombres y 200 naves en el Pacífico, mientras Pyongyang desarrolla misiles que puedan golpear a Seúl, Hawái y la costa oeste.

Emilio Marín afirma que el imperio pone en riesgo la paz mundial y le echa la culpa a Corea.

Los hechos son claros, pero tergiversados por el aparato mediático mundial. EE UU tiene 5.000 ojivas nucleares y Corea del Norte 15. El imperio invadió Corea en 1950-1953. Trump manda un portaaviones a Corea. ¿Y el agresor es Corea del Norte?

Las mentiras están a la orden del día, por parte de la administración Trump. Ese montaje acusó al gobierno de Siria de haber atacado con armas químicas a su población civil, una mentira total. Tal falsificación estuvo al servicio de justificar el lanzamiento de 59 misiles Tomahawk desde barcos norteamericanos en el Mediterráneo contra una base aérea de Siria.

Ahora la campaña mediática en el mundo demoniza a la República Democrática Popular de Corea, llamada Corea del Norte porque ocupa la parte superior de la península, al norte del Paralelo 38 en que quedó dividido el país al cabo de derrotar la agresión norteamericana de 1950-1953.

Ese antecedente histórico clarifica quién es el agresor y quién el agredido. No fueron los coreanos a invadir Estados Unidos sino que esta potencia los ocupó con tal de impedir la consolidación de la república popular dirigida por Kim Il sung. Esa agresión dejó millones de muertos coreanos, que defendieron su territorio y pudieron proclamar su nación socialista con capital en Pyongyang.

La demonización del gobierno de Kim Jong, un nieto del fundador de la RDPC, busca facilitar una agresión militar por órdenes de Donald Trump. O que los coreanos se rindan bajo el chantaje de que, de lo contrario, serían objeto de una andanada de misiles mucho peor que la sufrida por Siria el 7 de abril.

Desde el 9 de este mes el presidente norteamericano dio instrucciones para que un poderoso grupo naval, encabezado por el portaaviones USS Carl Vinston, navegara hacia aguas de Corea, con varios navíos de guerra. Ese portaaviones lleva entre 70 y 80 aviones, entre ellos 50 bombarderos. Y en el grupo hay misiles para tirar para arriba, amén de que están en desarrollo ejercicios navales y aéreos conjuntos de EE UU y su aliada Corea del Sur.

En ese país hay estacionados 35.000 marines y aunque las armas nucleares habían sido retiradas hace 25 años, diarios norteamericanos afirman que habría sido dada la orden de reponerlas. Eso para eventualmente usarlas contra Corea del Norte aunque China también estaría en la mira.

Como si toda esa parafernalia militarista fuera poca cosa, en marzo pasado -y pese a las protestas de Pyongyang, Beijing y Moscú-, la Casa Blanca comenzó a instalar en Corea del Sur el sistema antimisiles THAAD (Terminal High-Altitude Area Defense). Este preocupa a Kim Jon un pero también a Xi Jinping y Vladimir Putin. Cuando un imperio se considera a resguardo de los misiles ajenos, se siente tentado a usar los propios sin el temor a la réplica. Cuando no está asegurada la mutua destrucción, uno quiere destruir al otro.

Muchas mentiras

El Carl Vinston en aguas coreanas, los ejercicios militares norteamericanos en Corea del Sur, la instalación del sistema THAAD y demás iniciativas agresivas norteamericanas están comprobadas. No son propaganda norcoreana. Están allí. Cualquiera puede comprobarlo. En cambio, ¿qué pueden reprochar al presidente Kim?

Trump y en los días previos el canciller Rex Tillerson, durante su visita a Japón, China y Corea del Sur, y el vicepresidente Mike Pence, de inspección ayer en Seúl, hicieron declaraciones agresivas hacia Corea del Norte admitiendo que podrían apelar a la guerra. Fueron amenazas apenas veladas, diciendo que si China no colaboraba en solucionar la cuestión coreana, “lo solucionaremos nosotros”.

No era una provocación en el aire sino respaldada por el bombardeo a Siria y la posterior bomba lanzada sobre Afganistán, con un saldo mayor a 90 muertes. No eran meras bravuconadas.

¿Y qué argumentaban? Que el gobierno socialista iba a realizar el 15 de abril su sexta prueba nuclear o bien experimentar con un misil balístico intercontinental (IBCM), de esos que el imperio teme que puedan llegar hasta su costa oeste.

Ese sábado se cumplía el 105 aniversario del nacimiento de Kim Il Sung, fundador de la república popular. Y en su honor se haría esa prueba nuclear. Todo resulto falso.

El 15 de abril en la capital norcoreana hubo un desfile militar y popular de decenas de miles de personas, homenajeando al fundador en lo que festejaron como “día del Sol”. Y por supuesto mostraron parte de sus armas, incluso un misil que parecía ser de alcance intercontinental. No hubo tal sexta prueba nuclear, centro de la falsa propaganda estadounidense, japonesa y surcoreana.

Quizás para disimular su pifia, esos gobiernos dijeron tener indicios de que Corea del Norte había intentado lanzar un cohete y había fracasado. Como siempre, no dieron ninguna prueba. En el desfile de Pyongyang hubo muchísima gente, en adhesión a su gobierno y a su liderazgo. Y el número 2 de esa dirección, Choe Ryong Hae, acusó al presidente de EE UU “de crear una situación de guerra en la península coreana al mandar tropas a la zona”. También replicó a las amenazas de Trump, afirmando que “responderemos a una guerra abierta con una guerra abierta y a una guerra nuclear con un ataque nuclear a nuestro estilo”. El orador argumentó que en vista de estos sucesos estaba justificado cien veces su programa de experimentación para dotarse de armas nucleares a modo de defensa.

Los peligros

Desde el punto de vista político, Trump ha sumado aliados que le podrían dar más fuerza frente a Corea del Norte. Por ejemplo, cambió su anterior táctica despreciativa hacia la OTAN y recibió al secretario general, el noruego Jens Stoltenberg, elogiando a esa entidad que ahora no sería “obsoleta”.

Esa suma se hace resta porque puso en crisis a su relación con Rusia, que pintaba como promisoria antes de su asunción, y que pasó a un nivel bajísimo a raíz de las posiciones contrapuestas en Siria, y también en Corea.

Atendiendo a lo armamentístico, los refuerzos presupuestarios de Trump también son un factor que pesa en este conflicto. El presupuesto para el año fiscal es de 639.000 millones de dólares en Defensa (léase Ataque). Eso significa mucha, variada y moderna maquinaria bélica, y manutención de una tropa desparramada por todo el mundo.

El imperio belicista agrede a muchos países en todas partes, pero esa agresión podría significar el fin del imperio y de la humanidad si Trump y sus halcones no recapacitan en las consecuencias de sus bravuconadas.

Correo electrónico: tribunalpazecuador@yahoo.com


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