CEPRID

GOBIERNO, MILITARES Y DERECHAS COLOMBIANAS QUIEREN CONVENIO CON LA OTAN

Martes 27 de octubre de 2015 por CEPRID

COMITÉ INDEPENDENCIA Y SOBERANÍA PARA AMÉRICA LATINA (CISPAL)/TRIBUNAL DIGNIDAD, SOBERANÍA, PAZ CONTRA LA GUERRA

CEPRID

El Gobierno del conservador Juan Manuel Santos, los militares guerreristas defensores de los intereses de las oligarquías y las derechas radicales creadoras y defensoras del Paramilitarismo, al recordar el primer año del acuerdo entre la OTAN y Colombia establecido el 5 de marzo de 2014, decidieron impulsar el proceso de acercamiento al planificar eludir la decisión de la Corte Constitucional, introduciendo algunos cambios en el texto del Acuerdo sobre la cooperación con la OTAN, para que se plasme en todas sus formas y partes, antes que concluyan los diálogos y negociaciones de paz con las FARC- EP que se oponen con razón, patriotismo y lógica a la penetración de la Alianza Atlántica, no sólo en Colombia sino en toda Latinoamérica y el Caribe.

Telesur informaba que se efectuaron reuniones entre el Ministro de Defensa de Colombia, Juan Carlos Pinzón y Stephen Smith, director de Seguridad de la OTAN para iniciar la implementación el acuerdo de cooperación firmado el año anterior, en esa ocasión Pinzón señaló: Aunque el Congreso de la República avaló el convenio de 2013, este año la Procuraduría General de Colombia solicitó a la Corte Constitucional que declarara improcedente el acuerdo suscrito en el año 2013 debido a que el acuerdo "no define con precisión su finalidad" porque no hay claridad de qué tipo de información es la que se intercambiará"..."vaguedad que podría tener consecuencias prácticas de gran importancia".

Como es de conocimiento público, el 6 de junio del 2013, el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en un viaje a Europa, con total premura e indiscutido entreguismo firmó en Bruselas (Bélgica), con la OTAN un acuerdo de intercambio de información y seguridad, pero jamás se informó a qué tipo de intercambio de información se refería y menos aún acerca de los alcances militares y geopolítico-estratégicos o qué tipo de cooperación se comprometía con la guerrerista Alianza. Es lamentable que Colombia abra las puertas para que entre a nuestra América Latina esa Alianza militar estadounidense-europea que debía haber desaparecido junto con la caída del Muro de Berlín y del fin de la Guerra Fría.

La firma del nefasto “acuerdo fue preparada por el actual ministro de Defensa colombiano, Juan Carlos Pinzón, y el comandante supremo aliado, el general estadounidense Philip Breedlove, quienes dialogaron en ese entonces sobre cooperación en temas de seguridad.

Pinzón y Breedlove abordaron asuntos relacionados con la construcción de integridad y transparencia en temas de seguridad, así como con el fortalecimiento de la cooperación de las Fuerzas Armadas de Colombia con este organismo multilateral y la experiencia que el país latinoamericano puede ofrecer en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.

Tras la rúbrica del acuerdo, Pinzón señaló que la Alianza busca “tener acceso a conocimiento, experiencia, buenas prácticas en materia de misiones de paz, misiones humanitarias, derechos humanos, justicia militar, procesos de transformación y mejoramiento del sector de defensa y seguridad, además de ayudar en la lucha contra el narcotráfico”.

Sin embargo, el documento suscrito no otorga a Colombia rango de socio sino que "establece formas de cooperación para intereses comunes". El Congreso de la República de Colombia avaló en 2014 el acuerdo de cooperación firmado el 6 de junio de 2013.

Ante la iniciativa colombiana los Gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Bolivia interpretaron el acercamiento entre Colombia y la OTAN como un primer paso de la nación suramericana para convertirse en miembro de ese organismo y como una amenaza para la estabilidad regional. Igualmente Brasil y Ecuador manifestaron su inquietud debido a que las potencias que la conforman se han manifestado contra la integración y los procesos democráticos del continente, informaba Telesur.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN- , quizá con la intención de aplacar el malestar suramericano informaba que Colombia no cumple con los criterios geográficos para ingresar en un futuro a la OTAN, sin embargo, Colombia es el primer país latinoamericano con el que la Alianza Atlántica firma un memorando de información y seguridad. La cooperación entre Colombia y la OTAN representa la posibilidad de un control militar dentro de la Región.

Es preciso recordar que el 5 de marzo de 2014 se efectuaron reuniones entre el Ministro de Defensa de Colombia, Juan Carlos Pinzón y Stephen Smith, director de Seguridad de la OTAN para iniciar la implementación el acuerdo de cooperación firmado el año anterior, en esa ocasión Pinzón señaló: Aunque el Congreso de la República avaló el convenio de 2013, este año la Procuraduría General de Colombia solicitó a la Corte Constitucional que declarara improcedente el acuerdo suscrito en el año 2013 debido a que el acuerdo "no define con precisión su finalidad" porque no hay claridad de qué tipo de información es la que se intercambiará"..."vaguedad que podría tener consecuencias prácticas de gran importancia". http://www.telesurtv.net/analisis/Primer-ano-del-acuerdo-entre-la-OTAN-y-Colombia-20150305-0034.html.

Ante la negativa de la Corte Constitucional, el gobierno del presidente Santos habría decidido cambiar varios puntos del Acuerdo original para evitar otro revés en la Corte que tiene la misión de controlar la constitucionalidad de todos los actos de los poderes públicos. Es claro que Santos tiene como uno de sus objetivos prioritarios concretar la cooperación con la OTAN ya que es innegable la prisa para obtener la colaboración militar con la Unión Europea y la OTAN. El Gobierno alemán confirmó los contactos con la Alianza Atlántica al informar que el ejército del país sudamericano participará en misiones europeas a cargo de la OTAN, a cambio Colombia estaría dispuesta a permitir el uso de sus bases militares para que la OTAN cumpla con algunos de sus objetivos geoestratégicos y militares en América Latina y el Caribe que “curiosamente coinciden” con los mismos objetivos del imperio estadounidense

Se decía que la cooperación Colombia-OTAN se refiere a operaciones de superación de crisis en las que participa la Unión Europea, “Pero además, el Gobierno de Santos intensificó la cooperación con la OTAN, como se deduce de los programas de formación militar en los que participa el ejército colombiano. “Colombia asistió al encuentro de la Escuela de la OTAN en Oberammergau y el NATO Defence College”, confirmó el Gobierno Federal Alemán.

“El acercamiento de Colombia a la Alianza ya provocó con anterioridad reacciones contrarias en Sudamérica. Sobre todo por parte de los presidentes de Venezuela y Bolivia. Nicolás Maduro y Evo Morales criticaron la posible entrada de Colombia en la Alianza Atlántica y, en este contexto, Evo Morales calificó el año pasado a la organización como “sinónimo de dominación, invasión y muerte”.

Misiones civiles

¿Qué quiere Colombia de la cooperación con la OTAN? Ese país cuenta con uno de los ejércitos más poderosos de América Latina y el Caribe, gracias al innegable “apoyo” militar de Estados Unidos, ejecutado a través de los planes Colombia y Patriota ejecutados e intensificados en la lucha contra las guerrillas de las FARC-EP y ELN.

Colombia quiere acumular “ayuda militar”, utilizar la experiencia de la OTAN en las guerras en las que ha intervenido: Yugoeslavia, Medio Oriente, Afganistán, Libia, Irak, Sudán, Siria y según el Comité de Seguridad de la Unión Europea, el gobierno alemán de la canciller Angela Merkel habría aprobado “invitar a Colombia a participar como país tercero en una misión civil y no ejecutiva en Ucrania. Además, Colombia también podría enviar una fragata a la misión Atalanta en el Cuerno de África, que ayudaría a las fuerzas militares europeas”.

En Colombia, la actual reestructuración del ejército apunta en dirección a convertirse en un servicio internacional en el sector militar. “Según nuestra información, Colombia ofreció cooperación para la instrucción en 47 países en los últimos 5 años”, aclaró el Gobierno alemán sin nombrar los países. Unos 22.000 militares y policías del país fueron instruidos en misiones de tierra, mar y aire. Este nuevo papel militar de Colombia depende en gran medida del proceso de paz con la guerrilla. Actualmente, en el ejército del país hay 550.000 soldados y gran parte de ellos tendrá que buscar una nueva ocupación una vez finalizado el conflicto interno”.

Pero, hay otro antecedente digno de destacarse: La Corte Constitucional de Colombia le dijo no al acuerdo militar con Estados Unidos. “Según el alto tribunal, el convenio no es una extensión de viejos tratados y debió someterse a la aprobación del Congreso y ser revisado posteriormente por la Corte Constitucional, trámite que no cumplió. Por eso, el convenio suscrito en 2009 quedó sin vigencia.

“La Corte Constitucional falló una demanda de inconstitucionalidad en contra del acuerdo entre Colombia y Estados Unidos que contemplaba la presencia de personal uniformado estadounidense en siete bases militares en Colombia. En una decisión anunciada por el presidente del alto tribunal, Mauricio González, se determinó que dicho tratado debe ser devuelto al Ejecutivo, para que el ahora jefe del Estado, Juan Manuel Santos, lo lleve al Congreso para su respectivo trámite.

"La Corte constató que no se está ante un acuerdo simplificado, sino frente a un instrumento que involucra nuevas obligaciones para el Estado colombiano", explicó González. Agregó que dicho acuerdo, firmado el 30 de octubre de 2009 en Bogotá, también supone la extensión de obligaciones adquiridas con anterioridad por Colombia.

Por todo ello "debió ser tramitado como tratado internacional”, es decir, “sometido a la aprobación del Congreso de la República y revisado posteriormente por la Corte Constitucional", puntualizó el magistrado.

González advirtió que este acuerdo bilateral queda sin vigencia y "no puede surtir efectos en el ordenamiento interno" hasta tanto no sea puesto a consideración del Congreso y sea aprobado por el mismo. No obstante, el Presidente de la Corte resaltó que sólo este acuerdo queda sin efecto y que los convenios anteriores se mantienen vigentes.

El acuerdo suscrito entre Colombia y Estados Unidos en 2009 contemplaba que personal estadounidense se instalara en las bases de Malambo, Atlántico; Palanquero, en el Magdalena Medio; Apiay, en el Meta; las bases navales de Cartagena y el Pacífico; el centro de entrenamiento de Tolemaida y la base del Ejército de Larandia, en el Caquetá.

Cierto que el gobierno colombiano informó que acataba el fallo, pero cierto es también que Estados Unidos usa a su antojo las bases militares de Colombia de acuerdo a sus necesidades bélicas y al apetito de dominación neocolonial porque según Santos “El Gobierno Nacional reitera la importancia fundamental de la cooperación entre Colombia y los Estados Unidos, que se ha desarrollado durante décadas, en asuntos de seguridad y defensa, y particularmente en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”, añadió el Gobierno.

Por lo tanto, todas las bases que desee utilizar Estados Unidos como las de Malambo, Palanquero y Apiay seguirían en manos colombianas sin restricciones, y los norteamericanos tendrían que solicitar el visto bueno de los oficiales nacionales para las misiones que desde allí se proyectaran. ¿Cuándo los oficiales colombianos les negarán el permiso o visto bueno para que usen todas las bases que los yanquis quieran? ¿Quién garantizará que el Pentágono mantenga un máximo 800 militares y 600 contratistas?

En medio de la polémica que generó el anuncio del acuerdo, algunos analistas cuestionaron la posibilidad de que desde Palanquero, que es el corazón de todo el acuerdo, empiecen a operar aviones C-17, que son para transporte de logística y tropa, funciones más ligadas al combate que a la interdicción.

En teoría, con el acuerdo Colombia obtenía más recursos, tecnología y asesoramiento para operaciones contra el narcotráfico y los grupos armados para hacer trabajos de inteligencia en tiempo real. Además, se esperaba que lo que Estados Unidos invirtiera en infraestructura se quedaría en el país. Sólo para Palanquero ya habían sido aprobados 42 millones de dólares.

Como se sabe, Estados Unidos se constituyó en el imperio más poderoso de toda la historia de la humanidad: Para dominar al mundo y extender su poder hegemónico cuenta, además, con la OTAN. Juntos han forjado el aparato militar más formidable de todos los tiempos. Juntos tienen un plan expansionista que no conoce límites y nuestra América Latina está en la mira de esa máquina de guerra que tiene la intencionalidad de consolidar su estrategia planetaria con el objetivo de garantizar “la seguridad hemisférica y mundial” que en la realidad significa asegurar el respeto a los intereses de Estados Unidos y obediencia a sus dictados.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte -OTAN- fue fundada el 4 de abril de 1949 como una fuerza militar colectiva encaminada a detener “la amenaza soviética” y para derribar la “cortina de hierro”, inventada por el primer ministro inglés Winston Churchil.

La sede de la OTAN está en Bruselas y el acta fundacional fue suscrita por Bélgica, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Holanda, Portugal, Canadá y Estados Unidos. En 1953 se incorporaron Turquía y Grecia, en 1955 Alemania Occidental y en 1982 ingresó España. Los tres primeros países que eran miembros del Pacto de Varsovia y que fueron “admitidos” por la Alianza Atlántica son Hungría, Polonia y la República Checa.

La desintegración de la Unión Soviética y la consiguiente desaparición del Pacto de Varsovia significó para la OTAN y Estados Unidos la oportunidad esperada para extender sus dominios más allá de las fronteras de Europa Occidental, proceso que se inició en 1989 cuando el entonces Secretario de Estado de Estados Unidos James Baker advertía que disminuida la “amenaza soviética” era previsible que la OTAN aumentase su poder para garantizar la paz a niveles europeos y planetarios, dado que podrían resurgir rivalidades nacionales y aumentar las tensiones étnicas. Brzezinski en 1998 destacaba el valor estratégico de Eurasia en el “gran tablero mundial”, teoría que reforzaba las tesis expansionistas de la OTAN y que justificaban la presencia de Estados Unidos en el viejo continente.

Las Cumbres de la OTAN siempre han sido nuevas oportunidades para la toma de decisiones al más alto nivel, decisiones que de una u otra forma afectan a millones de seres humanos no sólo en Europa sino en Medio Oriente, África, Asia y América Latina. Estas cumbres diseñan nuevas políticas de dominación, políticas injerencistas, “nuevas misiones de paz” con el uso de la guerra e invasiones armadas y son, también, oportunidades para “invitar” a nuevos miembros a unirse a la “santa Alianza de la guerra, muerte y destrucción” que, irónicamente, dice garantizar las democracias, libertades y derechos humanos.

En cada Cumbre brillan las grandes iniciativas encaminadas a construir asociaciones con países no miembros permanentes de la OTAN, y es en este sentido que América Latina está en la mira de la Alianza que espera expandir sus dominios para consolidar la influencia de Estados Unidos en la región. México, Brasil, Argentina y Chile constan en los proyectos de la OTAN para llegar a nuestra Patria Grande.

En 1991, la OTAN, la más poderosa maquinaria de guerra que haya conocido nunca la humanidad, al celebrar su 50 aniversario bombardeó a Yugoslavia. Sus objetivos no fueron sólo militares ya que misiles “inteligentes”, cohetes y todo tipo de bombas cayeron en zonas residenciales de muchas ciudades y mataron a miles de inocentes entre niños, mujeres, hombres y ancianos. Ni hospitales, ni escuelas, ni ferrocarriles, ni puentes, se libraron de los mortíferos bombardeos inteligentes. Así en su 50 Aniversario, la OTAN, por primera vez, atacaba a mansalva a un país soberano que no había invadido y que no era amenaza para ningún país miembro de la OTAN y lo hizo para satisfacer los intereses políticos y los caprichos guerreristas de los halcones de Washington.

Estados Unidos y la OTAN demostraron al mundo que están sobre las decisiones de la ONU, de los principios y declaraciones del Derecho Internacional y que la invasión armada a Yugoslavia, hasta partirla en varias parcelas, era un antecedente de lo que sería después, al invadir Irak por sobre la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Lo que pasó en Kosovo, lo que ocurre en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, las agresiones en África, son muestras concretas de lo que puede ocurrir en nuestra América Latina si se permite que la OTAN -con cualquier pretexto- llegue a nuestras patrias. Ya con Estados Unidos y sus bases militares que copan nuestra América Latina y el Caribe, la lucha contra el poder imperial se torna titánica y mucho más difícil será con la OTAN en nuestras casas, pero al precio que sea necesario, la liberación de nuestros pueblos es inexorable.

La OTAN y Estados Unidos siempre estuvieron preocupados del incremento y desarrollo de la fuerza militar porque siempre entendieron que sólo podrían apoderarse de Europa, Asia y el mundo con el uso de las armas. Nunca entendieron que el poder militar no es garantía para dominar a los pueblos eternamente. Podrán derrotarlos más esa victoria de muy poco servirá ante el incontenible avance de los pueblos en lucha por su liberación, decía el Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra.

Silvia Marcu, profesora de la American University de Madrid en su trabajo “Rumania y su Integración Atlántica” en el que defiende apasionadamente el ingreso de Rumania a la OTAN, y a pesar de todo, en un párrafo no puede dejar de reconocer: “En 1994, la Cumbre de Bruselas vino a confirmar el proceso de revitalización, ayudando, por su implicación creciente, en la guerra de Bosnia. Simultáneamente, a lo largo de la década de los 90 se reanudó una carrera armamentista en la que ya sólo hay un ganador posible, los Estados Unidos, aprovechándose de una supremacía prácticamente exclusiva en el ámbito militar y nuclear que le ayuda a compensar sus dificultades en la lucha contra el terrorismo, o en la relativa competencia económica y comercial con la Unión Europea o con Japón y los “tigres” asiáticos. Propiamente dicho, mediante el concepto “aut of area” y los tipos de futuras amenazas para la seguridad, la OTAN se autodefine, en 1999, como una “nueva OTAN”. De hecho en abril de 1999, en Washington D.C., con motivo de la celebración de los cincuenta años de la Alianza, la OTAN tuvo como principal objetivo lanzar una nueva concepción estratégica y de seguridad que guiara su actividad en el siglo XXI. En el mes de mayo de 2002, se firmó un acuerdo entre Estados Unidos y Rusia en relación con la reducción de arsenales nucleares…”

La “nueva OTAN” y sus estrategias permitieron que, paulatinamente, amplié su área de influencia hacia Europa del Este, problema que fue abordado por la Cumbre de la OTAN celebrada en Madrid que, además, otorgó a la OTAN el ser garante de la construcción de un nuevo orden internacional, dirigido no ya a proteger a Europa Occidental sino a garantizar la “estabilidad” en Europa y en las regiones vecinas, en palabras de Marcu, Estados Unidos y la OTAN se convirtieron en gendarmes y amos de la tierra.

La OTAN debe responder a los principios políticos y económicos del capitalismo mundial y a los procesos de globalización diseñados por Estados Unidos y las transnacionales. Cualquier país de Europa del Este que quiera ingresar a la Alianza debe demostrar que sus sistemas políticos estén en armonía con los principios democráticos según las definiciones y propuestas de Estados Unidos y de Europa Occidental. Si no hay ese modelo de democracia el país aspirante tendrá dificultades. Debe el Estado que quiera ser parte de la OTAN contar con un sistema de economía de mercado que garantice el comercio internacional y las inversiones del exterior; es decir de Estados Unidos y por último debe demostrar que quiere ser parte activa de la Asociación por la Paz, entendida la paz como el deseo del país a someterse y participar en las guerras intervencionistas de Estados Unidos y la OTAN. Las “misiones de paz” de la OTAN en Europa, Medio Oriente, África han sido misiones para sembrar muerte, destrucción y pisotear todos los derechos humanos de personas y pueblos.

La presencia de la OTAN en forma directa o indirecta sólo puede significar para nuestra América Latina desolación y muerte. Un nuevo proceso bélico que interrumpa las luchas de descolonización e independencia devendrá en horrendo genocidio desatado por las poderosas armas del imperio y la OTAN. La tecnología de la muerte es propiedad monopólica imperial.

Hugo Moldiz Mercado, Abogado boliviano, comunicador, docente universitario, investigador, máster en Relaciones Internacionales y corresponsal de agencias internacionales de noticias sostenía que “si bien las formas de la intervención en América Latina se muestran, todavía, distintas a las observadas en los continentes de África y Asia, la contraofensiva política y militar de los Estados Unidos contra procesos progresistas y revolucionarios hay que analizarla como parte de una estrategia de dominación de espectro global, cuyo objetivo es garantizar las condiciones de reproducción de un sistema de dominación mundial que, por sus propias contradicciones, no logra encontrar la fórmula “no militar” para salir de la crisis de rotación transnacional del capital que se hace más profunda.

Pero el capital siempre oculta su presencia y la disfraza en discursos e instituciones nacionales e internacionales. Todas, desde el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hasta la OEA, pasando por la OTAN y la Liga Árabe, sirven para caminar, respaldados por un amplio despliegue mediático, en la dirección de lograr ciertos niveles de legitimidad.

A la globalización del capital, que le da completa libertad de circulación a las mercancías y restringe al movimiento de la fuerza de trabajo, se ha sumado en los últimos años una globalización cultural que pretende homogeneizar, desde los valores del mercado, la sociedad mundial.

Ahora, se proyecta la globalización militar que apunta a garantizar –con la fuerza de las armas y no las ideas- lo que el capital está consiguiendo a través de una suerte de retorno a la fase de acumulación originaria: chorreando lodo y sangre por todos lados.

Añadía que con la redefinición del papel de la OTAN –que se ha constituido desde su fundación, en 1949, en la prolongación de los largos brazos del Pentágono-, las fuerzas militares de la Alianza –que es otra manera de camuflar la hegemonía estadounidense- pueden intervenir en cualquier parte del mundo y por el motivo que consideren necesario o suficiente.

Hugo Moldiz Mercado, refiriéndose a America Latina, decía: ¿La aplicación del nuevo Concepto Estratégico de la OTAN es una amenaza para América Latina? Su importancia está dada a partir del peligro que representa ese rediseño estratégico de la OTAN para los gobiernos progresistas y revolucionarios en el continente, especialmente para Cuba y Venezuela –en primer lugar- y Bolivia –complementariamente.

La visita de Obama a tres países de América Latina, la gira de Hillary Clinton por otros tantos, el golpe de Estado en Honduras contra el presidente legítimo Manuel Zelaya, el intento estadounidense de mostrar a Bolivia y Venezuela como una suerte de “narco-estados”, las agresiones permanentes contra Cuba, la ampliación de sus bases militares en el continente y la activación de la IV Flota son datos de la realidad que no se los puede ignorar.

Pero si hay algo que tampoco puede ignorarse, es el papel que Estados Unidos ha decidido darle a Colombia en la aplicación de su estrategia global, aplicada ya sea desde el Pentágono o su brazo multinacional, la OTAN. En 2008, a iniciativa estadounidense y con la fachada de España, el presidente Álvaro Uribe logró que el estado colombiano participara a través de sus fuerzas armadas –las mejores equipadas en América Latina- en las operaciones de la Alianza Atlántica en Afganistán.

La participación de Colombia en la OTAN en calidad de observador se mantiene, pero la figura es más o menos similar a lo que ocurrió con muchos de los países del Mediterráneo, no considerados formalmente dentro de la lista de potenciales miembros. Todas las amenazas que la Alianza Atlántica identificó para la “civilización occidental” y que justificaría su intervención: proliferación de misiles balísticos y armas nucleares y de destrucción masiva, el terrorismo, los ataques a las vías de comunicación, los ciberataques y la inestabilidad o los conflictos más allá de las fronteras de la OTAN, la última es la que podría invocarse para intervenir en América Latina.

Considera que lo nuevo es que las injerencias estadounidenses estarán camufladas en las banderas de la OTAN y en la plena subordinación de la ONU, como ocurre ahora, donde el Consejo de Seguridad tomó una decisión que viola su propia norma interna y en la que las tropas militares actúan, no bajo bandera de las Naciones Unidas, sino de la Alianza Atlántica”. Estados Unidos y la OTAN son la misma cosa y los países europeos sólo son testaferros de la maquinaria de guerra del capitalismo mundial.

Eduardo Andrade Bone en Argenpress expresaba que “la democracia no se fortalece con los crímenes de guerra y el genocidio desatado por la OTAN en Afganistán, ni por la fuerzas neofascistas ocupantes en Irak. La democracia no se fortalece con el saqueo de los recursos naturales del Medio Oriente, de África y América Latina”.

La OTAN, para mayor felicidad del imperio y con el beneplácito de los gobiernos títeres se propone extender sus dominios e incursionar en América Latina con la incorporación de algunos miembros. La tapadera de esa incorporación sería crear una Alianza Defensiva como “elemento fundamental de estabilidad en la Región” palabras que significan asegurar el dominio del imperio en esta parte del mundo. En suma, es de interés de Estados Unidos que la OTAN extienda sus operaciones a toda la superficie del planeta, porque el empleo de medios militares para someter a pueblos, naciones y Estados, requiere de aliados. Y hay fuerzas armadas y gobiernos en nuestra América Latina que, gustosamente, quieren someterse a la OTAN.

La OTAN colabora con distintos países de América Latina. Apoyó al gobierno de Menen en Argentina que inclusive mandó tropas a Afganistán. Para penetrar en América latina, la OTAN sostiene que su objetivo es “asegurar la paz en todo el mundo y realizarla con éxito esta tarea se deberán aunar esfuerzos y estrechar lazos entre las naciones y organizaciones de seguridad y defensa”. A la OTAN, para alcanzar sus objetivos diseñados por el imperio, “le gustaría potenciar de cara al futuro la colaboración entre la OTAN y América Latina”.

Los conceptos estratégicos de la OTAN y de Estados Unidos son un peligro real para América Latina que es un territorio de paz y libre de armas nucleares. Es un imperativo para las conciencias libres, impedir que algunos países de nuestra América Latina sean engullidos por la genocida Alianza defensora de los intereses de las potencias occidentales, sus transnacionales y del imperio que se ha convertido en el primer terrorista internacional.

Más allá de toda duda razonable, el gobierno de la derecha colombiana quiere consolidar el “acuerdo de cooperación” suscrito el 25 de junio de 2013 en Bruselas, sede de la OTAN que, en su oportunidad, fue rechazado por varios gobiernos, entre ellos los de Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Cuba, por considerarlo que es una grave traición a América Latina y el Caribe que trabajan incansablemente en los procesos de integración con la Unasur, Celac, ALBA, Mercosur o Petrocaribe, para concretar el sueño de los Libertadores que ansiaron una gran patria latinoamericana unida y fuerte capaz de enfrentar a los imperios, y que en la actualidad declaran que el subcontinente es una zona de paz, libre de armas de destrucción masiva y, entre estas, las nucleares y químico-bacteriológicas que la OTAN y Estados Unidos las poseen en abundancia.

Como se sabe, los gobiernos de las derechas oligárquicas, convirtieron a Colombia en un Estado que comete crímenes contra sus pueblo, en protector o colaborador de los paramilitares responsables de innumerables asesinatos en masa de campesinos y trabajadores pobres, en una República con Fuerzas Armadas de “falsos positivos” y colmadas de espionajes ilegales, y en un ejemplo de entreguismo incompatible con la defensa de la soberanía e independencia, al convertirla en el portaaviones más grande del imperio. Colombia, prácticamente, es una base militar yanqui y ahora lo será también de la OTAN, la más formidable maquinaria de guerra, muerte y destrucción de Estados Unidos y sus aliados de la UE. El mundo nunca antes había visto tanto poder destructivo acumulado en una sola y tétrica organización al servicio de los intereses geopolíticos y estratégicos del imperio.

Es desolador comprobar que la OTAN ha penetrado en América Latina de la mano de Colombia, triste papel de un pueblo digno y heroico, pero condenado por las oligarquías y sus gobernantes a ser el cipayo del siglo XXI. Con el famoso acuerdo, Colombia permitirá que sus hijos agredan a sus hermanos latinoamericanos y caribeños, y vayan a morir en tierras extranjeras según sea el interés de la OTAN, ya que durante las negociaciones habidas en Bruselas, en junio del año 2013, el Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, aceptó la propuesta de la OTAN para incrementar la cantidad de militares de todos los rangos y, en especial tropas, en algunos países de América Central y el Caribe, según sean los intereses de Estados Unidos-OTAN.

En todo caso, la presencia de la OTAN en Colombia y América Central, responde a las estrategias de dominación neocolonial que mantiene Estados Unidos en contra de la unidad de América Latina y el Caribe. Parte de esas estrategias imperiales consiste en impulsar los avances de la OTAN en la región porque esa actitud le permitirá a Washington ocultar, por un tiempo, su dominio presencial en nuestras patrias. Creen que la presencia visible de la OTAN en el acuerdo con Colombia, es suficiente para esconder las intencionalidades del imperio. De conformidad con esta estrategia, en un futuro cercano, otros países podrían firmar similares acuerdos con la OTAN que pasaría a ser una organización de máxima influencia entre las fuerzas armadas y gobiernos de América Latina y el Caribe. Si se les permite, Estados Unidos y la OTAN harán de América Latina y el Caribe, a más de patio trasero y lago particular, una zona de total explotación de recursos naturales y humanos. El futuro no es alentador, gracias a la traición del gobierno de Santos y de las oligarquías que lo mantienen, afirmaba el Tribunal Dignidad, Soberanía, Paz contra la Guerra.

No hay ningún justificativo militar, político, estratégico, económico para que Colombia haya cedido sus bases militares para uso del Pentágono y nada, absolutamente nada justifica que el gobierno de Juan Manuel Santos actúe de espaldas a sus pueblos y a escondidas de América Latina: Unasur, Celac, Alba, Mercosur, Petrocaribe, y quiera a cualquier precio, suscribir acuerdos con la OTAN, burlándose inclusive la Corte Constitucional y sus fallos. Según varios politólogos y analistas colombianos especializados en el tema, el gobierno de Santos, inclusive, pretendería firmar varios anexos secretos al texto original del Acuerdo. Este tipo de triquiñuelas es propio de la Organización del Tratado Atlántico Norte-OTAN-.

Otra vez, los líderes progresistas de América Latina y el Caribe, levantarán sus voces para impedir que la OTAN y sus tétricas estrategias militares y guerreristas que sólo avasallan, destruyen a los pueblos y riegan su sangre a raudales en cada intervención militar, se asiente en América Latina, de la mano de Colombia.

Los diálogos de paz entre el gobierno de Santos y las guerrillas de las FARC-EP que se desarrollan en La Habana, no pueden ni deben entorpecerse, y peor frustrarse por el delirio derechista-militarista de ceder Colombia a la OTAN, así sea con el más simple de los acuerdos.

Correo electrónico: tribunalpazecuador@yahoo.com


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