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Lucha de clases en Chile

Rodrigo Mundaca
CEPRID
15 - II - 08

 

“Las clases no son más que aquel numeroso grupo de individuos que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema social históricamente determinado, por la relación en que se encuentran con respecto a los medios de producción, por el papel que desempeñan en la organización del trabajo y, consiguientemente, por el modo y la proporción en que reciben parte de la riqueza social de que disponen” (Lenin).

De acuerdo con la definición leninista de clase, las mismas no han existido siempre, surgen en un momento histórico y social concreto, coloca a los hombres o los diferencia entre propietarios y asalariados. Son los propietarios los que organizan el trabajo y, finalmente, son estos mismos los que se apropian de la plusvalía que generan los trabajadores por encima del valor de su fuerza de trabajo.

Si aplicamos la definición leninista de clases a la sociedad chilena, perfectamente podemos entender dónde está el origen de las desigualdades. El modelo económico neoliberal ha profundizado en progresión geométrica las diferencias de clase, ha posibilitado que un puñado de empresarios como Luksic, Angelini, Matte o Vial, por citar a algunos, concentren y centralicen prácticamente el 80% de la producción y el capital en Chile.

En estos gobiernos concertacionistas muchos políticos declarados marxistas en los albores de los años 70, hoy abjuran del marxismo y de su herramienta de análisis, es decir, del materialismo dialéctico e histórico, como concepción filosófica y científica acerca del desarrollo de la naturaleza, la sociedad humana y el pensamiento.

La demonización del marxismo y su aplicación práctica a través del leninismo, tuvo su apogeo durante los 17 años de dictadura, y su consolidación, en estos 17 años de gobiernos concertacionistas.

Pecado es hoy hablar de que en Chile las desigualdades tienen que ver con las contradicciones de clase imperantes, con las diferencias abismales entre propietarios y no propietarios, en Chile, paraíso y laboratorio adelantado del neoliberalismo. Las explicaciones que prevalecen para la desigualdad vergonzosa que existe, tienen que ver no con el contenido sino con la forma que adquiere la desigualdad y la solución a la misma está vinculada a mejores empleos, aumento de los salarios, emprendimiento, innovación y mayores subsidios, en circunstancias que son las relaciones materiales que establecen los hombres en el proceso de producción de bienes materiales y espirituales los que determinan su forma de pensar, si no más bien la relación material que establece el hombre con la naturaleza en el proceso de producción de bienes materiales lo que determina su conciencia. En rigor, el hombre piensa de acuerdo a como vive y de acuerdo a como produce; en este sentido, Luksic, Matte, Angelini por citar a los empresarios más ilustres, son los más felices con esta política gatopardista de ocultar la raíz de las diferencias y las desigualdades que hoy subyacen en nuestra sociedad.

¿Cómo resolver las contradicciones de clase que constituyen la fuente de riqueza de los grandes propietarios en Chile? ¿Cómo y de qué manera las desigualdades que imperan en Chile se pueden eliminar en circunstancias que los gobiernos concertacionistas han profundizado esas desigualdades aplicando a ultranza un modelo económico neoliberal que ha estimulado la concentración y centralización de la producción y el capital? ¿Es posible reconstruir un estado de protección social, en circunstancias que las piedras angulares del desarrollo, educación y salud son bienes de capital que han posibilitado el enriquecimiento de empresarios inescrupulosos, protegidos por un gobierno genuflexo ante los dictados del gran capital?

Marx y Lenin, en contextos históricos y concretos muy definidos, señalaron que ningún problema importante en el desarrollo de la humanidad, se resolvía sin el uso de la fuerza material. Concluir con la desigualdad e inequidad vergonzosa que impera en Chile, amerita una reflexión profunda a cerca del uso de la fuerza popular para terminar con la desigualdad. Este debate es necesario. La historia es dialéctica, se encuentra en constante movimiento y desarrollo y la lucha de clases adquiere las formas que el momento histórico y social concreto amerita. Hoy, esa lucha de clases es ideológica, sin embargo, será la dialéctica la que definirá el curso de los próximos acontecimientos.

Rodrigo Mundaca es ingeniero agrónomo.



 

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