¿Legalidad o legitimidad?

Con este reflexivo comentario, no pretendo convulsionar la realidad social, sólo cuestionarme cuáles son los verdaderos fundamentos y valores que caracterizan y promulgan con rango de ley estatal y acuerdos y convenciones internacionales, es decir el entramado legal que servirá para funcionar política y socialmente a todas las sociedades convencionales.
Considerando que la legalidad es institucionalmte obligatoria, habrá que cuestionarse si realmente merece el atributo de legítima, si protege los principales e inherentes derechos humanos, sociales, económicos, culturales, naturales o biolígicos, etc o, más bien todos son flagrantemente vulnerados, como habitualmente podemos observar. Ante esta constatable vulneración, ¿por qué no rebelarse contra las leyes manifiestamente injustas, contrarias a sus postulados?. La situación esta llegando a tal grado de corrupción, que saltan todas las alarmas de justicia social, presagiando regresar al siglo XIX.
Quienes defienden el capitalismo, desconocen que es un sistema "caníbal", se nutre de sufrimiento, miseria, muerte humana prematura... Aducen que estamos padeciendo una crisis económica parecida a la de los años 30 del siglo pasado. Craso error, aquella fue producida en gran medida por el impacto explosivo de la revolución socialista en la URSS. Entonces, el capitalismo aún tenía capacidad de reacción a la amenaza socialista, mediante el taylorismo, concediendo mejoras laborales y sociales por la presión del movimiento obrero y la capacidad de crecimiento económico con el desarrollo de la tecnociencia y la abundante reserva de energías fósiles. Por otro lado, controlaba el valor de la moneda, supeditada a la reserva de oro y al patrón dólar. A partir de la derrota de Estados Unidos en la guerra de Vietnam y su consiguiente quiebra económica, "lanzó al garete" dicho patrón abriendo internacionalmente la "veda" a la corrupta especulación, hasta llegar a esta catastrófica situación. Por ello, la crisis no es económica, es sistémica. Porque se ha perdido el sentido de la justicia distributiva, la honestidad, la ética personal, la moral social, la dignidad, etc., llegando a esta paranoica sociedad, cuya contaminación se extiende por todo el ámbito social, consiguiendo el gobierno que merecemos... Es tanta la degradación del sistema que le quieren salvar con políticas que conducen inevitablemente a su descomposición, con: recortes asistenciales, a la enseñanza, a la salud, laborales, etc.
siguiendo los mandatos exigidos por el gran capital, para continuar especulando "vía invasión neomafiosa" legal o alegal, incrustada en el turismo, la macroeconomía y en las instituciones. Todos los indicadores socioeconómicos, que apuntan a políticas de equidad social son contraproducentes con privatizaciones en beneficio de minorías y aumento de bolsas de indigentes y de amplios sectores precarizados. Respecto al paro, intentan "la cuadratura del círculo", puesto que las transnacionales que imponen las leyes económicas reducen plantillas, como Teka. Estas megaempresas, sólo dan trabajo al 20 por ciento de la población activa. ¿La solución? la economía pública de estas empresas, así pues... ¿habrá que seguir creyendo en la corrupta legalidad, o pensar que, mientras haya vida, hay esperanza regeneradora?, porque la legalidad jamás será legítima si carece de principios elementales de justicia distributiva, sin ésta, no existen igualdad ni libertad reales. ¿Qué otras opciones que intenten regenerar la sociedad con la premisa legitimadora: dignidad? ésta no es concebible sin valores liberadores de la asfixiante opresión y represión institucionales, como la rebeldía, cuestionando la legalidad, con el desarrollo de la conciencia ciudadada emancipatoria. Pero, eso sí, sin caer en la tentación de repeler la violencia represora. Por razones didácticas y de pedagogía cívica y social, la respuesta, deberá ser de activismo respetuoso con todas las personas. En cualquier caso, si la revolucióh socialista fue un revulsivo para el capitalismo, el socialismo real será su tumba definitiva, o el caos.