Un trabajo nacido de la expresión oral del pueblo

El investigador Raúl Molleda ha recorrido durante años las comarcas de la comunidad autónoma para recopilar los nombres del ʻMapa de Toponimia Tradicional de Cantabriaʼ, editado por ADIC

La Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), con la colaboración de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, ha editado el ʻMapa de Toponimia Tradicional de Cantabriaʼ. Según ADIC, el trabajo “refleja el patrimonio toponímico o los nombres propios geográficos de nuestro territorio, tanto los vigentes como los caídos en desuso” y nace vinculado “a la necesidad de conservar y proteger este patrimonio lingüístico y cultural que corre el riesgo de pederse en el olvido”. El investigador Raúl Molleda ha recorrido du- rante años las comarcas de Cantabria para recopilar esos nombres.
Javier Lezaola. PREGUNTA.- ¿Cómo surge este proyecto?
RESPUESTA.- Nace por dos vías diferentes. Por un lado está la iniciativa entusiasta de una serie de gente interesada por variadas facetas de la cultura popular cántabra, en este caso la lengua, y por otro se encuentra una asociación ya veterana, ADIC, que considera la idea de abordar también este tema proponiendo dos trabajos relacionados con él: un diccionario castellano-cántabro y un mapa con la toponimia tradicional. En el apartado toponímico es donde nuestros caminos se encuentran. El proyecto de ADIC es de envergadura pues lo que se propone es una recolección exhaustiva de la toponimia popular que implica el esfuerzo de muchas personas en la toma de datos y su posterior ordenación, con vistas a una corrección de los que poseen los distintos organismos del Estado, como puede ser el IGN. Esto sucede hace pocos años de forma tímida aquí pero en otros lugares como Galicia o Asturias está más generalizado.
P.- ¿Quiénes son los autores de este mapa?
R.- La parte artística es obra de Alberto Martínez Beivide, artista ya asociado a temas populares con un buen currículo en su haber, y la recogida y coordinación de datos me corresponde a mí. La edición corre a cargo de ADIC, con la ayuda económica de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, y la verdadera autoría del mapa la tienen los pobladores de los lugares reseñados, nuestros paisanos, a través de su cultura oral.
P.- ¿Estamos ante un mapa en cántabro?
R.- Estrictamente es un mapa de toponimia tradicional, sacada de la expresión oral del pueblo. No se trata en absoluto de un trabajo hecho desde una habitación, aplicando las reglas conocidas del cántabro a todo topónimo que uno encuentra, sino que es trabajo de campo, fruto de invertir mucho tiempo yendo a hablar con la gente natural de la zona visitada. Como en la mayor parte de Cantabria se habla alguna variedad de cántabro, eso se ve plasmado en la toponimia. Sería un contrasentido pretender buscar los nombres populares de los sitios sin consultar a los que mejor conservan en su habla los rasgos del dialecto local.
P.- ¿Eso significa que determinados nombres varían de un sitio a otro?
R.- Efectivamente, porque se cambia de dialecto o de habla. Un hoyo se puede llamar joyu en la zona occidental y huyu en Trasmiera pero también hay algún juyu más al oriente y en el centro. Por otro lado se perciben distintos grados de permeabilidad a la castellanización entre hablas locales y entre toponimia mayor y menor, como demuestra el hecho de que en Liébana los nombres de los pueblos apenas varían en relación a la nomenclatura oficial y sin embargo en Castro lo hace la mayoría. Esto habría de ser materia de estudio para los filólogos.
P.- Este poder ser objeto de estudio es, entonces, otro de los atractivos del mapa...
R.- Sí, no sólo habría de servir para la divulgación sino que sería deseable que sirviera de acicate para que nueva gente, a ser posible con estudios de Filología, se implicara en el estudio del cántabro, un patrimonio tristemente denostado. Hay mucha materia para investigar aquí y también filólogos pero es tal el nivel de descrédito al que ha llegado el cántabro que a pocos les interesa estudiar nada al respecto. Es como si hacer normalmente su trabajo fuera cuestión de atreverse, de echarle valor.

"Que se hagan estudios sobre una materia no debe molestar"

J. Lezaola. P.- No podemos obviar que este tipo de trabajos vienen generando polémica e ciertos secotres de la sociedad cántabra, y este mapa toponímico no ha sido una excepción. ¿Tiene algo que decir a los que critican este tipo de iniciativas?
R.- Pues sí, lo cierto es que nos hemos convertido en una sociedad aletargada bajo un manto de complejos provincianos. No  sólo es que no se haga absolutamente nada con respecto a ciertos temas sino que en el momento en que alguien toma la iniciativa hay algunos personajes a los que se les disparan los resortes. Es un  panorama muy reaccionario. Que se hagan estudios sobre una materia es algo que no debe molestar a nadie; es impresentable la postura de cerrazón ante la investigación y divulgación de este tema que natienen algunos. Cuando empezamos en esto apenas teníamos obras de referencia. Sin embargo aquí al lado, en Asturias, donde hay muchos rasgos comunes en materia lingüística, tenían muy bien recogidas todas las características del asturiano y acometían la recuperación de la toponimia con presteza. Aquí hay gente que si ve un pueblo que se llama Pandu en Asturias lo toma como algo típico y natural pero si lo viera en su propia tierra se rasgaría las vestiduras. Y es algo tan de aquí como de allí pero el complejo provinciano impide reconocerlo. Al final el escándalo sólo existe en la mentalidad de quien pretende escandalizarse, no en aquello que critica. La cultura humana es diversa y en esto reside su riqueza. Una parte de esa diversidad es la que nosotros aportamos. Así de sencillo y natural.