EL ACTIVISMO ANTIGLOBALIZACIÓN NO PUEDE DESCONOCER LAS REALIDADES COLONIALES
Resumen ejecutivo:

El autor expone las contradicciones en que caen muchos activistas antiglobalización cuando pretenden desconocer la situación en que viven los pueblos indígenas después de más de 500 años de regímenes coloniales y neocoloniales.

¿Pueden defenderse los principios democráticos ignorando el papel de los Estados nacionales en el despojo de los pueblos originarios?

"?los activistas de las luchas antiglobalización? necesitamos examinar nuestro papel en la colonización y globalización de la tierra. Sólo después podremos hablar de liberación y las verdaderas alternativas a la agenda neoliberal".

"Tenemos un doble desafío: primero luchar de la mejor manera posible para enfrentar las consecuencias inmediatas de la globalización y, segundo y más difícil, poner estos problemas en el contexto de los más de 500 años de historia de la cultura de colonización" Moana Jackson, Ngati Kahungunu/Ngati Porou, abogada y promotora de la soberanía Maorí.

"Nosotros, los pueblos indígenas, nos hemos percatado de algo interesante que ocurre desde hace veinte años. Vemos que el proceso de colonización se ha reorientado. Ahora se dirige hacia la gente no indígena. Las compañías canibalizan a sus propios colonos. Las cosas han cambiado. ¿Adónde puede usted recurrir por ayuda contra las multinacionales que están a punto de tragar su empleo y su estilo de vida? A los pueblos indígenas no les interesa que las compañías se mantengan bajo control canadiense. Estas compañías vienen abusando de nuestras tierras. ¿Qué importa si la empresa es controlada por canadienses, estadounidenses, alemanes o japoneses? Todas estas empresas aprovechan de nuestras tierras y recursos. ¿Por qué los pueblos indígenas vamos a ayudar a los no indígenas a proteger sus empleos y seguridad cuando esa misma gente ha destruido nuestra tierra y agua? Para nosotros la globalización representa la colonización sin interrupción. La pregunta es para los colonos. ¿Qué hacen los colonos por resolver los problemas de la colonización y la opresión continua que ejerce sobre los pueblos indígenas?" Sharon Verne, académica y abogada Cree.

Muchos desde la izquierda señalan que la oposición al libre comercio y la agenda neoliberal no es necesariamente anticapitalista. Tienen toda la razón ? está compuesta de un diverso abanico de organizaciones, movimientos, agendas y objetivos.

Entre las redes antiglobalización se utilizan ampliamente los términos "colonización" o "re colonización" para describir las manifestaciones actuales de la globalización. ¿Pero, significa esto que las movilizaciones y el activismo contra la globalización sean anticoloniales? En la mayoría de casos, pienso que no.

Si nosotros que vivimos en los Estados de asentamiento colonial como Nueva Zelanda, Australia, Canadá o EE.UU. estamos preparados para asumir la lucha contra las empresas transnacionales, las instituciones Bretton Woods y la agenda neoliberal, también debemos apoyar las luchas de los pueblos indígenas por la descolonización y autodeterminación.

Existen relativamente pocas iniciativas antiglobalización en las cuales las perspectivas y luchas de los pueblos indígenas ubicados en los Estados "democráticos occidentales" de asentamiento colonial han asumido un rol protagónico. Sus análisis y desafíos son demasiadas veces relegados dentro del movimiento anti libre comercio al equivalente de una cláusula social o un acuerdo ambiental periférico; aspectos a ser separados de las declaraciones de unidad y al término de conferencias, que tienden a expresar en tono noble demandas sobre el poder del pueblo, recuperar "nuestro" país, controlar a las empresas, la genuina democracia participativa, etc.

En su libro recién publicado, Human Rights Horizons, Richard Falk escribe sobre "el perpetuo redescubrimiento de su percibida inocencia... A pesar de desposeer a los pueblos indígenas norteamericanos, a pesar de la esclavitud y sus secuelas, a pesar de Hiroshima y Vietnam, esta inocencia auto proclamada se mantiene sin tacha". Hablé con activistas de varios países sobre este fenómeno y sus impactos en las perspectivas de la "sociedad civil" de EE.UU., Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Muchas campañas de justicia social, ONGs y activistas de estos países operan desde una condición de negación colonial y se niegan a vincular los abusos a los derechos humanos en el exterior, la (in)justicia económica, con la colonización de las tierras y los pueblos donde viven.

El escenario tenebroso del dominio corporativo, el saqueo transnacional, el desastre ambiental y social advertido por muchos opositores de la economía de libre mercado, es desde hace largo tiempo una realidad para muchos pueblos indígenas. Las empresas transnacionales modernas son, después de todo, las herederas de la Compañía Hudson Bay, de la Compañía Nueva Zelanda, de la Compañía East India ? todas importantes actores en las olas anteriores de la colonización y mercantilización de pueblos, tierras y naturaleza.

En nuestras reuniones, análisis, discursos y manifestaciones, podemos hablar de transnacionales, la OMC, la globalización y la recolonización y quizás hasta de la agenda neoliberal en el contexto del colonialismo en el Tercer Mundo. Pero abogar por el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas en su propio patio muchas veces parece una manera certera de ser visto como extremista o hasta paria, aún entre los activistas de justicia social y ambiental. Puede alienar a la gente, me han dicho.

Muchas luchas contra la globalización que se dan en el Sur son vinculadas con grandes movimientos antiimperialistas y anticolonialistas de larga historia. Sin embargo, las voces que más se escuchan rara vez son de los activistas de comunidades de base del Sur, menos aún de los pueblos indígenas de los países del Norte Global. ONGs y sindicatos con bastantes recursos y normalmente con base en el Occidente, tienden a ejercer un poder considerable en sentar los parámetros del debate y la dirección de las campañas contra la globalización corporativa.

Demasiadas veces he oído la historia de la globalización ? y la resistencia a ella ? comprimida en las últimas dos o tres décadas, contada de tal manera que se relativiza la resistencia de las naciones indígenas en los territorios reivindicados por Canadá, Nueva Zelanda, Australia y EE.UU. En Canadá y EE.UU. compartí la plataforma con expositores norteamericanos cuyas versiones del comercio curiosamente se remontan a la Comisión Trilateral. En Nueva Zelanda, he visto a ambientalistas blancos acusando a los maorí de un "racismo invertido" por haberse atrevido a exigir sus derechos de proteger la flora y fauna indígena bajo amenaza de los biopiratas y el acuerdo TRIPS. En otras conferencias internacionales sobre la globalización, los activistas han desconocido las perspectivas de los Pueblos Indígenas sobre la globalización por "estrechas" e "indigenistas", argumentando que no dan suficiente importancia al análisis de clase.

Es natural que nos sintamos escandalizados por las duras restricciones de seguridad impuestas sobre las manifestaciones populares en Québec, Vancouver, Seattle, Washington, Melbourne y Auckland. Pero ¿sorpresa y conmoción?, los gobiernos coloniales siempre utilizaron a la policía y a los militares como un ejército de ocupación contra los pueblos indígenas. Son un asunto casi cotidiano desde hace mucho tiempo los abusos autorizados por el Estado contra las comunidades indígenas; pero estos a menudo no se registran en la mente de muchas personas.

He escuchado el cuento de hadas, contado con mucha pasión, autoridad y un toque de nostalgia por los neozelandeses, norteamericanos y australianos, que hablan con seriedad de las libertades y derechos democráticos de que gozan en sus países. Parece que las cosas anduvieron bien hasta que los ideólogos neoliberales y las grandes empresas tomaron los mandos, abrieron el país, empezaron a vender todo a las transnacionales y vieron a los ciudadanos comunes y corrientes desposeídos de las cosas que pensaron suyas. Así dicen docenas de activistas, académicos y políticos mientras expresan su oposición a la agenda neoliberal. Esta versión de la historia se inicia cuando la globalización empezó a impactar en los pueblos no indígenas. Las palabras "democracia" y "soberanía" surgen una y otra vez en sus discursos, y en la literatura y campañas antiglobalización de estos países. ¿Qué significan estos llamados a las tradiciones, conceptos y valores democráticos, cuando ignoran las realidades actuales y anteriores de la colonización de estos países?

Cuando asistí a la Cumbre de los Pueblos sobre la APEC de 1997 en Vancouver, me acuerdo haber estado impresionado por la manera en la cual expositor tras expositor atacaron a las transnacionales y las señalaron como la fuerza tras la APEC, pero a la vez ignoraron completamente luchas como la de la Nación Cree del Lubicon en el norte de Alberta ? la provincia colindante ? contra las transnacionales madereras y de gas que invadieron sus territorios no cedidos, con la complicidad del Estado canadiense. Tampoco se mencionó el hecho de que un gobierno canadiense de corte "democrático liberal", como el que en su rol de anfitrión de la reunión de la APEC esperaba influir en sus socios comerciales asiáticos con sus "valores canadienses", envió más tropas que las enviadas a la Guerra del Golfo, contra el pueblo Mohawk que defendió sus territorios en el enfrentamiento cerca de Oka, en la Provincia de Québec, en 1990. No obstante, cabe señalar que esa misma Cumbre de los Pueblos de Vancouver fue parcialmente financiada por el mismo gobierno social demócrata que en 1995 montó una operación militar grande en el Lago Gustafsen, a pocas horas de Vancouver, en contra de un pequeño grupo de indígenas que defendía sus tierras sagradas.

Muchos críticos de la globalización relativizan el papel y la relevancia del Estado nación, atribuyendo el poder casi enteramente a las corporaciones transnacionales y las instituciones internacionales como los trillizos de Bretton Woods. Sin embargo, esto quita el enfoque de la naturaleza y poder del Estado y hasta lo romantiza. Tales campañas globales corren el riesgo de desviar la atención de la gente de las antiguas pero todavía presentes injusticias. Al deslegitimar a estos actores globales nos toca estar muy conscientes de los peligros inherentes a una legitimación sin críticas de los Estados naciones cuya base misma es el despojo de los pueblos indígenas. No podemos desconocer los siglos de resistencia de muchas naciones indígenas a ser incorporadas en el Estado colonial. No podemos ignorar los cimientos coloniales de los países en los que vivimos. Hacerlo es ocultar la verdadera naturaleza de nuestras sociedades y la forma en la cual están construidas, sobre la colonización y explotación.

¿Cómo se puede esperar que los pueblos indígenas validen, afirmen y busquen incorporarse en movimientos nacionales e internacionales dominados por los activistas, organizaciones, y agendas no indígenas, que no poseen la voluntad de resolver los aspectos domésticos de colonización con el mismo vigor y compromiso evidentes en su lucha contra el capital transnacional o la OMC?

Por supuesto, sí se forjaron algunas alianzas importantes entre pueblos indígenas y organizaciones no indígenas para enfrentar a la globalización. Muchos grupos activistas (a menudo pequeños y con pocos fondos) luchan para poner en evidencia los vínculos entre la globalización corporativa y la colonización, para apoyar las luchas locales por la soberanía indígena e informar a la gente no indígena sobre estos aspectos.

Movimientos que exponen y se oponen a la globalización corporativa cuentan con un real potencial para movilizar el apoyo significativo de la gente no indígena a asuntos como la colonización en Canadá, Nueva Zelanda, Australia y EE.UU. Deberíamos cuestionar la autoridad de los gobiernos de estos Estados de asentamiento colonial para adherirse a los tratados internacionales sobre comercio e inversiones, a la luz de su negación continua de los derechos, títulos y la jurisdicción de los pueblos indígenas.

Al determinar los valores y los fundamentos sobre los cuales construir las alternativas a la agenda neoliberal, nuestros movimientos deben estar preparados para examinar nuestra propia propensión a oprimir. No podemos construir alternativas a la globalización sobre los cimientos podridos de negar haber ocupado las tierras y suprimir continuamente los derechos de los pueblos indígenas. "Los colonizadores siempre están construyendo cimientos podridos y luego esperan que entremos en un edificio terminado" dice Sharon Verne.

Si los activistas y organizaciones antiglobalización no abordan estas cuestiones con cierta urgencia, siento que la creciente resistencia a la globalización en el Norte corre el riego de ser tan inherentemente colonialista como las instituciones y procesos a los cuales se opone. Nuestro uso del término colonización resultará ser poco menos que retórica si nuestro análisis no reconoce el contexto en el cual se da la globalización corporativa ?y la oposición global a ella ?.

Nosotros los activistas de las luchas antiglobalización en Canadá, Nueva Zelanda, Australia y EE.UU. necesitamos examinar nuestro papel en la colonización y globalización de la tierra. Sólo después podremos hablar de liberación y las verdaderas alternativas a la agenda neoliberal.

* Aziz Chowdry es activista/investigador que trabaja con el GATTWatchdog en Aotearoa/Nueva Zelanda.

Tomado de: ENFOQUE SOBRE COMERCIO No 67

Focus on the Global South (FOCUS)

Traducción: Gerard Coffey, Centro de Información sobre la Globalización


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