Manifiesto del 1º de mayo de 2016

La crisis continuada en el País Llionés persiste en su gravedad. Por primera vez, desde tiempos muy remotos, la población que reside en el País Llionés ha descendido del millón de personas, con un envejecimiento de los más altos de Europa, lo que se refleja en que menos del 45% sean consideradas como población activa. Esta situación, derivada del aniquilamiento de nuestros principales sectores productivos, tiene su origen en la nula capacidad de acción en materia económica del País Leonés, acogotada por un centralismo económico y político (implementado desde Bruselas, Madrid o Valladolid) que únicamente nos dirije hacia el turismo y la extracción de materias primas, y que nos impide apostar por nuestro futuro, eligiendo el camino que consideremos más adecuado.

En lo laboral nos encontramos con mayor precariedad, reducciones de salarios y EREs por doquier. Pero lo peor ante esta grave situación de necesidad, es la mansedumbre generalizada de la población. Las protestas sociolaborales cayeron notablemente desde el anterior Primero de Mayo, en gran parte por el lavado de cara del sistema, de la mano de unos partidos políticos emergentes que se autoproclamaban salvadores de las clases populares, es decir, de la mayoría social afectada por los recortes. Este enfriamiento de la protesta en las calles ha atenuado la lucha transformadora, para beneficio del establishment económico, que coge aire para reformular su actual sistema capitalista y salvarlo del descrédito socio-político.

Por todo ello, debemos recalcar que el decaimiento en la lucha social y en la movilización de la sociedad es una muy mala noticia y, por este motivo, desde AGORA País Llionés subrayamos la necesidad imperiosa de recalentar esas protestas adormecidas, para que vaya cogiendo impulso la iniciativa que nos conduzca a la consecución de la imprescindible transformación de nuestra sociedad. No hay que olvidar que este Primero de Mayo festivo, rememora hechos de la lucha por la jornada laboral de 8 horas, que no vino regalada, sino arrancada a las clases dominantes con mucho dolor y sacrificio de miles de personas, desde los mártires de Chicago hasta la huelga de 44 días en «la canadiense». La memoria de todas esas personas no se honra con escenografías protagonizadas por entornos «amarillos» (que incluso en algún país vecino no tienen pudor en ir de la mano con el fascismo), sino practicando la misma lucha social.

¡Qué la lucha obrera no decaiga! ¡Aprendamos de los logros del pasado para conseguir nuevas metas en el futuro! ¡Viva el País Llionés trabajador y la clase obrera internacional!