Palestina


* Robert Fisk es periodista de The Guardian

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Con Iraq


Libros de bibliotecas, cartas, documentos de valor incalculable han ardido en el capítulo final del saqueo de Bagdad

Robert Fisk*

25 de abril de 2003. The Guardian, 15 de abril de 2003
Traducción: Paloma Valverde, CSCAweb (www.nodo50.org/csca)

"Para Iraq este es el 'Año Cero'; con la destrucción de las antigüedades en el Museo Arqueológico Nacional el sábado y la quema del Archivo Nacional y después de la Biblioteca Coránica, la identidad cultural de Iraq se ha borrado. ¿Por qué? ¿Quién prendió el fuego? ¿Con qué demente finalidad se ha destruido toda esta herencia?"

Ayer [14 de abril] se produjo la quema de libros. Primero llegaron los saqueadores, después los incendiarios. Fue el último capítulo en el saqueo de Bagdad. La Biblioteca Nacional y el Archivo Nacional, un tesoro de valor incalculable de documentos históricos otomanos -incluyendo los antiguos archivos reales de Iraq- se convirtió en cenizas a 3.000 grados de temperatura. Después prendieron fuego a la Biblioteca Coránica y al Ministerio del Legado Religioso. Vi a los saqueadores. Uno de ellos me maldijo cuando intenté reclamarle un libro de leyes islámicas que llevaba un niño de no más de 10 años. En medio de las cenizas de la historia iraquí, encontré un archivo volando por los aires: páginas de cartas escritas a mano en la corte de Sharif Hussein de la Meca -que dio comienzo a la revolución árabe contra los turcos- para Lawrence de Arabia y los gobernadores otomanos de Bagdad.

Y las tropas estadounidenses no hicieron nada. Todo volaba sobre el patio mugriento. Y las tropas estadounidenses no hicieron nada; cartas de recomendación para las Cortes de Arabia, peticiones de munición para las tropas, informes sobre robo de camellos y ataques a los peregrinos, y todo escrito en delicada caligrafía. Yo sostenía en las manos los últimos vestigios de la historia escrita de Iraq. Pero para Iraq este es el Año Cero; con la destrucción de las antigüedades en el Museo Arqueológico Nacional el sábado y la quema del Archivo Nacional y después de la Biblioteca Coránica, la identidad cultural de Iraq se ha borrado. ¿Por qué? ¿Quién prendió el fuego? ¿Con qué demente finalidad se ha destruido toda esta herencia?

Cuando vi la Biblioteca Coránica ardiendo en llamas de 30 metros de altura desde las ventanas, corrí a las oficinas de los ocupantes, la Oficina de Asuntos Civiles de los marines de EEUU. Un oficial gritó a uno de sus compañeros "este chico dice que hay alguna biblioteca bíblica [sic] ardiendo". Le di el plano de situación, el nombre exacto en árabe y en inglés y dije que el humo se podía ver desde una distancia de casi 8 kilómetros de distancia y que sólo tardarían cinco minutos en llegar allí. Media hora más tarde, no había ni un estadounidense en el lugar de los hechos y las llamas alcanzaban los 60 metros de altura.

La capital de la cultura

Hubo un tiempo en que los árabes decían que sus libros se escribían en El Cairo, se imprimían en Beirut y se leían en Bagdad. Ahora arden en las bibliotecas de Bagdad. En el Archivo Nacional no sólo se conservaban documentos del califato otomano, sino incluso de los tiempos oscuros de la historia moderna del país, documentos manuscritos de los años 1980-88 de la guerra Irán-Iraq, con fotografías personales y diarios militares, y copias de microfichas de los periódicos árabes que se remontaban hasta principios de 1900.

Pero los documentos más antiguos y los archivadores estaban en los pisos superiores de la biblioteca donde la gasolina debe haberse utilizado a conciencia para incendiar el edificio El calor era tal que el mármol del suelo se había levantado y el cemento de las escaleras que yo iba subiendo se estaba rompiendo.

Los papeles en el suelo estaban todavía tan calientes que no se podían tocar, no tenían ni ilustraciones ni escritura y se convertían en ceniza en el instante que los cogía. Otra vez, de pie envuelto en este sudario de humo azul, me hacía la misma pregunta, ¿por qué?

Así, en una reflexión dolorosa sobre el significado de todo esto, voy a citar de los trozos de un papel que encontré fuera, en el suelo, volando por el aire, escrito por un hombre muerto hace mucho tiempo y dedicado a la Sublime Puerta de Estambul o a la Corte de Sharif [Hussein] de la Meca con expresiones de lealtad y que firmaba como "su esclavo". Había una petición para proteger un convoy de camellos que portaba té, arroz y azúcar, firmado por Husni Attiya al-Hiyasi (en la que recomendaba a Abdul Ghani-Naim y a Ahmed Kindi como mercaderes honestos), una petición de perfume y un aviso de Jaber al-Ayashi de la corte real de Sharif Hussein de Bagdad advirtiendo a los ladrones del desierto. "Esto es simplemente para haceros llegar nuestra advertencia de que se ofrecerá una gran recompensa por vosotros". Ayashi dice "Si no tenéis en cuenta nuestra advertencia después no digáis que no os hemos avisado" El estilo de Sadam está ahí, pensé. La fecha era 1912.

Algunos documentos eran listas con el precio de las balas, los caballos militares y la artillería de las armerías otomanas en Bagdad y en Arabia; otros eran documentos de apertura de las primeras conferencias telefónicas en Hiyaz, la que pronto sería Arabia Saudí, mientras otro documento vuelve a contar desde el pueblo de Asraq, en la actual Jordania, el robo de monturas de un tren de camellos realizado por Ali bin Kassem, que atacó a los policías que le interrogaban "con un cuchillo e intento apuñalarles pero fue reducido y posteriormente sobornado". Hay una carta del siglo XIX de recomendación de un mercader, Yahyia Messoudi, "un hombre de la más alta moral, de buena conducta y que trabaja con el gobierno [otomano]". En otras palabras, este era el mosaico de la historia árabe, todo lo que se ha perdido de ella, lo que cayó en las manos de los independientes crepitando en el inmenso fuego de las ruinas.

El rey Faisal de Hiyaz, el gobernador de Meca, cuya corte es la autora de muchas de las cartas que rescaté, fue posteriormente depuesto por los saudíes. Su hijo Faisal se convirtió en rey de Iraq. Winston Churchill le dio Bagdad después de que los franceses le expulsaran de Damasco y su hermano Abdallah se convirtió en el primer rey de Jordania, el padre del rey Hussein y el abuelo del actual rey del Jordania, el rey Abdallah II.

Durante casi mil años, Bagdad fue la capital cultural del mundo árabe, la población más culta de Oriente Medio. El nieto de Gengis Kan quemó la ciudad en el siglo XIII y, se dice, que las aguas del río Tigris discurrían negras por la tinta de los libros. Ayer, las negras cenizas de miles de documentos antiguos llenaban los cielos de Iraq. ¿Por qué?


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